“La medicina es una ciencia social, y la política no es más que medicina a gran escala”. —Dr. Rudolph Virchow, conocido como “el padre de la patología moderna” y la figura central en el surgimiento de la salud pública en Alemania.
“Veo el desinfectante que lo elimina en un minuto ... ¿hay alguna manera de que podamos hacer algo así, mediante una inyección en el interior para casi una limpieza?... Supongamos que golpeamos el cuerpo con una luz tremenda, ya sea ultravioleta o simplemente muy poderosa... supongamos que lleva la luz dentro del cuerpo, lo que puedes hacer a través de la piel o de alguna otra manera”. — Donald Trump, abril de 2020
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Cinco años después del inicio de la pandemia de COVID-19 en enero de 2020, Donald Trump regresará a la Casa Blanca el lunes. Más que cualquier otra figura, Trump es identificado con la desastrosa respuesta oficial a la pandemia, ya que emprendió una guerra contra la ciencia y la salud pública personificada en la estrategia asesina de “inmunidad colectiva”, que consistía en permitir contagios y muertes a escala masiva.
En el transcurso de 2020, Trump puso en marcha un patrón básico de mentiras, negación y desinformación contra la ciencia. En su regreso al poder, Trump II probablemente estará acompañado por el notorio promotor de pseudociencia y desinformación antivacunas, Robert F. Kennedy Jr., quien fue nominado para liderar el Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS, todas las siglas en inglés).
Gregg Gonsalves, epidemiólogo de la Escuela de Salud Pública de Yale, comparó recientemente el cargo de Kennedy al frente del HHS con “poner a un terraplanista a cargo de la NASA”. Una carta al Senado de Estados Unidos firmada por más de 15.000 médicos advertía:
La salud y el bienestar de 336 millones de estadounidenses dependen de una direccióndel HHS que priorice la ciencia, la medicina basada en la evidencia y el fortalecimiento de la integridad de nuestro sistema de salud pública. RFK Jr. no solo no está calificado para dirigir esta agencia esencial, sino que es activamente peligroso.
El viernes, el New York Times informó que Kennedy presentó una petición ante la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) para revocar su autorización de todas las vacunas contra el COVID-19 en mayo de 2021, cuando miles de estadounidenses seguían muriendo a causa de la enfermedad cada semana.
Otros nombramientos de Trump para el sector de salud incluyen al coautor de la Declaración del Gran Barrington, Jay Bhattacharya, para dirigir los Institutos Nacionales de Salud (NIH), el Dr. Mehmet Oz para dirigir el Departamento de Medicare y Medicaid, el fanático antiaborto Dave Weldon para dirigir los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), la doctora y presentadora de Fox News Janette Nesheiwat como cirujana general y Marty Makary para dirigir la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA). Se encuentran entre los principales defensores de la anticiencia durante la pandemia. Todos han denigrado o puesto en duda las vacunas contra la COVID-19 y se han opuesto a gritos a prácticamente todas las medidas de salud pública que salvaron vidas. Su objetivo es poner el último clavo en el ataúd de la salud pública en los Estados Unidos, que tendrá vastas ramificaciones globales.
Bajo el lema “Make America Healthy Again” (Hacer Estados Unidos Saludable Otra Vez), Trump, Kennedy y esta pandilla de charlatanes harán todo lo que esté a su alcance para facilitar la propagación de enfermedades, incluidos los patógenos previamente eliminados como el sarampión y las nuevas amenazas existenciales como la “gripe aviar” H5N1.
Biden, que ganó las elecciones de 2020 en gran parte debido a sus promesas de “seguir la ciencia”, desmanteló constantemente todas las medidas limitadas de salud pública vigentes durante su mandato. En los últimos cuatro años, Biden y el Partido Demócrata han implementado una política bipartidista del “COVID para siempre”, es decir de infecciones, morbilidad y muerte masivos, llegando a presidir un exceso de mortalidad de casi 1 millón de estadounidenses.
El balance acumulado de cinco años de la pandemia de COVID-19
Contrariamente a las mentiras de los políticos capitalistas y los medios corporativos, la pandemia no ha terminado en absoluto. De hecho, Trump regresa al poder en medio de la décima ola masiva de contagios en los Estados Unidos. Los datos de aguas residuales muestran que más de 1 millón de estadounidenses se infectan con COVID-19 todos los días y va en aumento. Esto coincide con la gripe estacional, el virus sincitial respiratorio (VSR) y el norovirus, que en su conjunto se ha llamado la “cuádruple-demia” por los funcionarios de salud. Algo similar ocurre en Reino Unido y el resto de Europa.
Los medios corporativos en los Estados Unidos han brindado poca cobertura de esta crisis, prácticamente sin mencionar el papel central desempeñado por COVID-19 o las terribles condiciones que ahora existen en los sistemas hospitalarios de todo el país.
