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El Gobierno mexicano trata como chiste las amenazas de Trump de una intervención

Durante su rueda de prensa mañanera el miércoles, la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum, respondió a las declaraciones de Trump de que cambiaría el nombre del golfo de México por el de golfo de América, anexaría a Canadá a través de presión económica y potencialmente usaría la fuerza militar para apoderarse del canal de Panamá y Groenlandia al declarar que cambiaría el nombre de Estados Unidos a “América mexicana”.

La presidenta Claudia Sheinbaum se pronuncia ante simpatizantes en el Zócalo, la principal plaza de la Ciudad de México, 1 de octubre de 2024 [AP Photo/Fernando Llano]

La noche anterior, Trump había llamado a México “un lugar muy peligroso” que “básicamente está gobernado por los cárteles, y no podemos dejar que eso suceda”. Amenazó nuevamente con imponer “aranceles muy serios” a menos que México impida que los migrantes y las drogas ingresen a los Estados Unidos.

Luego dijo que cambiaría el nombre del golfo de México por el de golfo de América. Estados Unidos “hace la mayor parte del trabajo allí”, afirmó.

Sheinbaum respondió mostrando un mapa mundi de 1607 que llamaba a toda América del Norte “América mexicana” y citando un borrador constitucional de principios de 1814 del movimiento de independencia mexicano titulado “Por la libertad de la América mexicana”.

A Estados Unidos vamos a llamarle América Mexicana, se oye bonito, ¿no? ¿verdad que sí?”, dijo en tono cómico y con una sonrisa de oreja a oreja.

Añadió que Trump tenía “una buena relación con el presidente Andrés Manuel López Obrador” (conocido como AMLO), su predecesor y mentor, “una buena relación de colaboración, no de subordinación”.

El secretario de Economía, Marcelo Ebrard, dijo que el Gobierno responderá con “sabiduría mexicana” y no “se enganchará” en un debate sobre cada declaración hecha por Trump. Respondió a las afirmaciones de que los cárteles controlan México: “es como si yo dijera que ellos (los narcos) gobiernan en el estado de Pensilvania (donde hay un fuerte problema de consumo de fentanilo, pero eso no nos lleva a nada, mejor veamos cómo podemos trabajar juntos”.

Las autoridades mexicanas han respondido de manera similar a las amenazas de Trump de llevar a cabo operaciones militares en México, supuestamente contra los cárteles de la droga, con o sin la bendición de las autoridades mexicanas. El Gobierno de Sheinbaum y la burguesía mexicana en su conjunto solo pueden tratar las amenazas de Trump como intrascendentes porque sus intereses fundamentales están ligados a la subordinación al imperialismo estadounidense. Esperan que integrarse y expandir la embestida de Trump contra los migrantes, aumentar los incentivos para el capital estadounidense y alinearse económica y militarmente con la confrontación con China basten para evitar una agresión de Estados Unidos contra México, que recientemente afianzó su lugar como el principal socio comercial de Estados Unidos.

Sin embargo, esta aparente complacencia solo envalentonará al Gobierno fascista de Trump para llegar aún más lejos. Como explicó el World Socialist Web Site sobre el discurso de Trump el martes:

La segunda presidencia de Trump es la consumación de más de tres décadas de guerra imperialista continua iniciada tras la disolución de la Unión Soviética, con el objetivo de garantizar la hegemonía económica y militar de los Estados Unidos. George H.W. Bush proclamó un “Nuevo Orden Mundial” en el que no habría restricciones para la dominación imperialista estadounidense del mundo.

Las amenazas de Trump contra México, Canadá, Groenlandia y Panamá son parte del colapso del marco del orden capitalista de posguerra. Las agresiones imperialistas estadounidenses están emergiendo en su forma más abierta. Detrás del lema de la “seguridad nacional”, Trump busca tomar el control, por medios militares si es necesario, de los recursos y la infraestructura necesarios para librar una guerra mundial contra China.

Esto incluye la vasta producción de petróleo y gas natural en el golfo de México, cuyos derechos pertenecen a los Estados Unidos, México y Cuba, y donde se encuentra la mitad del procesamiento de petróleo y gas natural de los Estados Unidos.

Plataforma petrolera en el golfo de México [Photo: PICRYL]

Un editorial del miércoles en el diario mexicano La Jornada, que representa a sectores más conscientes políticamente de la clase dominante mexicana alineados con Sheinbaum, hizo sonar la alarma:

Aunque Estados Unidos ya no posee los recursos diplomáticos, políticos, financieros y militares para moldear el mundo de acuerdo con sus intereses, sí tiene los suficientes medios para ocasionar enormes daños. En este sentido, los discursos hostiles y mendaces como el que ahora endereza contra México incitan al odio y ponen en riesgo la integridad física y las libertades de millones de personas. Por ello, la fanfarronería con que apacigua las paranoias de su electorado se convierte en un factor de riesgo dentro y fuera de las fronteras estadunidenses y habrá que responder a ella con tanta inteligencia como firmeza.

Este es un reconocimiento nervioso de que la burguesía mexicana realmente no se hace ilusiones de que el imperialismo estadounidense vaya a invertir en el desarrollo económico de México ni Centroamérica para abordar las fuentes de la migración, que Sheinbaum y su predecesor han dicho constantemente que están trabajando con Washington.

La Jornada también critica sutilmente la respuesta cobarde y poco seria de Sheinbaum a las amenazas de Trump, al tiempo que deja claro que los círculos cercanos a ella realmente no las ven como una broma. En cambio, la “sabiduría” de su Gobierno es evitar que la clase trabajadora mexicana tome conciencia de las amenazas que plantea el actual giro a la derecha en la política capitalista a nivel mundial y encubrir la adaptación de su propio Gobierno a este giro.

La reacción a Trump resume la incapacidad orgánica de la burguesía mexicana para dar una respuesta progresista o democrática a la erupción del imperialismo estadounidense. La afirmación de que Trump está “apaciguando las paranoias de su electorado” es completamente falsa y refleja la hostilidad y el miedo más profundos de los capitalistas mexicanos hacia el potencial de una lucha unida de los trabajadores estadounidenses, mexicanos y canadienses que barrería a los capitalistas del poder.

Los trabajadores estadounidenses que votaron por Trump no votaron a favor de devastar las economías integradas de EE.UU. y México con aranceles, bombardear pueblos y ciudades mexicanas con el pretexto de combatir a los cárteles o llevar a cabo redadas y deportaciones masivas y militarizadas contra sus compañeros de trabajo inmigrantes. Estas políticas solo empeoraría drásticamente la posición socioeconómica de los trabajadores nativos en los Estados Unidos.

En cambio, la gran mayoría que votó por Trump lo hizo debido a la frustración por cuestiones económicas, particularmente la inflación y los despidos masivos, y muchos creyeron en las afirmaciones demagógicas de Trump de oponerse a la guerra entre Estados Unidos y la OTAN contra Rusia.

El principal papel político desempeñado por AMLO y el partido Morena de Sheinbaum ha sido sofocar la lucha de clases contra los niveles extremos de explotación capitalista. Para luchar contra Trump y el imperialismo estadounidense, los trabajadores en México deben romper políticamente de Morena y de todas las tendencias procapitalistas y nacionalistas y recurrir a sus hermanos y hermanas de clase en los Estados Unidos, Canadá y más allá sobre la base de una lucha internacionalmente unificada por el socialismo.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 11 de enero de 2024)

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