El derribo de drones rusos sobre Polonia ha inaugurado una nueva etapa en la guerra de la OTAN contra Rusia en Ucrania, amenazando con desencadenar un enfrentamiento militar directo entre las potencias nucleares de Europa y Moscú.
Aunque el Kremlin ha insistido en que los drones no tenían como objetivo a Polonia y que probablemente cruzaron la frontera por accidente, las potencias europeas propagan incansablemente la narrativa de un “ataque ruso” y han aprovechado el incidente para intensificar su ofensiva bélica. No se limitan a una retórica escandalosa —están tomando medidas militares concretas que acercan al continente a una catástrofe.
El viernes, el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, anunció el lanzamiento de la Operación Centinela Oriental para “reforzar la defensa a lo largo del flanco oriental”. Refiriéndose a los drones, declaró: “Esto es temerario e inaceptable. No podemos permitir que drones rusos violen el espacio aéreo aliado”. Explicó que la operación movilizará recursos de Alemania, Dinamarca, Francia, el Reino Unido y otros, incluidas capacidades “orientadas específicamente a los desafíos planteados por los drones”.
El general estadounidense Alexus Grynkewich, comandante supremo aliado en Europa, ordenó que la operación comenzara de inmediato. Francia desplegó tres aviones Rafale en Polonia para patrullaje aéreo, mientras Alemania anunció que duplicaría su destacamento de aviones Eurofighter de dos a cuatro unidades y prolongaría su misión en el espacio aéreo polaco hasta al menos el 31 de diciembre.
Polonia ha establecido una zona de exclusión aérea a lo largo de toda su frontera oriental—desde Eslovaquia al sur hasta Lituania al norte—que durará hasta el 9 de diciembre. Simultáneamente, Letonia también ha cerrado su espacio aéreo en las fronteras con Bielorrusia y Rusia. Varsovia, por su parte, cerró sus cruces fronterizos con Bielorrusia citando el inicio del ejercicio militar ruso-bielorruso Západ. La portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, Maria Zajárova, condenó estos pasos “confrontacionales”, advirtiendo a Varsovia que “considere las consecuencias de tales medidas contraproducentes”.
Las potencias de la OTAN presentan tanto los ejercicios Západ, programados regularmente desde hace años, como los drones desviados como actos de guerra que requieren represalias militares. En realidad, son los agresores. La invasión reaccionaria de Ucrania por parte de Rusia no cambia el hecho de que la OTAN provocó sistemáticamente el conflicto durante décadas. Tras la disolución de la Unión Soviética, se expandió hasta las fronteras rusas, incumpliendo sus promesas, cercando militarmente a Moscú y convirtiendo a Ucrania en un puesto de avanzada de la OTAN. Desde la invasión rusa, las potencias imperialistas han escalado continuamente el conflicto y ahora han escenificado deliberadamente el derribo de drones rusos para tomar nuevas medidas militares contra Rusia y preparar una intervención directa en Ucrania.
En Alemania, los portavoces del Ministerio de Defensa y del gobierno confirmaron la escalada por parte de Berlín. El Bundeswehr (fuerzas armadas) declaró el jueves que su misión de “patrullaje aéreo” en Polonia se extenderá hasta fin de año y se duplicará en tamaño, mientras el portavoz del gobierno, Stefan Kornelius, anunció que Berlín también presionará por un “robusto decimonoveno paquete de sanciones” en la UE. Thomas Röwekamp, presidente de la comisión de defensa del Bundestag, fue aún más lejos al exigir que la OTAN ataque drones rusos ya existentes en espacio aéreo ucraniano: “Debe ser posible neutralizar drones en Ucrania con el consentimiento de Kyiv si amenazan territorio de la OTAN”.
La implementación de tales planes significaría operaciones militares directas de la OTAN contra Rusia dentro de Ucrania: un acto de guerra. Moscú ha advertido repetidamente que no tolerará tropas ni intervención directa de la OTAN en Ucrania. La lógica de esta confrontación conduce inexorablemente a un choque militar directo entre Rusia y Europa, amenazando la vida de millones y la supervivencia del continente.
El impulso hacia la guerra tiene raíces objetivas. Detrás de la postura cada vez más agresiva de las potencias imperialistas hay una mezcla tóxica de ambiciones geoestratégicas y una profunda crisis interna. Al igual que en la década de 1930, la clase dominante responde a la crisis profunda del sistema capitalista y al creciente descontento social intensificando las rivalidades entre grandes potencias y recurriendo al militarismo, el fascismo y la guerra.
