La siguiente declaración fue enviada por el Comité de Base de National Steel Car, establecido por trabajadores de la planta de National Steel Car en Hamilton, Ontario, durante su huelga de 2023 para representar los intereses de los trabajadores en el taller en oposición a la dirección nacionalista y procapitalista del sindicato United Steelworkers (USW). Para contactar al comité, rellene el formulario al final de este artículo.
Compañeros y compañeras:
Es bueno ver que casi todos ya están de vuelta en el trabajo. Ser despedido siempre pone los nervios de punta, y más aún en estos tiempos económicos turbulentos. Sin embargo, es necesario hacer balance de la situación e intentar entender qué ha sucedido y por qué.
Detrás de los despidos en National Steel Car
Los problemas más recientes empezaron a finales de noviembre, cuando comenzaron los despidos masivos y National Steel Car no entregó el requerido Registro de Empleo a Service Canada, lo cual impedía que los trabajadores recibieran los beneficios del seguro de empleo (EI). Esto significó que los despedidos tuvieron que esperar hasta seis semanas para recibir cualquier ingreso al que tenían derecho. Fue un bonito “regalo” de Navidad que nos dio NSC. Para empeorar aún más la temporada festiva, los trabajadores despedidos a partir del 20 de diciembre de 2024 no recibieron pago por los días festivos de Navidad, Boxing Day y Año Nuevo. Esto se debió al uso engañoso por parte de NSC del lenguaje en el artículo 11.03 del convenio colectivo que el sindicato aceptó previamente.
Tras algunas gestiones del comité ejecutivo del sindicato, NSC admitió que los despidos se debían a la pérdida de pedidos como consecuencia de las amenazas de aranceles de Trump, que luego se hicieron realidad. Una vez que comenzaron a llamar a los trabajadores para reincorporarse, la codicia de NSC volvió a mostrarse sin tapujos. El tema del “incentivo” por destajo volvió a resurgir. Los trabajadores en la Línea de Producción 1 (P1) estuvieron trabajando durante más de ocho o nueve semanas sin alcanzar la tarifa de “incentivo”. NSC alegaba que había “demasiados hombres en el puesto”, a pesar de que se cumplía con la cuota de tres vagones por turno. Luego la línea pasó a funcionar en dos turnos y NSC retiró personal de la P1 para cubrir el segundo turno, ¡pero mantuvo la exigencia de tres vagones! Esto era imposible debido al tiempo necesario en varias posiciones para producir, sin contar con los cuellos de botella en esos puestos. Por eso el actual presidente del sindicato tuvo que llamar a la dirección de NSC “incompetente o manipuladora” en el último boletín del sindicato.
Sostenemos que puede ser ambas cosas al mismo tiempo. Más fundamentalmente, esto demuestra la urgente necesidad de abolir el sistema de trabajo por destajo y elevar nuestro salario estándar al nivel del llamado “incentivo”. Si eso se lograra, NSC no podría arrebatarnos el dinero que hemos ganado para embolsárselo.
Por supuesto, lo que no se destacó oficialmente durante todo este proceso fueron los aranceles y la guerra comercial en ciernes, que ahora se han convertido en realidad. La administración ultraderechista de Trump ha impuesto aranceles del 25 por ciento a todas las importaciones de acero y aluminio a EE.UU., y aunque los levantó temporalmente para Canadá y México —sus supuestos socios de libre comercio— sigue amenazando con reinstaurarlos.
La clase dominante canadiense ha respondido con una sucia campaña nacionalista y con sus propios aranceles.
Guerra comercial, militarismo y crisis capitalista
¿Por qué está actuando así Estados Unidos?
Desde principios de la década de 1970, el capitalismo estadounidense ha sufrido un declive acelerado de su poder económico global. Washington y Wall Street han intentado compensar este declive y maximizar sus beneficios mediante una ofensiva cada vez más intensa contra la clase trabajadora —incluyendo despidos masivos y la destrucción de servicios públicos— y mediante guerras de agresión por todo el mundo.
