Ahora que los trabajadores de Caterpillar se preparan para votar sobre el acuerdo entreguista más reciente negociado por el sindicato United Auto Workers, harían bien en revisar el historial del UAW, que ha desempeñado un papel decisivo a la hora de socavar los puestos de trabajo, los salarios y las condiciones laborales de los trabajadores de Caterpillar y de toda la industria automovilística.
La historia de las luchas de los trabajadores de Caterpillar desde la década de 1980 es una historia de enorme determinación y militancia, así como de dolorosas derrotas infligidas por el aparato sindical corporativista. De hecho, la propuesta de contrato para 2023 –que implicaría un importante recorte de los salarios reales– es sólo la última de una serie ininterrumpida de contratos de concesiones impuestos a los trabajadores de Caterpillar por la burocracia del UAW en los últimos 40 años.
El UAW ha supervisado la eliminación de decenas de miles de puestos de trabajo y la enorme erosión de los salarios, los beneficios y los derechos contractuales. En 1979, el UAW contaba con casi 50.000 afiliados en Caterpillar, mientras que ahora sólo cuenta con 7.000 en CAT. La destrucción de puestos de trabajo ha ido de la mano de una erosión masiva de los salarios y los beneficios que ha dejado a los trabajadores con dificultades para pagar las facturas y sin una jubilación segura.
Especialmente significativas fueron las experiencias de la década de 1990, cuando el UAW impidió que los trabajadores de Caterpillar llevaran a cabo poderosas huelgas en 1992 y de nuevo en 1995. Fueron capitulaciones abyectas sin precedentes en la historia del sindicato. El impacto de estas traiciones aún se siente profundamente hoy en día.
Las concesiones extraídas a los trabajadores han enriquecido enormemente a Caterpillar, que ahora es el mayor fabricante mundial de equipos de construcción y minería, con más de 100 plantas en 18 países. Caterpillar, a menudo citada como indicador de la economía industrial, es una empresa que figura en la lista Fortune 100 y forma parte del índice Dow Jones, con unas ventas anuales de casi $60.000 millones en 2022.
Los orígenes de Caterpillar
La empresa surgió de la fusión en 1925 de Holt Manufacturing Company y C. L. Best Tractor Company, que dio lugar a Caterpillar Tractor Company, con sede en California. Su base histórica de fabricación ha estado en la región metropolitana de Peoria, en el centro de Illinois, aunque la sede mundial de la empresa se trasladó a un suburbio de Chicago (Deerfield) en 2017, y más recientemente a Irving, Texas, en 2022.
La historia de la organización sindical en Caterpillar se remonta a más de 90 años, durante los cuales los trabajadores de CAT han demostrado una y otra vez su combatividad y determinación para luchar.
En 1942, Caterpillar, con sólo una planta de fabricación situada en Peoria, fue sindicada por primera vez por el sindicato United Farm Equipment Workers (UFE), dirigido por radicales, un año después de que el UFE organizara al fabricante de maquinaria agrícola International Harvester. En 1948, la UFE de Caterpillar fue descertificada por la dirección del Congreso de Organizaciones Industriales (CIO) porque la dirección local se negó a firmar una declaración jurada no comunista. El UAW ganó entonces unas elecciones de certificación sindical para desplazar a la UFE. El UAW, dirigida ahora por Walter Reuther, se sumó a la purga de socialistas y militantes de izquierdas que habían sido pioneros en la formación de los sindicatos industriales de masas [1].
En 1958, en huelgas de siete, ocho y nueve semanas en Peoria, Decatur y York (Pensilvania), el UAW consiguió un acuerdo en Caterpillar similar al de las tres grandes empresas automovilísticas, pero no consiguió un convenio general para todas las plantas de Caterpillar.
Hasta 1970, el UAW no consiguió un convenio para toda la empresa, que en ese año la dirección sólo denominó 'convenio central'. Los contratos se resolvieron en 1973 y 1976 sin huelgas.
