El despliegue militar estadounidense en curso cerca de las costas venezolanas amenaza con encender una guerra regional tras los asesinatos extrajudiciales de al menos 17 pasajeros a bordo de cuatro embarcaciones hundidas por la fuerza expedicionaria estadounidense desplegada en el sur del Caribe.
La Casa Blanca ha escalado sus acciones de forma alarmante al declarar un “conflicto armado no internacional” contra los cárteles de la droga, según un memorando enviado al Congreso y obtenido por Associated Press el jueves.
Este término constituye un intento pseudolegal de evadir la Ley de Poderes de Guerra, que reserva al Congreso la autoridad exclusiva para declarar la guerra. Al mismo tiempo, la idea de que una guerra que se desarrolla por todo el hemisferio sea “no internacional” expresa tanto las ambiciones neocoloniales del gobierno de Trump como el uso de un eufemismo para el concepto nazi de “Guerra Total” librada contra enemigos internos y externos del régimen por igual.
La declaración de guerra a los cárteles ocurre en un momento en que se vuelve cada vez más claro que muchas, si no todas, de las víctimas de las embarcaciones hundidas eran pescadores acusados sin ninguna prueba por el Pentágono de narcotráfico.
El New York Times informó que la primera embarcación destruida el 1 de septiembre (ataque que Trump celebró públicamente en redes sociales al día siguiente) transportaba personas de la Península de Paria, en el estado de Sucre. Julie Turkewitz, corresponsal regional del Times, entrevistó a una viuda de uno de los pasajeros muertos, quien relató: “Mi esposo era pescador, tenía cuatro hijos, salió un día a trabajar y nunca volvió”.
Otros periodistas han señalado que este tramo de costa caribeña es no solo un corredor de cocaína, sino también de migrantes, víctimas de trata de personas y contrabando de gasolina subsidiada por el gobierno. Fuentes locales, reporteros independientes y familiares de las víctimas han señalado la ausencia total de pruebas que vinculen a los muertos con el narcotráfico organizado, y han calificado ampliamente el hundimiento de sus embarcaciones como actos de asesinato.
La falta de identificación forense y la posterior detención de otras tripulaciones pesqueras por parte de las fuerzas navales estadounidenses han provocado indignación nacional en Venezuela y alarma en la vecina Colombia. La ONU y múltiples organizaciones de derechos humanos han condenado los ataques estadounidenses como “ejecuciones extrajudiciales”, exigiendo rendición de cuentas y el fin de la campaña.
Vecinos y familiares de las víctimas les rindieron homenaje abiertamente en redes sociales. El medio venezolano El Pitazo concluyó a partir de estas publicaciones que ocho de las víctimas eran de Unare y tres de Güiria. Muchos de los comentarios muchos sociales indican claramente que las víctimas eran pescadores, aunque algunos supuestos vecinos sostienen que posiblemente trabajaban por necesidad con algún tipo de contrabandistas.
Durante una asamblea sin precedentes de cientos de generales y almirantes cerca de Washington el martes, Trump se jactó de la destrucción de embarcaciones desarmadas en el Caribe como precedente de la violencia homicida que espera del ejército. “Si intentas envenenar a nuestra gente, te borraremos de la existencia”, declaró.
Ese mismo día, Trump expresó su disposición a “ver muy seriamente el tema de los carteles que vienen por tierra”, reflejo de nuevos planes para atacar territorio venezolano más allá del despliegue marítimo. El New York Times informó el lunes que el ejército estadounidense ha preparado planes para atacar dentro de Venezuela.
Ocho buques de guerra y un submarino de propulsión nuclear están actualmente estacionados en el sur del Caribe, con unos 4.500 infantes de marina y marineros, complementados por cazas F-35 y drones MQ-9 con base en Puerto Rico.
