Hoy se cumple el décimo aniversario del atentado terrorista más sangriento en la historia moderna de Turquía: la masacre en la estación de trenes de Ankara, el 10 de octubre de 2015.
Ese día tendría lugar en Ankara una “Marcha por la Paz”, organizada por confederaciones sindicales y colegios profesionales, con la participación prevista del Partido Democrático de los Pueblos (HDP), de orientación nacionalista kurda, y numerosas organizaciones de izquierda.
Al menos 104 personas fueron asesinadas y cerca de 400 heridas cuando dos atacantes suicidas afiliados al Estado Islámico (EI o EISS o ISIS) se hicieron explotar en medio de la multitud reunida en la intersección frente a la estación de tren de Ankara, poco antes del inicio de la marcha. Tras la masacre, estallaron protestas furiosas en todo el país, señalando al gobierno como responsable.
Hande Arpat, directiva de la Asociación Médica Turca (TTB), y numerosos testigos informaron que inmediatamente después de las explosiones, la policía antidisturbios atacó a los presentes con gases lacrimógenos y cañones de agua. Arpat relató que “no solo entraron [los policías] al área, sino que también atacaron con gas pimienta a personal médico que atendía a heridos de gravedad, así como a los heridos y a los muertos, poniendo en riesgo la vida de las personas”.
El año pasado, diez miembros de EI fueron condenados a cadena perpetua por el atentado. Sin embargo, ningún funcionario cuya negligencia permitió la realización del ataque fue procesado ni presentó su renuncia.
La masacre fue parte de la expansión a Turquía de la guerra por un cambio de régimen en Siria, iniciada en 2011 por Washington y sus aliados en la región, incluido el propio Ankara. En la guerra por delegación contra el régimen del presidente sirio Bashar al-Ásad, Estados Unidos, los regímenes del Golfo y Turquía armaron, financiaron y dirigieron a fuerzas islamistas yihadistas.
La expansión del EI, surgido de estas fuerzas por encargo, hacia Irak y las regiones kurdas de Siria en 2014, generó riesgos para los intereses del imperialismo estadounidense. Las potencias imperialistas intervinieron entonces militarmente en Irak y Siria en nombre de una “coalición anti-EI”, mientras que las milicias nacionalistas kurdas lideradas por las Unidades de Protección Popular (YPG) se convirtieron en la principal fuerza de encargo en la guerra por el cambio de régimen en Siria.
Durante ese mismo período, el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) negociaba con el gobierno del presidente Recep Tayyip Erdoğan. La clase dominante turca vio el apoyo y armamento de las YPG —rama siria del PKK— por parte de los aliados de la OTAN como una amenaza existencial. Temían que cualquier avance hacia la autonomía o independencia kurda en Siria alentara aspiraciones similares entre los millones de kurdos que viven en Turquía.
Cuando Ankara giró bruscamente hacia el apoyo a milicias islamistas que buscaban aplastar a las YPG en Siria, las negociaciones con el PKK colapsaron en el verano de 2015. Turquía inició una política de represión contra las fuerzas kurdas tanto dentro del país como en Siria. El 12 de agosto, la Unión de Comunidades del Kurdistán (KCK), la organización paraguas que agrupa al PKK y al YPG, declaró: “No queda otra opción para el pueblo del Kurdistán más que la autoadministración”.
Posteriormente, se proclamaron “autoadministraciones” en numerosos distritos kurdos.
Mientras tanto, el HDP, liderado por Selahattin Demirtaş y Figen Yüksekdağ, logró un resultado histórico obteniendo el 13 por ciento de los votos (6 millones) en las elecciones generales del 7 de junio de 2015. Por primera vez desde 2002, el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) de Erdoğan perdió la mayoría necesaria para formar gobierno.
Semanas de negociaciones para una coalición entre Erdoğan y Kemal Kılıçdaroğlu, entonces líder del Partido Republicano del Pueblo (CHP), fracasaron. El ofrecimiento del HDP de apoyar una coalición entre el CHP y el fascitoide Partido de Acción Nacionalista (MHP), o de formar una coalición con el AKP, tampoco prosperó. El HDP se integró al “gobierno electoral” formado posteriormente, mientras el AKP recurría a una política de represión e intimidación contra el movimiento kurdo para consolidar el voto de cara a las elecciones anticipadas del 1 de noviembre .
El 20 de julio, 33 jóvenes miembros de la Federación de Asociaciones de la Juventud Socialista (SDGF) fueron asesinados en un atentado de EI en el distrito de Suruç, en Şanlıurfa, en la frontera con Siria. Las víctimas se preparaban para viajar a Kobané y colaborar en su reconstrucción tras haber sido atacada por EI.
Turquía se había convertido en un centro logístico desde el que los yihadistas cruzaban fácilmente la frontera y se organizaban en Siria como parte de la guerra para derrocar al régimen de Assad, respaldado por Rusia e Irán, y asegurar la hegemonía del imperialismo estadounidense en la región. Las propias familias de los miembros de EI que llevaron a cabo estas masacres confirmaron que operaban libremente en Turquía desde hacía años, bajo la vigilancia de los servicios de inteligencia, cruzando a Siria y regresando.