En octubre de 1979, el sindicato local 974 de Peoria inició una huelga no sancionada de 10 semanas a la que se sumaron tres semanas más tarde los otros siete sindicatos locales del UAW. Este fue el último contrato que no dio lugar a recortes importantes.
A finales de la década de 1970 se produjo un brusco cambio en la política de la clase dominante estadounidense, que pasó de un relativo compromiso de clase a una confrontación directa con la clase obrera estadounidense. El cambio se produjo debido al constante deterioro de la posición económica del capitalismo estadounidense frente a sus rivales de Europa y Asia, en particular Japón.
Aunque Estados Unidos había salido de la destrucción de la Segunda Guerra Mundial como la potencia económica mundial indiscutible, el resurgimiento de sus antiguos adversarios, Alemania y Japón, socavó la posición competitiva de la industria manufacturera estadounidense, algo que provocó un creciente déficit en la balanza comercial.
Para el fin de la década de 1970, la élite gobernante estadounidense había llegado a la conclusión de que tenía que librar una guerra contra los puestos de trabajo y las condiciones de vida de la clase trabajadora estadounidense para mantener su posición mundial. El presidente demócrata Jimmy Carter nombró al exbanquero del Chase Manhattan Paul Volcker presidente de la Reserva Federal de EEUU. Volcker elevó los tipos de interés a niveles récord, una acción que obligó a la quiebra a amplios sectores de la industria estadounidense.
El baño de sangre laboral resultante se utilizó para socavar el poder y la militancia de la clase obrera e imponer una serie de profundos recortes salariales, que fueron empezadas por Chrysler en 1979.
'El nivel de vida del trabajador promedio estadounidense tiene que disminuir', declaró Volcker en 1982 (cabe destacar que el actual presidente de la Fed, Jerome Powell, nominado por Donald Trump y mantenido en su puesto por Biden, ha declarado en repetidas ocasiones su admiración por Volcker y sus políticas).
Los sindicatos no tenían una respuesta progresista a este cambio en la política de la clase dominante debido a su programa nacionalista y a su perspectiva corporativista, expresada más concretamente en su alianza con el Partido Demócrata, uno de los dos partidos de Wall Street y del imperialismo estadounidense.
La elección del republicano Ronald Reagan en 1980 anunció una dramática escalada de la contraofensiva de la clase dominante contra los trabajadores. En 1981, Reagan despidió a los controladores aéreos en huelga de PATCO con el acuerdo tácito de la federación sindical nacional AFL-CIO, que forzó a pilotos y maquinistas a abandonar sus piquetes. Esta devastadora derrota desencadenó una ola de destrucción de sindicatos sin precedentes en la historia de EEUU, cuyo impacto aún se siente en el enorme deterioro de los niveles de vida y las condiciones laborales.
Como explicó el World Socialist Web Site:
La derrota de PATCO estableció una pauta para todas las huelgas que siguieron en la década de 1980 y hasta principios de la de 1990. En Phelps Dodge, Greyhound, United Airlines, AT Massey, Hormel, Caterpillar, etc., los trabajadores llevaron a cabo luchas militantes y encarnizadas. No fue por falta de lucha por lo que estas y otras huelgas del período terminaron derrotadas. Más bien, en cada caso la burocracia sindical trabajó conscientemente para aislar, desmoralizar y derrotar a los huelguistas.
En 1980, Caterpillar estuvo al borde de la quiebra al enfrentarse a la intensa competencia del fabricante japonés de maquinaria pesada Komatsu. En respuesta, Caterpillar recurrió a los despidos, una maniobra que provocó una enconada resistencia de los trabajadores.
En este contexto tomó lugar la huelga de Caterpillar de 1982-83. La huelga de siete meses y medio fue la más larga de la historia del UAW hasta ese entonces. En abril de 1983, se aprobó un importante contrato de concesiones cuando el entonces vicepresidente del UAW, Stephen Yokich, sometió a votación un contrato que ya había sido rechazado abrumadoramente por el comité de negociación del sindicato. Como informó el Boletín, el periódico de la Workers League y precursor del WSWS, el acuerdo incluía una congelación salarial de tres años y un aumento limitado según el coste de la vida, que se aprobó en medio de una importante oposición de las bases. Inmediatamente después de la ratificación, Caterpillar llevó a cabo miles de despidos, sin que la dirección del UAW opusiera resistencia.
