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Trump y Vance convierten el funeral de Kirk en un mitin cristiano-fascista

El fascista Jack Posobiec habla en un acto conmemorativo por Charlie Kirk, el domingo 21 de septiembre de 2025, en el State Farm Stadium de Glendale, Arizona. [AP Photo/Ross D. Franklin]

En un espectáculo cargado de fundamentalismo cristiano y nacionalismo estadounidense, el presidente Donald Trump y sus principales asesores convirtieron una ceremonia conmemorativa celebrada en Glendale, Arizona, por Charlie Kirk—líder del grupo estudiantil de extrema derecha Turning Point USA, asesinado a principios de este mes—en un mitin fascista.

El objetivo evidente de Trump y de otros altos funcionarios—entre ellos el vicepresidente JD Vance, el secretario de guerra Pete Hegseth, el secretario de Estado Marco Rubio, el secretario de Salud y Servicios Humanos Robert F. Kennedy Jr. y el subjefe de gabinete de la Casa Blanca Stephen Miller—fue utilizar la muerte de Kirk como base para construir un movimiento fascista en Estados Unidos.

Tanto ellos como otros oradores, incluidos predicadores evangélicos y dirigentes de Turning Point USA, alabaron a Kirk como un mártir de una política basada en la religión, representándolo como una figura semejante a Cristo, a pesar de su bien documentada defensa del racismo, el sexismo, la homofobia y su apoyo apenas disimulado a la violencia política.

Todo el tono del evento fue delirante y violento. Uno tras otro, los oradores proclamaron a Cristo como la figura más importante en sus vidas, declarando que Estados Unidos solo podría tener éxito si abrazaba esa concepción.

Esta receta para un estado teocrático contrasta profundamente con la realidad de la sociedad estadounidense actual, donde cerca del 40 por ciento de la población no profesa ninguna religión (31 por ciento) o practica una que no es el cristianismo (7 por ciento), y donde dos tercios de los cristianos autodeclarados dicen que rara vez asisten a la iglesia o que la religión no es de gran importancia en sus vidas.

En el mitin de Glendale, frente a 60.000 personas en el estadio de fútbol americano y una audiencia nacional por televisión por cable, los oradores elogiaron la supuesta devoción de Kirk por el “debate” y la “libertad de expresión”, a pesar de que fue él quien inició una campaña de censura contra profesores supuestamente izquierdistas y “woke”, quienes debían ser acosados, incluidos en listas negras y expulsados de sus puestos de trabajo en los campus universitarios.

Mientras tanto, la administración Trump ha aprovechado el asesinato de Kirk para lanzar un ataque generalizado contra los derechos democráticos y la libertad de expresión.

Cuatro días antes del funeral, el presidente de la FCC, designado por Trump, orquestó el despido del presentador Jimmy Kimmel del programa nocturno de ABC por burlarse de los intentos republicanos de capitalizar políticamente la muerte de Kirk. Trump ha exigido la revocación de las licencias de las cadenas de televisión que lo critican y destituyó a un fiscal federal por negarse a fabricar cargos contra adversarios políticos.

La lista de oradores fue indicativa del carácter autoritario del régimen que Trump está estableciendo. Mientras hablaban media docena de miembros del gabinete, además de Trump y Vance, no hubo senadores ni congresistas prominentes en el podio, a pesar de que el presidente de la Cámara, Mike Johnson, y muchos otros líderes del Congreso republicano estaban presentes. El Congreso ha sido reducido a una mera aprobación automática, y ello fue evidente en el mitin.

Se dio un lugar destacado a Jack Posobiec, estrecho aliado de Trump y promotor de larga data del fascismo y la política nacionalista blanca. Arremetiendo contra “la izquierda, los demócratas y los medios”, Posobiec proclamó que el “sacrificio” de Kirk se convertiría en un “momento crucial” para la “salvación de la civilización occidental” mediante el “regreso del pueblo al Dios todopoderoso”.

