La primera visita de altos diplomáticos de las potencias imperialistas europeas a Damasco el viernes, tras el derrocamiento del presidente sirio Bashar al-Ásad el mes pasado, estuvo dominada por la demanda de la ministra de Relaciones Exteriores alemana, Analena Baerbock, de que Rusia abandone sus bases militares en el país. El llamamiento, combinado con varias promesas de apoyo económico y constitucional al nuevo régimen islamista dirigido por Hayat Tahrir al-Sham (HTS), una antigua franquicia de al-Qaida, demuestra cómo las potencias imperialistas tienen la intención de utilizar el cambio de régimen de Siria para intensificar su guerra contra Rusia y preparar un conflicto total con Irán.
'Es hora de que Rusia abandone sus bases militares en Siria', sermoneó Baerbock con arrogancia en un comunicado emitido antes de su llegada a la capital siria para una visita conjunta con el ministro de Relaciones Exteriores francés, Jean-Noel Barrot.'El pueblo sirio no olvidará los bombardeos a gran escala y las violaciones de los derechos humanos. Fue (el presidente ruso Vladimir) Putin quien apoyó a Assad durante tanto tiempo, quien respaldó y encubrió los crímenes del régimen'.
En una comparecencia ante los medios, a menos de 320 kilómetros de Gaza, donde Alemania ha suministrado cientos de millones de euros en armamento para el genocidio de Israel contra los palestinos, Baerbock fanfarroneo con la necesidad de respetar los derechos de las mujeres y exigir responsabilidades a los miembros del régimen de Ásad culpables de crímenes de guerra. Detrás de esta retórica hipócrita, la visita conjunta tenía como objetivo promover la agenda de las potencias imperialistas de utilizar al régimen vinculado a al-Qaida en Damasco como subcontratista para saquear Siria y consolidar su dominio sobre Oriente Medio.
El viaje de Baerbock y Barrot a Damasco se produjo dos semanas después de que Washington retirara la recompensa de 10 millones de dólares por la cabeza del líder del HTS, Ahmed al-Shara'a, también conocido por su nombre de guerra Abu Mohammad al-Jolani. En una visita de una delegación de altos funcionarios del Departamento de Estado el 20 de diciembre, Barbara Leaf, la principal diplomática para asuntos de Oriente Medio en el Departamento de Estado de EE.UU., declaró que al-Shara'a es un político 'pragmático' con el que Washington podría trabajar, siempre que se cumplan las condiciones. En realidad, lidera un movimiento que reprimió brutalmente a todos los críticos durante sus años de control sobre la provincia de Idlib, incluso mediante el uso de ejecuciones públicas y lapidaciones. Desde que el HTS asumió el poder, los registros domiciliarios y los ataques sectarios contra las minorías sirias han aumentado.
En el sentido más directo, los imperialismos estadounidense y europeo están decididos a hacerse con el botín de Siria. Con estimaciones de hasta 400.000 millones de dólares para reconstruir el país, que ha sido destrozado y hecho retroceder décadas por una guerra civil de 13 años instigada por Estados Unidos en la que las potencias imperialistas financiaron y entrenaron a milicias islamistas contra la dictadura de Ásad, hay mucho dinero que ganar para los bancos, inversores y empresas que se aseguren la mayor parte de los contratos bajo la vigilancia del nuevo régimen. Washington espera que al proporcionar gran parte de este financiamiento, o al ordenar a sus aliados del Golfo, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos (EAU), que lo hagan, pueda hacer retroceder aún más a un Irán ya debilitado y consolidar a Damasco como un régimen títere de los intereses imperialistas occidentales.
Siria, bajo un régimen prooccidental, será un trampolín clave para que el imperialismo estadounidense y sus aliados avancen en su impulso para consolidar su preeminencia geoestratégica y económica en un Oriente Medio rico en recursos energéticos. Como explicó el World Socialist Web Site en su declaración de Año Nuevo:
La ofensiva genocida de Israel contra Gaza, respaldada por Estados Unidos y las potencias de la OTAN, y facilitada por los regímenes burgués-nacionalistas en Oriente Medio, ha dejado al descubierto las profundidades de la barbarie imperialista.
