Casi tres años después de los atentados contra los gasoductos Nord Stream en septiembre de 2022, ha sido arrestado por primera vez uno de los presuntos autores materiales. La policía italiana arrestó al exoficial ucraniano Serhii K., a quien la Fiscalía Federal alemana acusa de haber coordinado los ataques y, en calidad de integrante de un grupo, de haber colocado las cargas explosivas en el fondo del mar Báltico. El hombre de 49 años se encontraba de vacaciones con su familia en la zona de Rímini, pese a que pesaba sobre él una orden internacional de arresto.
Para el gobierno alemán, la detención ocurre en un momento extremadamente inoportuno. Si el sospechoso revela quién estuvo detrás del ataque, esto podría provocar graves tensiones con Kiev y Washington. Esto sucede mientras Berlín y Kiev hacen todo lo posible para impedir que el expresidente Trump llegue a un acuerdo con Moscú y para convencerlo de mantener su apoyo a la guerra.
La ministra de Justicia alemana, Stefanie Hubig (del Partido Socialdemócrata, SPD), calificó el arresto como “un logro investigativo muy impresionante”. Afirmó que Alemania es un Estado de derecho y que el atentado contra los gasoductos debe ser investigado como un delito. Sin embargo, agregó que esto no cambiará la postura de Alemania respecto a la guerra de agresión rusa contra Ucrania. “Nos mantenemos firmemente del lado de Ucrania en lo político”, declaró.
El hecho de que la ministra de Justicia alemana se sienta obligada a asegurarle a Ucrania la continuidad del respaldo alemán en relación con el arresto de un presunto terrorista dice mucho. Hace ya tiempo que en Berlín se sabe que Washington y Kiev estuvieron detrás del atentado contra Nord Stream. Después de todo, el entonces presidente estadounidense Joe Biden ya había amenazado públicamente unos meses antes con que se encontrarían formas para poner fin al proyecto.
Pero el gobierno alemán no quería hablar de ello públicamente. Si hubiera acusado a sus socios más cercanos en la guerra contra Rusia de estar detrás de este acto devastador de sabotaje, el frente de guerra conjunto se habría desmoronado. Al mismo tiempo, no podía simplemente ignorar el ataque dadas sus dimensiones. Antes del atentado, por el Nord Stream 1 fluía la mitad del gas natural que consumía Alemania anualmente. El Nord Stream 2 estaba a punto de entrar en funcionamiento. Juntos, los dos gasoductos destruidos costaron cerca de 10.000 millones de euros.
Por eso, la Fiscalía Federal comenzó a investigar y no tardó en encontrar lo que buscaba. La secuencia exacta de los hechos del atentado y los involucrados directos están ahora en gran medida claros. Ya en junio del año pasado, la Fiscalía intentó arrestar a uno de los principales sospechosos, el instructor de buceo ucraniano Volodymyr Sch., en su entonces lugar de residencia en Polonia. Sin embargo, las autoridades polacas lo alertaron, y un coche de la embajada ucraniana lo condujo a la seguridad cruzando la frontera.
El 20 de noviembre de 2024, la revista Der Spiegel publicó una extensa investigación titulada “Cómo un comando secreto ucraniano voló el Nord Stream”. Se basa en archivos de la investigación, información de inteligencia, dos años de investigaciones propias, entrevistas con involucrados e indagaciones en el lugar. No parece haber sido particularmente difícil que los perpetradores hablaran, ya que muchos de ellos consideraban el atentado contra los gasoductos como un acto heroico y patriótico.
Por motivos de seguridad, Der Spiegel mencionó solo unos pocos nombres, pero describió con gran detalle la planificación, preparación y ejecución del atentado, incluyendo datos técnicos como la construcción de las bombas, especialmente diseñadas para este fin.
Cilindros de aire comprimido para buzos, que no llamaban la atención en los controles fronterizos, fueron convertidos en bombas de tubo. De 20 a 35 kilogramos de explosivos especiales submarinos, dispuestos como una carga de corte, aseguraron un efecto óptimo. Las bombas fueron colocadas en una junta de unión del gasoducto, la cual no está recubierta de concreto sino de espuma dura. Un pequeño orificio en la pared exterior fue suficiente para que la presión del gas hiciera el resto. Las bombas fueron probadas en un lago en Ucrania, y los buzos practicaron su instalación a profundidades de hasta 100 metros.
