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Trabajadores de la salud de Kaiser vinculan la próxima huelga nacional a la lucha contra Trump

Trabajadores de Kaiser: cuéntennos por qué luchan en la huelga de este mes llenando el siguiente formulario. Todas las respuestas se mantendrán en el anonimato.

Trabajadores de salud mental protestan frente al hospital Kaiser Permanente de Anaheim en el área de Los Ángeles, el lunes 21 de octubre de 2024.

El 14 de octubre está programado el inicio de una huelga de cinco días con la participación de 46.000 trabajadores de Kaiser Permanente. Se trata de una de las mayores huelgas en la historia del sector salud en EE.UU., y se desarrolla en el contexto de un ataque sin precedentes a los derechos democráticos por parte del gobierno fascistizante de Trump.

El paro, convocado por la Alianza de Sindicatos de Atención Médica (AHCU, por sus siglas en inglés), se concentra en las principales instalaciones de California y la costa oeste, con miles de trabajadoras y trabajadores uniéndose en Hawái.

Esta huelga no es simplemente una disputa contractual sobre salarios o niveles de personal. Es una confrontación política con la oligarquía corporativa que está destruyendo la salud pública. El 97 por ciento de aprobación al voto de autorización de huelga el mes pasado fue una señal inequívoca de que las y los trabajadores del sector salud han llegado al límite de su resistencia.

“El mínimo de enfermeras para la mayor cantidad de trabajo”

Kaiser Permanente, con su vasta red verticalmente integrada de hospitales, planes de seguro y grupos médicos, representa la financiarización de la salud en Estados Unidos. Actúa como aseguradora y prestadora de servicios, extrayendo ganancias en cada eslabón de la cadena, todo mientras utiliza el lenguaje de “sin fines de lucro”, invocando la comunidad y la compasión. Mientras tanto, obliga a enfermeras a trabajar durante sus comidas y en condiciones de agotamiento, mientras sus ejecutivos reciben millones en compensación.

Jane, una enfermera de obstetricia en Kaiser West Los Angeles, describió condiciones que exponen la fachada de “sin fines de lucro” de Kaiser: “Kaiser usa la menor cantidad de enfermeras para hacer la mayor cantidad de trabajo”, dijo. “A veces ni siquiera tenemos tiempo para almorzar. Nos pagan por las comidas perdidas, pero preferimos tener ese descanso. Estamos completamente agotadas. Y aunque trabajamos sin parar, no podemos pagar ni la mitad de una casa en esta ciudad —y al final del año todavía nos cobran impuestos”.

“Los sindicatos duermen con la gerencia”

Las condiciones en Kaiser son resultado de la connivencia entre la gerencia y la burocracia sindical. En 2021, en el pico de la pandemia, la AHCU canceló una huelga en el último minuto para imponer un acuerdo con disposiciones irrisorias sobre dotación de personal, del tipo que se ignoran rutinariamente en hospitales de todo el país.

No cabe duda de que hoy intentan hacer lo mismo. Las y los trabajadores deben organizar comités de base para dotarse de los medios para hacer valer sus decisiones mediante la acción independiente.

Georgia, una enfermera de atención domiciliaria en Kaiser, expresó un sentimiento generalizado: “A Kaiser no le importa la gente porque todo es por las ganancias —y los sindicatos están durmiendo con la gerencia”.

Cuando se enteró de que el sindicato inicialmente pidió un aumento del 31 por ciento en cuatro años, y luego lo redujo al 27 por ciento, mientras que la oferta actual es del 20 por ciento, quedó asombrada. “Pensé que estaban pidiendo el 35 por ciento. Eso no habría sido exagerado”.

Sus palabras revelan el abismo entre las aspiraciones de la base y la corrupta burocracia sindical satisfecha consigo misma. “Está bien hacer huelga”, dijo, “pero en esta economía, la gente tiene familias y bocas que alimentar. Y el sindicato ni siquiera da paga de huelga, mientras sus dirigentes ganan seis cifras. Es un robo. Debo mil dólares en cuotas y ni siquiera puedo pagarlos todos de una vez”.

La AHCU presume una y otra vez de su “alianza histórica” con la empresa y de cómo “trabajamos en colaboración con la gerencia todos los días”. La Alianza, junto con la organización rival Coalición de Sindicatos de Kaiser Permanente (CPKU), participa en esquemas conjuntos como la Asociación de Gestión Laboral, cuyo objetivo explícito es bloquear huelgas.

En reuniones internas realizadas el mes pasado, ejecutivos de recursos humanos y relaciones laborales reafirmaron el “largo y positivo historial” de cooperación entre trabajo y gerencia y expresaron “confianza en que se llegará a un acuerdo sin huelga”.

“Los pacientes inmigrantes tienen miedo de ir al hospital”

La huelga está por llevarse a cabo mientras la Gestapo migratoria de Trump arrasa el país. Iris, una enfermera de obstetricia que también trabaja en el Hospital del Condado de Los Ángeles, describió el terror que ahora agobia a pacientes inmigrantes. “Las cosas se han puesto muy mal con las detenciones del ICE”, dijo. “La gente tiene miedo de ir al hospital. Una mamá dejó a su hijo con una nota explicando qué le pasaba, y luego se fue por temor a que el ICE estuviera ahí. Estamos viendo más abortos incompletos porque las mujeres intentan realizarlos solas y terminan ingresadas con complicaciones”.