El genocidio, caracterizado por la destrucción de ciudades enteras, el ataque a hospitales y escuelas y el desplazamiento de cientos de miles de personas, forma parte de una estrategia regional más amplia. El objetivo es reorganizar Oriente Medio de acuerdo con los intereses imperialistas, incluido el derrocamiento del gobierno de Ásad en Siria, la decapitación de los líderes de Hezbolá y la escalada de provocaciones contra Irán.
El rápido avance del HTS hacia Damasco fue posible gracias al apoyo de Turquía, pero sobre todo a la guerra de Israel respaldada por Estados Unidos para reordenar Oriente Medio. Después de haber diezmado a Hamas con su genocidio en Gaza, Israel lanzó un ataque contra Hezbolá en el Líbano a partir de septiembre de 2024 que decapitó a su dirección y degradó masivamente sus capacidades. Con la aprobación de Estados Unidos, Israel llevó a cabo el asesinato selectivo de destacados generales del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria iraní en Damasco en abril de 2024; Ismail Haniyeh, líder político de Hamas, en Teherán como invitado oficial del régimen iraní en julio, y Hassan Nasrallah, líder de Hezbolá, en septiembre. Un mes después, Israel lanzó un gran ataque con misiles contra objetivos militares en Irán, y aún no está claro la magnitud de los daños que causó y los objetivos alcanzados.
Esta guerra de múltiples frentes, posible gracias al suministro ilimitado de armas de Estados Unidos, Alemania y otras potencias imperialistas, debilitó las principales fuentes de apoyo de Ásad. Hezbolá ya no estaba en condiciones de enviar combatientes desde el Líbano, donde Estados Unidos está presionando agresivamente para reestructurar las relacionespolíticas, y al régimen burgués-clerical de Teherán le resultó imposible fortalecer su presencia en Siria debido a la superioridad aérea de Israel. Además de esto, el régimen de ÁSsad había perdido su apoyo social debido a las desastrosas condiciones sociales y económicas en Siria. En estas condiciones, tanto Irán como Rusia decidieron reducir sus pérdidas, con el primero evacuando a sus combatientes a Irak, y el segundo trasladando a Ásad para que se refugiara en Moscú y abriendo conversaciones con el nuevo régimen para mantener una presencia rusa en el país.
Rusia tiene dos bases militares en la costa mediterránea de Siria, una base naval en Tartus y una base aérea en Hmeimim. La exigencia de Baerbock de que Rusia se retire tiene como objetivo eliminar la presencia militar de Moscú en el Levante y complicar la transferencia de recursos a sus aliados norteafricanos en Libia y Níger.
Al-Shara'a indicó en comentarios el mes pasado que el régimen del HTS no se opondría a una presencia rusa continua, que fue codificada en un acuerdo de 2017 con el régimen de Ásad que permitía a Moscú arrendar las bases durante 49 años. Al mismo tiempo, los nuevos gobernantes de Damasco, sin duda por iniciativa del imperialismo estadounidense, han reactivado las relaciones diplomáticas con Ucrania, que estaban congeladas desde 2022, después de que el régimen de Assad reconociera la independencia de las repúblicas de Donetsk y Lugansk tras la invasión rusa del país provocada por Estados Unidos. Todavía no está claro cómo se desarrollarán estas posiciones conflictivas, pero la perspectiva de enfrentamientos explosivos en Siria y en toda la región que involucren a Rusia y sus oponentes imperialistas está casi asegurada.
La creciente influencia de Turquía en Siria
Más allá del imperialismo estadounidense y sus aliados europeos, Turquía es, posiblemente, el país que ha ganado más influencia en Siria tras la destitución de Ásad. Ankara proporcionó la mayor parte de su apoyo al Ejército Nacional Sirio (SNA, por sus siglas en inglés), una coalición de milicias islamistas suníes que operan por separado del HTS en el norte de Siria contra los kurdos. Pero después de que el HTS se limitara a la provincia de Idlib, en el noroeste del país, cuando el régimen de Ásad se estabilizó con el apoyo ruso, la capacidad del HTS para operar dependía de la aprobación tácita de las autoridades turcas que permitieran el flujo de armamento y otros suministros a través de la frontera turco-siria. La última ofensiva del HTS, lanzada pocas horas después del alto el fuego impuesto por Estados Unidos entre Israel y Hezbolá en el Líbano, fue respaldada por el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan.