La huelga de 1982-83 se suspendió para no interferir con la Convención Constitucional del UAW de 1983, en la que la dirección encabezada por el presidente Douglas Fraser adoptó oficialmente el programa corporativista de colaboración entre el sindicato y la patronal.
Basado en la mentira de que los trabajadores no tenían intereses distintos o antagónicos a los de las corporaciones, el programa del corporativismo se utilizó para apuntalar la posición competitiva del capitalismo estadounidense a costa de los empleos y el nivel de vida de los trabajadores. El UAW y otros sindicatos colaboraron directamente con la patronal para impedir las huelgas, suprimir los salarios e imponer una drástica reestructuración de la industria.
Al mismo tiempo, la riqueza de la burocracia sindical se desvinculó efectivamente de cualquier conexión significativa con el nivel de vida de los trabajadores. A medida que se diezmaban los empleos de los trabajadores, el aparato del UAW adquiría nuevas fuentes de ingresos, incluida una vasta expansión de los programas 'conjuntos' entre sindicato y patronal, a través de los cuales se han canalizado miles de millones de dólares de dinero corporativo desde la década de 1980.
La dirección del UAW en Caterpillar adoptó la misma perspectiva corporativista: hizo hincapié en la colaboración entre el sindicato y la dirección para aumentar la 'competitividad' de la empresa a expensas del nivel de vida de los trabajadores. En declaraciones al Washington Post en 1994, el presidente del Local 974 del UAW, Jerry Brown, recordaba: 'Me creí todo eso. Nosotros lo hicimos. Les hicimos competidores de clase mundial' [2].
En 1986, el UAW acordó un contrato de concesión en CAT sin huelga. El contrato volvió a congelar los salarios e impuso una enorme reducción de los puestos de trabajo, de 418 a sólo 50 en la planta de Peoria, que allanó el camino para nuevos despidos. El acuerdo enfrentó provocadoramente a los trabajadores de mayor antigüedad contra los de menor antigüedad por los puestos de trabajo, por asentir al despido de los trabajadores de menor antigüedad para hacer sitio a los trabajadores veteranos despedidos.
Estas concesiones no fueron suficientes para satisfacer el apetito de la dirección de Caterpillar, ahora encabezada por el director general Donald Fites, que pretendía recortes salariales totales y el vaciado completo de las condiciones de trabajo. En esto, Fites no sólo representaba los intereses de los accionistas de Caterpillar, sino a la clase dominante estadounidense en su conjunto, que logró un vasto enriquecimiento por hacer subir los precios de las acciones sobre la base de una explotación y empobrecimiento cada vez mayores de la clase trabajadora, tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo.
En las décadas siguientes, las concesiones que el UAW ayudó a imponer a los trabajadores de Caterpillar fueron pioneras en recortes similares en toda la industria automovilística.
Las huelgas en Caterpillar de la década 1990
Los trabajadores de Caterpillar iniciaron su siguiente huelga en noviembre de 1991, después de que la empresa se negara a cumplir el modelo de acuerdo alcanzado por el UAW con Deere & Co. En lugar de ello, la dirección de CAT exigió grandes concesiones, incluida una estructura salarial de varios niveles que reduciría los salarios–entonces de una media de 17 dólares la hora–de algunos puestos hasta en un 43 por ciento.
Tras cinco meses y medio en las líneas de piquete, el UAW desconvocó abruptamente la huelga el 14 de abril de 1992 y envió a los trabajadores de vuelta al trabajo según las condiciones de la empresa, después de que la dirección anunciara que contrataría a rompehuelgas permanentes. La rendición fue una traición histórica, que marcó un hito importante en la degeneración del UAW.