Otra enfermera relató una experiencia que la perseguirá durante años. “El ICE trajo a un detenido. La persona nos pidió que contactáramos a su cónyuge para avisarle que estaba viva. Lloraba, aterrada de que su familia no supiera dónde estaba. Los agentes del ICE nos dijeron que estaríamos violando la ley si hacíamos esa llamada. La administración nos dijo que cediéramos a las exigencias del ICE. Yo soy una defensora acérrima de los pacientes, pero ante la presión combinada de las fuerzas federales y la gerencia, cedí—y no estoy segura de sentirme bien con eso”.

En Los Ángeles, los inmigrantes constituyen más del 56 por ciento del personal de salud; aproximadamente uno de cada cuatro enfermeros es filipino. En todo California, casi el 37 por ciento del personal registrado de enfermería son inmigrantes. La represión a inmigrantes es un ataque directo al núcleo de la fuerza laboral de la salud.

“Un futuro apocalíptico” para la salud

Muchos trabajadores de la salud han expresado su indignación ante el abierto desprecio de la administración Trump por la ciencia y su respaldo a conspiranoicos antivacunas como Robert F. Kennedy Jr., ahora al frente del Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS).

Una enfermera vocacional con licencia advirtió: “Es solo cuestión de tiempo para que empiece la pandemia de gripe aviar. Ahora tenemos una administración que quiere poner fin a todas las medidas de rastreo y control de enfermedades. Medicare y Medicaid están a punto de ser destruidos. Los hospitales no tendrán fondos ni para atender pacientes ni para pagar a su personal. Morirá una cantidad insana de gente—y todo será encubierto. Va a ser apocalíptico”.

Una enfermera de UCI con 25 años de experiencia dijo con amargura: “He descubierto cuán inútil e indigna soy en mi propio país. RFK Jr. y Trump acaban de confirmarlo. No somos multimillonarios—entonces no importamos. Aquí tienen sus ‘paneles de la muerte nazis’ con los que los republicanos nos vienen amenazando desde 2009 [cuando inventaron esa mentira para atacar el Obamacare]. Bienvenidos a la nueva Edad Dorada”.

Estas no son exageraciones. El Departamento de Salud y Servicios Humanos de la administración Trump ha presidido el desmantelamiento del sistema público de salud. La confianza pública en el HHS ha caído por debajo del 50 por ciento—una derrumbe de 20 puntos en la última década. El resultado es una nación donde la preparación ante pandemias, el rastreo de enfermedades, la investigación médica y la distribución de vacunas están subordinados al lucro privado y a la falsificación de la ciencia.

Kaiser y los burócratas sindicales contra las y los trabajadores

Mientras las y los trabajadores se preparan para la lucha, la maquinaria de la traición ya está en marcha. En la reunión interna de septiembre, el equipo Legal y de Relaciones Laborales Nacionales de Kaiser instruyó a los gerentes sobre su estrategia frente a la huelga. La presentación reveló un alto grado de coordinación entre la empresa y los sindicatos.

A los gerentes se les dijo que “mantuvieran la calma” y que “no reaccionaran exageradamente” ante las protestas, tratando los volantes y mítines como simples “tácticas de presión”. Se les aseguró que “se llegará a un acuerdo sin una huelga”. En caso de que “los trabajadores representados por la Alianza tengan inquietudes que quisieran ver abordadas durante la negociación”, se instruyó a los gerentes a “remitirlos a su sindicato local”. Detrás de ese tono calmado hay meses de preparación, incluyendo contratos con agencias para contratar personal sustituto; reprogramación de procedimientos electivos; expansión de redes de farmacias externas; y el establecimiento de “centros nacionales de comando” para coordinar operaciones durante la huelga.

Pese al contundente mandato de huelga, los sindicatos siguen en la mesa de negociación esta semana, señalando su intención de desactivar el movimiento antes del 14 de octubre.

La burocracia sindical explota el acto de la “autorización de huelga” solo como fachada de combatividad, mientras maniobra para impedir una verdadera huelga. La democracia ha quedado reducida a una formalidad vacía, mientras la voluntad de 46.000 trabajadores es ignorada por unos cuantos burócratas cuyos salarios de seis cifras dependen de su colaboración con la gerencia.

El camino a seguir: comités de base independientes

La lucha en Kaiser forma parte de una ola creciente de resistencia de clase —desde trabajadores automotrices y docentes hasta empleados de salud y logística— frente a condiciones de vida y trabajo intolerables y una crisis que avanza hacia la dictadura.

Esta lucha plantea cuestiones políticas fundamentales. La lucha por condiciones laborales dignas y por atención médica de calidad es inseparable de la lucha contra el fascismo, la guerra, el genocidio y el propio capitalismo.

Para triunfar, las y los trabajadores de Kaiser deben tomar el control de su lucha con sus propias manos. Esto significa formar comités de base independientes de la burocracia sindical, y vincularse con otros sectores obreros en distintas industrias y países. Estos comités deben luchar por ampliar la huelga hacia una huelga general y transformarla en un movimiento contra la dictadura.

La clase obrera no puede defender la salud dentro del marco del capitalismo. Todo el sistema de lucro debe ser reemplazado por una reorganización socialista de la salud, de propiedad pública, bajo control democrático y orientada a las necesidades humanas, no al enriquecimiento privado.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 08 de octubre de 2025)

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