“El estado de bienestar tal como lo conocemos hoy ya no es económicamente sostenible con lo que estamos produciendo como economía nacional”, declaró el canciller Friedrich Merz el sábado durante una conferencia estatal del partido Unión Demócrata Cristiana (CDU) en Osnabrück.
Se trata de una declaración de guerra inequívoca contra toda la clase obrera. Lo que queda de las conquistas sociales ganadas con tanto esfuerzo será entregado a los lobos hambrientos de ganancias de los mercados financieros y desviado hacia el rearme.
Ya en su tradicional conferencia de prensa de verano antes de las vacaciones, Merz había hecho un llamado por “un gran esfuerzo sociopolítico” en relación a “las pensiones, la atención médica y los cuidados de largo plazo”. En ese momento, comentamos :
Ahora está claro que la Unión Demócrata Cristiana/Unión Social Cristiana y el Partido Socialdemócrata (SPD) omitieron deliberadamente los recortes sociales planeados en su acuerdo de coalición y los delegaron a comités de expertos con el fin de implementar primero el aumento masivo del gasto militar. Al parecer, anticipaban una resistencia enorme si hubieran anunciado al mismo tiempo un gran aumento en el gasto en armamento y en recortes sociales. Pero ahora, como dejó claro Merz, ya no hay tiempo que perder. Los trabajadores y los sectores más vulnerables de la sociedad deben pagar los costos del rearme y la guerra.
Merz ahora lo ha confirmado. Se jactó de que su gobierno había implementado las mayores desgravaciones fiscales para las corporaciones en más de 20 años, fortalecido a la OTAN mediante un fuerte incremento del gasto en defensa, y reducido a la mitad el número de solicitudes de asilo con su “curso claro” en la política migratoria. “No permitiré que me distraigan con palabras como recortes sociales, austeridad brutal y similares”, amenazó. Afirmó que el estado de bienestar en su forma actual ya no es sostenible.
Merz sigue así una tendencia internacional. En EE.UU., la administración Trump ha puesto en marcha el proceso de recortes y eliminación del seguro médico estatal para mayores de 65 años (Medicare) y para trabajadores con bajos ingresos (Medicaid), en el que más de 135 millones de personas están aseguradas. Está estableciendo un Estado policial autoritario para reprimir la resistencia social.
En Francia, el gobierno de Bayrou planea recortes presupuestarios de 44.000 millones de euros [51.000 millones de dólares] para el próximo año, mientras que el gasto militar se dispara. Las prestaciones sociales serán congeladas, el sistema sanitario reestructurado y un gran número de empleados del sector público despedidos. En respuesta, se ha convocado una huelga general para el 10 de septiembre.
En Alemania, el Partido Socialdemócrata (SPD), que gobierna en coalición con la CDU, ha protestado tímidamente contra esta declaración de guerra contra la clase trabajadora por parte de Merz, pero sin dejar lugar a dudas de que apoya la línea general del gobierno. La vicepresidenta del grupo parlamentario, Dagmar Schmidt, afirmó que el partido no toleraría recortes crudos ni privatizaciones: “El nivel de protección social no debe disminuir”. El líder de las juventudes del SPD (Jusos), Philipp Türmer, incluso afirmó que los recortes sociales eran una línea roja para el SPD. El partido no debe ceder “ni un solo centímetro” en cuanto al bienestar social y las prestaciones.
El presidente del SPD, Lars Klingbeil, pidió un enfoque equilibrado socialmente y planteó la posibilidad de aumentar los impuestos para los grandes ingresos y los ricos—sabiendo perfectamente que el socio mayoritario de la coalición nunca aceptará esa medida. “Lo que no funcionará será decir: vamos a ahorrar ahora 30.000 millones de euros con el Estado de bienestar”, declaró Klingbeil.
Pero esto no es más que una distracción. Como ministro de Finanzas, Klingbeil ya está presionando por recortes de 172.000 millones de euros en el presupuesto federal durante los próximos cinco años. “Por supuesto que debemos abordar los sistemas de seguridad social”, dijo. Nadie debe ser permitido “holgazanear” y recibir dinero del Estado al mismo tiempo.
Desde que el gobierno de Schröder adoptó la “Agenda 2010” hace dos décadas, el SPD ha sido la fuerza motriz detrás de los recortes sociales y la redistribución de la riqueza en favor de los ricos. Junto a su compañero de partido, el ministro de Defensa Boris Pistorius, Klingbeil también desempeña un papel principal en desviar un billón de euros hacia el armamento y la infraestructura militar y en alimentar la guerra de la OTAN contra Rusia con miles de millones.
El partido La Izquierda también ha protestado contra la declaración de guerra social de Merz. La líder del grupo parlamentario, Heidi Reichinnek, advirtió sobre un “otoño de crueldad social”, criticó la enorme campaña de los think tanks, las asociaciones patronales y los llamados expertos, y exigió la reintroducción del impuesto al patrimonio. Pero desde su fundación, el partido La Izquierda ha apoyado recortes sociales y presupuestarios a nivel estatal. Y en el Bundesrat (la cámara alta del parlamento) incluso votó a favor del programa de un billón de euros para armamento de Merz y Klingbeil. Cada vez que protestan, lo hacen solo para contener la resistencia y desviarla hacia un callejón sin salida.
Los sindicatos, por su parte, también apoyan al gobierno y su política de guerra. No representan los intereses de los trabajadores, sino que colaboran estrechamente con las corporaciones y las administraciones para reprimir toda forma de resistencia e imponer recortes y despidos masivos.
El ataque del gobierno de Merz contra las pensiones, las prestaciones sociales y la sanidad pública coincide con la destrucción masiva de empleos en la industria y la administración como resultado de la introducción de la inteligencia artificial. Según un estudio de la consultora EY, solo el año pasado se destruyeron unos 51.500 empleos en la industria automotriz alemana. Esto, afirma EY, representa solo el inicio de un proceso doloroso pero inevitable de contracción.
La indignación y la resistencia crecerán en respuesta a esta devastación social y a los despidos masivos—tal como ya ha ocurrido en Francia. Se avecinan luchas de clases intensas. Pero solo podrán tener éxito si están guiadas por una comprensión clara de las causas de la crisis y por una perspectiva clara.
La noción de que se puede obligar a la élite gobernante a cambiar su curso mediante presión desde las calles o apelaciones morales es completamente ilusoria. Se están preparando sistemáticamente para una confrontación con la clase obrera. Para defender sus ganancias, su riqueza y el sistema capitalista, son capaces de cometer cualquier crimen—como lo demuestra su apoyo al genocidio en Gaza.
Por esta razón, el gobierno de Merz-Klingbeil también ha adoptado por completo la política antiinmigrante de extrema derecha de Alternativa para Alemania (AfD). La agitación contra los refugiados, el ataque a sus derechos democráticos y sus deportaciones brutales sirven para dividir a la clase obrera, culpar a los más débiles e indefensos por la crisis social y fortalecer a la AfD. Aquí también, Merz y compañía emulan a Trump. Importantes sectores de la CDU ya están coqueteando con incorporar a la extrema derecha al gobierno.
En estas condiciones, la lucha contra la guerra, el fascismo y los recortes sociales están inseparablemente unidas. Requieren la construcción de un movimiento socialista que una a la clase obrera internacional, luche por el derrocamiento del capitalismo y ponga la producción y la sociedad al servicio de las necesidades sociales y no de los intereses de lucro de los ricos.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 27 de agosto de 2025)