La agresiva campaña de difamación llevada a cabo por los medios de derecha, dirigentes de la extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD) y políticos democratacristianos, que condujo a la retirada de la candidatura de la profesora de derecho Frauke Brosius-Gersdorf como jueza de la Corte Suprema, deja en claro dos cosas.
Primero, revela el carácter derechista del gobierno de Merz, formado por la Unión Demócrata Cristiana (CDU), su partido hermano bávaro la Unión Social Cristiana (CSU) y el Partido Socialdemócrata (SPD), cuyas políticas están visiblemente dictadas por la AfD. En segundo lugar, refuta la propaganda del SPD, el Partido de la Izquierda, Los Verdes y los sindicatos, que afirman que la AfD puede combatirse y frenarse mediante la elección y el apoyo a partidos nominalmente “democráticos”.
En realidad, ocurre exactamente lo contrario. Los partidos oficiales adoptan las políticas derechistas de la AfD y allanan su camino hacia el poder paso a paso.
Con su campaña contra Brosius-Gersdorf, el partido de extrema derecha —que en parte sostiene abiertamente posiciones fascistas— decidió quién puede y quién no puede presentarse a un puesto judicial en el tribunal más alto de Alemania. Esto tiene consecuencias de largo alcance.
El Bundesverfassungsgericht (Tribunal Constitucional Federal) posee un poder político considerable. Puede declarar inconstitucionales resoluciones mayoritarias del Bundestag (parlamento federal), convirtiéndose de hecho en un legislador. Es el único organismo que puede prohibir partidos políticos, resolver disputas entre el gobierno federal y los estados federados, y es la máxima autoridad en todos los asuntos legales.
Ya mostramos en un artículo anterior cómo se organizó la campaña de difamación contra Brosius-Gersdorf. Como suele suceder, comenzó con el tabloide Bild. Su exeditor en jefe, Julian Reichelt, quien ahora dirige el medio de extrema derecha Nius, exigió que se “detuviera” a Brosius-Gersdorf.
La líder de la AfD, Alice Weidel, compartió la declaración de Reichelt. La diputada de la AfD Beatrix von Storch afirmó en X que Brosius-Gersdorf era una “activista radical de izquierda que defiende esencialmente el aborto hasta el noveno mes”. A esto le siguieron decenas de miles de publicaciones atacando a la candidata. Los diputados recibieron un aluvión de correos electrónicos. La propia candidata recibió entregas postales sospechosas y amenazas dirigidas contra ella, su familia y su personal.
Escribimos:
Las acusaciones contra Brosius-Gersdorf eran en gran parte fabricaciones. Es una profesora establecida de derecho público con una larga carrera académica y enseña actualmente en la Universidad de Potsdam. Sus posturas, según Der Spiegel, se ubican “dentro del pensamiento legal predominante”.
Cuando Brosius-Gersdorf retiró su candidatura, la AfD lo celebró. Su portavoz federal adjunto, Stephan Brandner, exigió que también se bloqueara al segundo candidato propuesto por el SPD. Brandner y la AfD se apoyaron durante esta campaña en su estrecha cooperación con redes derechistas dentro de los partidos de la Unión (CDU/CSU), que buscan una participación directa de la AfD en el gobierno.
Tras las elecciones federales de febrero, la AfD se convirtió en el segundo partido más fuerte. La entonces saliente coalición del SPD, Los Verdes y los liberales del FDP pavimentó el camino con sus políticas militaristas, antiobreras y antiinmigrantes. Mientras que los partidos del gobierno perdieron aproximadamente el 20 por ciento del voto, la AfD logró canalizar la indignación popular y duplicar su porcentaje electoral.
El SPD fue el más golpeado, perdiendo casi el 10 por ciento, habiendo abandonado a su base obrera hace 20 años con la aprobación de las leyes “Hartz”, que implementaron duros recortes al bienestar social y a las condiciones laborales, reduciéndose a un cascarón controlado por burócratas de carrera, dirigentes sindicales y capas acomodadas de la pequeña burguesía. A pesar de obtener su peor resultado desde 1887, el SPD se apresuró a regresar al gobierno, donde ahora controla carteras clave como Finanzas y Defensa.
Esto ha fortalecido a la AfD, que desde las elecciones ha seguido ganando terreno y actualmente aparece en las encuestas a la par con la Unión. También ha envalentonado al ala derechista de esta última para colaborar aún más estrechamente con la extrema derecha y preparar su entrada al gobierno.
