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Los continentes se están secando a un ritmo acelerado, afectando gravemente el suministro de agua dulce

El agua es esencial para la vida. Un estudio recientemente publicado en ScienceAdvances, “ Unprecedented continental drying, shrinking freshwater availability, and increasing land contributions to sea level rise ,” (Hrishikesh A. Chandanpurkar et al.) describe una tendencia verdaderamente alarmante de pérdida de agua dulce en una parte significativa de la superficie terrestre habitada del planeta. Utilizando datos del programa GRACE/GRACE-FO (Experimento de Recuperación de Gravedad y su continuación), llevado a cabo por la NASA en colaboración con el Centro Aeroespacial Alemán, los investigadores identifican grandes áreas continentales —excluyendo Groenlandia y la Antártida— especialmente concentradas en el hemisferio norte, que están atravesando lo que denominan una “megasequía”.

Los investigadores observan una situación contradictoria. Mientras que las zonas históricamente húmedas se están volviendo más húmedas y las zonas secas más secas, este último proceso avanza más rápido que el primero. Señalan: “Al mismo tiempo, el área que experimenta sequía se ha incrementado, mientras que la superficie bajo condiciones más húmedas ha disminuido”. El almacenamiento de agua terrestre (TWS, por sus siglas en inglés) se está agotando a un ritmo cada vez mayor. Una combinación de pérdida de agua en latitudes altas (principalmente debido al derretimiento acelerado de los glaciares), sequías —sobre todo en Centroamérica y Europa— y el agotamiento de aguas subterráneas es responsable del 68 por ciento del déficit de TWS en regiones no glaciares. Especialmente preocupante es la observación de que, desde 2002, el 75 por ciento de la población humana vive en 101 países que están experimentando pérdida de agua dulce.

Para dar una idea de la magnitud del área afectada, el artículo señala que “las áreas continentales que están experimentando sequía aumentan cada año en un tamaño aproximadamente equivalente a dos veces el estado de California”.

En un intento de compensar la disminución de precipitaciones, las poblaciones de áreas afectadas por la sequía están aumentando la extracción de aguas subterráneas, lo que está agotando las reservas almacenadas en los acuíferos. Aunque esto puede percibirse como una “solución” a corto plazo, los acuíferos son recursos limitados. Si no son recargados por la infiltración de lluvias, eventualmente se agotarán.

Los autores identifican algunas de las consecuencias de esta sequía: “Las consecuencias del agotamiento global del agua subterránea incluyen la reducción del suministro de agua para riego y amenazas a la productividad agrícola, menor capacidad de adaptación al clima, menor resiliencia frente a la sequía y para el crecimiento de ciudades desérticas, reducción de la biodiversidad y daño a ecosistemas dependientes de las aguas subterráneas, disminución del acceso conforme bajan los niveles freáticos, entre muchas otras”.

Los efectos de una sequía prolongada ya se están sintiendo, por ejemplo, en la cuenca del río Colorado en EE.UU., donde se está librando un intenso conflicto entre usuarios urbanos y rurales del agua —cada vez más dependientes de las extracciones del río debido a la sequía intensificada— mientras que al mismo tiempo disminuye el volumen de flujo del propio río.

La sequía ha secado muchos de los bosques de California

En las últimas dos décadas, la cuenca del río Colorado, que abarca partes de siete estados del oeste de los Estados Unidos, ha perdido aproximadamente 10 billones (10.000.000.000.000) de galones de agua. Los autores observan que “el uso excesivo continuo de aguas subterráneas —que, en algunas regiones como California, está ocurriendo a un ritmo creciente en lugar de sostenible o decreciente— debilita la seguridad hídrica y alimentaria regional y global de formas que no se reconocen plenamente a nivel mundial”.

Otro impacto significativo es el hallazgo de que la pérdida de agua dulce de los continentes está contribuyendo más al aumento del nivel del mar que el derretimiento de glaciares y casquetes polares, lo cual acelera aún más el ritmo de inundaciones costeras que afectan gravemente a más de mil millones de personas —aproximadamente el 15 por ciento de la población mundial— que viven en zonas costeras y, por tanto, corren el riesgo de ser desplazadas.

Los investigadores atribuyen los cambios observados al cambio climático inducido por el ser humano, el cual, de no ser revertido, tendrá consecuencias verdaderamente catastróficas. En las regiones afectadas por sequía, como la región mediterránea y California, los incendios forestales están teniendo impactos devastadores. Las regiones húmedas, como Texas el norte de África, también están siendo gravemente afectadas.

Los efectos combinados del aumento de extremos climáticos —inundaciones y sequías— y la rápida subida del nivel del mar, afectarán gravemente a miles de millones de personas en todo el mundo, provocando desplazamientos masivos con todas las perturbaciones asociadas. El suministro de alimentos se verá cada vez más amenazado, afectando no solo a las personas obligadas a migrar por condiciones de vida insostenibles, sino también a las poblaciones que reciben a estos migrantes. La brutal respuesta ante los refugiados climáticos ya es evidente en las políticas del gobierno de EE.UU. y de las potencias imperialistas europeas .

La situación se agrava aún más por la orden del gobierno de Trump, negacionista del cambio climático, de cancelar los programas de investigación climática de la NASA, precisamente la fuente de los datos en los que se basa el presente estudio.

Los autores recomiendan que “la expansión de la sequía continental, el aumento de eventos de extrema sequía y las implicaciones que esto conlleva en cuanto a la reducción de agua dulce y el aumento del nivel del mar, deben constituir una preocupación primordial para el público en general, los gestores de recursos y los responsables políticos de todo el mundo”. Sin embargo, los gestores de recursos y los responsables políticos no están haciendo nada para abordar esta crisis. A medida que se profundiza la crisis capitalista, la élite gobernante mundial está enfocada en intensificar la explotación de las personas y los recursos por cualquier medio, sin importar las consecuencias.

La incapacidad del moribundo sistema capitalista para abordar eficazmente el cambio climático y todas sus innumerables consecuencias devastadoras representa una crisis existencial para la humanidad. Si no es detenido por la clase trabajadora, esto pronto hará que el planeta sea inhabitable para los seres humanos.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 28 de agosto de 2025)

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