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En medio de una creciente guerra de drones con Ucrania, el Kremlin impone severos cortes de internet y telefonía móvil

Una pantalla de iPhone muestra una cuenta de Telegram de OVD-Info, un reconocido grupo de asistencia legal en Rusia que documenta arrestos políticos en Moscú, Rusia, sábado 25 de diciembre de 2021. [AP Photo/Alexander Zemlianichenko]

En el marco de una intensificación de la guerra cibernética y de drones con la Ucrania respaldada por la OTAN, el Kremlin ha ampliado significativamente sus esfuerzos para restringir el libre acceso a internet y cercenar los pocos derechos democráticos que nominalmente subsisten en Rusia.

Los cortes continuos de internet y de redes de telefonía móvil son ya una característica de la vida diaria en todo el país. Frecuentemente no funcionan los cajeros automáticos, los pagos con tarjeta ni las aplicaciones de taxis y transporte compartido. Las farmacias, especialmente en zonas provinciales, han reportado grandes dificultades para obtener medicamentos. Viktoria Presnyakova, presidenta de la Asociación de Farmacias Independientes, explicó a Associated Press que las recetas deben registrarse en un software especial, lo cual es imposible sin acceso a internet durante semanas. Los servicios de telefonía móvil también se ven interrumpidos por días o incluso semanas, en especial —aunque no exclusivamente— en regiones fronterizas con Ucrania, como Bélgorod, que son blanco habitual de ataques con drones.

Debido a la gravedad de las interrupciones sociales y económicas, el periódico Nezavisimaya Gazeta llamó recientemente a establecer “un mecanismo especial de respaldo para el acceso a internet —un sistema que permita que los servicios digitales clave sigan operando cuando se interrumpan las comunicaciones”. El Kremlin ya ha creado un sistema en el que ciertos sitios web presentes en una “lista blanca” pueden funcionar, mientras que se apaga el resto de internet. Esta “lista blanca”, según Nezavisimaya Gazeta, incluye “redes sociales nacionales, grandes portales de correo y noticias, los servicios del ecosistema Yandex, mercados en línea (Ozon, Wildberries, Avito) y servicios de alojamiento de video, así como los recursos gubernamentales como el portal Gosuslugi, sitios web del gobierno y el sitio web del presidente. Los usuarios aún pueden comunicarse, recibir noticias, hacer compras y utilizar servicios financieros básicos, pero solo dentro de la lista aprobada. Todos los demás recursos, incluidas las plataformas extranjeras y mensajeros, estarán inaccesibles”.

El diario progubernamental Izvestia informó que el gobierno planea ahora crear una agencia para coordinar los cortes de internet.

Estos cortes están vinculados con la intensificación de la guerra de drones con Ucrania y, en parte, buscan anticipar posibles intentos de la OTAN y Ucrania de usar las telecomunicaciones para lanzar ataques. Los primeros grandes cortes de internet se reportaron en Moscú en mayo, durante las celebraciones de la victoria soviética sobre los nazis en la Segunda Guerra Mundial. Un punto de inflexión importante fue la “ Operación Telaraña” de la OTAN y Ucrania a inicios de junio, cuando drones ucranianos lanzados desde camiones atacaron bases aéreas en pleno territorio ruso. Sarkis Darbinyan, fundador del grupo ruso por la libertad en internet Roskomsvoboda, dijo a Associated Press: “Se asustaron mucho porque ahora los drones pueden aparecer, como un diablo en una caja, en cualquier región rusa”.

Esto es exactamente lo que está ocurriendo ahora. Aunque los medios occidentales pro-OTAN casi no informan al respecto, Ucrania lanza actualmente ataques diarios con drones sobre territorio ruso, apuntando contra infraestructuras tanto civiles como militares. El Kremlin informa de la interceptación de decenas de drones cada noche, incluso en regiones alejadas del frente. Debido a los ataques masivos con drones, los aeropuertos en todo el país se ven obligados con frecuencia a cancelar vuelos. Los mayores aeropuertos de San Petersburgo y Moscú han sufrido varios cierres importantes desde julio.

Pero el Kremlin también está aprovechando claramente la escalada de la guerra cibernética y con drones como pretexto para intensificar sus esfuerzos por impedir que los trabajadores rusos accedan a información y se conecten con sus hermanos de clase a nivel internacional. Los planes para un internet ruso cerrado han estado en preparación desde hace muchos años, previos incluso a la guerra, y el Kremlin ha impuesto desde hace tiempo algunas de las leyes de censura más amplias, así como medidas para eliminar la capacidad de los usuarios de esconder sus direcciones IP mediante el uso de redes privadas virtuales (VPN).

Desde el comienzo de la guerra, la mayoría de las redes sociales y plataformas extranjeras, incluidas las de Meta y Twitter (X), han sido prohibidas. WhatsApp, una aplicación muy usada por los rusos —particularmente para comunicarse con familiares y amigos en el extranjero— sigue funcionando, pero sus funciones de llamada por voz y mensajería han sido gravemente restringidas. El 1 de septiembre entró en vigor una serie de leyes que complican aún más e incluso criminalizan el uso de redes privadas virtuales (VPN).

