Este Día del Trabajo, cuando los trabajadores se concentran en cientos de ciudades de Estados Unidos, una pregunta domina todas las demás: ¿cómo se detendrá la transformación de Estados Unidos en una dictadura militar-policial?
Trump está manejando la Casa Blanca como un fascista. Ha ordenado a matones armados y hombres enmascarados aterrorizar a las ciudades y las comunidades de la clase trabajadora. Trump está comenzando con los trabajadores inmigrantes, pero no se detendrá allí. Después de haber desplegado a los militares y a la Guardia Nacional en Washington D.C., amenaza con enviar tropas a Chicago y a todas las principales ciudades estadounidenses. El espectro del hitlerismo ahora acecha a los Estados Unidos.
En una declaración publicada antes del Día del Trabajo, la presidenta de la confederación sindical AFL-CIO, Liz Shuler, adoptó una postura de oposición, denunciando la dominación de los “CEO y multimillonarios” y describiendo al Gobierno como una “oligarquía”. Pero esto es poco más que demagogia vacía. De manera reveladora, habla de oligarquía, pero ni una palabra sobre el capitalismo o los intereses corporativos, financieros y de la clase dominante a los que sirve.
En la práctica, la AFL-CIO se ha alineado con las políticas nacionalistas reaccionarias de Trump. En marzo, Shuler declaró que “los sindicatos siempre han visto los aranceles como una de las herramientas en nuestro inventario de políticas comerciales”.
No habrá una manifestación en el Día del Trabajo en Washington D.C., el centro político del país y la ubicación de la sede de la AFL-CIO a solo unas cuadras de la Casa Blanca. En cambio, los funcionarios sindicales han programado deliberadamente una manifestación separada y más pequeña en Washington D.C. para otra semana.
Este es un acto calculado de cobardía política y capitulación, diseñado para separar las protestas de hoy de cualquier lucha más amplia coordinada a nivel nacional contra Trump y para mantener el tema de la dictadura fuera de la agenda. La burocracia, compuesta por una capa privilegiada de funcionarios, teme que tal manifestación exponga de inmediato la debilidad del Gobierno y, aún más, del propio aparato sindical.
El despliegue de los militares en las ciudades estadounidenses no es un espectáculo vacío. Es la bota de hierro preparada para hacer cumplir un asalto radical a los derechos de la clase trabajadora. El Día del Trabajo debe transformarse en una demostración de fuerza y servir como punto de partida para la construcción de un movimiento de masas contra el golpe de Estado de Trump.
El Partido Socialista por la Igualdad de EE.UU. (SEP, por sus siglas en inglés) y la Alianza Internacional Obrera de Comités de Base (AIO-CB) instan a los trabajadores de todo el mundo a tomar la iniciativa de establecer comités de base, independientes del aparato sindical, como centros organizativos de oposición a todos los ataques contra la clase trabajadora, y prometemos nuestro pleno apoyo en este esfuerzo. Cada fábrica, lugar de trabajo y vecindario debe transformarse en un centro de lucha coordinada.
Tales comités son necesarios no solo en la lucha por salarios más altos y mejores condiciones, por muy crítico que sea, sino también para organizar a la clase trabajadora contra la amenaza de la dictadura. Bajo las condiciones de un régimen militar-policial, no se pueden defender los derechos. Los trabajadores se enfrentan a la amenaza de una dictadura de Estado policial y al dominio absoluto de una burocracia militarista y procapitalista. Para defenderse, la clase trabajadora necesita su propia estrategia independiente.
¿Cuál es la situación que enfrenta ahora la clase trabajadora? El alcance del ataque abarca todas las esferas de la vida. La Administración de Trump ha lanzado un asalto sistemático a los derechos democráticos, destruyendo agencias federales, aterrorizando a las comunidades de inmigrantes con redadas de ICE y desplegando fuerzas militares en ciudades estadounidenses. Se han establecido campos de concentración para la detención masiva, mientras que la Guardia Nacional se está movilizando para reprimir cualquier resistencia al Estado policial emergente.
Económicamente, los trabajadores enfrentan ataques sin precedentes a sus niveles de vida, en la medida en que el Gobierno Trump elimina todas las conquistas sociales que ganaron generaciones de trabajadores a través de décadas de lucha. Los aranceles de Trump funcionan como un impuesto regresivo sobre las familias trabajadoras y las pequeñas empresas. Los recortes a Medicare y Medicaid amenazan la atención médica de decenas de millones y son solo el preludio de la destrucción del seguro social. La desigualdad social está en niveles históricos. Las instituciones culturales están siendo diezmadas, ya que Trump busca establecer un control ideológico sobre toda la sociedad.
