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Perspectiva

La hoja de ruta de la defensa europea 2030 prepara la dictadura y guerra mundial

Un misil de ataque terrestre Tomahawk lanzado de un crucero para misiles guiados USS Cape St. George (CG 71), en operación del mar Mediterráneo, 23 de marzo de 2003 [AP Photo/Intelligence Specialist 1st Kenneth Moll/U.S. Navy ]

Los acontecimientos de los últimos días marcan una nueva etapa en la escalada militar imperialista contra Rusia y los preparativos para una tercera guerra mundial. Las reuniones del Consejo Europeo en Bruselas el jueves y la llamada “Coalición de los dispuestos” en Londres el viernes no fueron reuniones diplomáticas ordinarias, sino cumbres de guerra. Juntos aprobaron nuevas sanciones, más ayuda militar a Ucrania y “La hoja de ruta de preparación para la defensa 2030” que establece un plan quinquenal para la militarización de todo el continente.

Al mismo tiempo, Washington intensificó su participación directa. El Gobierno de Trump levantó las restricciones clave sobre el uso por parte de Ucrania de misiles de largo alcance suministrados por occidente, lo que permitió a Kiev atacar en el interior del territorio ruso. El martes, Ucrania utilizó un misil de crucero Storm Shadow suministrado por los británicos para atacar una planta en Bryansk que produce explosivos y combustible para cohetes. El Estado mayor ucraniano celebró el “éxito”. Tales operaciones corren el riesgo de desencadenar una confrontación abierta entre las potencias de la OTAN y Rusia, que podría convertirse rápidamente en un conflicto nuclear.

Estados Unidos y sus aliados europeos están intensificando deliberadamente el conflicto. Tanto Washington como Londres anunciaron nuevas sanciones contra los mayores productores de petróleo y gas de Rusia, Rosneft y Lukoil, mientras que la Unión Europea acordó intensificar su propia guerra económica. La cumbre de Bruselas decidió ampliar las prohibiciones de exportación de productos de doble uso, restringir el acceso de Rusia a los mercados de capitales europeos, prohibir la entrada de 117 buques de la “flota en la sombra” rusa en los puertos de la UE e imponer nuevos límites de viaje y financieros a los diplomáticos rusos. Para 2027, la importación de gas natural licuado (GNL) ruso estará completamente prohibida, un año antes de lo previsto anteriormente.

Aún más provocativo es el plan de la UE de confiscar y reutilizar los activos congelados del banco central ruso para financiar armas para Ucrania. Aunque Bélgica planteó objeciones legales, el Consejo Europeo instruyó a la Comisión para que “presente una propuesta lo antes posible”. Esto constituye nada menos que un acto de robo internacional, una expropiación imperialista que señala a todas las naciones del mundo que sus reservas no son seguras si entran en conflicto con los intereses occidentales.

La declaración del Consejo Europeo sobre Ucrania se jacta de que la UE ya ha proporcionado € 177.5 mil millones desde 2022 y “se compromete a satisfacer las necesidades financieras urgentes de Ucrania para 2026–2027, incluso para sus esfuerzos militares y de defensa”. Cientos de miles de millones más seguirán.

El documento llamado “La hoja de ruta de preparación para la defensa 2030” presentada junto con la cumbre, deja absolutamente claro para qué sirve este dinero. Inicia con la declaración:

“La preparación para la defensa implica desarrollar y adquirir las capacidades necesarias para la guerra moderna. Significa garantizar que Europa tenga una base industrial de defensa que le otorgue una ventaja estratégica y la independencia necesaria. Y significa estar listo para ofrecer innovación de vanguardia y una producción rápida y masiva en momentos críticos”.

Este es un plan para una economía de guerra europea: una movilización coordinada de la industria, las finanzas y la tecnología para el armamento masivo. “La necesidad de acelerar los esfuerzos”, afirma la hoja de ruta, “refleja los crecientes peligros de hoy”.

Rusia está siendo identificada como el principal enemigo y calificada como una “amenaza persistente para la seguridad europea en el futuro previsible”, pero el alcance del documento es global:

“La preparación de Europa debe estar arraigada en el contexto global más amplio con un enfoque de 360°... No podemos estar ciegos ante las amenazas de otras partes del mundo, desde Gaza y Oriente Próximo hasta varios conflictos latentes o abiertos en África, desde el aumento de las tensiones en Asia-Pacífico y el Ártico”.

En otras palabras, la UE se está preparando para una guerra mundial para perseguir sus intereses económicos y geoestratégicos independientemente de los EE.UU. Señala explícitamente que “los aliados y socios tradicionales están cambiando su enfoque a otras regiones del mundo” y concluye que “la postura y las capacidades de defensa de Europa deben... estar listas para los campos de batalla del mañana, en línea con la naturaleza cambiante de la guerra”.

La hoja de ruta establece objetivos cuantitativos que rivalizan con los programas de rearme de la década de 1930. Celebra el aumento del gasto de defensa europeo de €218 mil millones en 2021 a €392 mil millones en 2025 y pide una mayor aceleración. En el marco de la agenda “ReArm Europe”, se movilizarán hasta €800 mil millones para armamentos a través de nuevos mecanismos de financiación, como el instrumento SAFE. Los compromisos asumidos en la cumbre de la OTAN de junio para alcanzar un objetivo de gasto en defensa del 3,5 por ciento del PIB para 2035 requerirán al menos €288 mil millones adicionales al año.