Ahora, con Trump, Estados Unidos busca reestructurar la economía mundial y redibujar el mapa global para asegurar que el imperialismo estadounidense domine las industrias de alta tecnología del futuro (IA, vehículos eléctricos, robótica, etc.), y que tenga el poder militar para subyugar a sus rivales, sobre todo China y Rusia. Washington quiere apoderarse o asegurar el control capitalista estadounidense sobre mercados, “minerales críticos” y otros recursos naturales, fuerza laboral para explotar y territorios estratégicos, mediante tanto la fuerza económica como militar.
Los aranceles de Trump son un elemento clave de esto. Dos de sus principales objetivos son impedir que China produzca bienes de alta tecnología y repatriar industrias al país en preparación para una producción de guerra. Esta es la lógica detrás de la exigencia de Trump de que las empresas produzcan en Estados Unidos. O bien las industrias regresan a EE.UU. y producen allí, o bien los países sucumben ante la presión económica para lograr el mismo efecto. Esto también está detrás de la amenaza de Trump de “forzar” a Canadá a convertirse en el 51º estado estadounidense mediante presión económica.
En Canadá, las consecuencias económicas de los aranceles ya se sienten, como lo podemos atestiguar. Pero la clase dominante intenta hacernos creer que “estamos todos en esto juntos”. Se nos dice que todos, como población, debemos poner el hombro, arremangarnos y compartir la carga. Al parecer, los intereses de clase de Galen Weston, David Thompson, Mark Carney, Pierre Poilievre y Greg Aziz son los mismos que los de los trabajadores de National Steel Car y otros sectores industriales.
Lo que realmente preocupa a la clase dominante de este país es que Washington, bajo Trump, se niega a reconocer a Ottawa como su socio menor para que las dos potencias imperialistas de Norteamérica puedan saquear juntas el mundo. La élite canadiense quiere llegar a un acuerdo con Trump para restablecer este arreglo, del que el capitalismo canadiense ha dependido durante más de ocho décadas para avanzar sus intereses globales. A través de sus medios de comunicación y voceros políticos habituales, la clase dominante canadiense intenta adormecer a la clase trabajadora con consignas absurdas y un chovinismo nacionalista reaccionario. El objetivo de esto es ocultar que serán los trabajadores, en Canadá, quienes paguen el costo de la guerra arancelaria, mientras la élite intenta negociar un mejor puesto en el saqueo imperialista.
¿Cuál es el papel de los sindicatos?
Los sindicatos juegan un papel especialmente crítico en este proceso al desviar la atención de los trabajadores con nacionalismo económico, agitación patriótica vacía y demandas belicistas de aranceles retaliatorios, cuyos principales perjudicados serán nuestros hermanos trabajadores en EE.UU.
En Estados Unidos, el presidente del sindicato United Auto Workers (UAW), Shawn Fain, ha apoyado abiertamente a Trump en el tema de los aranceles, alegando falsamente que buscan proteger los empleos de los trabajadores automotrices estadounidenses. Pero como bien puede explicar cualquier trabajador automotriz, la industria del automóvil se basa en una división global del trabajo y una red de producción que permite a los componentes cruzar múltiples fronteras durante el proceso de fabricación. El presidente de los Teamsters, Sean O’Brien, también ha apoyado abiertamente a Trump, incluso participando en la Convención Nacional Republicana el verano pasado.
Los dirigentes sindicales de Canadá son el reflejo de sus homólogos estadounidenses. Lana Payne, presidenta nacional de Unifor, es miembro destacado del Consejo Asesor del Primer Ministro sobre el Comercio Canadá-EE.UU. y reproduce la misma retórica nacionalista que Fain y O’Brien, pero desde el lado canadiense. Nuestro sindicato, United Steelworkers, hace lo mismo en ambos países… ¡dentro de su propia estructura! A diferencia de Unifor o del UAW, el USW sigue siendo, al menos nominalmente, un sindicato internacional con secciones importantes en ambos lados de la frontera.
El director canadiense Marty Warren declaró el 11 de marzo sobre los aranceles de acero y aluminio de Trump:
“Nuestro gobierno debe responder con la misma intensidad. Los trabajadores son la columna vertebral de estas industrias y nuestra primera prioridad debe ser asegurar que cuenten con el apoyo que necesitan. Esto significa protecciones reales —un subsidio salarial [dinero de impuestos de los trabajadores entregado a empresas lucrativas para compensar salarios perdidos] y un Seguro de Empleo mejorado. Canadá también debe priorizar la contratación pública e invertir en el futuro de nuestras industrias del acero y el aluminio. No más medidas a medias. No más demoras. Los trabajadores merecen una protección real y la necesitan ahora.”