El asalto a la ciencia y la salud pública representa otro frente en esta contrarrevolución social. Al conmemorar el vigésimo aniversario del huracán Katrina, el cambio climático ha empeorado dramáticamente. Tales catástrofes se repiten con una frecuencia cada vez mayor en todo el mundo a medida que la crisis climática se profundiza y solo se acelerarán con las políticas de Trump. En los últimos cinco años, 1,5 millones de personas han muerto en los EE.UU. y más de 30 millones en todo el mundo durante la pandemia continua de COVID-19, mientras que cientos de millones más han padecido COVID persistente .
Cada día en Estados Unidos, al menos 15 trabajadores mueren en el trabajo (más de 5.200 al año), mientras que casi 3 millones mueren en todo el mundo cada año por lesiones y enfermedades relacionadas con el trabajo. No se trata de accidentes, sino de crímenes sociales producidos por un sistema que prioriza las ganancias sobre la vida humana. La muerte de Ronald Adams Sr., un hábil trabajador calificado de 63 años aplastado por una grúa pórtico en el Complejo de Motores Dundee de Stellantis en Michigan en abril pasado, demuestra esta realidad con una claridad abrasadora. El mismo resultado ha afrontado a los trabajadores de Clairton Works de US Steel, los afectados por COVID-19 en todas las industrias y las comunidades envenenadas por derrames químicos.
A nivel internacional, el imperialismo estadounidense libra una guerra en múltiples frentes. El genocidio israelí respaldado por Estados Unidos en Gaza ha matado a más de 63.000 palestinos, mientras que miles de millones en ayuda militar fluyen a Ucrania en una guerra por delegación contra Rusia que amenaza con provocar una catástrofe nuclear mundial. La misma clase dominante que impone austeridad en casa despilfarra billones en la guerra en el extranjero.
Para aquellos que votaron por Trump creyendo en su retórica populista, la realidad ahora debería estar perfectamente clara. El hombre que prometió “drenar el pantano” lo ha llenado de multimillonarios. Los trabajadores que ponen sus esperanzas en Trump deben reconocer que él los ha tomado por tontos, aprovechando cínicamente sus frustraciones mientras lleva a cabo las políticas más reaccionarias de la historia de Estados Unidos.
Pero no hay una oposición seria a Trump dentro del Partido Demócrata ni en ninguna otra institución de la política oficial. Los demócratas aceptan y legitiman el Gobierno de Trump, bloquean la oposición masiva y sirven a la misma oligarquía financiera. Junto con los republicanos, forman dos facciones de una sola clase dominante, unidas en la defensa del capitalismo y hostiles a los intereses de los trabajadores.
Quizás la acusación más condenatoria no es solo la brutalidad de la clase dominante, sino la ausencia de una oposición genuina de aquellas organizaciones que dicen representar a los trabajadores. Frente a la amenaza de la dictadura fascista, ¿dónde está el movimiento obrero estadounidense? Lo cierto es que no existe un movimiento obrero digno de ese nombre.
Lo que hoy se llama “sindicatos” no se parece a las organizaciones que alguna vez lucharon por defender los intereses de los trabajadores. En cambio, funcionan como apéndices de las corporaciones, una fuerza de policía laboral que bloquea la lucha en lugar de organizarla. El presidente del UAW, Shawn Fain, se ha alineado abiertamente con los aranceles de Trump, mientras que muchos otros líderes sindicales se han unido a Trump, abrazando el veneno nacionalista diseñado para dividir a la clase trabajadora internacional.
Cuando los trabajadores de Republic Services hicieron huelga este verano, cuando los trabajadores de la salud llevaron a cabo la huelga hospitalaria más larga de Rhode Island, cuando los maestros se retiraron en Washington la semana pasada, y mientras los trabajadores de Boeing y GE Aerospace continúan sus huelgas en curso, estas luchas han sido sistemáticamente aisladas y traicionadas por funcionarios sindicales más preocupados por mantener sus posiciones privilegiadas que por defender los intereses de los trabajadores.
La catástrofe estadounidense en desarrollo es una catástrofe mundial, que amenaza con sumir a la humanidad en la barbarie. El camino a seguir no se puede encontrar a través de las burocracias sindicales, ni en el sistema político existente.
