Español

El falso postureo pacificador de Trump en Asia

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, aterrizó en Malasia el domingo para iniciar una gira por Asia—la primera desde que comenzó su segundo mandato en enero. Aunque su presencia se justificó formalmente por su participación en una cumbre de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), la escala de un día tuvo como objetivo principal presentarse como pacificador en los enfrentamientos fronterizos entre Tailandia y Camboya y formalizar acuerdos comerciales punitivos con miembros de la ASEAN.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se dirige a una sesión de trabajo de la cumbre de la ASEAN en Kuala Lumpur, domingo 26 de octubre de 2025. [AP Photo/Mark Schiefelbein]

Los enfrentamientos entre Tailandia y Camboya estallaron en julio, y según las autoridades tailandesas, fueron provocados por dos incidentes con minas terrestres que hirieron a soldados. Los combates se extendieron a lo largo de cientos de kilómetros de frontera disputada, involucrando tanques, artillería y cohetes, en la lucha más feroz desde 2011. Al menos 40 personas, incluidos civiles, murieron durante los cinco días de conflicto y alrededor de 300.000 civiles huyeron de las zonas fronterizas.

Mientras Malasia—actual presidenta de la ASEAN—intermediaba negociaciones hacia un alto al fuego, Trump irrumpió con amenazas económicas y advirtió que suspendería las negociaciones comerciales con ambos países a menos que cesaran los enfrentamientos. Ambos países, que dependen enormemente de sus exportaciones a Estados Unidos, enfrentaban aranceles generalizados masivos. Mientras Trump acaparaba la atención, China—que mantiene estrechas relaciones con Camboya—sostenía conversaciones con el primer ministro camboyano Hun Manet y el entonces primer ministro interino tailandés, Phumtham Wechayachai.

Tan pronto como se anunció la tregua, Trump reclamó inmediatamente el mérito, declarando absurdamente en redes sociales: “¡Estoy orgulloso de ser el Presidente de la PAZ!” El precio de su presencia en Malasia el domingo fue claramente un acto televisado junto a los primeros ministros de Tailandia, Camboya y Malasia, firmando una versión actualizada del acuerdo de tregua en medio de gran fanfarria.

Ese mismo día, cientos de personas protestaron en la capital malaya, Kuala Lumpur, contra la presencia de Trump y el respaldo del imperialismo estadounidense al genocidio israelí en Gaza. Como expresó un manifestante a Al Jazeera: “Las personas con conciencia saben que Trump es un facilitador del genocidio. Sin él, Israel no podría matar a todos los niños y personas en Gaza”.

El supuesto “acuerdo de paz” de Trump en Medio Oriente, firmado el 9 de octubre, ha sido rápidamente desenmascarado como una nueva etapa en la limpieza étnica y el genocidio israelí respaldados por Washington en Gaza. Consagra la ocupación y anexión permanentes de una gran parte de Gaza por parte de Israel, incluso mientras siguen los asesinatos masivos diarios y el hambre deliberada de la población.

El acuerdo de paz entre Tailandia y Camboya es igualmente un fraude. Se prevé la retirada de armas pesadas y minas de las zonas fronterizas, Tailandia liberará a 18 soldados camboyanos retenidos desde julio y tropas malasias serán desplegadas para monitorear el alto al fuego. Sin embargo, aunque los combates se han detenido—al menos temporalmente—ninguna de las causas subyacentes del conflicto—el legado duradero de dominio e intrigas imperialistas—ha sido resuelta.

Las disputas tienen su origen en un mapa de 1907 elaborado por funcionarios franceses en Indochina para delimitar las posesiones coloniales francesas frente al Reino de Siam (actual Tailandia), que era nominalmente independiente, ubicado entre la Indochina francesa y la Birmania colonial británica. El mapa sirvió de base para las reclamaciones de Camboya sobre los territorios alrededor del templo de Preah Vihear. Tailandia—que firmó una alianza militar con Estados Unidos en 1954—nunca ha reconocido el fallo de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) que favoreció a Camboya en 1962.

La desaceleración económica y las crecientes tensiones sociales—inevitablemente exacerbadas por los aranceles de Trump—están alimentando un auge de nacionalismo reaccionario en ambos países. En Tailandia, el establishment derechista, basado en el ejército y la monarquía, aprovechó incidentes a principios de este año para socavar y destituir a la primera ministra Paetongtarn Shinawatra, tras una supuesta llamada telefónica deferente al hombre fuerte camboyano Hun Sen.

