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Declaración del Partido Socialista por la Igualdad para las elecciones australianas

Un programa socialista de acción para la clase trabajadora para oponerse a la guerra y luchar contra el COVID-19 y la austeridad

El Partido Socialista por la Igualdad (Socialist Equality Party, SEP por sus siglas en inglés) postula candidatos para las elecciones federales australianas de 2022 para proponer un programa socialista de acción a los trabajadores para luchar por sus intereses de clase contra el ataque constante a sus derechos sociales y democráticos básicos.

La fuente de este ataque es la descomposición histórica del sistema capitalista global manifestada en la propagación desenfrenada del COVID-19, el peligro creciente de una guerra mundial, el destripamiento continuo del gasto social y el salario, y los estragos del cambio climático.

La clase trabajadora australiana y mundial tiene ante sí la lucha por acabar con el sistema de la ganancia capitalista que domina y determina todos los aspectos de la vida de los trabajadores.

En consecuencia, nos oponemos de manera irreconciliable a todos los otros partidos —la Coalición Nacional Liberal, el Partido Laborista, los Verdes, el Partido Australia Unida y los partidos de la pseudoizquierda como Alianza Socialista y los Socialistas Victorianos— así como el abanico de supuestos candidatos “independientes” que buscan ganarse el beneplácito de los grandes partidos, todo dentro del marco del establishment político. Todos ellos están por la defensa del sistema de la ganancia.

Estas elecciones tienen lugar en condiciones de creciente ira y frustración, con el apoyo de la Coalición Nacional Liberal y la oposición laborista en mínimos históricos. La campaña de anotarse puntos para desviar la atención, promesas falsas e invectivas tiene un objetivo: desviar la atención de los problemas verdaderos.

Cualquiera que sea la forma del próximo gobierno —de la Coalición, laborista, o un gobierno en minoría respaldado por varios independientes— hará que la clase trabajadora pague por los enormes déficits presupuestarios y la deuda creciente del gobierno creada por haber inyectado miles de millones en el gasto militar y paquetes de apoyo a los grandes negocios por la pandemia. De hecho, el dirigente laborista Anthony Albanese está señalando a la clase gobernante que el laborista es el mejor de los dos partidos para llevar al país a la guerra e imponer austeridad.

Los Verdes otra vez están prometiendo una Australia más verde, más amable, con políticas limitadas que abandonarán lo más contentos para entrar en una coalición —con los laboristas o los liberales— como lo hicieron al apoyar el gobierno laborista de Gillard. El multimillonario Clive Palmer está gastando sus millones en publicidad televisiva para presentarse como un hombre del pueblo y dar el sorpaso a sus rivales populistas de derechas, Pauline Hanson y Jacqui Lambie.

Un papel particularmente pernicioso lo desempeñan los partidos de la pseudoizquierda. Funcionan para acorralar el sentimiento emergente anticapitalista y la combatividad de los trabajadores y los jóvenes y canalizarlos tras los propios partidos y organizaciones responsables de la crisis —los laboristas, los verdes y los sindicatos. Lejos de ser socialistas en cualquier sentido, representan los intereses de un estrato de la clase media alta impregnada de la divisoria y retrógrada política identitaria basada en la raza y la etnia, la sexualidad y el género.

Ninguno de estos partidos está abordando las preocupaciones y los miedos reales de los trabajadores ni está dando soluciones a las durísimas dificultades cotidianas que millones de personas tienen ante sí para llegar a fin de mes. Hay una conspiración en los medios y en el establishment político para no discutir sobre los grandes peligros con los que se enfrenta la humanidad y el futuro de los jóvenes en particular —la pandemia, la guerra, el cambio climático y la crisis social que va a peor.

El desastre del COVID-19

La pandemia de COVID-19 es una denuncia devastadora del capitalismo y las clases dirigentes de todo el mundo. Sus gobiernos han instituido la política anticientífica de la “inmunidad colectiva” (de rebaño) y han dejado que el virus mortal causara estragos en la población mundial, matando ya a hasta 20 millones de personas y permitiendo el surgimiento de cepas todavía más peligrosas. Es una política de homicidio total que sirve las necesidades de la gran patronal de obligar a los trabajadores a volver a las fábricas y lugares de trabajo para asegurarse la producción continuada de ganancias.

