El martes, el presidente estadounidense Joe Biden hizo una serie de admisiones condenatorias sobre el genocidio en marcha en Gaza, dejando claro que Estados Unidos está asistiendo e instigando conscientemente lo que sabe que son crímenes de guerra del Gobierno israelí.
En un acto de campaña, Biden declaró que Israel está llevando a cabo “bombardeos indiscriminados” contra la población civil de Gaza. Posteriormente añadió que el ministro de Seguridad Nacional de Israel “Ben-Gvir y compañía y la nueva gente, ellos... No solo quieren tomar represalias, que es lo que deben hacer por lo que hicieron los palestinos —Hamas — sino contra todos los palestinos”.
En otras palabras, Biden admitió que Israel no está esforzándose por limitar las víctimas civiles y explicó que la razón es que el ministro de Seguridad Nacional está tratando deliberadamente de llevar a cabo una venganza, es decir, un castigo colectivo, contra todos los civiles palestinos, incluidos mujeres y niños desarmados.
De este modo, el presidente estadounidense ha admitido que está armando, financiando y apoyando políticamente el asesinato intencionado de miembros civiles de un grupo étnico elegido, es decir, un genocidio. Resulta significativo que, incluso a la luz de estas admisiones, Biden reiterara que Estados Unidos seguiría financiando y armando incondicionalmente al ejército israelí, declarando que “mientras tanto, nada de esto va a hacer de que dejemos de aportar a Israel lo que necesita para defenderse y terminar el trabajo”.
Los ataques indiscriminados están prohibidos por el Protocolo Adicional I de las Convenciones de Ginebra de 1977. Constituyen un crimen de guerra según el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, y los perpetradores pueden ser procesados y considerados responsables en tribunales internacionales y nacionales.
Cabe notar que, en múltiples ocasiones, el Gobierno de Biden haya dejado claro que Estados Unidos no ha puesto límites a los ataques de Israel contra la población civil. El 7 de noviembre, a la pregunta de si “sigue siendo cierto” que la Administración “no tiene líneas rojas” en relación con las muertes de civiles, el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, John Kirby, respondió: “Sigue siendo cierto”.
Las declaraciones de Biden del martes serán la “prueba A” en cualquier juicio por crímenes de guerra, constituyendo de hecho una admisión de que Estados Unidos está ayudando e incitando conscientemente a Israel a cometer crímenes de guerra.
En una rueda de prensa celebrada el miércoles, Kirby y el portavoz del Departamento de Estado, Matthew Miller, se pusieron en modo de control de daños e intentaron retractarse de las declaraciones del presidente. Miller declaró que la admisión de Biden no representaba la postura oficial del Gobierno estadounidense. “No hemos tomado una decisión formal al respecto”, dijo Miller.
A la pregunta de un periodista: “¿Cree el presidente, basándose en esos comentarios, que la conducta de Israel en esta guerra hasta ahora ha sido conforme al derecho internacional?”, Kirby contradijo a Biden sobre los “bombardeos indiscriminados” de Israel. Sostuvo que “sabemos que han declarado su intención de reducir las bajas civiles. Y han actuado en consecuencia... publicando un mapa en línea”.
Otro reportero preguntó: “Biden dice que ayer, por supuesto, hubo ataques indiscriminados, lo que para el resto del mundo es un crimen de guerra”.
A esto, Kirby respondió: “Hay una clara intención por parte de los israelíes y un intento que han admitido públicamente de hacer todo lo posible para reducir las bajas civiles”.
Y añadió: “Vamos a seguir apoyándolos... Tienen todo el derecho a defenderse”.
La definición oficial de genocidio de las Naciones Unidas señala que hay dos elementos en el delito de genocidio, “un elemento mental” y “un elemento físico”, siendo el elemento físico “matar a miembros del grupo” o “causar graves daños físicos o mentales a miembros del grupo.” Israel ha matado al menos a 10.000 niños palestinos y herido a decenas de miles más.
Pero, señala la ONU, “la intención es el elemento más difícil de determinar”. Y añade: “Para constituir genocidio, debe haber una intención probada por parte de los autores de destruir físicamente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso”.
Pero como explicó Craig Mokhiber, exdirector de la oficina de Nueva York del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, el asalto israelí a Gaza es un “caso de genocidio de libro de texto”, precisamente porque “las declaraciones explícitas de intención de los dirigentes del Gobierno y el ejército israelíes no dejan lugar a dudas ni a debate”. Por citar uno de los innumerables ejemplos, Giora Eiland, exjefe del Consejo de Seguridad Nacional israelí, abogó por atacar deliberadamente a civiles palestinos y crear las condiciones para la propagación de “epidemias graves”.