El canciller Friedrich Merz—pese a toda la retórica sobre una “muralla de contención” ( Brandmauer )—está dispuesto a cooperar con la AfD. Lo demostró antes de las elecciones federales y antes de formar el nuevo gobierno.
Todavía están frescos los recuerdos del 29 de enero. La sesión del Bundestag comenzó con una ceremonia que conmemoraba el 80 aniversario de la liberación del campo de concentración de Auschwitz, con solemnes discursos sobre el “¡Nunca más!”. Esa misma tarde, Merz sometió a votación su plan migratorio en cinco puntos—un plan que en todo sentido reflejaba las políticas racistas de la AfD—y obtuvo una mayoría gracias a los votos de esta última.
Se trató de una provocación deliberada para poner a prueba si ya era factible formar un gobierno con la AfD.
Ante las masivas protestas y manifestaciones espontáneas contra la AfD, los círculos dominantes decidieron entonces formar temporalmente una coalición con el SPD con el fin de hacer pasar el enorme programa de rearme y los correspondientes ataques a las prestaciones sociales, pensiones, salarios y empleos—y suprimir la inevitable oposición popular con la ayuda de los dirigentes sindicales.
Pero la camarilla derechista dentro de la Unión ha ganado cada vez más confianza. A principios de mayo, 18 diputados de los partidos gobernantes se negaron a votar por Merz en la elección del canciller, haciendo que fracasara en la primera ronda—un hecho sin precedentes en la historia de la República Federal.
El SPD aseguró de forma creíble que todos sus diputados habían votado por Merz. Después de todo, el partido se sintió aliviado de regresar al gabinete tras su debacle electoral y no quería arriesgar el fracaso de Merz en ninguna circunstancia. La votación fue secreta, pero todo indica que la disidencia vino de diputados derechistas de la Unión, enviando así una advertencia al canciller de que depende de su respaldo.
El partido La Izquierda acudió al rescate del candidato a canciller, asegurando el apoyo necesario para que se celebrara una segunda votación ese mismo día, en la que Merz fue elegido con éxito. En otras palabras: en nombre de la lucha contra la derecha y la AfD, el partido La Izquierda apoya al gobierno de Merz—que está ejecutando el mayor rearme militar desde Hitler, desmantelando los programas sociales, eliminando derechos de asilo y sirviendo como caballo de Troya para la integración de la AfD al gobierno.
Durante la elección de jueces del Bundesverfassungsgericht, las facciones derechistas de la Unión alineadas con la AfD nuevamente demostraron su fuerza. Desafiaron una decisión de la coalición, ignoraron la disciplina partidaria y dejaron en claro lo débil y corroído por la crisis que está este gobierno.
El gobierno de Merz es un gobierno de crisis, que se mantiene en el poder solo porque cuenta con el respaldo de todos los demás partidos “democráticos” y del aparato sindical.
El partido La Izquierda cumple un papel particularmente cínico. Se presenta con fuerza como un partido “antiderecha”, participa en protestas contra la AfD, pero al mismo tiempo respalda al gobierno federal, que prepara condiciones para la participación de la AfD en el poder. Su función específica es suprimir cualquier intento serio de lucha eficaz contra la AfD, el rearme, la guerra, los despidos y los recortes sociales desde su raíz—es decir, sobre la base de un programa socialista internacionalista en oposición al capitalismo.
Es necesario enfrentar la realidad política. No existe ningún “mal menor” entre los partidos del Bundestag. Todos los partidos apoyan el rearme, financiado mediante recortes sociales.
La única forma de detener el ascenso de la AfD y el vuelco a la derecha del aparato estatal es construyendo un movimiento socialista internacional dentro de la clase obrera y la juventud—un movimiento que combine la lucha contra la guerra, el militarismo, los recortes sociales y la dictadura con la lucha contra el capitalismo y por una sociedad socialista. Esto requiere construir el Sozialistische Gleichheitspartei (Partido Socialista por la Igualdad, SGP), que lucha por esta perspectiva.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 15 de agosto de 2025)
Leer más
- Christian Democrats leader Merz tears down the “firewall” to the far-right Alternative for Germany
- Elecciones federales en Alemania 2025: Debacle histórica para los partidos de gobierno, avances para la ultraderecha AfD y el Partido de Izquierda
- How the far right AfD determines Germany’s political agenda