Cola de gente a la espera para recibir la vacuna contra el COVID-19 en el oeste de Melbourne en octubre de 2021 (Fuente: @Lisylou via Twitter)

Australia no es la excepción. Los gobiernos estatales y el federal empezaron la temeraria eliminación de las limitadas medidas de salud pública implementadas al principio de la pandemia en diciembre justo cuando la variante ómicron altamente contagiosa estaba afianzándose. Las infecciones, las hospitalizaciones y los fallecimientos se dispararon. Las escuelas y los lugares de trabajo se han convertido en sitios de contagio masivo. Aún así, los gobiernos y los medios insisten en que la gente conviva con el virus y hacen como si la pandemia ya hubiera pasado.

Todo el mundo sabe que esto es mentira. Todo el mundo conoce a al menos una persona que se ha contagiado y, en algunos casos, a alguien que ha muerto. Casi cinco millones de personas se han contagiado en los últimos meses. Más de 4.000 personas han muerto por el virus en lo que va de año, casi el doble de las cifras de los dos primeros años de la pandemia.

La responsabilidad por la catástrofe es de absolutamente todos los partidos. Los gobiernos de Coalición y laboristas han conspirado en el Gabinete Nacional inconstitucional para eliminar las medidas de salud pública necesarias y desatar el virus. Nadie se ha alzado en ningún parlamento para criticar o desafiar la política, mucho menos exigir enjuiciar a los responsables de negligencia criminal.

El SEP y sus partidos hermanos del Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI) promocionan la estrategia basada en la ciencia para eliminar el virus. China ha demostrado que la eliminación es posible, pero no puede lograrse en un país. Se necesitan medidas de salud pública coordinadas a nivel internacional.

El peligro creciente de una guerra nuclear

Los trabajadores tienen cada vez más una sensación de corazonada cuando ven a las potencias nucleares cara a cara en Ucrania. Muchos desconfían del diluvio diario de propaganda que demoniza al presidente ruso Vladimir Putin mientras pintan al presidente derechista ucraniano Volodymyr Zelensky como el defensor de la libertad y la democracia. Ya hemos visto esto antes —en las guerras dirigidas por EEUU en los Balcanes, Afganistán, Irak, Siria y Libia.

Miembros de las Fuerzas de Defensa Territorial de Ucrania, unidades militares voluntarias de las Fuerzas Armadas, entrenan en el parque de la ciudad de Kiev, Ucrania, 22 de enero de 2022 (AP Photo/Efrem Lukatsky, archivo)

¿Qué hay tras el impulso estadounidense hacia la guerra con Rusia? En respuesta a la descomposición global del capitalismo, las clases gobernantes de todas partes solo tienen una solución: la guerra contra sus rivales y guerra de clase contra la clase trabajadora.

La expresión más aguda de la crisis reside en el corazón mismo del imperialismo mundial en Washington. Confrontándose con desórdenes políticos en casa, la administración Biden está planteando viejos planes para subordinar a Rusia y también a China para parar el histórico declive de Estados Unidos. Ha aguijoneado deliberadamente a Putin para llevarlo a una guerra reaccionaria y temeraria, calculando que creará el caos en Moscú y que facilitará su ruptura y el dominio de Rusia por parte de Estados Unidos. La principal responsabilidad por esta guerra es puramente de EEUU y sus aliados que están dándole armas masivamente a Ucrania.

Al mismo tiempo, EEUU no ha aflojado la presión, las amenazas ni las provocaciones contra China en lo cual Australia está desempeñando un papel central. El gobierno Morrison con pleno apoyo del laborismo se unió al pacto AUKUS con EEUU y Reino Unido en septiembre pasado. El ejército está adquiriendo ahora submarinos de ataque alimentados con energía nuclear y misiles hipersónicos. Hay un apoyo bipartidista por un presupuesto militar de más de $600 mil millones esta década. ¿Quién pagará esta suma astronómica? Inevitablemente será la clase trabajadora.