El actual primer ministro derechista y promilitar, Anutin Charnvirakul, encabeza un gobierno minoritario frágil que ha convocado nuevas elecciones para marzo próximo. También propone realizar un referéndum simultáneo para revocar dos acuerdos con Camboya que establecen mecanismos para resolver disputas en límites terrestres y marítimos. El espectáculo político de Trump el domingo simplemente prepara el terreno para una nueva ronda de hostilidades entre Tailandia y Camboya.

A Trump no le interesa en absoluto la paz en el sudeste asiático ni las vidas de camboyanos y tailandeses. Su matonismo económico está siendo empleado en Asia e internacionalmente para promover los intereses económicos y estratégicos del imperialismo estadounidense. Trump se está preparando imprudentemente para un conflicto aún más peligroso con China, que el conjunto del establishment político estadounidense considera como la principal amenaza a la hegemonía mundial de Washington.

Trump ya está inmerso en una guerra económica con China. Tiene previsto reunirse con el presidente chino Xi Jinping en Corea del Sur el jueves, en medio de crecientes amenazas económicas de ambos lados. China ha anunciado nuevas restricciones a la exportación de minerales críticos hacia Estados Unidos, mientras Trump ha amenazado con aumentar en un 100 por ciento los aranceles existentes sobre importaciones chinas. Parece haberse alcanzado una extensión de la tregua en la guerra económica en negociaciones celebradas en Malasia, pero la decisión final se tomará cuando Trump y Xi se reúnan.

Trump aprovechó el resto del domingo para alcanzar una serie de acuerdos con Camboya, Tailandia, Malasia y Vietnam que imponen aranceles reducidos—aunque aún elevados—sobre sus exportaciones a Estados Unidos, aumentan las ventas de productos estadounidenses a esos países y, en el caso de Malasia, obligan a realizar inversiones por valor de 70.000 millones de dólares en territorio estadounidense.

De manera significativa, los acuerdos también buscan ampliar el acceso a minerales críticos cuya producción está actualmente dominada por China en toda la gama. Estos minerales son tan esenciales para la economía estadounidense y su maquinaria de guerra que la administración Trump está desesperadamente intentando establecer cadenas de suministro alternativas mientras se prepara para el conflicto con China.

Estados Unidos y Malasia firmaron un memorando de entendimiento para expandir el comercio e inversión en minerales críticos, incluyendo la exploración, extracción, refinamiento, fabricación, recuperación y reciclaje. Malasia también acordó abstenerse de prohibir o imponer cuotas sobre exportaciones a Estados Unidos de minerales críticos o elementos de tierras raras. Trump firmó un acuerdo similar con el primer ministro tailandés.

Trump también tomó medidas para fortalecer los lazos de seguridad con Camboya a cambio de reducir a la mitad los aranceles previstos sobre sus exportaciones a Estados Unidos y de levantar el embargo de armas a ese país, que ha estado estrechamente alineado con China. Ambos países reanudarán sus ejercicios militares anuales bilaterales Angkor Sentinel—suspendidos desde 2017—y Estados Unidos incrementará el acceso de oficiales camboyanos para entrenarse en academias militares estadounidenses.

Todas estas medidas están orientadas hacia la guerra, no la paz. Como en los años 30, la guerra económica mundial es el preludio de un conflicto militar global catastrófico que ya está en marcha y se intensifica en Europa y Medio Oriente.

En su cínico y orwelliano doble discurso, Trump resumió su parada en Malasia a través de redes sociales: “Firmé grandes acuerdos comerciales y sobre tierras raras, y ayer, lo más importante, firmé el Tratado de Paz entre Tailandia y Camboya. ¡NO GUERRA! ¡¡¡Ahora rumbo a Japón!!!”

En Japón, Trump se reunirá con la nueva primera ministra derechista y militarista, Sanae Takaichi, quien ya ha prometido acelerar la remilitarización del país en preparación para una guerra liderada por Estados Unidos contra China. En Corea del Sur, intentará arrancar concesiones a Xi, quien no es ajeno a los preparativos bélicos de Washington y está cada vez más decidido a responder golpe por golpe en lo económico.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 27 de octubre de 2025)

Loading