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Movilizaciones fascistas en Reino Unido: ¡Por una defensa socialista de los solicitantes de asilo y los refugiados!

Los trabajadores y jóvenes en Reino Unido deben movilizarse en defensa de los migrantes y refugiados. Durante las últimas semanas, fuerzas de extrema derecha se han movilizado por cientos frente a hoteles y albergues donde se alojan solicitantes de asilo, exigiendo su cierre y la deportación masiva de inmigrantes.

Estas movilizaciones repiten las del verano pasado tras un motín fascista organizado en Southport, Inglaterra, luego del trágico asesinato con arma blanca de tres niños a manos de un joven británico de 17 años con trastornos mentales, Axel Rudakubana. Se llevaron a cabo una serie de ataques de tipo pogromo a nivel nacional, la mayoría dirigidos contra alojamientos para solicitantes de asilo, incluido un intento de incendiar uno de los edificios.

Manifestantes de extrema derecha ondean banderas de Inglaterra y del Reino Unido frente al Bell Hotel en Epping, cerca de Londres, 27 de julio de 2025 [AP Photo/Alberto Pezzali]

Los acontecimientos de este año comenzaron el 13 de julio, cuando manifestantes se reunieron frente al Bell Hotel en Epping, Essex, para exigir el fin de su uso como alojamiento para solicitantes de asilo. Entre ellos se encontraban numerosos miembros de partidos fascistas. Parlamentarios locales del Partido Conservador utilizaron el evento como plataforma para exigir el cierre del hotel a los solicitantes de asilo.

El pretexto fue el arresto de un hombre etíope acusado de hacer insinuaciones a una menor. Él ha negado los cargos y enfrentará un juicio de dos días a partir del 26 de agosto.

Grupos antifascistas organizaron contraprotestas. El 20 de julio, la policía emitió una orden de dispersión que prohibía a las personas reunirse y protestar frente o cerca del Bell Hotel. La extrema derecha, respaldada por los medios sensacionalistas, denunció la medida y alegó que la policía apoyaba a los contramanifestantes. El líder de Reform UK, Nigel Farage, incluso afirmó que la policía de Essex los había “traído en autobuses”.

La verdad es que los contramanifestantes en Epping se enfrentaban a filas de policías que protegían a los fascistas.

Los eventos en el Bell Hotel fueron utilizados como plataforma para lanzar una campaña nacional de movilizaciones fascistas contra los alojamientos para solicitantes de asilo. En Canary Wharf, intentaron irrumpir en un edificio y, en Mánchester, el grupo fascista Britain First encabezó una marcha de cientos de personas coreando “¡Queremos nuestro país de vuelta!” en una “Marcha por la remigración” por el centro de la ciudad.

Farage y su partido Reform UK han brindado un constante apoyo, habiendo popularizado las provocaciones frente a alojamientos para solicitantes de asilo desde hace años. Hace solo unas semanas, organizó sesiones de fotos fingiendo observar lanchas de solicitantes de asilo llegando a Reino Unido por el Canal.

Sobre las manifestaciones antiinmigración, Farage declaró: “No subestimen la rabia y el asco que sienten muchos en este país, al ver que cada semana, e incluso algunos días, llegan muchos cientos de hombres jóvenes indocumentados, muchos de los cuales provienen de culturas en las que las mujeres y niñas ni siquiera son tratadas como ciudadanas de segunda clase”.

Farage incitó a los fascistas, hablando de una “desobediencia civil a gran escala” en el horizonte, a la vez que afirmaba que “es lo último que muchos queremos ver”, para luego insistir en que el gobierno debía actuar para responder a sus demandas.

Reform UK y las movilizaciones fascistas no surgen de la nada. La extrema derecha logra movilizarse porque su mensaje es la forma más concentrada de la agenda antiinmigrante de todos los partidos principales de la clase dominante, comenzando con el actual gobierno del Partido Laborista.

Las cifras publicadas a fines del mes pasado, que revelan un crecimiento récord de la población del Reino Unido de 700.000 personas durante el año pasado, impulsado casi exclusivamente por la migración, llevaron a la ministra del Interior laborista, Yvette Cooper, a responder que las cifras “confirman el legado real del Partido Conservador en inmigración”. Se quejó: “Bajo los tories… la migración de baja cualificación se disparó mientras que la proporción de residentes británicos empleados se desplomó”.

Con las movilizaciones antimigrantes en pleno auge, el presidente estadounidense Donald Trump aprovechó su visita al Reino Unido para despotricar contra la migración: “Europa va a dejar de existir… tienen que tomar medidas… deben detener esta horrible invasión que está ocurriendo en Europa”. El primer ministro Keir Starmer guardó silencio a su lado, antes de pasar a las típicas expresiones de cortesía y elogio.

