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Renuncia el primer ministro japonés

Después de apenas once meses en el cargo, Shigeru Ishiba renunció el pasado domingo como primer ministro de Japón, una decisión que profundiza la crisis del gobernante Partido Liberal Democrático (PLD) y del conjunto del establishment político en Tokio.

Shigeru Ishiba, primer ministro de Japón y presidente del gobernante Partido Liberal Democrático (PLD), se dirige a los medios en la sede del PLD en Tokio, 20 de julio de 2025. [AP Photo/Franck Robichon]

La renuncia de Ishiba se produjo tras una creciente oposición dentro del PLD, luego de que el partido perdiera el control de la cámara alta del parlamento en las elecciones de julio, habiendo ya perdido la cámara baja en octubre pasado. Un informe posterior a las elecciones, presentado la semana pasada, pidió una “reforma completa” del partido, alimentando los llamados a una temprana contienda por el liderazgo que estaba programada para decidirse en una reunión el lunes.

Ishiba dijo que renunciaba para evitar una “ruptura decisiva” en el PLD, que ha gobernado Japón durante la mayor parte de los últimos 70 años. Durante su mandato, la economía se ha desacelerado aún más, ahora golpeada por los elevados aranceles de la administración Trump sobre las importaciones japonesas, en medio de crecientes tensiones sociales.

Ishiba intentó presentar su renuncia bajo una luz favorable, declarando que había permanecido en el cargo hasta alcanzar un acuerdo comercial con Estados Unidos la semana pasada. Según este acuerdo, la administración Trump aceptó reducir el arancel automotriz planificado del 25 por ciento al 15 por ciento, a cambio de que Japón acordara invertir 550.000 millones de dólares en EE.UU. en sectores determinados por Trump.

Ishiba llegó al poder en octubre pasado tras la renuncia de Fumio Kishida, implicado en una serie de escándalos, incluyendo revelaciones de que distintas facciones del PLD habían creado fondos secretos mediante la subdeclaración de millones de dólares en donaciones políticas. El partido también continuaba enfrentando críticas por sus vínculos de larga data con la secta religiosa de extrema derecha conocida como la Iglesia de la Unificación, expuesta tras el asesinato del ex primer ministro Shinzo Abe en 2022.

En un intento por consolidar su poder, Ishiba convocó elecciones anticipadas el 27 de octubre, pero estas salieron muy mal para el PLD. Por tercera vez desde su fundación en 1955, el PLD, junto con su aliado tradicional Komeito, no logró obtener la mayoría en la cámara baja del parlamento. A pesar de que Ishiba prometió combatir la corrupción en el PLD y aliviar el costo de vida, el electorado dio la espalda al partido.

Tanto Ishiba como el PLD lograron mantenerse con un gobierno minoritario gracias a las profundas divisiones dentro de la oposición parlamentaria entre la extrema derecha, como el Partido de Innovación de Japón (Ishin), y los supuestos “progresistas”, como el Partido Democrático por el Pueblo (DPP) y el Partido Democrático Constitucional (CDP).

El PLD no resolvió ninguno de los problemas que alimentaron el descontento y la oposición en las elecciones legislativas: el aumento de precios, especialmente del arroz, la caída de los salarios reales y la falta de empleos permanentes y bien remunerados, particularmente para los jóvenes. Ishiba incrementó dramáticamente el gasto militar, en línea con el respaldo del PLD a la ofensiva bélica de EE.UU. contra China, a costa del gasto social.

Como resultado, en las elecciones de la cámara alta en julio, el partido fascistizante Sanseito, que hizo campaña al estilo Trump culpando a los inmigrantes de todos los males sociales —desde los bajos salarios y la criminalidad hasta los precios crecientes de la vivienda y el aumento de accidentes viales—, logró avances significativos. Supo capitalizar el continuo deterioro del nivel de vida bajo los gobiernos tanto del PLD como del Partido Democrático de Japón (DPJ), que gobernó entre 2009 y 2012.

El DPJ se dividió en 2016 en el DPP y el CDP. Si bien no es un partido de extrema derecha, el conservador DPP también logró avances en la cámara alta, apelando al electorado joven con un discurso populista y la promesa vaga de “aumentar el salario neto”.

Dentro del derechista PLD, Ishiba —considerado un conservador moderado— ha sido criticado por las facciones más reaccionarias del partido por haber cedido terreno político a Sanseito e Ishin. Una de las contendientes más probables al liderazgo del partido es Sanae Takaichi, quien perdió por poco contra Ishiba en la contienda del año pasado.

Takaichi fue impulsada por Shinzo Abe, quien desempeñó un papel clave en eliminar las restricciones constitucionales y legales al ejército japonés, conocido como las Fuerzas de Autodefensa, y acercar a Japón a Washington en su confrontación agresiva contra China. Apoya la revisión del artículo 9 de la constitución, que prohíbe formalmente a Japón hacer la guerra en el extranjero o mantener un ejército, y es conocida por sus relaciones con activistas de extrema derecha y sus visitas al Santuario Yasukuni que honra a criminales de guerra de clase A.

Shinjiro Koizumi, hijo del ex primer ministro Junichiro Koizumi, también fue candidato al liderazgo del PLD el año pasado. Se desempeñó en el gabinete de Ishiba como ministro de agricultura y ha tenido que lidiar con el alza del precio del arroz, uno de los elementos que ha alimentado la impopularidad del PLD. Se ha reportado que ha cultivado lazos con el partido de extrema derecha Ishin.

Koizumi y el ex primer ministro Yoshihide Suga se reunieron con Ishiba el sábado, y sin duda discutieron la posibilidad de su renuncia.

Ishiba permanecerá como primer ministro interino mientras el PLD lleva a cabo el complejo proceso de seleccionar un nuevo presidente del partido. Para nominarse se requiere el apoyo de 20 legisladores. Se realiza una votación entre todos los legisladores del PLD y una cantidad igual de votos provenientes de los miembros del partido. Si ningún candidato obtiene una mayoría, se realiza una segunda vuelta en la cual el voto de la base se reduce a 47—uno por cada prefectura del país.

En la mayoría de las ocasiones anteriores, el presidente del PLD ha asumido automáticamente el cargo de primer ministro. Sin embargo, el PLD no cuenta con una mayoría parlamentaria, por lo que no hay garantía de que el candidato escogido sea confirmado. En 2024, Ishiba logró obtener el respaldo del parlamento aprovechando la división de la oposición y la mayoría del PLD en la cámara alta. Ahora el PLD es minoría en ambas cámaras.

Sea cual sea el resultado de este proceso, el próximo gobierno comenzará ya en medio de una crisis, mientras Japón se alinea con la acelerada preparación de EE.UU. para la guerra con China, y simultáneamente enfrenta la guerra económica de Trump contra aliados y enemigos por igual. Las tensiones sociales manifestadas en las elecciones de este año sólo se intensificarán mientras el gobierno impone nuevas cargas sobre la clase trabajadora y la juventud.

(Artículo originalmente publicado en inglés el 8 de septiembre de 2025)

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