El comunicado de prensa agrega: “El USW también exige que el gobierno federal amplíe y haga cumplir los aranceles retaliatorios sobre importaciones de EE.UU., apuntando a sectores clave e industrias políticamente sensibles, e implemente una robusta política de ‘Compre Canadiense’ para todos los proyectos públicos de infraestructura, asegurando que los fondos públicos apoyen empleos nacionales…”
La absurdidad de esta retórica es evidente si se examina la historia reciente del USW. Ha sido cómplice durante los últimos 45 años de la destrucción masiva del empleo de los trabajadores, tanto en Canadá como en EE.UU., en la industria que ahora finge defender. Ahora está aliado con los mismos gobiernos y partidos políticos que orquestaron este ataque, y les exige que protejan los empleos de los trabajadores.
Incluso el presidente de nuestra sección local del USW 7135, Frank Crowder, se ha sumado a la retórica nacionalista. Su foto de perfil en Facebook muestra una gorra con la leyenda “Elbows up”. En el video enlazado en este informe de CBC, se le ve abordando correctamente el miedo y la incertidumbre que todos sentimos. Pero al final de la entrevista, el Sr. Crowder repite el mismo lenguaje nacionalista que Warren, el cual solo sirve para enfrentar a los trabajadores entre sí a lo largo de líneas nacionales y vincularnos a “nuestros” capitalistas y sus representantes en los partidos parlamentarios.
Por parte estadounidense, el presidente internacional del USW, Dave McCall, respondió a los aranceles globales “recíprocos” impuestos por Trump el 2 de abril con un boletín titulado “Los aranceles deben ir acompañados de una reforma más amplia de la política comercial.” En parte, se leía:
“Nuestro sindicato ha estado en la primera línea por el comercio justo durante décadas, mientras acuerdos comerciales defectuosos y otras políticas robaban empleos a los trabajadores y privaban a nuestra nación de capacidades críticas en sectores clave. Utilizados estratégicamente, los aranceles son una herramienta crucial para frenar a los malos actores que ven el acceso al mercado estadounidense como un derecho, no un privilegio. El anuncio de hoy ayuda a enviar el mensaje a nuestros socios comerciales de que deben ganarse ese derecho. Sin embargo, los aranceles son solo una de muchas herramientas necesarias para promover el comercio justo y revertir la deslocalización de empleos. Ante todo, debemos asegurarnos de que nuestra política comercial apunte a los tramposos y no a aliados económicos confiables como Canadá. Deberíamos trabajar para construir relaciones, no barreras, con socios que se han comprometido a unirse a nosotros en la lucha contra el exceso de capacidad…”
La solicitud del Sr. McCall para una exención canadiense no tiene nada que ver con la defensa de los intereses de los trabajadores. Más bien, es un intento de ganarse el favor del régimen de Trump en lo que respecta a garantizar que EE.UU. tenga los materiales necesarios para construir el equipo militar estadounidense. En nuestra última declaración, explicamos cómo el USW ha abogado por una exención arancelaria para el acero y el aluminio fabricados en Canadá desde la última presidencia de Trump, alegando que son vitales para la construcción de aviones de guerra, tanques y otras armas estadounidenses, y que Ottawa y Washington deberían unirse para enfrentar al verdadero “enemigo”: China. Esta es también la visión de Carney, del conservador Poilievre y de Doug Ford, quien ha hecho de una “Fortaleza América del Norte” o “Fortaleza Am-Can” su grito de guerra.
La solicitud de una exención para Canadá por parte de la dirección internacional del USW también tiene como objetivo preservar la unidad de la burocracia sindical y garantizar su acceso continuo a las cuotas que pagan los trabajadores en ambos lados de la frontera.
Por encima de todo, los burócratas del USW a ambos lados de la frontera se oponen vehementemente a una lucha unificada de los trabajadores en Canadá, EE.UU. y México en contra de la guerra arancelaria y los gobiernos que la promueven. Son hostiles a la idea de forjar una verdadera unidad con los trabajadores de China y de todo el mundo para defender los empleos y derechos de todos los trabajadores, oponerse a la guerra imperialista y detener la destrucción de los servicios públicos para financiar el rearme y la agresión militar.