Dada la meticulosa preparación, un equipo relativamente pequeño de seis personas fue suficiente para llevar el equipo a Alemania, alquilar el yate de vela “Andromeda” con una identidad falsa y colocar las cargas explosivas a lo largo de varios días. Se requerían buzos bien entrenados, ya que los gasoductos en los sitios del ataque corren a unos 70 metros de profundidad. Detonadores temporizados activaron las bombas cuando los perpetradores ya se habían retirado.
Los movimientos de los atacantes están ahora bien documentados gracias a datos GPS, imágenes de cámaras de vigilancia y de velocidad, y declaraciones de testigos locales. También se encontraron rastros de explosivos en el “Andromeda”, confirmando que la embarcación fue utilizada en el atentado.
No obstante, la cuestión de quién estuvo detrás de los ataques sigue siendo objeto de controversia. Ni las autoridades investigadoras alemanas ni las de otros países han mostrado demasiado interés en profundizar la investigación. En Dinamarca y Suecia, donde los atentados ocurrieron en aguas territoriales, las investigaciones se suspendieron al poco tiempo.
Sin embargo, el informe de Der Spiegel deja pocas dudas de que la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos y el ejército ucraniano estuvieron implicados, y que los más altos círculos gubernamentales estaban informados. El gobierno alemán también fue advertido por los servicios secretos neerlandeses, pero ignoró o no tomó en serio la advertencia. Según Der Spiegel:
Hay muchos indicios de que los responsables del mayor acto de sabotaje en la historia europea fueron, en conjunto, una docena de hombres y una mujer de Ucrania. Algunos son civiles, otros militares. Fueron reclutados y entrenados por un grupo que desde hace años prepara y ejecuta operaciones secretas para el aparato de seguridad ucraniano. Algunos de los perpetradores tienen vínculos duraderos con la CIA.
Der Spiegel identificó al ucraniano Roman Chervinsky, de 49 años, como el probable jefe de la operación, con quien los periodistas también hablaron brevemente. Fue uno de los jefes del contraespionaje del servicio de seguridad interior de Ucrania (SBU) y luego pasó al servicio de inteligencia militar HUR. Se dice que estuvo implicado en el secuestro en 2019 de Vladimir Zemach, acusado de derribar el vuelo MH17 de Malaysia Airlines. Según Der Spiegel, Chervinsky
…perteneció durante mucho tiempo a un grupo dentro de los servicios de seguridad ucranianos considerado particularmente conspirativo, creado por agentes estadounidenses. Dado que los servicios ucranianos estaban infiltrados por exmiembros del KGB, los estadounidenses buscaron durante años personas de confianza a las que pudieran entrenar lejos de los informantes rusos. El objetivo más importante era establecer unidades de sabotaje eficaces.
Según las investigaciones de Der Spiegel, el ataque contó con la aprobación del general Valery Zaluzhny. El entonces comandante en jefe del ejército ucraniano estaba tan entusiasmado que quiso usar los mismos métodos para destruir el gasoducto TurkStream, que conecta Rusia con Turquía por el mar Negro. No obstante, esto fracasó.
Según se informa, el presidente Zelensky no fue informado al principio porque Zaluzhny no confiaba en su entorno. Sin embargo, tenía conocimiento al menos tres meses antes del ataque, ya que varios servicios de inteligencia occidentales se enteraron del plan e informaron a Zelensky. El Wall Street Journal incluso informó el 14 de agosto de 2024 que Zelensky aprobó personalmente el atentado. Posteriormente retiró su aprobación, pero Zaluzhny ignoró su orden y ejecutó el ataque.
Serhii K., primer sospechoso arrestado por el atentado, podría arrojar luz sobre quién estuvo detrás del ataque a Nord Stream y quién movía los hilos. Sin embargo, ninguna de las partes parece estar realmente interesada en ello. Las autoridades italianas están retrasando la extradición de K. a Alemania. Primero quieren investigar si también estuvo involucrado en ataques contra barcos en el Mediterráneo, lo que podría tardar hasta dos meses. Y el gobierno alemán no quiere poner en peligro su relación con el régimen de Zelensky.
La destrucción del Nord Stream también desenmascaró la propaganda de guerra del gobierno alemán. Esta no es una guerra por la defensa de la “libertad y la democracia” en Ucrania, sino una guerra por materias primas, ganancias, poder e intereses imperialistas. Incluso los supuestos socios y aliados no dudan en recurrir a las peores maquinaciones criminales.
El gobierno alemán intenta encubrir la responsabilidad de Kiev y Washington en el ataque porque considera más importante continuar con la guerra, debilitar a Rusia y acceder a sus inmensos recursos, que esclarecer el crimen.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 22 de agosto de 2025)