La policía publicó una lista de 21 posibles atacantes suicidas, entre los que figuraba Yunus Emre Alagöz, uno de los responsables del atentado de Ankara. Alagöz era hermano de Sheikh Abdurrahman Alagöz, autor de la masacre en Suruç.
Según informes de inteligencia, Tuncay Kaya—conocido como el experto en explosivos de EI—fue liberado once días antes del atentado del 10 de octubre. Era buscado como sospechoso de un “posible atentado” apenas unas horas después de las explosiones.
Dos días antes de la masacre, el Departamento de Inteligencia de la Dirección General de Seguridad de Turquía recibió información que indicaba que tres personas, entre ellas Yunus Emre Alagöz, podrían estar preparando un atentado. Pocas horas después de los estallidos, el departamento envió una carta clasificada como “Confidencial” a la Dirección Antiterrorista.
Según informó el diario Evrensel el 12 de abril de 2016, “A.A., uno de los jefes de la Dirección de Seguridad de Ankara cuyo testimonio figura en el expediente de investigación, acusó a la Organización Nacional de Inteligencia de Turquía (MİT), a las Fuerzas Armadas Turcas (TSK) y al Departamento de Inteligencia y Antiterrorismo de la Dirección General de Seguridad de no tomar precauciones”. A pesar de estas y otras acusaciones similares, se desestimaron los cargos contra las agencias de seguridad, y ningún funcionario público—mucho menos del gobierno—fue procesado.
El entonces primer ministro Ahmet Davutoğlu declaró descaradamente lo siguiente sobre los atacantes suicidas del ISIS: “Tenemos una lista, pero como no han actuado, no podemos hacer nada [contra ellos]”. Mientras tanto, cientos de políticos kurdos y periodistas fueron encarcelados bajo la excusa de “detención preventiva”.
Tras la ruptura de las negociaciones con el PKK, el gobierno turco encarceló a miles de dirigentes políticos y periodistas kurdos, incluidos los copresidentes del HDP y alcaldes electos. Miles de personas fueron asesinadas en operaciones militares en las provincias kurdas de Turquía, iniciadas en agosto de 2015 y que continuaron hasta marzo de 2016. El 24 de marzo de 2016, la Fundación de Derechos Humanos de Turquía informó que al menos 310 civiles habían sido asesinados durante dichas operaciones. La guerra civil urbana forzó el desplazamiento de cientos de miles de personas.
Mientras tanto, crecientes tensiones entre Ankara y Washington sobre Siria y la cuestión kurda, así como la política de Erdoğan de maniobrar entre Estados Unidos–OTAN y Rusia–China, desembocaron en un intento de golpe de Estado respaldado por la OTAN el 15 de julio de 2016. Tras sobrevivir al golpe, Erdoğan intensificó su ofensiva contra el movimiento kurdo dentro de Siria.
A partir de agosto de 2016, las Fuerzas Armadas Turcas (TSK) llevaron a cabo numerosas operaciones militares contra las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF), cuyo núcleo está constituido por las YPG, y ocuparon una franja del norte de Siria que incluye ciudades como Jarablus, Afrin, Ras al-Ayn y Tell Abyad, para impedir la formación de una región unificada bajo control kurdo.
Hoy en día, Ankara y el PKK vuelven a negociar. Como hace diez años, estas conversaciones están en consonancia con, y subordinadas a, la redivisión imperialista de Oriente Próximo liderada por el imperialismo estadounidense. Además, las tensiones que interrumpieron las negociaciones de 2015 y desataron una nueva guerra civil se han intensificado. Paralelamente, se intensifica la agresión imperialista y sionista en la región, desde el genocidio en Gaza hasta los ataques militares contra Irán y sus aliados, y el cambio de régimen en Siria.
El acuerdo Ankara–PKK, aprobado por Estados Unidos en el marco de su alianza antiiraní, apunta también contra la creciente influencia de Israel en Siria y la región.
Todo el proceso, disfrazado detrás de las consignas de “paz y democracia”, es una preparación para guerras más generalizadas, y puede colapsar internamente en cualquier momento.
La ofensiva del estado sionista—punta de lanza de los planes de “nuevo Medio Oriente” de EE. UU.—y la toma del poder por parte del grupo afiliado a al Qaeda Hayat Tahrir al-Sham (HTS) en diciembre de 2024, que derrocó al régimen de Assad, han profundizado el conflicto e intensificado la lucha por la influencia en Siria.
El reciente resurgimiento de los enfrentamientos entre las SDF y las fuerzas del régimen de HTS no solo demuestra el peligro de una nueva guerra civil en Siria, sino que también resalta la fragilidad de las negociaciones entre el PKK y Ankara.
La única forma de impedir atrocidades como la masacre de Ankara —perpetrada como parte de la redivisión imperialista del Medio Oriente—, poner fin al genocidio en Gaza y asegurar una paz duradera en toda la región es construir un movimiento socialista e internacionalista contra la guerra en la clase obrera en Oriente Próximo y a escala mundial, por el establecimiento de una Federación Socialista del Medio Oriente, en lugar de los Estados nación reaccionarios al servicio de intereses capitalistas-imperialistas.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 10 de octubre de 2025)