Por qué debemos oponernos a los sindicatos procapitalistas y nacionalistas
Es importante entender en este período de decadencia económica, es decir, de capitalismo que se pudre de pie, por qué los sindicatos empiezan a aferrarse al aparato del Estado de una manera tan clara. Tiene que ver con las burocracias sindicales y su carácter de clase. Todos ellos —UAW, Teamsters, Unifor, United Steelworkers—se basan en un programa de nacionalismo y en el mantenimiento del sistema de beneficios, es decir, el capitalismo. Pero en condiciones en las que todas las potencias capitalistas se están rearmando para la guerra mundial y recurriendo a formas autoritarias de gobierno, no hay lugar ni siquiera para la democracia más limitada en las organizaciones que se basan en el marco capitalista. Esta cita del gran socialista-internacionalista León Trotsky, escrita hace 85 años al estallar la Segunda Guerra Mundial, lo dice de la forma más sucinta posible: “Hay un rasgo común en el desarrollo, o más correctamente en la degeneración, de las organizaciones sindicales modernas en todo el mundo: es su estrecha vinculación y acercamiento al poder estatal”. (León Trotsky, “ Los sindicatos en la época de la decadencia imperialista ”).
Por nuestra parte, el Comité Nacional de Rama de los Carros de Acero sostiene que la única respuesta viable es que los trabajadores construyan organizaciones de lucha de clases que correspondan a su posición como clase objetivamente unificada a través de las fronteras nacionales por el proceso de producción. Y estas organizaciones deben rechazar decididamente el beneficio privado capitalista en favor de la priorización de las necesidades sociales de la inmensa mayoría, incluyendo empleos dignos y seguros para todos, servicios públicos bien financiados y el control de los trabajadores sobre la producción. La única organización que lidera la lucha por este tipo de movimiento es la Alianza Internacional Obrera de los Comités de Base, a la que nuestro comité está afiliado desde su fundación hace casi dos años.
Hemos notado las recientes protestas en los Estados Unidos contra el impulso de Trump para establecer una dictadura. Este es un paso positivo e importante en la lucha. Sin embargo, será necesario que esas protestas rompan completamente con el Partido Demócrata y sus defensores en las burocracias sindicales, así como con organizaciones de pseudoizquierda como los Socialistas Democráticos de América. Esto se aplica a nosotros en Canadá. También debemos romper completamente con los partidos políticos capitalistas como los Liberales y el NDP que afirman estar a favor de las “familias trabajadoras”, las burocracias sindicales que intentan engañarnos para que volvamos a votar a los mismos partidos políticos que quieren que paguemos por la guerra comercial y el rearme en preparación para la guerra mundial imperialista, y sus apéndices de pseudoizquierda, que utilizan una retórica «revolucionaria» mientras apuntalan la autoridad de los sindicatos procapitalistas y nacionalistas.
Una vez hecha esa ruptura, los trabajadores deben unirse internacionalmente para hacer frente a lo que es obviamente una lucha internacional. Es esa independencia de clase la única salida ahora. Permanecer subordinados a las organizaciones “aceptadas” del pasado sólo nos mantendrá atrapados, a ambos lados de la frontera, en silos nacionalistas y atados al mismo sistema que nos está llevando a la desesperación. La única manera de derrotar lo que equivale a un floreciente movimiento fascista internacional que pretende obligarnos a todos a la sumisión, la pobreza y la guerra mundial es luchar con un programa internacionalista de solidaridad de la clase obrera, defensa de los derechos democráticos y recuperación de la riqueza que nos ha sido robada y monopolizada en manos de una oligarquía financiera, para que pueda ser utilizada para satisfacer las necesidades sociales candentes. Esa es la motivación subyacente por la que se formó el Comité de Base de National Steel y por la que creemos que es importante decir la verdad sobre por qué estamos en la situación en la que estamos.
Te instamos a que te pongas en contacto con nuestro comité a través del formulario en la versión inglesa de este artículo si tienes alguna pregunta o quieres participar.
(Publicado originalmente en inglés el 13 de mayo de 2025)
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