Cuando se le preguntó directamente sobre las protestas de extrema derecha, el secretario de Negocios Jonathan Reynolds declaró: “Creo que lo que debemos discutir es: ¿por qué la gente está descontenta con, por ejemplo, el sistema de asilo? ¿Son razonables? ¿Están molestos por razones legítimas? Sí, compartimos esas preocupaciones como gobierno… Por eso estamos solucionándolo”.

Los medios informaron que la viceprimera ministra Angela Rayner había propuesto limitar el acceso de los migrantes a la pensión estatal y a las prestaciones sociales, así como aumentar el recargo del Servicio Nacional de Salud (NHS) que deben pagar por recibir atención médica. El portavoz oficial del primer ministro dijo con respecto a las provocaciones en curso: “Cree que existe una relación entre las inquietudes que tiene la población sobre si el Gobierno está actuando en su nombre y por su bien”.

Esto va en línea con la campaña electoral del Partido Laborista hace un año, en la que prometieron “Detener las lanchas”, en referencia a los solicitantes de asilo que cruzan el Canal, una de sus políticas insignia. Esto ocurre tan solo un mes después de la “ofensiva de verano” de Cooper, consistente en redadas policiales contra inmigrantes, y dos meses después de que la ministra de Finanzas, Rachel Reeves, se comprometiera a eliminar el uso de hoteles para solicitantes de asilo para 2029, con el fin de ahorrar 1.000 millones de libras al año.

En marzo, Starmer pronunció un discurso antiinmigración frente a un atril que decía “Asegurando nuestras fronteras”, jactándose de que se trataba de “centrar nuestros esfuerzos y recursos en lo esencial: deportar personas”.

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La postura laborista se refleja en su prensa afín. Durante el fin de semana, el Guardian publicó un reportaje condescendiente sobre algunos de los condenados por su papel en el ataque e incendio de un hotel en Rotherham, South Yorkshire, el año pasado. El edificio alojaba a 200 solicitantes de asilo.

El subtítulo del artículo dice: “Hombres condenados a prisión por participar en violentas protestas tras los asesinatos de Southport expresan sus sentimientos de injusticia”.

En esta atmósfera tóxica, y con el Partido Laborista continuando el ataque tory a las condiciones de vida de la clase obrera, Reform está ganando terreno político. El partido encabeza ahora las encuestas en Reino Unido con cerca del 30 por ciento. El Daily Mail, y los medios de Murdoch—The Times, Sunday Times y The Sun—tradicionalmente alineados con el Partido Conservador, muestran cada vez más simpatía por Farage.

En su resolución congresual de 2024, el Partido Socialista por la Igualdad sostuvo que el peligro de la extrema derecha no emana principalmente del polvo social que componen los grupúsculos fascistas, sino de un giro hacia la derecha del conjunto del sistema político capitalista, el cual busca imponer una catástrofe social en expansión y una agenda de guerra a la clase obrera.

El PSI concluyó: “Oponerse a la extrema derecha implica, por tanto, no solo la defensa necesaria de los inmigrantes y musulmanes frente a la violencia instigada por matones fascistas como Tommy Robinson e incitada por Farage. Ante todo, significa luchar contra el gobierno laborista de Starmer, sus aliados en la burocracia sindical y su agenda de austeridad y guerra”.

Esto ha sido confirmado con creces. Solo mediante la construcción de un desafío socialista frente al Partido Laborista—denunciando y enfrentando sin tregua sus políticas derechistas, belicistas y de recortes—podrá la clase obrera defender a los migrantes en una lucha por los derechos de los trabajadores de todo el mundo a empleos dignos, vivienda, salarios y servicios sociales.

El PSI contrapone esta perspectiva al programa del Socialist Workers Party (SWP), que dirige políticamente las contraprotestas de Stand Up to Racism frente a los alojamientos de solicitantes de asilo. Señalamos: “Los llamados de SUTR a un ‘Frente Unido’ de todas las ‘fuerzas democráticas’ contra el fascismo, encabezado por el ‘ala izquierda’ laborista y los sindicatos, impide cualquier acción real contra las causas fundamentales del crecimiento de la extrema derecha”.

El 22 de julio, el Socialist Worker, en el marco del inicio de las manifestaciones fascistas en Epping, presentó la situación como una lucha contra “fascistas empedernidos”, incluidos los seguidores de Tommy Robinson, sin mencionar en ningún momento la retórica derechista del gobierno laborista.

Las coberturas posteriores del SWP han aludido a los comentarios de Reynolds y Rayner, mientras insisten en que la principal tarea es enfrentar a los fascistas fuera de los hoteles y congregar a la mayor cantidad de personas para una manifestación nacional prevista por los partidarios de Robinson en septiembre.

Sin una ofensiva política contra el Partido Laborista para detener su continuo empobrecimiento de la clase trabajadora y su criminalización de los migrantes, respaldados por los sindicatos y el Estado, la extrema derecha no podrá ser derrotada.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 4 de agosto de 2025)

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