Ahora, sin embargo, el principal financiador y suministrador de armas del Gobierno que comete el genocidio ha declarado explícitamente que están “matando a miembros del grupo” porque quieren atacar a toda la población palestina.
Críticamente, el documento de la ONU que define el genocidio señala: “Esto significa que el objetivo de la destrucción debe ser el grupo, como tal, y no sus miembros como individuos”. Cuando Biden admite que el Ministerio de Defensa israelí está buscando “represalias... contra todos los palestinos”, está dejando claro que Israel está llevando a cabo precisamente este componente crítico del genocidio.
Biden hizo estas declaraciones con el telón de fondo de una abrumadora votación en la Asamblea General de las Naciones Unidas pidiendo un alto al fuego en Gaza.
Pero al igual que docenas de resoluciones no vinculantes aprobadas por las Naciones Unidas a lo largo de décadas, esta resolución no tendrá ningún efecto directo.
El portavoz del Departamento de Estado, Matthew Miller, lo dejó perfectamente claro en su sesión informativa del miércoles, declarando que “no es la primera vez que a Israel no le ha ido bien en una votación en la ONU; se ha visto a la ONU tomar una serie de votaciones, a menudo por márgenes bastante dramáticos con respecto a Israel, cuando no hemos estado de acuerdo con el resultado de esas votaciones. Así que no es la primera vez que ocurre”.
En otras palabras, Estados Unidos está dejando claro que los votos simbólicos en la Asamblea General de la ONU no harán nada para detener sus actividades criminales. Israel, por su parte, mostró un abierto desafío a la votación, emprendiendo una serie de atrocidades el martes, incluyendo la explosión de una escuela operada por la agencia de la ONU para los refugiados en Palestina, la UNRWA (siglas en inglés), y la inundación de estructuras subterráneas en Gaza con agua de mar, potencialmente envenenando el suministro de agua y matando la vida vegetal que sustenta la agricultura.
Tras anunciar que Estados Unidos votaría en contra de un alto al fuego en Gaza, la embajadora estadounidense ante la ONU, Linda Thomas-Greenfield, declaró: “Cualquier alto al fuego ahora mismo sería temporal en el mejor de los casos y peligroso en el peor”. Y añadió: “Israel, como todos los países de la Tierra, tiene el derecho y la responsabilidad de defender a su pueblo de los actos terroristas”.
Los trabajadores y la juventud deben extraer las lecciones de estos acontecimientos. Tanto los países imperialistas que votaron a favor del alto al fuego, incluidos Francia y Australia, como los que se abstuvieron, entre ellos Reino Unido, Italia y Alemania, han respaldado la embestida de Israel contra Gaza y le han proporcionado apoyo logístico material. Mientras tanto, Reino Unido, Francia y Australia han enviado buques de guerra a la región para amenazar a Irán para que no intervenga.
Todos y cada uno de estos países han intentado criminalizar las manifestaciones contra el genocidio, tratando de equiparar la oposición al genocidio con el antisemitismo y el apoyo al terrorismo.
Los Estados árabes, por su parte, han permitido durante años la opresión y el asesinato en masa de la población palestina por parte de Israel para tratar de llegar a un acuerdo con el imperialismo estadounidense.
No se puede confiar en ninguno de estos Gobiernos o instituciones para detener el genocidio en Gaza. La realidad básica es que la lucha contra el genocidio en Gaza es una lucha contra los Gobiernos que lo apoyan.
Por esta razón, detener el genocidio en Gaza requiere la movilización masiva de la clase obrera. Los trabajadores deben apoyar el llamamiento de los sindicatos palestinos a no manipular material bélico destinado a Israel. Las manifestaciones mundiales de millones de personas contra el genocidio deben expandirse y ser armadas con una perspectiva socialista.
Millones de personas han participado en marchas y manifestaciones contra el genocidio. Pero, si este movimiento emergente contra la guerra ha de tener éxito, debe fusionarse urgentemente con las luchas de la clase trabajadora y armar este movimiento con la perspectiva socialista de poner fin al sistema capitalista, que es la causa raíz de la guerra y de la barbarie imperialista.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 14 de diciembre de 2023)