El fundador del Partido Comunista de las Filipinas (PCF) Jose Maria Sison, quien es responsable de repetidas traiciones a las masas filipinas, lanzó una diatriba extraordinaria la semana pasada contra el historiador Jose Scalice, quien, en una conferencia el 26 de agosto, documentó los antecedentes traidores del PCF y explicó que sus raíces están en la ideología nacionalista del estalinismo y el maoísmo.
El PCF dedicó todo un número especial de su periódico Ang Bayan a una entrevista con Sison que ataca a Scalice, la cual, entre otras mentiras, tacha al historiador, sin pizca de evidencias, de agente a sueldo de la CIA. La entrevista, que fue publicada el día anterior a la conferencia, tenía por objetivo intimidar a los que se habían apuntado para el evento. Es una clara señal de la crisis profunda del partido maoísta.
Un aspecto particularmente siniestro de la entrevista fue la acusación de Sison de que Scalice y los "trotskistas" se estaban implicando en la "etiqueta roja" al referirse al PCF en conexión con su gran cantidad de organizaciones legales de fachada. Según Sison, organizaciones asociativas tales como la lista-partido electoral Bayan Muna, el KMP basado en el campesinado, y el sindicato paraguas KMU con el PCF estaban "etiquetando de rojo" y expusieron a sus miembros a los escuadrones de la muerte de la administración militar y fascista del presidente Duterte.
Mientras negaba la exposición de Scalice del papel del PCF en ayudar a Duterte a llegar al poder, Sison arremetió contra Scalice, declarando que se había expuesto a sí mismo como "un etiquetador rojo, un cazacomunistas y un agente anticomunista al llamarlos organizaciones de fachada del PCF". Siguió con su diatriba difamatoria, tachando al historiador de "mentiroso y agente anticomunista incorregible del imperialismo y la reacción. Ciertamente, él es prácticamente un informante salvaje en interés de los escuadrones de la muerte de Duterte".
Sison usa la técnica de la Gran Mentira cuyos pioneros fueron los nazis, esperando que si la mentira es lo suficientemente colosal y si se la repite lo suficiente entonces será creída. Es absurdo sugerir que Duterte y las fuerzas armadas filipinas no son conscientes de que el PCF y sus organizaciones de fachada están conectados. Es bien sabido por parte de cualquier que tenga educación política en las Filipinas que organizaciones tales como Bayan Muna, el KMP y el KMU repiten como loros cada cambio y giro oportunista en las políticas del PCF, y llevan décadas haciéndolo.
De manera extraordinaria, Sison en la mismísima entrevista se jacta de los logros del PCF en establecer organizaciones de fachada. "Ha desarrollado organizaciones de masas de varias clases y categorías sectoriales cuyos miembros se cuentan por millones. Ha construido alianzas de varios tipos bajo los auspicios del Frente Democrático Nacional de las Filipinas", declara. En otras palabras, al tiempo que denuncia a Scalice por "etiquetar de rojo", ¡con su siguiente aliento Sison admite que lo que ha dicho Scalice es verdad!
La acusación de Sison de "etiquetar de rojo" no hace nada por proteger a los miembros de base de estas organizaciones. El PCF usa esta acusación para silenciar a cualquiera que pudiera criticar sus políticas oportunistas. Cualquier intento por conectar las alianzas putrefactas que el partido ha formado mediante sus organizaciones de fachada a lo largo de décadas con el propio partido es denunciado como que de alguna manera asiste al asesinato y homicidio de activistas.
En realidad es la dirección del PCF quien es responsable de poner en peligro la vida de organizadores y activistas de base, al facilitar el ascenso al poder de figuras como Duterte. El alboroto de Sison por la etiqueta roja sirve para intimidar a cualquiera que amenace con exponer este hecho.
En su actitud hacia el PCF, Scalice ha adoptado una posición de principios —denunciando el asesinato de miembros de sus organizaciones de fachada, mientras mantiene sus críticas al PCF y sus políticas maoístas. Como explicó Scalice en su charla, él publicó una declaración el 14 de agosto condenando el asesinato brutal de dos miembros del movimiento Democrático Nacional y advirtiendo que era "un ataque a las masas trabajadoras de Filipinas y marcaba un dramático paso hacia un régimen estatal-policial".