Por encima de todo, el imperialismo alemán está resurgiendo, ochenta años después del fin de la Segunda Guerra Mundial, con las viejas ambiciones militaristas y asesinas de actuar como una gran potencia independiente. En su declaración de política antes de la última cumbre de la OTAN —en la cual se aumentó el gasto en defensa del 2 al 5 por ciento del PBI—el canciller Friedrich Merz (CDU) enfatizó que la militarización de Alemania no era impulsada por la presión de Trump, sino por “nuestra propia convicción”. Merz declaró que Alemania haría del “Bundeswehr el ejército convencional más fuerte de Europa”, en consonancia con su “tamaño, fortaleza económica y posición geográfica”.
El nuevo objetivo del 5 por ciento aumentará el presupuesto de defensa de los actuales 85.000 millones de euros a 225.000 millones de euros para 2029. Para financiar este gigantesco rearme, el gobierno—con el apoyo de todos los partidos del establishment, incluidos los Verdes y el partido La Izquierda —ha eximido el gasto militar del freno constitucional a la deuda y ha aprobado €1 billón en nueva deuda. Junto al “fondo especial” de €100.000 millones establecido en 2022, esto constituye un programa de rearme sin precedentes desde la era nazi.
Según informes de prensa, el proyecto de presupuesto para 2026 muestra que el gobierno planea compras de armamento por un valor superior a €350.000 millones hasta 2041. Solo este año, se están utilizando €8.200 millones para adquisiciones, y se han asignado €22.300 millones para 2026. Entre 2027 y 2041, se planifican llamados “compromisos presupuestarios” por cerca de €325.000 millones. Sumando los gastos planificados para 2025 y 2026, el total asciende a la asombrosa cifra de €355.000 millones.
Estas sumas astronómicas subrayan la magnitud del rearme alemán, comparable únicamente a la preparación de la Wehrmacht (fuerzas armadas) bajo el nazismo en vísperas de la Segunda Guerra Mundial. Mientras millones de personas enfrentan el aumento de los precios, salarios estancados y recortes en los servicios sociales, cientos de miles de millones se canalizan hacia nuevos tanques, misiles y bombas. Como entonces, un programa tan temerario solo puede imponerse mediante medidas dictatoriales en el país y sirve directamente a la preparación de nuevas guerras imperialistas de agresión, en primer lugar contra Rusia.
Tras la reintroducción del servicio militar obligatorio y la creación de un Consejo Nacional de Seguridad en agosto, el inspector saliente del ejército, Alfons Mais, ha pedido una expansión masiva de personal para hacer que el Bundeswehr sea “apto para la guerra”. Según él, solo con un número significativamente mayor de tropas podrá Alemania cumplir con los requisitos futuros de la OTAN y estar lista para una posible confrontación con Rusia.
Según un documento interno obtenido por Reuters, Mais exige unos 100.000 soldados activos adicionales. Solo para 2029, se planea reclutar 45.000 nuevos efectivos. Para 2035, se agregarían otros 45.000 para cumplir con los objetivos fijados en la cumbre de la OTAN celebrada en La Haya en junio, incluyendo “reservas para una guerra de desgaste”. Al menos 10.000 de estas tropas adicionales se asignarían a la defensa territorial.
Con estos planes, el ejército alemán reconoce abiertamente que se está preparando para una guerra a gran escala y prolongada contra Rusia. Mientras se imponen medidas de austeridad y recortes sociales en el país, se planea reclutar a cientos de miles de jóvenes y trabajadores para nuevas masacres imperialistas.
Esta imprudente escalada confirma la urgencia del análisis planteado en la reciente perspectiva del WSWS sobre el incidente del dron en Polonia:
Desde que el presidente estadounidense Trump se reunió con el presidente ruso Putin en Alaska, las potencias europeas han estado esperando una oportunidad como esta. Concluyeron del encuentro en Alaska que ya no podían confiar en EE.UU. y están actuando de manera cada vez más agresiva contra Rusia. Han aumentado drásticamente su apoyo militar y financiero a Ucrania, animan al presidente Zelenski a atacar objetivos dentro de Rusia y planean enviar sus propias tropas a Ucrania. De esta manera, se están acercando cada vez más a una catástrofe que amenaza la supervivencia de la humanidad.
Ni las maniobras amenazantes de Trump, ni las intrigas militares de las potencias europeas, ni los cálculos reaccionarios de Putin ofrecen una salida a esta catástrofe. La lucha contra el genocidio, la austeridad, la dictadura y la guerra requiere la construcción de un movimiento socialista internacional consciente de la clase trabajadora, uniendo a los trabajadores más allá de las fronteras contra todos los gobiernos capitalistas y sus agentes políticos.
(Artículo originalmente publicado en inglés el 12 de septiembre de 2025)