El UAW puso fin a la huelga porque temía una respuesta explosiva de los trabajadores si la empresa intentaba introducir rompehuelgas en las plantas. El UAW temía que una erupción de ese tipo perturbara su relación con la dirección de la empresa e interfiriera en su campaña para la elección de un presidente demócrata. El 13 de abril, la AFL-CIO y el UAW apoyaron oficialmente la candidatura presidencial demócrata de Bill Clinton, gobernador del estado de Arkansas, donde regía el derecho al trabajo, e instrumento de las empresas antisindicales Tyson y Walmart. Al día siguiente, el UAW desconvocó la huelga de Caterpillar.
Para encubrir su propia rendición ante Caterpillar, la burocracia del UAW intentó culpar de la derrota a los trabajadores de base; alegó que tuvieron que suspender la huelga porque muchos huelguistas estaban a punto de romper filas y volver al trabajo. Esta fue una despreciable calumnia a los trabajadores que permanecieron en las líneas de piquete durante 150 días, y una mentira hecha por burócratas sindicales con altos salarios que nunca perdieron un cheque de pago durante la huelga. Los verdaderos esquiroles eran los dirigentes sindicales del UAW, que ni siquiera convocaron a todos los afiliados del UAW en Caterpillar, por no hablar de los cientos de miles de afiliados de las industrias automovilística y de maquinaria pesada que tenían un enorme interés en el resultado de la lucha. Los burócratas también mantuvieron a los trabajadores en huelga con salarios de miseria, a pesar de que disponían de un fondo de huelga de $800 millones.
En un artículo de la época, el Boletín afirmaba:
La desconvocatoria de la huelga contra Caterpillar es una monstruosa traición de la burocracia del UAW y una derrota histórica para el movimiento obrero estadounidense. Es la última y la peor de toda una serie de huelgas derrotadas en la última década, desde la destrucción de PATCO en 1981 hasta el aplastamiento de los sindicatos en Phelps Dodge, Hormel, Greyhound y Eastern Airlines. Es una advertencia a toda la clase obrera de que el movimiento obrero se enfrenta a la destrucción a menos que haya una revolución en sus políticas y liderazgo.
La responsabilidad de esta derrota recae enteramente en la dirección inútil de United Auto Workers. El que supuestamente es el sindicato más poderoso de Estados Unidos–con casi un millón de afiliados, con un fondo de huelga de cerca de $800 millones, con hordas de funcionarios a tiempo completo–ha quedado expuesto como un cascarón impotente. [3]
Al sacar las conclusiones más amplias de la debacle, el Boletín situó la derrota de Caterpillar como el producto de la creciente integración internacional de la producción capitalista, que socavó fatalmente todas las viejas organizaciones obreras basadas en su defensa del capitalismo y del sistema capitalista de Estado-nación. Incluían no sólo a los sindicatos, sino también a la burocracia estalinista de la Unión Soviética y a los partidos socialdemócratas y laboristas reformistas.
La huelga de 1991-92 coincidió con transiciones fundamentales en la política y la economía mundiales. La huelga comenzó menos de dos meses antes de que la burocracia estalinista llevara a cabo la disolución de la Unión Soviética, restauró el capitalismo, saqueó la economía soviética y destruyó las conquistas sociales de la clase obrera.
La ira latente entre los trabajadores de base de Caterpillar estalló en forma de una serie de breves huelgas salvajes en los años siguientes.
En 1994, tras las victimizaciones de decenas de trabajadores, el UAW se vio obligada a sancionar otra huelga oficial de más de 10.000 trabajadores de Caterpillar, que seguían trabajando sin contrato desde 1991. Esta vez el paro duró la cifra récord de 17 meses.
Caterpillar respondió movilizando a los rompehuelgas de la dirección para mantener la producción. Por su parte, el UAW volvió a aislar a los trabajadores de Caterpillar; se negó a movilizar el apoyo de los trabajadores de Deere, Case o de las plantas de los fabricantes de automóviles de Detroit.