Esta declaración está en marcado contraste con los métodos totalmente carentes de principios de Sison quien cree que puede tildar a sus críticos de "agentes imperialistas" y acusarlos de "etiquetar de rojo" con impunidad. Él y el PCF han explotado esta mentira durante décadas en un esfuerzo por intimidar a sus oponentes políticos. Es más, acusar a un oponente de "etiquetar de rojo" no es meramente un asunto de acoso verbal sino una amenaza muy definida de violencia física y asesinato.
La negativa escueta de Sison de que el PCF haya matado a sus propios miembros es otra de sus mentiras. En múltiples ocasiones en los '80, el partido realizó purgas internas contra supuestos agentes militares de penetración profunda. Usando la tortura y testimonios forzados, ejecutaron a más de mil de sus propios cuadros, enterrándolos en fosas comunes en Mindanao, Laguna y otras partes. En los '90 y a principios de los 2000, un número de oponentes políticos, la mayoría de los cuales eran exlíderes del partido, fueron etiquetados por Sison de "trotskistas" y fueron asesinados. Muchos fueron baleados en público.
Los métodos sin principios y la brutalidad del PCF no son simplemente producto de malos individuos sino que se derivan directamente de las políticas sin principios y reaccionarias del estalinismo y de su variante china, el maoísmo. Sison y el PCF rechazaron los fundamentos del marxismo desde el principio: su programa era nacionalista, no internacionalista, y su orientación nunca fue hacia el proletariado sino hacia sectores de la burguesía nacional y capas del campesinado, es decir, la pequeñoburguesía rural. Su objetivo fue resumido en la teoría estalinista de las dos etapas, que busca alianzas con facciones de la clase capitalista filipina para llevar a cabo la "revolución democrática nacional", y relega cualquier lucha por el socialismo al futuro muy lejano.
La teoría de la revolución por etapas es lo que apuntala el libro de Sison de 1970 La sociedad filipina y la revolución, el texto central del partido, en el que él afirmaba que la sociedad filipina era "semicolonial, semifeudal". Esta línea política, que negaba que lo que existía era el capitalismo, ha tenido una influencia venenosa en la política filipina y justificó las alianzas oportunistas del PCF con personales políticos burgueses.
Fue la exposición detallada y definitiva de Scalice del papel que Sison y el PCF desempeñaron en encaramar en el poder al hombre que ellos ahora denuncian como fascista y asesino —el presidente Rodrigo Duterte— lo que desató el ataque mordaz y difamatorio al historiador. Es Sison y la dirección del PCF quienes tienen la responsabilidad política por la muerte de sus simpatizantes a manos de los escuadrones de la muerte, y no Scalice, que advertía de las consecuencias de sus políticas oportunistas.
En sus acusaciones de "etiquetar de rojo", Sison traiciona su estirpe estalinista. Al calumniar a los "trotskistas" como agentes del imperialismo, no inventa nada nuevo. Esta es la política estalinista reaccionaria del Frente Popular de los '30 que tachó al movimiento trotskista de "escisionistas" y reaccionarios por negarse a apoyar al régimen republicano burgués y luchar por movilizar a la clase trabajadora en la lucha por el poder. En la revolución española, matones estalinistas torturaron y asesinaron a miles de sus opositores de izquierda sobre esa base.
En la Unión Soviética, Stalin y los gánsteres de Moscú, ante una oleada ascendente de oposición obrera, perpetuaron la mentira de que Trotsky era un agente de Hitler para justificar el asesinato en masa de una generación entera de luchadores revolucionarios que habían llevado a cabo la revolución de 1917, así como científicos, artistas e intelectuales. Esto culminó en el crimen político del siglo —el asesinato de Trotsky en agosto de 1940.