El SEP y el CICI se oponen a la invasión rusa de Ucrania, no desde el punto de vista de apoyar a la marioneta de la OTAN, Zelensky, sino porque está sembrando la división entre los trabajadores ucranianos y los rusos. Solo un movimiento unificado contra la guerra de la clase trabajadora internacional puede parar este hundimiento imprudente hacia una catástrofe nuclear. Habiendo sacrificado la vida de millones de personas ante el COVID, EEUU y sus aliados no vacilarán en matar muchos más millones en una conflagración nuclear para lograr sus intereses.

Opónganse a la agenda de la austeridad

Hay un abismo enorme entre los trabajadores y el mundo poblado por los políticos, las personalidades mediáticas y los funcionarios sindicales que se codean con los ejecutivos corporativos y los multimillonarios. No tienen idea de cómo es enfrentarse a los penosos dilemas entre pagar el alquiler o la hipoteca, ir al médico o poner comida en la mesa.

Hay literalmente dos Australias. El año pasado la riqueza de los 250 australianos más ricos aumentó en $50 mil millones, a unos asombrosos $520 mil millones, mientras que los salarios se quedaron estancados, el desempleo se volvió más incierto y las pensiones y prestaciones del Estado bajaron en términos reales.

Esta situación solo empeorará. La inflación está subiendo en todo el mundo, también en Australia, impulsada por el trastorno económico causado por la pandemia y ahora la guerra de Ucrania. La respuesta de los bancos centrales respaldada por el gobierno es subir los tipos de interés lo cual golpea doblemente a los trabajadores —subiendo el pago de la hipoteca y el alquiler así como subiendo el precio de los bienes. La inflación aquí ha llegado ya al 3,5 por ciento, pero para la comida y el combustible está creciendo hasta más del 10 por ciento.

El desprecio de los gobiernos, los estatales y el federal, hacia los trabajadores queda ejemplificado en su respuesta a las escenas desgarradoras de las inundaciones en Lismore y otras zonas. Morrison visitó Lismore, se escondió de los habitantes locales furiosos y le dijo a la ciudad que se las apañe sola: ustedes no pueden pretender que el gobierno ayude a las víctimas de inundaciones, incendios forestales y ciclones —cuesta demasiado.

Cambio climático

Acontecimientos climáticos extremos como las inundaciones y los incendios forestales se están volviendo cada vez más comunes. Aunque la conexión con los acontecimientos individuales es compleja, nadie puede negar que el cambio climático es el factor impulsor básico de los nuevos récords de temperaturas extremas e inestabilidad climática, ni que los gases de efecto invernadero son los principales responsables. Aun así, desde hace décadas los gobiernos han estado jugueteando con políticas claramente inadecuadas y medidas orientadas hacia el mercado, mientras el planeta se iba cocinando. Los científicos ya advierten de que estamos al borde de cambios irreversibles que amenazan el futuro de la humanidad.

Botes son llevados a la orilla mientras los incendios y el humo causan destrozos tras el lago Conjola, Australia, el jueves 2 de enero de 2020. (Robert Oerlemans via AP)

Ninguno de los otros partidos, ni siquiera los Verdes, tiene solución. Sus políticas están limitadas a lo que es posible dentro del marco del sistema de la ganancia y el Estado nacional, y por lo tanto son poco sistemáticas, localistas y están basadas en el mercado. Pero el capitalismo y su división del mundo en Estados nación rivales son la barrera esencial para la única solución real: un plan basado en la ciencia y coordinado a escala internacional para parar y revertir el cambio climático.

Defiendan los derechos democráticos y liberen a Julian Assange

La agenda capitalista de la desigualdad social y la guerra es incompatible con las formas democráticas de gobierno. Con varios pretextos, la Coalición y el laborismo han colaborado en socavar los derechos democráticos básicos y las normas legales y en montar el andamiaje de un Estado policial que será utilizado contra la clase trabajadora.

