Español

El colapso del prestamista automotriz Tricolor sacude al sistema financiero

La quiebra la semana pasada del prestamista automotriz subprime Tricolor Holdings, con sede en Texas, y su declaración de bancarrota, en la que afirma que cerrará sus operaciones en lugar de reestructurarse, ha generado preocupación de que se trate de un presagio de eventos similares por venir.

Tricolor, Las Vegas [Photo: Tricolor]

Tricolor otorgaba préstamos a residentes de bajos ingresos e inmigrantes, muchos de ellos sin número de Seguro Social, utilizando créditos de bancos y firmas de inversión privada, incluidos algunos de los nombres más importantes del mundo financiero.

Los préstamos luego eran empaquetados y vendidos en tramos—desde los de mayor a menor calidad crediticia—como valores respaldados por activos (ABS, por sus siglas en inglés). Al momento del colapso, el tramo más seguro, que contaba con calificación triple A hasta apenas junio, se cotizaba a 78 centavos por dólar, mientras que el de menor calidad valía apenas 12 centavos. Para marzo, había 1.400 millones de dólares en estos valores en circulación.

El modelo de negocios de Tricolor era una repetición de las operaciones con hipotecas subprime que desempeñaron un papel clave en el desencadenamiento de la crisis financiera de 2008.

Aunque la mayoría de los medios de comunicación señalaron este hecho, también ofrecieron garantías de que Tricolor era un caso aislado y no el presagio de una crisis más amplia, destacando que el mercado de préstamos automotrices subprime (de hipotecas de alto riesgo) apenas una octava parte del tamaño del mercado hipotecario subprime en el momento del colapso.

No obstante, surgieron preocupaciones, ya que grandes bancos como JP Morgan Chase, Barclays y el banco regional estadounidense Fifth Third, cada uno con una exposición de unos 200 millones de dólares a Tricolor, fueron nombrados como acreedores garantizados en la solicitud de bancarrota.

Varios fondos de gestión de activos poseían bonos de Tricolor, incluidos nombres bien conocidos como AllianceBernstein, Pacific Investment Management Co y Janus Henderson.

La causa inmediata del colapso fue el anuncio realizado el martes pasado de que el Departamento de Justicia estaba investigando un posible fraude, bajo la sospecha de que Tricolor usó el mismo colateral para múltiples préstamos.

La declaración de bancarrota indicó que la empresa tenía más de 25.000 acreedores y pasivos entre 1.000 millones y 10.000 millones de dólares—una disparidad que parece indicar un sistema contable caótico.

La empresa otorgaba préstamos a personas en circunstancias extremadamente difíciles, desesperadas por conseguir transporte para encontrar empleo y sobrevivir en condiciones precarias. El préstamo promedio de Tricolor era de 21.381 dólares, con una tasa de interés superior al 16 por ciento.

Según un informe de CNN, los prestamistas subprime como Tricolor en realidad esperaban que los prestatarios incumplieran con sus pagos porque podían recuperar rápidamente el automóvil y revenderlo. Algunos incluso instalaban dispositivos de rastreo GPS para que los equipos de recuperación pudieran ubicarlos con facilidad e, incluso, en algunos casos, desactivar el sistema de encendido cuando se registraba un impago.

El colapso de Tricolor indica que, detrás del bombo mediático acerca de la “fortaleza” de la economía estadounidense, existe una situación completamente distinta para muchas de las capas más pobres de la población, y más ampliamente, el creciente divorcio entre los mercados financieros y la economía real subyacente.

Según un comentario editorial del Wall Street Journal: “Agobiados tras años de inflación, los prestatarios de bajos ingresos están acumulando atrasos en los pagos y muchos deben más de lo que podrían recibir si vendieran sus automóviles”.

Jóvenes que compraron autos durante la pandemia, cuando no tenían que pagar sus préstamos estudiantiles, ahora tienen dificultades para pagar ambos.

“Los atrasos en los pagos de automóviles y las recuperaciones de vehículos están acercándose a los niveles de la recesión de 2009. Sin embargo, los inversores siguen comprando deuda subprime del sector automotor”.

En su informe sobre el colapso de Tricolor, Bloomberg señaló que “durante años, los inversores han invadido el mercado automotriz subprime, aumentando su tamaño a unos 80.000 millones de dólares, para obtener los tipos de interés que pocos productos de deuda en Wall Street ofrecen”.

Peter Cechinis, director de investigaciones en Axonic Capital, dijo al medio: “Los participantes del mercado ABS están generando una demanda enorme por préstamos automotrices subprime, lo que está dando lugar a una suscripción laxa e incluso, en algunos casos, temeraria. Aunque la bancarrota de Tricolor parezca un caso aislado e idiosincrático, sería un error no preguntar si esto es un canario en la mina de carbón para los préstamos automotrices subprime”.

Esta expansión general se reflejó en las operaciones de Tricolor. Según un informe de la agencia calificadora Kroll Bond Rating Agency, sus préstamos aumentaron a unos 1.000 millones de dólares en 2024, cinco veces más que su nivel de 2020.

El informe de Bloomberg afirmaba que en 2023, los bonos respaldados por activos vinculados a préstamos automotrices subprime amenazaban con generar pérdidas por primera vez desde la década de 1980, y que desde entonces, “las grietas no han hecho más que ensancharse”, con “al menos una docena de ABS actualmente en riesgo de incurrir en pérdidas”, según un informe de Citigroup.

Un artículo del Financial Times, titulado “El colapso de un prestamista automotriz revela lo que hay bajo el capó en el crédito privado”, llamó la atención sobre el significado más amplio del colapso de Tricolor.

Señalaba que, debido al crecimiento de la llamada banca en la sombra—la expansión de las instituciones de crédito privadas no bancarias—, lo que se considera un “minidrama” que involucra a una empresa poco conocida fuera de algunos estados de EE.UU., tiene “implicancias máximas para los bancos en todo el mundo”.

Aunque las sumas involucradas en el caso de Tricolor son pequeñas en relación con el sistema financiero en su conjunto, siguen siendo significativas. El proceso subyacente forma parte de una tendencia más amplia.

“El llamado préstamo respaldado por activos, que implica diseccionar y empaquetar productos como deuda automotriz, deuda estudiantil, arrendamientos de aviones e hipotecas, es un eje central de la revolución del crédito privado que barre Wall Street”.

El texto también mencionó un informe de Fitch Ratings, según el cual los bancos estadounidenses tienen actualmente 1,2 billones de dólares en préstamos a instituciones financieras no bancarias. Esto representa un incremento del 20 por ciento en un año, en comparación con un aumento de menos del 2 por ciento en los préstamos comerciales durante el mismo período.

Dos “posibilidades preocupantes” que emergen del colapso de Tricolor son: que el “consumidor estadounidense, especialmente el segmento de menores ingresos al que servía Tricolor, está en peores condiciones de lo que se creía”, y que los prestamistas que otorgan préstamos automotrices y similares no han sido cuidadosos en sus estándares de evaluación, y sus bancos respaldantes no han hecho las preguntas adecuadas.

El artículo expresaba la esperanza de que el caso Tricolor pueda ser un “estímulo útil” para intensificar la supervisión, “en lugar de una señal de que ya es demasiado tarde”.

La historia, especialmente la de la crisis hipotecaria subprime, sugiere que podría ser lo segundo.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 15 de septiembre de 2025)

Loading