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La “decisión final” de Israel para la conquista y ocupación de Gaza

Palestinos luchan por obtener comida y ayuda humanitaria desde la parte trasera de un camión mientras avanza por el corredor Morag cerca de Rafah, en el sur de la Franja de Gaza, lunes, 4 de agosto de 2025 [AP Photo/Mariam Dagga]

El lunes, el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu declaró abiertamente los planes del régimen sionista para la anexión de la Franja de Gaza. Hablando desde el cuartel militar Kirya en Tel Aviv, Netanyahu anunció lo que llamó “la ocupación total” de Gaza.

El plan, descrito como una “decisión final” por parte de Jerusalén, representa una escalada significativa en la guerra genocida contra los palestinos, llevando a Israel a nuevos niveles de ocupación bárbara, desplazamiento forzado y conquista del territorio gazatí. Las implicaciones de estas medidas son catastróficas tanto para el pueblo de Gaza como reveladoras de una crisis política dentro de Israel que amenaza con arrastrar a todo el Medio Oriente a la guerra.

La declaración de Netanyahu llegó tras una sesión de gabinete a puerta cerrada con la prensa, pero descrita en detalle por medios israelíes. Flanqueado por el ministro de Defensa Israel Katz y un jefe del Estado Mayor, teniente general Eyal Zamir, rígido y en silencio, Netanyahu se dirigió directamente al público israelí, a la prensa internacional y —sin dejar lugar a ambigüedades— al pueblo palestino.

El primer ministro fascistizante afirmó:

El gobierno de Israel ha tomado la decisión de la ocupación total de Gaza. Estamos comprometidos a liberar Gaza de la tiranía de estos terroristas. Muchos gazatíes vienen a nosotros y nos dicen: “Ayúdennos a ser libres. Ayúdennos a liberarnos de Hamás”. Y eso es lo que haremos.

Netanyahu añadió un mensaje directo a su principal oficial militar: “Teniente general Zamir, si esto no le parece, entonces debe renunciar”. Mientras tanto, según CNN, el medio israelí Ynet citó a altos funcionarios del gobierno cercanos a Netanyahu diciendo: “Los dados ya están echados—vamos por la conquista total. Si el jefe del Estado Mayor no está de acuerdo, que renuncie”.

El conflicto entre la élite político-militar expone una creciente crisis política dentro de Israel. Mientras Netanyahu y su gabinete han clamado desde hace tiempo por la “liberación de Gaza”, crece la oposición entre soldados y hasta altos oficiales del Estado Mayor, quienes ven pocas posibilidades de que la conquista de Gaza logre derrotar a una resistencia palestina profundamente enraizada y que, además, sólo intensificará el aislamiento de Israel y el odio de las masas alrededor del mundo.

El plan que ahora se denomina oficialmente “ocupación total” de Gaza ha sido elaborado durante meses, sino años. La nueva campaña contempla decenas de miles de soldados israelíes avanzando a lo largo de lo que queda de la Franja de Gaza, barriendo con vecindarios devastados en el norte, centro y, especialmente, en las gobernaciones del sur, donde cerca de 2 millones de personas están hacinadas en tiendas improvisadas y edificaciones en ruinas.

Públicamente, la operación se presenta de manera cínica como un acto de “liberación”, con Netanyahu enfatizando repetidamente que los gazatíes desean “liberarse de Hamás”. Sin embargo, el asesinato masivo en curso y el uso del hambre como arma de exterminio y terror desmontan completamente la narrativa israelí.

Las escenas desde Gaza—que se comparten diariamente en redes sociales y circulan por todo el mundo—muestran a la población palestina sufriendo bombardeos constantes, desplazamientos masivos y el comienzo de una hambruna a gran escala, en el marco de una campaña deliberada de privaciones. Las autoridades israelíes no han presentado ninguna prueba de estas supuestas “peticiones” de ataques aéreos o terrestres, y la afirmación ha sido calificada de grotesca por profesionales humanitarios que trabajan en Gaza.

El plan incluye una ocupación militar aplastante, comenzando con una tormenta de artillería y bombardeos aéreos para destruir lo que queda de la infraestructura social. Las tropas avanzarán en columnas desde el norte y a lo largo del eje Salah al-Din, con fuerzas especiales apuntando a instalaciones destruidas que Israel alega albergan células de resistencia.

Las zonas civiles serán “aseguradas sector por sector”, lo que, según fuentes de seguridad israelíes, implicará un “control temporal” sobre la distribución de ayuda y el acceso de la prensa. En otras palabras, el asesinato masivo en desarrollo será acompañado por censura y la negación del acceso a periodistas y observadores independientes a la mayor parte del sur y centro de Gaza.

Testimonios de sobrevivientes y trabajadores humanitarios, transmitidos por Al Jazeera y otros medios, muestran que nadie en Gaza está pidiendo ser “liberado” por Israel, sino que exigen el fin de los bombardeos y el restablecimiento del acceso a comida, medicinas y seguridad básica.

Las reservas del jefe del Estado Mayor Zamir sobre la “conquista completa” de Gaza se relacionan con la continua omisión de información sobre el destino de los rehenes israelíes aún en manos de Hamás. Expertos militares y antiguos generales consideran que las acciones de Netanyahu son temerarias y probablemente condenarán a los rehenes que siguen vivos.

