Español

El llamado de Elon Musk a una insurrección de ultraderecha en Reino Unido recibe el silencio de Starmer

Elon Musk, el segundo hombre más rico del mundo y exasesor principal del presidente estadounidense Donald Trump, apareció el sábado en pantallas gigantes en el centro de Londres para dirigirse a la manifestación de ultraderecha más grande en la historia británica. Musk hizo un llamado a la violencia masiva contra la izquierda, la disolución del parlamento y la formación de un “gobierno revolucionario” para devolver a Gran Bretaña su “grandeza”.

Vestido con una camiseta con la leyenda “¿Qué pensaría George Orwell?”, el magnate tecnológico se autoproclamó defensor de la libertad de expresión oprimida bajo el yugo de la represión estatal. Con una fortuna estimada en 463.200 millones de dólares, Musk exigió un “gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”.

Elon Musk (derecha) hablando con Tommy Robinson durante la manifestación del sábado (captura de pantalla del vídeo). [Photo: Farzad/X]

Entrevistado en el escenario por el provocador fascista Tommy Robinson, Musk habló por videollamada durante más de 15 minutos. Fue una incitación descarada a un movimiento fascista. Afirmó que la “migración masiva e incontrolada” estaba llevando a la “destrucción de Gran Bretaña” y denunció al gobierno por no “proteger a los débiles, a quienes no pueden protegerse”, incluyendo a “niños que están siendo violados en grupo”, una de las calumnias antimusulmanas favoritas de la ultraderecha británica.

Reflejando el temor dentro de la oligarquía capitalista ante el crecimiento del sentimiento izquierdista entre la clase trabajadora, Musk describió la migración masiva como un complot de la izquierda para importar votantes que están “robándoles el voto”. Advirtió: “Francamente, es una estrategia que tendrá éxito si no se detiene”.

Apeló a la multitud de Robinson: “Están en una situación fundamental... ya sea que elijan la violencia o no, la violencia viene hacia ustedes. O luchan, o mueren. O luchan, o mueren. Y esa es la verdad”.

Musk presentó a la izquierda como la verdadera amenaza a la democracia: “Hay muchos en la izquierda que sólo quieren aplastar el debate y encarcelar a la gente”, afirmó.

Intensificó la campaña ensordecedora del entorno de Trump que retrata al fascista Charlie Kirk como un mártir político de la izquierda: “Ya ven cuánta violencia proviene de la izquierda, con nuestro amigo Charlie Kirk asesinado a sangre fría esta semana, y personas de izquierda celebrándolo abiertamente. La izquierda es el partido del asesinato y de celebrar asesinatos. Piénsenlo por un momento. Esa es la gente con la que estamos tratando”.

Con el partido ultraderechista Reform UK de Nigel Farage liderando las encuestas y la popularidad de Starmer habiendo caído a un mínimo histórico de -50, Musk declaró: “Tiene que haber un cambio de gobierno en Gran Bretaña. No tenemos otros cuatro años… Algo tiene que hacerse. Debe haber una disolución del parlamento y una nueva votación”.

Musk advirtió que si no actúan pronto, “vendrán otras personas a saquearlos. Hay un riesgo real de violación, asesinato y la destrucción del país”. Un “gobierno revolucionario” impondría “desregulación” y “una reducción masiva de la burocracia”, es decir, la eliminación de toda restricción a las ganancias y a la explotación de la clase trabajadora.

La respuesta del primer ministro laborista Keir Starmer llegó al día siguiente en Twitter/X a las 2:05 pm, con una defensa de la policía, la bandera de San Jorge y la Union Jack:

“Las personas tienen el derecho a protestar pacíficamente. Es un valor central de nuestro país. Pero no toleraremos ataques a agentes de policía que hacen su trabajo ni que la gente se sienta intimidada en nuestras calles por su origen o color de piel. Gran Bretaña es una nación orgullosamente construida sobre la tolerancia, la diversidad y el respeto. Nuestra bandera representa a nuestro diverso país y nunca la cederemos a quienes la usan como símbolo de violencia, miedo y división”.