Como consecuencia, la huelga se fue debilitando y miles de huelguistas, disgustados por la traición del UAW, volvieron al trabajo. Muchos huelguistas perdieron sus casas, sus coches y los ahorros de toda una vida. Los matrimonios se rompieron y el estrés llevó a algunos a la tumba prematuramente.
El UAW volvió a desconvocar la huelga, a pesar de que los trabajadores de Caterpillar votaron abrumadoramente en contra de las concesiones exigidas por la dirección.
Los trabajadores derrotaron otro intento de imponer las concesiones en 1998, antes de que el UAW consiguiera imponer los recortes por los pelos en el segundo intento, pero sólo después de obtener la amnistía para los trabajadores víctimas de las huelgas anteriores.
Aunque supuso una derrota para los trabajadores, el contrato fue una victoria para el aparato del UAW, que consiguió la reanudación del pago automático de las cuotas, suspendido previamente por Caterpillar. La dirección también accedió a abandonar un caso ante la Corte Suprema de EE.UU. en el que pretendía librarse de pagar los salarios de los altos cargos del UAW en Caterpillar. Los fabricantes de automóviles de Detroit se pusieron del lado del UAW.
Siguieron otras concesiones. En 2005, Caterpillar exigió y obtuvo una estructura salarial ampliada de dos niveles, en la que los nuevos trabajadores recibían un salario sustancialmente inferior al de los trabajadores contratados antes de 2005. Y lo que es más importante, el convenio puso fin al plan de pensiones de prestación definida para los nuevos empleados. La estructura de dos niveles y el fin de las pensiones serían impuestos subsecuentemente por el UAW a los trabajadores de toda la industria automovilística.
Además, los trabajadores se vieron obligados por primera vez a empezar a pagar una parte del coste de las primas de su seguro médico, que antes cubría íntegramente la empresa.
En 2011, el UAW aprobó otro contrato concesional de seis años que abarcaba a 9.500 trabajadores de CAT. En este acuerdo, los trabajadores del primer nivel perdieron las pensiones de empresa totalmente pagadas y los aumentos salariales, y se vieron afectados por enormes aumentos en los pagos de asistencia sanitaria.
Los trabajadores de la segunda categoría sólo obtuvieron aumentos salariales 'basados en el mercado' que se fijaron a capricho de la dirección. El contrato allanó el camino para el cierre de las plantas de Memphis (Tennessee) y York (Pensilvania) al eximir a esas instalaciones del lenguaje que limitaba los cierres de plantas.
El UAW afirmó que el acuerdo era el mejor que podían conseguir, a pesar de que Caterpillar estaba obteniendo enormes beneficios, incluidos $968 millones solo en el cuarto trimestre de 2010.
La dirección continuó su ataque en 2012, cuando Caterpillar encerró a los trabajadores de su planta de locomotoras de London, Ontario, el 1 de enero. La empresa exigió concesiones masivas, entre ellas un recorte salarial del 55%, la eliminación del plan de pensiones actual y la supresión de la tasa de horas extraordinarias y una serie de otros recortes provocadores.
Después de siete semanas, Caterpillar anunció que cerraría la planta y trasladaría el trabajo a unas instalaciones no sindicadas en Muncie, Indiana, con la mitad de salario. El sindicato Canadian Auto Workers capituló ante la dirección: aceptaron el cierre de la planta a cambio de una mísera indemnización por despido. El CAW limitó su 'oposición' a llamamientos nacionalistas para defender los 'puestos de trabajo canadienses' y a apelaciones a los políticos de las grandes empresas, no a los trabajadores hermanos de Caterpillar ni a los trabajadores del sector del automóvil en Estados Unidos y en todo el mundo.
También en 2012, cerca de 800 trabajadores de Caterpillar en Joliet, Illinois, miembros de la Asociación Internacional de Maquinistas, se declararon en huelga durante más de tres meses. La IAM, después de aislar la huelga, forzó un contrato en los términos de la empresa. Argumentaron que las concesiones eran necesarias para 'salvar puestos de trabajo.' Más tarde, la empresa procedería de todos modos al cierre de la planta en 2019.