Los planes oficiales para el futuro de Gaza tras esta “decisión final” fueron deliberadamente omitidos del anuncio de Netanyahu. Sin embargo, documentos filtrados, cables diplomáticos y reportes en la prensa israelí y extranjera confirman que el proyecto a largo plazo para Gaza ha sido ampliamente debatido dentro del establishment israelí.

En el centro de estas discusiones se encuentra un documento de 32 páginas titulado “Programa de Seguridad y Recuperación de Gaza: Cómo debería ser el día después”, elaborado por el Foro de Defensa y Seguridad de Israel (IDSF), una red de más de 35.000 reservistas fascistas y de ultraderecha, en colaboración con el Centro de Jerusalén para la Seguridad y Asuntos Exteriores, un think tank ideológico cuya influencia impregna a la actual coalición gobernante.

El documento, distribuido a legisladores y embajadas occidentales en la primavera pasada, propone una visión de control militar absoluto israelí sobre Gaza, el establecimiento de una nueva entidad títere en su lugar y la forzada “desmilitarización y eliminación de Hamás” de la vida palestina. Se promueve la creación de una nueva administración seleccionada y “aprobada en términos de compatibilidad con la seguridad”, mientras se prohibe la restauración de la Autoridad Palestina o cualquier forma de gobierno internacional.

Los coautores del Centro de Jerusalén rechazan explícitamente cualquier referencia a un Estado palestino, proponiendo en su lugar una “entidad benigna y estable” bajo los “auspicios protectores” de Israel. No se contempla en ningún momento la autodeterminación democrática del pueblo palestino ni su regreso a sus hogares ancestrales.

Este escenario posconquista depende fundamentalmente del desplazamiento forzado de la población de Gaza. Los planes actuales—acelerados por la visión de Donald Trump de una “riviera” en el Mediterráneo—contemplan la transferencia forzada de hasta 2 millones de palestinos a zonas estrictamente delimitadas en el sur de Rafah, en la frontera con Egipto.

Esta zona se transformaría en una “ciudad humanitaria”, una realidad que se asemeja más a un campo de concentración militarizado patrullado y cercado por fuerzas de seguridad financiadas por Israel y Occidente. Como informó Reuters, planos israelíes filtrados y propuestas apoyadas por EE. UU. describen abiertamente la ciudad como una solución permanente a la “cuestión de Gaza”, mediante la creación de un gueto moderno donde la población palestina permanecería cautiva, sin posibilidad de regresar al norte o centro del territorio.

Las condiciones de vida actuales en Rafah y en todo el sur de Gaza ya se asemejan a las de un campo de concentración. Las agencias de ayuda humanitaria han descrito repetidamente el uso sistemático de alimentos, agua y medicinas como medios de coacción y desplazamiento forzado de la población.

En cada etapa del proceso, las Fuerzas de Defensa de Israel controlan la entrega y distribución de ayuda, restringen el acceso a bienes esenciales y obstruyen activamente el trabajo humanitario palestino e internacional. Varios “corredores humanitarios” anunciados por las autoridades israelíes se han convertido, en la práctica, en rutas de emboscadas, donde quienes buscan comida o ayuda médica son frecuentemente tiroteados o bombardeados.

Desde el inicio de su campaña en octubre de 2023, el régimen israelí ha buscado la anexión permanente de Gaza ante los ojos del mundo entero. Ahora, con sus intenciones abiertamente declaradas, el gobierno israelí recurre a todos los medios a su alcance para expulsar al pueblo palestino de su tierra mediante el hambre y la muerte masiva.

Más de 60.000 palestinos han sido asesinados en los casi dos años desde el inicio de la guerra, la mayoría mujeres y niños. Las últimas cifras publicadas por Al Jazeera indican que sólo en las últimas 48 horas más de 70 gazatíes, en su mayoría buscando alimento o refugio, fueron abatidos por las fuerzas israelíes cerca de puestos improvisados de ayuda y en las llamadas “zonas seguras”. Testigos presenciales reportan escenas de horror mientras familias enteras son aniquiladas por proyectiles y fuego abierto, algunas veces incluso con cámaras de televisión captando los hechos en tiempo real.

Según las últimas cifras del Ministerio de Salud palestino en Gaza, al menos 180 personas han muerto por hambre y desnutrición relacionada desde el inicio del conflicto hace casi dos años. Esta cifra incluye a 93 niños, cuyas muertes por inanición fueron confirmadas por funcionarios de salud el lunes.

Los hospitales continúan registrando nuevas muertes por desnutrición a diario, y las autoridades advierten que el número está aumentando aceleradamente a medida que las condiciones humanitarias se deterioran aún más. Otros informes recientes confirman esta tendencia, con organizaciones humanitarias y organismos internacionales destacando que la tasa de muertes por inanición está aumentando especialmente entre los niños pequeños, debido a que el bloqueo y la violencia persistente impiden en gran medida la entrada y distribución de alimentos y ayuda médica en la Franja de Gaza.

Organizaciones médicas internacionales afirman que, con las cadenas de suministro básicas destruidas y casi toda la tierra cultivable arrasada, el número de personas muriendo de hambre se está acelerando, con muchas áreas remotas completamente inaccesibles para los trabajadores humanitarios que aún sobreviven.

La embestida de Netanyahu por una “conquista final” es indisociable de la profunda crisis política con protestas públicas dentro de Israel que aumentan en intensidad y furia. Las familias de los rehenes, quienes inicialmente respaldaron la guerra, se han convertido en algunos de los opositores más vocales, acusando al gobierno de haber abandonado a los cautivos.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 4 de agosto de 2025)

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