Después de alcanzar máximos históricos durante este año, el precio del oro continúa su ascenso y ha superado ya los 4.000 dólares la onza, acumulando un aumento de más del 50 por ciento en lo que va del año, tras una subida del 12 por ciento solo en septiembre.
El repunte del precio del oro es señal de la creciente incertidumbre y dudas sobre la estabilidad del sistema monetario internacional basado en el dólar estadounidense como moneda global. Como señaló un artículo del Wall Street Journal, el precio del oro “ha subido este año más de lo que lo hizo durante algunas de las mayores crisis de Estados Unidos”, incluidas la recesión de 2007–2009 y el inicio de la pandemia.
En junio pasado, cuando el auge del oro se aceleraba y el metal se convirtió en el segundo activo de reserva más importante entre los bancos centrales después del dólar, superando al euro, un artículo en el Financial Times (FT) lo describió como el “refugio mundial frente a la incertidumbre” y señaló las implicaciones más amplias de su ascenso.
El FT escribió que el oro “ha tenido un regreso estruendoso, no solo entre los especuladores y los llamados fanáticos del oro que desconfían de las monedas fiduciarias, sino incluso entre los inversores más conservadores del mundo” y que, “en una era política febril, en la que se cuestionan muchas de las premisas fundamentales de la economía global, el oro se ha convertido una vez más en un ancla”.
En los cuatro meses transcurridos desde que se escribieron esas líneas, todos los procesos que allí se identificaron se han intensificado.
La “premisa fundamental” que no solo está siendo cuestionada sino cada vez más erosionada es la capacidad del Estado estadounidense y sus instituciones financieras para proporcionar una base estable al orden monetario internacional basado en el dólar como moneda fiduciaria, luego de que el presidente Nixon eliminara su respaldo en oro en agosto de 1971.
Aunque este proceso se ha acelerado bajo el segundo mandato de Trump, ya estaba en marcha mucho antes de su llegada a la Casa Blanca.
Ha sido alimentado por las crisis persistentes del sistema financiero estadounidense, expresadas de forma más aguda en la crisis financiera de 2008 y el congelamiento del mercado de bonos del Tesoro estadounidense en marzo de 2020, cuando, durante varios días, no se encontraron compradores para la deuda gubernamental estadounidense, supuestamente el activo financiero más seguro del mundo.
Un factor central detrás del reciente auge del oro ha sido la escalada de la deuda pública estadounidense. Actualmente supera los 37 billones de dólares. Durante más de una década, el crecimiento de la deuda—utilizada para financiar guerras, recortes fiscales para los ricos y las corporaciones, así como rescates gubernamentales—pudo avanzar casi desapercibido gracias a las tasas de interés ultra bajas mantenidas por la Reserva Federal.
Pero luego de que las tasas comenzaran a subir en 2022, los pagos de intereses se han convertido en una carga cada vez mayor para las finanzas del Estado, alcanzando casi 1 billón de dólares anuales y convirtiéndose en el mayor rubro del presupuesto estadounidense, incluso por encima del gasto militar.
Esto ha significado que el sistema monetario global se basa en la moneda del país más endeudado del mundo, cuya calificación crediticia ha sido degradada por las tres principales agencias de calificación y que necesita endeudarse solo para cubrir el pago de intereses de deudas pasadas.
Las políticas del gobierno de Trump están exacerbando aún más estas tensiones subyacentes dentro del sistema financiero global.
Un golpe importante llegó con los llamados “aranceles recíprocos” del 2 de abril, mediante los cuales el régimen de Trump puso fin a lo que quedaba del orden comercial internacional de la posguerra. Las medidas del “día de la liberación” provocaron una subida en los rendimientos del Tesoro y una caída en el valor del dólar, algo poco común.
Desde entonces, en el “acuerdo” comercial con Japón y las propuestas del régimen de Trump para Corea del Sur, los aranceles se han revelado como el mecanismo mediante el cual EE.UU. exige inversiones de cientos de miles de millones de dólares en su territorio bajo control directo de la administración.