En 2013, los United Steelworkers forzaron por segunda vez un contrato de concesiones para 800 trabajadores de la planta de Caterpillar en el sur de Milwaukee. El acuerdo incluía una congelación salarial y de pensiones de seis años, el pago por rendimiento y salarios 'basados en el mercado' para las nuevas contrataciones de hasta $13,46 a la hora.
Las conclusiones para hoy
Una vez más, los trabajadores de Caterpillar se enfrentan a una batalla decisiva. Desde los años 80 y 90, sin embargo, las condiciones han cambiado fundamentalmente. La situación actual es inmensamente más favorable para que los trabajadores logren un avance decisivo.
Como explicó David North, presidente del Consejo Editorial Internacional del WSWS, en 2021, después de que los trabajadores de Volvo Trucks en Virginia rechazaran un segundo contrato respaldado por el UAW por un asombroso 91 por ciento:
En la historia existe algo llamado retribución. Por todos los crímenes cometidos por el capitalismo contra la clase obrera en los últimos 40 años, la clase dominante, en el proceso mismo de atacar a la clase obrera y enriquecerse enormemente, ha supervisado una vasta expansión e integración del sistema capitalista de producción. El resultado más significativo y revolucionario de este proceso–impulsado por los asombrosos avances de la ciencia y la tecnología–es el crecimiento masivo de la clase obrera mundial.
A continuación, North escribió que “sin importar cuán difícil, prolongado o doloroso que sea el proceso”,
La clase obrera estadounidense reconoce cada vez con mayor claridad que forma parte de una enorme fuerza social mundial, compuesta por miles de millones de personas. Además, las tecnologías de la comunicación que han surgido en las últimas décadas han proporcionado a los trabajadores acceso a una información inestimable que les permite ver la desinformación y las mentiras descaradas de sus dirigentes traidores. Estas tecnologías han puesto a disposición de los trabajadores nuevas y poderosas armas en la organización y prosecución de la lucha de clases. Ahora pueden ponerse en contacto entre sí y coordinar sus luchas no sólo más allá de su entorno local, regional y nacional. Los trabajadores pueden establecer conexiones, intercambiar información e iniciar acciones a escala mundial. [Véase Los trabajadores de Volvo Truck en Virginia vuelven a los piquetes: Un punto de inflexión en la lucha de clases estadounidense y mundial ].
Desde 2021, este proceso ha registrado nuevos avances significativos. Los trabajadores de Caterpillar, junto con los de la industria automovilística, los ferroviarios y otros sectores de la clase obrera, se consideran cada vez más parte de esta 'enorme fuerza social mundial' y se esfuerzan por superar los obstáculos que impiden unificar sus luchas. La pandemia, la inflación desorbitada y el deterioro incesante de las condiciones de trabajo, todo ello en medio del aumento de los beneficios empresariales y la riqueza de los superricos, ha alimentado una radicalización generalizada entre los trabajadores.
Una conclusión clave que debe extraerse de estas experiencias pasadas es que los trabajadores deben arrebatar la dirección de su lucha de las manos del aparato corrupto y proempresarial del UAW mediante la creación y expansión del Comité de Base de Trabajadores de Caterpillar.
Además, participar en la lucha en Caterpillar no es sólo una batalla contra una empresa, sino una parte de un creciente movimiento internacional de la clase obrera, una lucha política contra todo el montaje corporativo y financiero. El WSWS y la Alianza Internacional Obrera de Comités de Base están dando a este movimiento una perspectiva y un liderazgo conscientes.
Notas
[1] Yellow Steel: The Story of the Earthmoving Equipment Industry, By William R. Haycraft, University of Illinois Press, 2000
[2] Washington Post, Strike At ‘Cat’ Becomes Stand For Way Of Life, By Edward Walsh July 3, 1994
[3] Betrayal at Caterpillar, Mehring books, 1992
(Publicado originalmente en inglés el 9 de marzo de 2023)