Estas leyes de censura forman parte de una ofensiva más amplia contra los derechos democráticos. El 29 de septiembre, el presidente ruso Vladimir Putin firmó una ley para la retirada de Rusia del Convenio Europeo de Derechos Humanos.

Un simpatizante ruso del World Socialist Web Site comentó:

Aunque aún no se conoce el alcance total de esta medida, hay temor de que se endurezcan las condiciones para los prisioneros y sospechosos, y que se empiece a usar la tortura activamente en el futuro. Rusia no tiene normas jurídicas claras para combatir la tortura. La normalización de la tortura se ha desarrollado plenamente desde el inicio de la guerra en Ucrania. Este proceso se aceleró con la tragedia del Crocus City Hall (marzo de 2024), cuando los responsables fueron torturados públicamente, lo que normalizó la violencia contra sospechosos (cuya culpabilidad aún no había sido probada en ese momento), sin mencionar que la tortura no puede ser utilizada contra ningún criminal, independientemente del delito. El problema de la tortura en Rusia tiene una larga historia: desde la época zarista, pasando por la burocracia estalinista con su genocidio político. El régimen de Putin planea recurrir una vez más a las armas de los zares y de los mafiosos en un intento de evitar rendir cuentas por sus políticas desastrosas.

La creciente ofensiva contra los derechos democráticos se produce mientras la OTAN, y en particular las potencias imperialistas europeas, intensifican su presión sobre Rusia. En estas condiciones, crece el llamado dentro de la oligarquía para que el Kremlin responda con mayor agresividad militar y redoble sus esfuerzos por subordinar toda la sociedad al esfuerzo bélico.

Serguéi Karagánov, un influyente analista de política exterior, declaró recientemente en una mesa redonda organizada por el círculo de reflexión afín al Kremlin “Rusia en Asuntos Globales”:

Nuestra estrategia estatal y político-militar necesita aumentar drásticamente el papel de la disuasión nuclear. Nos hemos relajado, y el resto del mundo también; el mundo ha dejado de temer a la guerra. Y hemos permitido que ocurra algo completamente inimaginable: se ha apoderado del mundo un sentimiento de impunidad, especialmente en Occidente. Por lo tanto, debemos aumentar drásticamente nuestro énfasis en la disuasión nuclear, comenzar a subir la escalera de la escalada, comenzando con ataques con armas convencionales y luego, si hay respuesta, incluso con armas nucleares, contra nuestros oponentes en Europa.

Y agregó:

Si no los derrotamos decisivamente ahora y los ponemos en su lugar, les aseguro que en dos o tres años, cuando se agote el capital humano de Ucrania, vendrán oleadas de mercenarios de los países pobres de Europa Central y Oriental. Para los europeos y, hasta cierto punto, los estadounidenses, esto no representa un gran gasto. Por eso, debemos terminar esta guerra lo más rápido posible.

Karagánov también hizo énfasis en la necesidad de una “reeducación” fundamental de la población en valores patrióticos y cristianos. En una diatriba nacionalista ruso-ultraderechista, afirmó que Rusia estaba destinada a desempeñar el papel de “salvadora de la civilización”, que debía “salvar a la humanidad” de una Tercera Guerra Mundial, pero que antes debía salvarse a sí misma y establecer su hegemonía en Eurasia del Norte.

Detrás de las peroratas nacionalistas de Karagánov y de los ataques a los derechos democráticos no hay ningún intento de “salvar” a la humanidad, y mucho menos a la clase obrera rusa, del imperialismo. La oligarquía rusa —que surgió con la reacción estalinista contra la revolución socialista de 1917 y la destrucción de la Unión Soviética por parte de la burocracia— utiliza esta retórica y estas medidas para ocultar y proteger sus propios intereses sociales reaccionarios. El régimen de Putin lanzó la invasión de Ucrania en beneficio de esa oligarquía, tras años de provocaciones del imperialismo, en un intento desesperado de lograr un acuerdo negociado con las potencias imperialistas que protegiera sus intereses de clase en la región y su “derecho” a explotar a la clase obrera.

Significativamente, a pesar de las amplias sanciones de las potencias imperialistas desde 2022, los oligarcas rusos continuaron incrementando sus fortunas en medio de esta guerra fratricida en Ucrania que ya ha cobrado cientos de miles de vidas. Según Forbes, entre 2024 y 2025, los individuos más ricos de Rusia acumularon 20.000 millones de dólares adicionales, elevando su fortuna total a un nuevo récord de 625.500 millones de dólares.

La mayor preocupación del Kremlin es el desarrollo de un movimiento unificado de la clase obrera rusa y ucraniana contra el imperialismo y el dominio de la oligarquía capitalista. Para los trabajadores, la alternativa es, por un lado, un futuro determinado por los intereses de la oligarquía y del imperialismo, lo que significa guerras interminables y la amenaza de aniquilación nuclear; o, por el otro lado, un retorno al camino de la Revolución de Octubre de 1917, de la lucha de clase internacional y de la revolución socialista.

(Artículo originalmente publicado en inglés el 3 de octubre de 2025)

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