En contradicción con la retórica de “salvar vidas estadounidenses de los cárteles de la droga”, datos del propio gobierno y análisis independientes confirman que el fentanilo—la principal causa de muertes por sobredosis en EE.UU.—ni se produce ni se transporta por Venezuela. Solo una pequeña fracción de la cocaína pasa por Venezuela, un hecho reconocido tanto por el Departamento de Estado como por la DEA.
En primera instancia, estos ataques y el despliegue apuntan a provocar la caída del presidente venezolano Nicolás Maduro, quien ha sido acusado por Estados Unidos de liderar el inexistente “Cartel de los Soles”.
Entrevistas e investigaciones del New York Times revelan que las fuerzas opositoras encabezadas por la política ultraderechista María Corina Machado y su círculo se están coordinando abiertamente con el gobierno de Trump para preparar planes post golpe de Estado. El asesor de Machado, Pedro Urruchurtu, se jactó ante el Times de un plan de transición de “100 horas” que involucra a “aliados internacionales, especialmente Estados Unidos”.
Edmundo González—sustituto de Machado tras su inhabilitación en las elecciones del año pasado— presumiblemente está preparado para asumir el poder. Los planes incluirían una “estabilidad garantizada”, una frase que enmascara amenazas de purgas y violencia contra los simpatizantes del gobierno actual y toda oposición desde abajo.
Dentro del Pentágono, están en curso debates sobre una nueva estrategia de defensa nacional centrada en el territorio estadounidense y el hemisferio occidental, según revelaron recientemente informes del Military Times. “El Pentágono puede usar este enfoque hiperconcentrado en el hemisferio occidental para contrarrestar mejor la actividad maligna de China en América Latina”, declararon funcionarios, confirmando que la preparación para la guerra contra China sustenta la nueva estrategia.
Se invoca la interdicción de drogas como pretexto fraudulento para maniobras militares agresivas, similar al uso de “armas de destrucción masiva” en la guerra contra Irak. Un funcionario estadounidense admitió: “La estrategia sigue centrada en la defensa contra China… [y] los cárteles de droga conectados con China”, dejando en claro que la supuesta guerra contra el narco-terrorismo es ante todo una herramienta para la intervención imperialista.
La sombra de la guerra se extiende más allá. En Brasil, el gobierno de Lula está llevando a cabo el mayor ejercicio militar de la historia del país, del 3 al 9 de octubre, en la región amazónica fronteriza con Venezuela, con la participación de 10.000 tropas y armamento avanzado. Este despliegue sin precedentes, aunque presentando públicamente como ejercicio para la “estabilidad regional”, refleja claramente la creciente preocupación sobre una intervención estadounidense y el peligro de que la guerra se extienda a los países vecinos.
Maduro ha insinuado declarar un “estado de conmoción” como respuesta a la agresión estadounidense, lo que constituye una amenaza de utilizar el conflicto para reprimir la disidencia interna.
Un empresario venezolano citado por el Times describió con crudeza la situación: “Si matan a Maduro, convierten a Venezuela en Haití.” Por su parte, la vicepresidenta Delcy Rodríguez pidió al diario estadounidense la normalización de las relaciones con Washington, una señal de agotamiento y alarma ante la aplastante presión estadounidense y el riesgo de una inestabilidad catastrófica.
El presidente colombiano Gustavo Petro, cuyo gobierno fue descertificado el mes pasado por Washington como socio en la “guerra contra las drogas” debido a su oposición al despliegue militar estadounidense en el Caribe, respondió con la suspensión de las compras de armas a Estados Unidos.
La actual ola de asesinatos extrajudiciales, los provocadores despliegues militares y la abierta planificación de golpes de Estado a lo largo de América Latina avanzan de la mano con la declaración de guerra contra la clase trabajadora estadounidense en el país, y el despliegue de tropas en ciudades estadounidenses. Solo mediante la unidad internacional de los trabajadores en oposición al capitalismo, raíz de la dictadura fascista y la guerra, podrán defenderse las vidas, medios de subsistencia y derechos democráticos de los trabajadores en todo el continente americano.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 2 de octubre de 2025)