En un llamado explícito a la violencia, Posobiec gritó: “¿Están listos para contraatacar? ¿Están listos para ponerse toda la armadura de Dios y enfrentar al mal en las altas esferas y la guerra espiritual que tenemos por delante?” Posobiec, conocido por haber desempeñado un papel central en el intento de golpe de estado del 6 de enero de 2021, mantiene amplios vínculos con organizaciones e individuos supremacistas blancos y neonazis.

Miller, subjefe de gabinete de Trump y principal ideólogo fascista de la administración, pronunció uno de los discursos más amenazantes, tratando la muerte de Kirk como un llamado a las armas. Afirmó que el asesinato lo había “convertido en mártir”, instó a la multitud a abrazar una “furia justa que nuestros enemigos no pueden comprender ni entender”, y presentó este momento como el disparo inicial de una guerra para “salvar a Occidente”.

Miller invocó explícitamente el lema “Somos la tormenta”, una frase asociada con el movimiento fascista QAnon, transformando un grito de guerra de la extrema derecha en retórica oficial de la Casa Blanca.

Vance declaró: “El asesino malvado que nos arrebató a Charlie esperaba que tuviéramos hoy un funeral, y en cambio, amigos míos, hemos tenido un avivamiento en celebración de Charlie Kirk y su Señor Jesucristo”. Continuó: “Es mejor ser perseguido por tu fe que negar la realeza de Cristo”.

Hegseth, un fascista prominente dentro de la administración y actual jefe del recién renombrado “Departamento de Guerra”, repitió la referencia de Posobiec a una “guerra espiritual” dentro de Estados Unidos. Se refirió a Kirk como “un guerrero por el país, un guerrero por Cristo”.

Trump hizo pocas referencias religiosas durante su discurso de clausura de 40 minutos, enfocándose en cambio en atacar a la “izquierda radical”, afirmando con una de sus mentiras más descaradas que la mayor parte de la violencia política en Estados Unidos proviene de la izquierda. En realidad, cifras recopiladas por la Liga Antidifamación y todos los estudios serios muestran que más del 80 por ciento de la violencia política es perpetrada por grupos fascistas, racistas, neonazis y otros sectores de la extrema derecha.

Trump utilizó la muerte de Kirk como trampolín para renovar su llamado a desplegar a la Guardia Nacional contra la población estadounidense. Citando lo que dijo que eran las “últimas palabras” de Kirk—“Por favor, señor, salve Chicago”—Trump prometió enviar tropas federales a esa ciudad y otras. Enmarcó el despliegue militar como necesario para enfrentar la “violencia radical de izquierda”, culpando a organizaciones izquierdistas, sin aportar evidencia, del asesinato de Kirk.

Al mismo tiempo, Trump prometió nuevas medidas que combinan la represión política con la promoción de la ignorancia y la superstición. Anunció por adelantado que el Departamento de Salud y Servicios Humanos publicaría el lunes una evaluación de las causas del aumento en la incidencia del autismo. Se espera que esta responsabilice a las vacunas, en sintonía con la propaganda antivacunas promovida desde hace tiempo por Kennedy y otros charlatanes anticientíficos.

Trump repitió su propia “Gran Mentira” sobre las elecciones de 2020, afirmando que los demócratas “hicieron trampa como perros”, y atribuyó a Kirk y otros operativos de extrema derecha el haber allanado el camino para su regreso al poder en 2024.

Trump solo marcó una diferencia entre sus puntos de vista políticos y los de Kirk. “Yo odio a mi oponente”, dijo Trump, afirmando (falsamente) que, a diferencia de él, Kirk “no estaba interesado en demonizar a nadie”.

La administración Trump y la camarilla de fascistas y reaccionarios que hablaron en Arizona están explotando el asesinato de Kirk para criminalizar la disidencia y preparar la supresión violenta de la clase obrera. El mitin en Glendale dejó claro que Kirk está siendo transformado en mártir del movimiento MAGA y su muerte está siendo utilizada como arma para acelerar la construcción de un estado policial en Estados Unidos.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 21 de septiembre de 2025)

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