Después de una visita del ministro de Relaciones Exteriores turco, Hakan Fidan, a Damasco a fines del mes pasado, un funcionario del Ministerio de Defensa turco anunció el 2 de enero que Ankara se está preparando para establecer lazos militares y de defensa estratégica con el nuevo régimen del HTS: “En línea con las directivas de nuestro presidente, nos estamos comprometiendo con nuestros homólogos para establecer relaciones estratégicas y fomentar la cooperación en varios campos', dijo la fuente, según Middle East Eye. 'Sobre la base de las necesidades identificadas durante estas reuniones, se brindará el apoyo necesario'. Otras áreas de posible cooperación incluyen la asistencia en la reconstrucción de la red energética de Siria y otros proyectos de reconstrucción.
Una condición para la asistencia militar de Ankara será que el nuevo régimen de Damasco adopte una línea dura hacia los kurdos organizados en las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF, por sus siglas en inglés), que controlan territorios en partes del norte y el este de Siria. Las fuerzas turcas y las milicias alineadas con ellos han atacado posiciones de las SDF en repetidas ocasiones desde el derrocamiento de Ásad, sobre todo con la captura de la ciudad de Manbij en diciembre que estaba en manos de las SDF.
Según los informes, Washington intervino para negociar un alto el fuego entre ambos que prohibió a Ankara realizar más operaciones militares al este del río Éufrates. Washington ha financiado a las SDF durante la última década, utilizando a sus combatientes como carne de cañón en operaciones para derrotar al grupo terrorista Estado Islámico. Hasta 2.000 soldados estadounidenses siguen presentes en bases estratégicas clave en el este de Siria, lo que da a Estados Unidos y sus aliados kurdos un control significativo sobre las reservas de petróleo del país. Los informes del domingo hablaron de más de 100 muertes entre las milicias kurdas y alineadas con Turquía en medio de nuevos enfrentamientos en el norte durante los dos días anteriores.
Las ambiciones turcas en Siria no sólo pueden chocar con las de su aliado nominal en la OTAN, Estados Unidos, sino también con el perro de presa de Washington en Oriente Medio, Israel. Las Fuerzas de Defensa de Israel siguen ocupando la zona desmilitarizada en el sur de Siria acordada en virtud de un tratado de paz de 1974 con Hafez al-Ásad, el padre de Bashar, que el gobierno de extrema derecha de Netanyahu considera ahora anulado. Israel también ha persistido con numerosos ataques aéreos contra instalaciones militares y civiles sirias. Si bien la preocupación más inmediata de Israel es neutralizar la influencia iraní y cualquiera de las fuerzas aliadas de Teherán en Siria, el régimen sionista también sería hostil a un régimen islamista sunita fortalecido en Damasco estrechamente alineado con Turquía.
La bancarrota de los regímenes nacionalistas burgueses árabes e iraníes
Las secuelas del derrocamiento de Ásad respaldado por el imperialismo han subrayado una vez más la bancarrota total de los regímenes nacionalistas burgueses árabes e iraníes en todo Oriente Medio. El propio régimen de Ásad quedó aislado por sus antiguos aliados, entre otras cosas porque su base de apoyo social dentro de Siria se había desintegrado debido al devastador declive social y económico de Siria en los últimos 13 años. La respuesta de los estados autocráticos del Golfo es intentar extender su influencia sobre los nuevos gobernantes islamistas de Siria en alianza con el imperialismo, mientras que el régimen burgués-clerical de Irán busca desesperadamente encontrar un medio para llegar a un acuerdo con Washington y sus aliados europeos.
Asaad al-Shibani, nuevo ministro de Relaciones Exteriores de Siria, realizó su primera visita al extranjero a Riad el 31 de diciembre y el 1 de enero. A esto le siguieron rápidamente visitas durante el fin de semana a Qatar, Emiratos Árabes Unidos y Jordania. En Doha, al-Shibani dirigió un llamamiento a Washington para que levantara las sanciones contra Siria, declarando: 'Estas sanciones constituyen una barrera y un obstáculo para la rápida recuperación y desarrollo del pueblo sirio que espera servicios y asociaciones de otros países'. Al enfatizar que su gobierno tiene la intención de supervisar un alejamiento de Irán hacia lazos más estrechos con los estados del Golfo y sobre todo con el imperialismo estadounidense, al-Shibani agregó que el gobierno planea 'reconstruir nuestro país' y 'restaurar sus relaciones árabes y exteriores'.
