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Trump transforma la Agencia de Protección Ambiental en un instrumento directo del gran capital

La sede de la Agencia de Protección Ambiental de EE.UU. en Washington DC, 10 de septiembre de 2014 [Photo: USEPA]

Los cambios en la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés), que ha estado bajo el control directo del presidente desde su creación por Richard Nixon en 1970, transformarán la misión de la agencia: de proteger la salud humana frente a los tóxicos ambientales a servir directamente los intereses de lucro de los contaminadores corporativos. Los trabajadores de campo y científicos están siendo despedidos por la administración de Trump y el liderazgo de las divisiones de la EPA está siendo reemplazado por lacayos corporativos.

A principios de este mes, el presidente Trump declaró que durante el cierre del gobierno federal, el director de la Oficina de Administración y Presupuesto (OMB), Russell Vought, decidiría “cuáles de las muchas agencias demócratas, la mayoría de las cuales son una ESTAFA política, recomienda recortar, y si esos recortes serán temporales o permanentes”. Trump añadió: “No puedo creer que los demócratas de la izquierda radical me hayan dado esta oportunidad sin precedentes”.

En julio, la Oficina de Investigación y Desarrollo (ORD) de la EPA fue cerrada y sustituida por la Oficina de Ciencia Aplicada y Soluciones Ambientales (OASES, por sus siglas en inglés), que ha sido sistemáticamente dotada de administradores alineados con Trump después de que se expulsara a los funcionarios anteriores.

En un artículo del 21 de octubre, la periodista ambiental Hiroko Tabuchi, del New York Times, resumió artículos que ha escrito exponiendo la reestructuración de la EPA con exlobistas de la industria, cuyas carreras se forjaron en la lucha contra las medidas antipolución de la agencia:

  • David Fotouhi ha sido nombrado subadministrador de la EPA bajo el administrador Lee Zeldin, él mismo exoficial de inteligencia del ejército y excongresista republicano. Fotouhi es un abogado que ha luchado contra la prohibición del asbesto en nombre de intereses corporativos.
  • Alex Domínguez, el nuevo subadministrador adjunto, es un exlobista de la industria petrolera.
  • Aaron Szabo, quien lidera la Oficina de Aire y Radiación, fue lobista del American Chemistry Council, la asociación patronal de la industria química.
  • Nancy Beck, quien supervisa la aprobación de nuevos productos químicos para la EPA, fue ejecutiva del American Chemistry Council.
  • Lynn Dekleva, exdirectora de la misma organización industrial, quien cabildeó contra la regulación del formaldehído, ahora lidera la oficina de seguridad química de la EPA.
  • Steven Cook fue abogado de la industria química y ahora trabaja para derogar las normas de limpieza de los PFAs, conocidos como “químicos eternos”.
  • Kyle Kunkler ha sido puesto a cargo de la política de pesticidas. Previamente representó a la industria de la soya, promoviendo el uso irrestricto del herbicida dicamba. Este último es un químico controvertido vendido por Monsanto, BASF y DuPont, diseñado para beneficiar las plantas de soya transgénicas pero que puede dañar cultivos vecinos al esparcirse por el aire. A semanas del nombramiento de Kunkler, la EPA recomendó una retirada de las restricciones sobre el dicamba.

A finales de junio, cientos de científicos de la EPA presentaron una carta de protesta titulada “Declaración de disenso”. Dirigida a Zeldin, la carta se centró en “cinco preocupaciones primordiales” respecto a políticas que “socavan imprudentemente la misión de la EPA”:

  1. Erosión de la confianza pública
  2. Ignorar el consenso científico para beneficiar a contaminadores
  3. Reversión del progreso de la EPA en las comunidades más vulnerables de EE.UU.
  4. Desmantelamiento de la Oficina de Investigación y Desarrollo
  5. Promoción de una cultura del miedo, obligando al personal a elegir entre su sustento y el bienestar de la población

La carta de protesta citaba al director de la OMB de Trump, Russell Vought, coautor del Proyecto 2025, que declaraba que los empleados de la EPA debían vivir en un estado constante de terror. El documento afirmaba:

Cuando se despierten por la mañana, queremos que no quieran ir a trabajar porque cada vez más se los ve como los villanos. Queremos que se les corte el financiamiento para que la EPA no pueda aplicar todas las normativas contra nuestra industria energética… Queremos traumatizarlos.

La respuesta de Trump ante la protesta fue la represalia. Se llevó a cabo una investigación para identificar a los firmantes, incluidos aquellos que firmaron de forma anónima. Posteriormente, unos 140 empleados, incluidos trabajadores de campo de agua potable, fueron puestos en licencia administrativa.

Está previsto que los firmantes sean despedidos de forma permanente. La administración Trump anunció una “política de tolerancia cero para los burócratas de carrera que socaven, saboteen y menoscaben ilegalmente la agenda de la administración”.

Los ataques contra la EPA expresan el impulso de la clase dominante capitalista de destruir cualquier medida que interfiera en la persecución del beneficio privado por parte del gran capital.

En una declaración distribuida durante las manifestaciones “Defiende la Ciencia” realizadas en marzo de este año, titulada “¡La defensa de la ciencia exige una lucha por el socialismo!”, el Partido Socialista por la Igualdad escribió:

La ciencia y tecnología modernas han hecho posible eliminar el hambre y la enfermedad, vencer la ignorancia y el oscurantismo, y proveer un alto nivel de vida para cada ser humano del planeta. Es más, los desarrollos revolucionarios en transporte y comunicaciones, más recientemente a través de la revolución de la inteligencia artificial (IA), han derribado las barreras para la interacción humana e hicieron posible la educación e integración de toda la humanidad a una escala nunca antes vista en la historia.

La lucha por la ciencia y el progreso humano solo puede tener lugar mediante la construcción de un movimiento socialista en la clase trabajadora. Los científicos están experimentando el mismo proceso de proletarización que afecta hoy a los médicos, docentes y otros profesionales. Los científicos deben reconocer sus intereses comunes con todos los trabajadores que enfrentan ataques contra sus condiciones de vida, empleos y derechos democráticos. Independientemente de su nivel educativo o salario, para la oligarquía que gobierna Estados Unidos, usted es tan prescindible como cualquier otro trabajador.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 2 de noviembre de 2025)

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