El fundador de WikiLeaks, Julian Assange [crédito: AP Photo/Matt Dunham]

El ataque a los derechos democráticos se expresa más claramente en la reclusión interminable del fundador de WikiLeaks, Julian Assange, ciudadano australiano, por exponer los crímenes de guerra y las intrigas diplomáticas perpetradas por EEUU y sus aliados. El SEP continuará llevando la lucha por la libertad de Assange a la clase trabajadora, haciendo de esta un elemento central de nuestra campaña electoral.

Hay que abolir todo el aparato represor del Estado capitalista, sus fuerzas de seguridad y su serie de leyes antidemocráticas, incluso las leyes de cancelación de registro de partidos y las leyes que impiden postularse al parlamento a quienes tienen doble ciudadanía.

¿Qué propone el Partido Socialista por la Igualdad?

Décadas de odiosas traiciones por parte de los sindicatos y el Partido Laborista han llevado a una ira, frustración y rebelión hacia organizaciones que son una barrera para cualquier lucha por parte de los trabajadores por sus intereses de clase. Se necesitan nuevas organizaciones obreras, independientes de los sindicatos y que estén guiadas por una perspectiva revolucionaria. Como fuerza unificada de lucha que entiende lo que hay que hacer, la clase trabajadora es más que capaz de remodelar la sociedad a nivel global de arriba abajo para satisfacer las necesidades de la humanidad. Esa es la esencia de la lucha por el internacionalismo socialista que ha aterrorizado a las clases gobernantes desde los comienzos de su desarrollo.

Nuestra campaña tiene como objetivo por sobre todas las cosas darles a los trabajadores las armas políticas y los medios organizativos para luchar por sus intereses. Después de décadas de ser suprimida por el aparato sindical, la lucha de clases está resurgiendo en Australia. Enfermeros y otros trabajadores de la sanidad en Nueva Gales del Sur han mostrado el camino, yendo a la huelga por primera vez en más de una década, mientras que docentes, ferroviarios y otros varios sectores de la clase trabajadora están implicados en disputas industriales por salarios y condiciones laborales intolerables.

Enfermeros de NSW protestando durante un paro de un día el 31 de marzo de 2022 (WSWS Media)

Estas huelgas son parte de las primeras agitaciones de un movimiento internacional que ya ha visto huelgas y protestas de masas en Sri Lanka, India y Perú así como en Medio Oriente y partes de África por el aumento de los precios de la comida y del combustible y la seria escasez. En América del Norte y en Europa, los trabajadores van a la huelga cada vez más, en algunos casos en desafío abierto a los sindicatos.

El SEP ha iniciado comités de base entre docentes, personal universitario, trabajadores postales y sanitarios, independientes de los sindicatos, para dar la base para luchar contra la arremetida contra sus empleos, salarios y condiciones. Animamos a los trabajadores a que formen comités de base elegidos democráticamente en cada fábrica y lugar de trabajo y barrio obrero como manera de sacudirse los grilletes de los sindicatos y plantear sus exigencias de clase.

Los sindicatos ya no defienden ni las más elementales necesidades de los trabajadores, sino que funcionan como la policía industrial de los gobiernos y las empresas para suprimir a los trabajadores. Se basan en las severas leyes del Trabajo Justo implementadas por el último gobierno laborista, y apoyadas por los sindicatos, para supervisar y amenazar a los trabajadores. La abolición de todas las leyes contra la huelga tiene que ser una demanda elemental de todos los comités de base.

La unificación de la clase trabajadora es el medio esencial de parar el impulso bélico, eliminar el COVID-19 y detener el cambio climático. Para unificar a los trabajadores, hay que rechazar todas las formas de racismo y nacionalismo, y hay que oponerse a la persecución de refugiados e inmigrantes. Los trabajadores tienen que poder vivir y trabajar donde quieran con plenos derechos de ciudadanía.