Loading Tweet ...
Tweet not loading? See it directly on Twitter

Starmer encabeza un gobierno autoritario que criminaliza el derecho a protestar. A fines de junio, su entonces ministra del Interior ordenó la proscripción del grupo de protesta no violento Palestine Action como una organización terrorista. La policía ha arrestado desde entonces a más de 1.500 de sus simpatizantes. Jubilados—incluidos algunos en sillas de ruedas—fueron arrastrados bajo la Sección 12 de la Ley Antiterrorista por el “crimen” de portar pancartas con la leyenda: “Me opongo al genocidio. Apoyo a Palestine Action”.

El sábado anterior, 2.500 agentes fueron desplegados contra 1.500 manifestantes pacíficos contra el genocidio en la Plaza del Parlamento, con casi 900 arrestos. En comparación, sólo 1.000 policías se enfrentaron a la marcha de 150.000 personas de ultraderecha. Como resultado, pandillas fascistas estuvieron a punto de superar las barricadas policiales que las separaban de una pequeña contraprotesta organizada por Stand Up To Racism, anunciada con semanas de antelación.

Un hombre esposado es arrastrado hacia una furgoneta policial durante la detención masiva en Londres el 6 de septiembre.

El tamaño de la manifestación del sábado ha conmocionado a capas amplias de la población, y la negativa de Starmer a condenar los incendiarios llamados de Musk a una toma ultraderechista generó un rechazo generalizado.

No fue sino hasta la reunión del gabinete del martes que Starmer condenó los “llamados a la violencia de [un] multimillonario extranjero.” Pero incluso entonces, la incitación del (no nombrado) multimillonario a un golpe de ultraderecha contra su propio gobierno pasó sin mención.

Según un resumen de la reunión del gabinete, Starmer dijo a sus ministros: “Las imágenes de oficiales de policía siendo atacados el sábado, y una marcha liderada por un criminal condenado, no solo fueron impactantes, sino que hicieron que se estremeciera la columna vertebral del pueblo en todo el país, especialmente muchos británicos de minorías étnicas”.

Y agregó: “Estamos en la lucha de nuestras vidas entre la renovación nacional patriótica y el declive y la división tóxica. Dijo que el gobierno debe responder al llamado patriótico de renovación nacional, y que esta es una lucha que debe ganarse”.

La clase trabajadora debe sacar conclusiones claras de estos acontecimientos.

El llamado de Musk a un movimiento de ultraderecha para derrocar al gobierno de Starmer no es una actuación. En enero de 2021, Trump organizó una turba fascista para tomar el Congreso de EE.UU. e impedir la certificación de Joe Biden como presidente. Estuvieron a minutos de lograrlo. Trump está ahora estableciendo una dictadura a plena vista, anulando la constitución, desplegando al ejército en ciudades clave y gobernando por decreto. El saludo nazi de Musk es símbolo público de este golpe por parte de la oligarquía.

No existe en la clase dominante británica ninguna facción dispuesta a defender los derechos democráticos. La sumisa respuesta de Starmer a Musk—quien ha usado su plataforma X para incitar disturbios antiinmigrantes en Reino Unido, incluidos los de Southport el verano pasado—deja en claro que el laborismo no hará nada para oponerse a la agitación de ultraderecha, incluso ante planes de golpe. Esta semana, Starmer ha desplegado la alfombra roja para la visita oficial del Dictador en Jefe, Donald Trump.

Las acciones de Starmer reflejan más que cobardía individual. Confirman la completa sumisión del Partido Laborista a la oligarquía capitalista. El domingo, anunció un nuevo acuerdo de inversión con gigantes financieros de EE.UU. (incluyendo PayPal, Bank of America, Citibank y S&P) por valor de 1.200 millones de libras esterlinas, jactándose de que “confirma la posición de Reino Unido como líder en finanzas globales”. El viernes, anunció un acuerdo separado con Google Cloud “para fortalecer los lazos de comunicación segura entre Reino Unido y EE.UU., protegiéndonos contra amenazas, apoyando empleos y trayendo inversiones al país”.

Pero más allá de tales intereses financieros, la postración del laborismo ante Musk y Trump, y el autoritarismo y patriotismo patológico de Starmer, responden a cálculos políticos definidos.