En su entrevista, Sison declara abiertamente su admiración por Stalin "por construir el socialismo en la Unión Soviética", aunque es crítico "hacia los errores en el manejo de las contradicciones dentro de la sociedad socialista". La frase tomada de Mao no es dicha nunca claramente y nunca ha incluido una condena de las purgas asesinas de Stalin. Sison se guarda su verdadero veneno para Trotsky, repitiendo las mentiras de Stalin de que Trotsky "se volvió descaradamente contrarrevolucionario y se opuso a la revolución socialista y a la construcción de la Unión Soviética porque tenía la alocada noción de tener que lograr primero una revolución mundial perfecta permanente".
Trotsky defendió los logros de la Revolución rusa, que codirigió junto a Lenin, hasta su muerte a manos de un asesino estalinista. Advirtió que la burocracia estalinista y su programa del "socialismo en un solo país" daría como resultado la restauración del capitalismo a no ser que fuera derrocado por la clase trabajadora. Ese pronóstico demostró ser totalmente preciso cuando en 1991 la dirección estalinista presidió la disolución de la Unión Soviética —siguiendo los pasos de la dirección maoísta en China que la transformó en una gigantesca plataforma de trabajo barato para las corporaciones transnacionales. Sison no explica, ni puede explicar, cómo y por qué los supuestos logros de Stalin tuvieron como resultado la liquidación de las conquistas de la revolución rusa y la china.
La denuncia de Sison de la Teoría de la Revolución Permanente de Trotsky como una "noción alocada" de "una revolución perfecta permanente" simplemente repite las caricaturas estalinistas. Trotsky insistía en que en países de desarrollo capitalista tardío como las Filipinas, el proletariado, dirigiendo al campesinado, era el único capaz de llevar a cabo las tareas de la revolución democrática, y al hacerlo se vería obligado a hacer profundas incursiones en la propiedad privada burguesa —es decir, empezar con tareas socialistas. El destino de la revolución en cualquier país estaría completamente ligado a la lucha de la clase trabajadora internacional por el socialismo. No era un argumento para que la clase trabajadora esperara una revolución global simultánea, sino, en la época del imperialismo, para que los trabajadores libraran sus luchas como parte de la lucha global necesaria por derrocar al capitalismo.
Lo que es "alocado" es la noción de Sison de que los trabajadores, jóvenes y campesinos comprometan su vida con una "revolución democrática nacional" para ayudar a la corrupta burguesía filipina a establecer sus propias industrias nacionales —en un mundo en el que la producción está globalizada y Filipinas está integrado en las cadenas de la producción mundial. Hay un reconocimiento intuitivo entre muchos trabajadores de que los problemas de hoy —ataques brutales en todo el mundo a los niveles de vida y los derechos democráticos, desastres medioambientales, y el peligro creciente de una guerra mundial— son asuntos globales y no se los puede resolver dentro del Estado nación.
Ese reconocimiento explica el interés y el apoyo mostrado a la charla de Scalice, particularmente en las Filipinas, que Sison intentó bloquear desesperadamente. Es más, los que comentaron la conferencia, aplaudiendo al historiador por exponer la verdad sobre los antecedentes del PCF y elogiando su valentía, revelan que existe una sed entre los trabajadores, jóvenes e intelectuales, por una alternativa genuinamente revolucionaria al estalinismo.
La conferencia de Scalice es una contribución importante a la exposición del estalinismo y el maoísmo que ha tenido consecuencias tan terribles para la clase trabajadora de Asia y del mundo. Instamos a nuestros lectores a salir en su defensa con declaraciones de apoyo para oponerse a la letanía de las mentiras estalinistas recicladas por Sison.
Al mismo tiempo, animamos a los trabajadores y jóvenes a ir más allá y estudiar las obras de León Trotsky y del Comité Internacional de la Cuarta Internacional. Allí encontrarán las armas teóricas y políticas necesarias para las luchas revolucionarias por la clase trabajadora contra el capitalismo, que requieren sobre todo la construcción del CICI por el Asia-Pacífico y el mundo.
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(Publicado originalmente en inglés el 4 de septiembre de 2020)