Como parte de su impulso para establecer una dictadura personalista, combinado con los pasos para instaurar la ley marcial en ciudades importantes de EE.UU., Trump ha intentado tomar el control directo de la Reserva Federal. Esto ha desatado temores de que su independencia política será efectivamente eliminada, lo que ha generado preocupación en los mercados internacionales sobre la estabilidad financiera y ha impulsado aún más la tendencia hacia el oro como refugio seguro.
El auge más reciente ha sido estimulado por el cierre del gobierno estadounidense, impulsado por Trump como parte de una ofensiva para despedir a cientos de miles de empleados públicos y eliminar departamentos enteros del Estado.
Como señaló Mark Sobel, exfuncionario del Tesoro estadounidense y ahora presidente del think-tank OMFIF en Estados Unidos, al FT en junio: “El ascenso del oro refleja en parte la erosión por parte del gobierno de las condiciones que sostenían la dominancia del dólar”.
Sobel indicó que atacar instituciones como la Reserva Federal y los tribunales, mientras “se amenaza con incrementar masivamente la deuda y el déficit mediante la ‘gran y hermosa ley’, y se actúa como un socio poco fiable hacia nuestros aliados”, ha socavado el estatus del dólar.
Otros han ido aún más lejos en su análisis, describiendo la tendencia hacia el oro como un regreso “al futuro”. Cuando se iniciaba el repunte a mediados del año, Randy Smallwood, director general de una empresa metalúrgica, dijo al FT: “No me sorprendería que en 20 años, en un curso de economía, se discutiera sobre el experimento de 60 años desde 1970 a 2030 con las monedas fiduciarias, y cómo éste fracasó”.
En otro período histórico, comentarios como esos podrían haber sido desestimados como visiones propias de los “fanáticos del oro”. Hoy ya no es así.
Incluso antes de las últimas acciones de Trump, los bancos centrales ya estaban actuando. En cada uno de los últimos tres años, han comprado más de 1.000 toneladas de oro, alcanzando niveles récord. La mayoría de esas compras provienen de países no alineados con EE.UU., como China, India y Turquía. Pero la elevación del oro al segundo activo de reserva más importante indica que otros bancos centrales siguen el mismo camino.
Este cambio se está extendiendo al sector privado, con el movimiento de inversores hacia los fondos cotizados en bolsa respaldados en oro (ETFs). El Consejo Mundial del Oro informó que en septiembre se invirtieron 13.600 millones de dólares en estos fondos, elevando el total en lo que va del año a 60.000 millones de dólares, un récord.
La trascendencia de este giro fue reflejada en un análisis de Morgan Stanley. El parámetro tradicional para la asignación de activos de los inversores es 60 por ciento en acciones y 40 por ciento en bonos. Pero sugirió que la distribución debería ser de 60/20/20. Es decir, que el oro debería tener el mismo peso que los bonos.
Significativamente, tal es la incertidumbre en torno a la situación financiera y el endeudamiento de las principales economías mundiales—el caos impulsado por la deuda en Francia es un ejemplo clave—que la salida del dólar está siendo acompañada por una creciente desconfianza hacia otras monedas. Como dijo un analista de una firma de comercio de metales al FT: “La gente quiere tomar posiciones cortas frente al dólar, pero no está segura de qué otra divisa comprar—esa incertidumbre te lleva directo al oro”.
Y aunque el asunto del oro podría parecer simplemente un fenómeno de mercado—con inversores que intentan capitalizar la subida, otros que buscan una cobertura ante la incertidumbre, y la inquietud de los bancos centrales—el fondo del asunto es más profundo.
Todo el sistema monetario fiduciario que ha prevalecido durante los últimos 50 años o más—la base de funcionamiento del orden capitalista global—está comenzando a desmoronarse, y eso tendrá consecuencias económicas, financieras y políticas de gran envergadura.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 7 de octubre de 2025)