Es por eso que el SEP y la AIO-CB alientan a los trabajadores a crear comités de base en cada lugar de trabajo. La AIO-CB proporciona el impulso e insta a los trabajadores a quitar el poder de las manos de la burocracia corporativista, estableciendo estructuras que permitan una verdadera autoorganización independiente del aparato existente. Es necesario que haya una organización dentro de cada lugar de trabajo y fábrica para detener el golpe de Trump.
La AIO-CB es de carácter internacional, lo que refleja la unidad objetiva de la clase obrera internacional bajo la globalización. Los trabajadores en todos los países se enfrentan a las mismas corporaciones multinacionales, a las que los sindicatos nacionalistas no tienen una respuesta progresista. Para adaptarse a los cambios en la producción mundial, los trabajadores necesitan una orientación global y nuevas formas de organización que trasciendan las fronteras nacionales.
En la lucha contra la dictadura, la guerra y la desigualdad social, la AIO-CB plantea las siguientes demandas fundamentales:
¡Alto a la dictadura! La clase trabajadora no aceptará una dictadura militar fascista en los Estados Unidos. Esta es la pregunta central que enfrenta la clase trabajadora. Debe organizarse una resistencia de masas. La clase obrera debe usar su poder industrial y económico para defender los derechos democráticos y detener el descenso a la barbarie.
¡Defiendan a los trabajadores inmigrantes! Los ataques a las comunidades de inmigrantes son ataques a toda la clase trabajadora. Los trabajadores de todos los orígenes deben unirse contra las redadas de ICE, los campos de concentración y el veneno nacionalista que nos divide. Los mismos capitalistas que explotan la mano de obra inmigrante con salarios de pobreza son los que destruyen el nivel de vida de todos los trabajadores.
¡Opónganse al nacionalismo y la guerra! Los miles de millones desperdiciados en guerras imperialistas en el extranjero deben reasignarse para satisfacer las necesidades humanas: salud, educación, infraestructura y protección ambiental. Los trabajadores no tienen interés en los conflictos geopolíticos de las élites gobernantes.
¡Opónganse a los ataques a la ciencia y la salud pública! La supresión deliberada de la ciencia climática, la prohibición de las vacunas y el desmantelamiento de todas las medidas de salud pública en medio de la actual pandemia de COVID-19 solo sirven para enriquecer a la patronal.
¡Por la seguridad en el lugar de trabajo y la vida de los trabajadores! El asesinato industrial de trabajadores como Ronald Adams Sr. debe detenerse. Todos los lugares de trabajo deben ser seguros. Los trabajadores deben organizarse de forma independiente para exponer los delitos corporativos y someter a los culpables a la justicia.
Todas estas demandas no pueden separarse de las cuestiones más amplias de la organización social y el poder político. Mientras la producción esté controlada por propietarios privados motivados únicamente por el afán de lucro, la vida de los trabajadores seguirá siendo prescindible.
Los trabajadores estadounidenses llevan la herencia revolucionaria de aquellos que lucharon en la Revolución estadounidense y la Guerra Civil. Una lección central de la Guerra Civil fue que el norte solo pudo derrotar a la Confederación enfrentando el sistema esclavista en sí. Hoy en día, los trabajadores estadounidenses deben enfrentarse directamente al sistema de esclavitud asalariada capitalista para lograr la victoria.
Mientras Trump y los oligarcas buscan recrear a Estados Unidos como si la Guerra Civil hubiera sido ganada por la Confederación, imponiendo las condiciones más brutales de esclavitud asalariada a toda la clase trabajadora, ya es hora de que los trabajadores se organicen y preparen su propia contraofensiva.
La clase trabajadora posee un inmenso poder social para paralizar la producción, detener toda la economía y derrocar a la clase dominante. Pero este poder solo puede realizarse a través de la organización independiente y la claridad política.
Este Día del Trabajo, cada trabajador debe entender la gravedad de esta crisis: las organizaciones que dicen representar sus intereses los han traicionado; los políticos que buscan sus votos los han engañado; y el sistema capitalista está destruyendo despiadadamente sus vidas y las de sus hijos. La tarea ahora es construir organizaciones independientes dirigidas por los propios trabajadores, la Alianza Internacional Obrera de Comités de Base (AIO-CB), para iniciar un movimiento independiente en la clase trabajadora y prepararse para las luchas que se avecinan.
¡Complete el siguiente formulario para comunicarse con el AIO-CB y establecer un comité de base en su lugar de trabajo o vecindario hoy!
(Artículo publicado originalmente en inglés el 31 de agosto de 2025)