Starmer está bajo una presión inmensa para recortar el gasto público y hacer que la clase trabajadora pague por la creciente deuda británica y el aumento del gasto militar. Reform UK está siendo promovido en círculos gobernantes como posible reemplazo. Si se llevara a cabo un golpe de extrema derecha en Reino Unido, el gobierno laborista, como los demócratas en EE.UU., no ofrecería resistencia.

En EE.UU., el asesinato de Kirk está siendo aprovechado por el gobierno de Trump para lanzar una guerra preventiva contra la izquierda, apuntando contra trabajadores, estudiantes y todos los que expresen oposición a sus políticas fascistas como “enemigos internos”. Starmer sigue una estrategia similar. Consciente de que los planes laboristas para profundizar la austeridad provocarán resistencia masiva de la clase trabajadora, él también busca criminalizar toda protesta izquierdista y antiguerra, promover a la ultraderecha y expandir los poderes represivos del Estado.

La manifestación “Unir el Reino” del sábado fue precedida por un torrente de retórica anti-inmigrante del gabinete laborista sobre “detener los botes” y agilizar deportaciones, indistinguible de Farage o Robinson. Starmer y su entonces ministra del Interior, Yvette Cooper, elogiaron el movimiento ultraderecha “Raise the Colours”, que ha cubierto carreteras, postes y edificios públicos con la bandera de San Jorge.

La extensión de la mano de Starmer a la ultraderecha culminó con su publicación en X del 10 de septiembre: “Mis pensamientos esta noche están con los seres queridos de Charlie Kirk. Es desgarrador que una familia joven haya sido privada de un padre y esposo. Todos debemos poder debatir abierta y libremente sin miedo. No puede haber justificación para la violencia política”.

Habiendo llegado a la dirección del Partido Laborista mediante una caza de brujas fabricada contra el “antisemitismo de izquierda”, Starmer ahora blanquea a un agitador fascista y antisemita virulento. Kirk ha promovido públicamente la teoría del Gran Reemplazo, alegando que las “élites” orquestan la inmigración masiva para reemplazar a “pueblos no blancos”. En noviembre de 2023, declaró que “la antiblancura ha sido financiada en gran medida por donantes judíos en el país”. Ha utilizado constantemente tropos antisemitas sobre el control judío de Hollywood, la academia y los medios. Su apoyo al Estado sionista de Israel confirma una afinidad basada en el etnonacionalismo.

Como advirtió el Partido Socialista por la Igualdad y el World Socialist Web Site hace casi una década, la campaña estatal contra el supuesto “antisemitismo de izquierda” lanzada contra los partidarios de Jeremy Corbyn entre 2015 y 2019—que buscaba criminalizar el apoyo a Palestina y a políticas socialistas—ha contribuido a reforzar la verdadera fuente del antisemitismo: las cloacas de la ultraderecha.

Corbyn contaba con el respaldo abrumador de los militantes del partido para enfrentarse y derrotar a los cazadores de brujas blairistas, pero se opuso a cualquier desafío a la derecha, insistiendo en la unidad de todas las corrientes dentro de la “amplia iglesia” del laborismo. Su legado fue una transición pacífica hacia Starmer, quien respalda el genocidio de Israel en Gaza y lidera la represión más severa en la historia moderna del Reino Unido contra el derecho a protestar y a la libre expresión, al tiempo que da alas a la ultraderecha.

Ahora, Corbyn prepara la creación de un nuevo partido de izquierda, pero no plantea estrategia alguna para movilizar a la clase trabajadora contra el gobierno de Starmer, la ultraderecha y el sistema capitalista que ambos defienden.

Corbyn hablando en una sesión parlamentaria anterior, con Nigel Farage sentado delante (riendo con traje azul). 12 de abril de 2025 [Photo by House of Commons/Flickr / CC BY-NC-ND 4.0]

Aunque criticó a Starmer por “darle argumentos a Reform”, Corbyn declaró a Channel 4 News: “Seguramente lo que debería estar diciendo es que vamos a iniciar un proceso de renovación que elimine la pobreza y la desigualdad en nuestra sociedad”. Al preguntársele si sentía simpatía por Starmer como líder, Corbyn respondió: “Ser líder del Partido Laborista es muy, muy difícil en verdad”, y luego elogió a sus “viejos amigos” en el partido, a quienes describió como “muy activos y muy buenas personas”.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 17 de septiembre de 2025)

Loading