Proponemos las siguientes demandas para satisfacer las necesidades apremiantes de los trabajadores:

  • Aumento inmediato de todos los salarios para compensar la erosión pasada y estabilizar los salarios contra la inflación.
  • Un empleo permanente y de jornada completa con salario y condiciones decentes para todas las personas capaces de trabajar. Una paga para vivir para todos aquellos incapacitados para trabajar. Acabar con las pensiones de pobreza para la tercera edad y los minusválidos.
  • Medidas obligatorias de salud pública en todos los lugares de trabajo para ayudar a contener el COVID, incluso la entrega de mascarillas N95 y tests PCR gratuitos. Los trabajadores y no la patronal deben decidir lo que es seguro. Reimplementar el rastreo de contactos, expandir el aislamiento y el tratamiento y el confinamiento de áreas de alto contagio para contener la propagación del virus.
  • • Una expansión vasta de obras públicas para dar empleo y reparar el daño causado por décadas de recortes a la financiación de la salud pública y los sistemas educativos. Hay que asignar decenas de miles de millones a actualizar y dar personal a escuelas y hospitales y construir otros para brindar atención sanitaria y educación gratis y de calidad a todos.
  • Actualizar y extender el transporte público. Telecomunicaciones fiables y de alta velocidad para todos, incluso en zonas rurales y remotas.
  • Una vasta expansión de la vivienda pública es necesaria para acabar con la falta de vivienda como parte de un programa más amplio para dar vivienda asequible a todos.
  • Retirar al ejército de los asuntos civiles. Establecer una agencia nacional para los siniestros plenamente financiada y dotada de personal para que tome las medidas necesarias para prepararse para inundaciones e incendios, evitarlos cuando sea posible, y responder inmediatamente cuando sea necesario. Pleno apoyo económico para los afectados y asistencia financiera adecuada para ayudarlos a reconstruir su vida.

Gritos y sollozos saldrán enseguida de la prensa financiera, los ejecutivos de las corporaciones y sus sirvientes: Que es incosteable. Pero la clase trabajadora, fuente de toda la riqueza de la sociedad, tiene que decidir qué es costeable y qué no.

Nacionalizar la banca, empresas financieras y las grandes empresas y ponerlas bajo el control democrático de la clase trabajadora. Incautarse de la riqueza colosal de los multimillonarios. Poner la producción y la distribución bajo el control democrático de los trabajadores. Parar el despilfarro de miles de millones en el ejército y armas de guerra.

Estas demandas llevan inexorablemente al asunto de qué clase es la que lleva las riendas del poder. Hay que establecer un gobierno obrero que se apoye en órganos creados por la clase trabajadora en sus luchas para reorganizar la sociedad con criterios socialistas como parte de la lucha por el socialismo a nivel mundial.

Construir el Partido Socialista por la Igualdad

El SEP no es como otros partidos. Nuestra ambición no es poner a cuantos miembros podamos de nuestro partido en cómodos asientos del parlamento. Nos basamos en los principios del socialismo internacionalista que animó la Revolución rusa y la creación del primer y único genuino Estado obrero de la historia. También nos basamos en las lecciones de la lucha política librada por León Trotsky contra la traición de la Revolución rusa por parte de la burocracia estalinista que usurpó el poder de la clase trabajadora. Somos parte de un partido internacional —el CICI— que es el único que defiente y lucha por el programa y la perspectiva que apuntalaron la Cuarta Internacional fundada por Trotsky en 1938.

El SEP insta a los trabajadores a votar por nuestros candidatos para demostrar su apoyo a una alternativa socialista. Ninguno de los asuntos con los que se confrontan los trabajadores se puede resolver en el parlamento. Pero si resultan elegidos, nuestros candidatos utilizarán el parlamento para denunciar la institución y las sucias maniobras de los políticos capitalistas, y para popularizar nuestro programa a un público más amplio de la clase trabajadora.

Emplazamos a los trabajadores y los jóvenes a apoyar nuestra campaña de todas las formas que puedan. Pero sobre todo lo que hace falta para las luchas venideras es un liderazgo revolucionario. La historia del último siglo ha demostrado una y otra vez que sin un partido revolucionario hasta los movimientos más grandes y militantes de los trabajadores terminan en derrota. Te emplazamos a unirte al SEP y a construirlo como partido obrero revolucionario de masas.

Autorizado por Cheryl Crisp para el Partido Socialista por la Igualdad, Suite 906, 185 Elizabeth Street, Sydney, Nueva Gales del Sur, 2000.

(Publicado originalmente en inglés el 13 de abril de 2022)