Solo en los últimos tres meses de 2024, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) estiman que hubo 9,3 millones de casos de gripe, lo que provocó 140.000 hospitalizaciones y 13.000 muertes, junto con 1,2 millones de casos de VSR, causando 60.000 hospitalizaciones y 3.100 muertes.
Debido a los niveles inadecuados de pruebas, un gran número de hospitalizaciones y muertes por COVID-19 no se contabilizan, pero los datos de los CDC muestran que al menos 130.000 estadounidenses fueron hospitalizados y más de 15.000 murieron por COVID-19 en el mismo período de tiempo. Si bien las cifras oficiales muestran que más de 50.000 estadounidenses murieron de COVID-19 en 2024, The Economist estimó el exceso de mortalidad en aproximadamente 120.000. En total, Estados Unidos ha sufrido más de 1,5 millones de muertes, mientras que la cifra global se acerca a los 30 millones.
Los estudios científicos indican que más de 20 millones de estadounidenses y aproximadamente 500 millones de personas en todo el mundo ahora sufren de COVID persistente, una aflicción a menudo debilitante que puede afectar prácticamente a todos los órganos del cuerpo. Múltiples estudios rigurosos han establecido que las reinfecciones con COVID-19 agravan el riesgo de desarrollar COVID persistente. En promedio, todos los estadounidenses se han infectado con COVID al menos tres o cuatro veces desde el comienzo de la pandemia.
Un estudio reciente sobre deficiencias cognitivas asociadas con COVID persistente neurológico encontró que estos pacientes exhibieron tasas más altas de fatiga, depresión y ansiedad y tuvieron peores resultados en las pruebas cognitivas. Tuvieron deficiencias en su flexibilidad mental, memoria verbal a corto plazo, memoria de trabajo y velocidad de procesamiento. Estos hallazgos se demuestran todos los días en las experiencias de la vida real de millones de trabajadores y profesionales, quienes han desarrollado una enfermedad incapacitante crónica que les ha causado interrupciones diarias significativas en todos los aspectos de sus vidas.
Además, varios e studios recientes han encontrado una asociación entre las infecciones comunes no relacionadas con el COVID-19 y las enfermedades no transmisibles más adelante en la vida, incluido el cáncer de estómago y la cirrosis. Múltiples infecciones en etapas tempranas de la vida han mostrado impactos perjudiciales en la salud general, lo que subraya la importancia de la prevención de infecciones e indica las vastas ramificaciones potenciales para la salud de la política de “COVID para siempre”.
El peligro creciente de una pandemia de “gripe aviar” H5N1
Más allá de los daños físicos agudos y a largo plazo causados por la pandemia, sus consecuencias sociales, políticas e incluso psicológicas han sido de largo alcance. Sobre todo, la respuesta capitalista a la pandemia ha expuesto el odio visceral de la clase dominante por la salud pública y la determinación de reducir la esperanza de vida de la clase trabajadora.
Esto ha encontrado una expresión concentrada en la falta de respuesta del Gobierno de Biden a la creciente amenaza de una pandemia de “gripe aviar” H5N1, que ha sido recibida con un encogimiento de hombros colectivo. El anuncio el mes pasado de la primera muerte humana por gripe aviar en los Estados Unidos es un claro recordatorio de lo poco preparado que está el mundo para otra pandemia. Históricamente, la gripe aviar ha tenido una tasa de letalidad documentada de aproximadamente el 50 por ciento.
El hombre que ha supervisado la respuesta al brote de gripe aviar en los EE. UU., el jefe del USDA, Tom Vilsack, está íntimamente relacionado con los agronegocios, las industrias cárnica y láctea y se ha beneficiado directamente de estas conexiones a lo largo de su carrera política. Bajo la dirección de Vilsack, la Administración de Biden no ha hecho nada para detener la propagación de la gripe aviar en el ganado durante el último año, que hasta ahora probablemente ha infectado a cientos de trabajadores agrícolas.
Independientemente de si la próxima pandemia es la gripe aviar, la viruela símica o alguna otra enfermedad, la respuesta una vez más equivaldrá a un nacionalismo extremo y a la promoción de una política eugenista y fascistizante de “inmunidad colectiva”.
Ha habido artículos publicados por los mismos promotores de la desinformación durante la pandemia de COVID-19, incluidos el Instituto Brownstone y el podcast War Room presentado por Steve Bannon, que afirman falsamente que la gripe aviar es un engaño u otra fuga de laboratorio diseñada por Anthony Fauci, una teoría de conspiración de la que Bannon fue pionero en enero de 2020 con la mentira de laboratorio de Wuhan.