Los intereses de los Estados del Golfo no son de ninguna manera uniformes, lo que complica las cosas para el imperialismo estadounidense que busca utilizarlos para consolidar su control en Damasco. Qatar fue el patrocinador más consistente de HTS y su predecesor, el Frente Al-Nusra, a lo largo de la guerra civil siria. Fue el único Estado del Golfo que rechazó de forma demostrable los intentos tentativos durante 2023, liderados por Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos, de normalizar las relaciones con Damasco y reintegrar a Assad en la Liga Árabe para frenar la influencia de Irán. Riad y Abu Dhabi se han mantenido hostiles en el período reciente a respaldar a las fuerzas islamistas por temor a que sus propios regímenes despóticos puedan ser desestabilizados por ellas. Pero no dejarán pasar la oportunidad de ayudar a excluir a Irán de una Siria post-Asad en alianza con el imperialismo estadounidense. Con el inminente regreso de Trump a la Casa Blanca, la revitalización de su alianza liderada por Estados Unidos con Israel y los estados del Golfo —basada en los llamados Acuerdos de Abraham, que buscaban mejorar las relaciones entre las monarquías del Golfo y el régimen sionista— para combatir a Irán parece cada vez más probable.
Con sus aliados del 'Eje de la Resistencia', Hezbolá en el Líbano y Hamás en Gaza, diezmados por la guerra financiada por el imperialismo de Israel en múltiples frentes, y los hutíes en Yemen enfrentando continuos bombardeos por parte de Estados Unidos y Gran Bretaña, Irán ha tratado públicamente de mostrar una posición conciliadora tras la destitución de Assad. En un discurso pronunciado el 26 de diciembre, el Presidente Masoud Pezeshkian hizo un llamamiento a las potencias regionales y a los imperialistas para que llegaran a un acuerdo con la República Islámica. 'Deseamos relaciones amistosas con los países de la región y del mundo', dijo, 'y nos esforzamos por establecer la paz y la seguridad tanto dentro como fuera del país'.
El régimen burgués-clerical de Irán está dividido por diferencias entre facciones, y el ala reformista asociada con Pezeshkian pide un acercamiento con Occidente para asegurar el alivio de las devastadoras sanciones reimpuestas después de que la primera administración Trump desechara los Acuerdos Nucleares con Teherán. La facción de línea dura, a la que el líder supremo Alí Jamenei ha apelado en repetidas ocasiones, está a favor de una postura de mayor confrontación hacia Estados Unidos y sus clientes del Golfo, posiblemente a través de una profundización de los ya sustanciales lazos económicos que Teherán disfruta con China y una expansión de la cooperación militar con Russia.
Subrayando el potencial para conflictos explosivos a medida que Washington y sus aliados imperialistas y regionales explotan el derrocamiento de Ásad para aumentar la presión sobre Teherán, el Consejo Atlántico, con sede en Estados Unidos, señaló la creciente probabilidad de que Irán recurra al desarrollo de armas nucleares. Refiriéndose al foro de Doha, una reunión diplomática celebrada a principios de diciembre en la que funcionarios turcos, rusos e iraníes habrían negociado la salida definitiva de Assad de Damasco, en el informe del Consejo se señaló: “Tal vez en el Foro de Doha del próximo año, seamos testigos de cómo el ministro de Relaciones Exteriores iraní participa en reuniones frenéticas por una razón muy diferente: porque Irán está acelerando la carrera hacia una bomba nuclear, viéndola como la única manera de aumentar la disuasión y garantizar la supervivencia del régimen en su actual estado de debilidad, sintiéndose obligado a tomar acciones más arriesgadas para sobrevivir. O quizás sea el secretario de Defensa de Estados Unidos defendiendo una decisión del país para unirse a Israel en un ataque contra el programa nuclear de Irán para evitar que alcance ese objetivo'.
La única fuerza capaz de evitar estos escenarios es la clase obrera internacional. El desarrollo de un movimiento global contra la guerra imperialista y el genocidio debe unificar las luchas de la clase obrera en los centros imperialistas con sus hermanos y hermanas de clase en todo el Oriente Medio sobre la base del programa de la revolución permanente para oponerse a los belicistas imperialistas y a todos los regímenes nacionalistas burgueses. La estrategia de la revolución socialista mundial ofrece el único camino para acabar con la barbarie imperialista y el sistema capitalista en crisis que la origina.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 8 de enero de 2025)