Estas sumas astronómicas solo pueden financiarse a través de una austeridad brutal, la destrucción de los programas sociales y el saqueo de los fondos públicos. “La preparación para la defensa”, explica el documento, requiere no solo dinero y armas, sino la reorganización de todo el continente para la guerra. En la sección “Hacia una zona de movilidad militar de toda la UE”, propone:

“Para finales de 2027 se establecerá un área de movilidad militar en toda la UE, con normas y procedimientos armonizados y una red de corredores terrestres, aeropuertos, puertos marítimos y elementos de apoyo que garanticen el transporte sin obstáculos de tropas y equipo militar en toda la Unión, en estrecha coordinación con la OTAN”.

El objetivo es transformar Europa en un solo campo de batalla: una zona logística integrada donde las tropas y los blindados puedan moverse libremente desde el Báltico hasta el mar Negro. La infraestructura civil se está subordinando a las necesidades militares. Ejercicios como Tormenta Roja Bravo en Hamburgo, que practicó el movimiento de decenas de miles de tropas de la OTAN y el despliegue de soldados contra manifestantes antibélicos, ya anticipan la dimensión doméstica de esta militarización: la supresión de la oposición interna.

Alemania está a la vanguardia de esta transformación. Con el apoyo de Los Verdes y el p artido La Izquierda, la coalición gobernante ha creado un marco de rearme de un billón de euros. El presupuesto de defensa de 2025 asciende a €86.500 millones, más que en cualquier momento desde el final de la Segunda Guerra Mundial, y se espera que aumente a más de €150.000 millones para 2029, aproximadamente el 3,5 por ciento del PIB. Si se incluyen los gastos de “preparación militar” de infraestructura, el gasto total relacionado con la guerra alcanzará el 5 por ciento del PIB, alrededor de €215 mil millones anuales.

Se están creando decenas de miles de nuevos puestos militares y civiles y se restablecerá el servicio militar obligatorio. Miles de millones están fluyendo hacia la producción de aviones de combate, helicópteros de transporte, nuevos tanques, vehículos blindados, buques de guerra, drones, sistemas de misiles e incluso un comando espacial dedicado. El canciller Friedrich Merz ha declarado abiertamente su objetivo de hacer de Alemania el “ejército convencional más fuerte de Europa”.

Estas políticas recuerdan los preparativos del imperialismo alemán en la década de 1930, cuando el impulso hacia el rearme y el poder mundial requería la instalación de un régimen fascista, la destrucción de los derechos democráticos y la supresión de la clase trabajadora. La misma lógica se está manifestando de nuevo. En toda Europa, las élites gobernantes están cultivando fuerzas fascistas—Farage en Reino Unido, Le Pen en Francia, Meloni en Italia y AfD en Alemania— para reprimir la ira social y prepararse para la guerra.

Las tendencias objetivas son inconfundibles. La integración de la UE, la OTAN y la industria armamentística en un aparato de guerra unificado va de la mano con el giro hacia un Gobierno autoritario. El asalto a los derechos democráticos, la criminalización de las protestas contra el genocidio de Gaza y la militarización de las fuerzas policiales reflejan el miedo de la clase dominante a la oposición masiva.

Las mismas contradicciones que llevan al imperialismo a la guerra, sobre todo la profunda crisis del sistema capitalista, también producen las condiciones para la agitación revolucionaria. La vasta reasignación de la riqueza para financiar el rearme, la destrucción de los niveles de vida y el peligro cada vez mayor de la aniquilación nuclear provocarán resistencia en toda la clase trabajadora. En los Estados Unidos, más de 7 millones de personas se unieron a las protestas “Sin Reyes” contra las políticas fascistas de Trump el 18 de octubre. En Europa, han estallado huelgas y manifestaciones, entre otros lugares de Grecia, Bélgica, Italia, los Países Bajos y Francia, contra la austeridad y el militarismo. Estos son signos de un resurgimiento global explosivo de la lucha de clases.

Pero la oposición espontánea no es suficiente. Debe estar armada con un programa político consciente que conecte la lucha contra la guerra y la dictadura con la lucha contra su causa fundamental: el propio sistema capitalista. El Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI) en su declaración de 2016 El socialismo y la lucha contra la guerra ” expuso los principios que ahora adquieren una urgencia ardiente:

  • La lucha contra la guerra debe basarse en la clase obrera, la gran fuerza revolucionaria de la sociedad, uniendo detrás de ella a todos los elementos progresistas de la población.
  • El nuevo movimiento contra la guerra debe ser anticapitalista y socialista, ya que no puede haber una lucha seria contra la guerra excepto en la lucha por poner fin a la dictadura del capital financiero y poner fin al sistema económico que es la causa fundamental del militarismo y la guerra.
  • Por lo tanto, el nuevo movimiento contra la guerra debe ser total e inequívocamente independiente y hostil a todos los partidos políticos y organizaciones de la clase capitalista.
  • El nuevo movimiento contra la guerra debe, sobre todo, ser internacional, movilizando el vasto poder de la clase trabajadora en una lucha global unificada contra el imperialismo.

La tarea que enfrentan los trabajadores, los jóvenes y los intelectuales en toda Europa e internacionalmente es clara: construir comités de base independientes en cada lugar de trabajo y vecindario, vincular sus luchas a través de las fronteras y desarrollar un liderazgo revolucionario consciente en la lucha por el socialismo: los Partidos Socialistas por la Igualdad como secciones del CICI. La humanidad solo puede evitar la catástrofe de la guerra mundial derrocando el sistema capitalista y reemplazándolo con los Estados Unidos Socialistas de Europa como parte de una federación mundial socialista, donde los recursos del planeta se utilizan de manera racional y democrática para las necesidades humanas, no para fines de lucro.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 25 de octubre de 2025)

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