El peligro de una pandemia de gripe aviar solo empeorará bajo Trump y Kennedy, ya que este último ha promovido activamente el consumo de leche cruda no pasteurizada, conocida por aumentar el riesgo de infecciones de gripe aviar entre los humanos.
Salud pública socialista vs. barbarie capitalista
El asalto bipartidista a la salud pública ha tenido consecuencias desastrosas y de largo alcance. En una reciente entrevista ampliamente leída con el World Socialist Web Site, el destacado investigador de COVID, el Dr. Arijit Chakravarty, resumió el ataque histórico a la salud pública, que ha tenido lugar durante la pandemia de COVID-19, afirmando:
Así es como se ve el fracaso. Lo estamos analizando. Nadie dijo nunca, cuando surgió el concepto de salud pública en el siglo XIX, que “necesitamos realmente una organización que se comprometa a servir como la ‘partera’ para cada nuevo patógeno emergente que salga de la naturaleza”. La idea de que los patógenos emergentes deben ser guiados hasta convertirse en endémicos nunca ha estado en ninguna declaración de misión de salud pública…
Realmente no hay ningún precedente histórico para esto. Ninguna sociedad del mundo ha dicho jamás: “¿Estás infectado? Dejemos que se propague”. Todo este concepto de aceptación complaciente de la viruela es ridículo, pero es exactamente la situación actual. En el siglo XIV, cuando se producía la peste bubónica o “Peste Negra” de 1346 a 1353, se solían hacer cuarentenas. Esta aceptación acrítica de las enfermedades infecciosas como una especie de señor y salvador es algo totalmente nuevo.
Excepto en Estados policiales y regímenes fascistas, el repudio abierto de los principios más básicos de la salud pública en los últimos cinco años no tiene precedentes en la historia moderna. Junto con el genocidio en curso en Gaza, la normalización del uso de armas nucleares en la guerra entre Estados Unidos y la OTAN contra Rusia y el ascenso global de los políticos fascistas, los ataques a la ciencia y la salud pública durante una pandemia activa personifican el descenso moderno a la barbarie capitalista.
La intersección de la aparición de la salud pública como disciplina y el desarrollo del marxismo no fue casual. Solo tres años después de que Friedrich Engels publicara su obra seminal de 1845, La condición de la clase trabajadora en Inglaterra, en 1848 el distinguido médico alemán y progresista liberal Rudolf Virchow (1821-1902) fue encargado por el Gobierno central en Berlín para investigar una epidemia de tifus en la deprimida y empobrecida provincia oriental de Silesia en lo que entonces era Prusia.
El informe de Virchow fue una condena de la pobreza abyecta y las miserables condiciones de vida que afectaban a los campesinos de Silesia. Al señalar que la epidemia se concentró entre los más pobres y desnutridos que se volvieron más vulnerables a la enfermedad, Virchow enfatizó que la epidemia de tifus era más un problema social que un problema médico, y que solo se podía prevenir mediante el fin de la “desigualdad social”. Abogó por una “democracia plena e ilimitada” y “educación, libertad y prosperidad” para todos.
En un artículo sobre el trabajo de Virchow publicado en el Global Health Journal en 2021, coincidiendo con el año más mortífero de la pandemia de COVID-19, Klause W. Lange escribió:
En la revolución alemana de 1848, Virchow se convirtió en un activista comprometido con el cambio social revolucionario. Durante el año de la revolución, se mantuvo políticamente muy activo, estuvo entre los que manejaban las barricadas en Berlín y fundó el periódico semanal Die Medicinische Reform (Reforma Médica), escrito para un público masivo. Los estudios médicos de Virchow sobre etiología social, combinados con su radicalismo político, lo llevaron a caracterizarse como socialista con el objetivo principal de mejorar el bienestar de la clase trabajadora.
Una de las teorías fundamentales de Virchow que resultó profética y correcta fue su postulado de que el impacto de las circunstancias sociales y la desigualdad contribuyen a la diseminación de la enfermedad y al surgimiento de epidemias, y que la distribución equitativa de los recursos de la sociedad mejoraría estas epidemias. Como dijo Virchow entonces, la medicina se extiende más allá del tratamiento de la enfermedad y debe abarcar medidas que aborden la salud y el bienestar de toda la población.
Los cuatro principios de Virchow para reformar la medicina incluyeron:
- La salud es una cuestión social.
- Las condiciones económicas y sociales tienen efectos importantes sobre la salud y la enfermedad, que deben ser estudiados científicamente.
- La promoción de la salud y la lucha contra las enfermedades deben incluir medidas sociales y médicas.
- Las estadísticas médicas proporcionan el estándar de medición.
Virchow también abogó por la prohibición del trabajo infantil y la protección de las mujeres embarazadas de la exposición ocupacional a sustancias tóxicas.
Gran parte de las perspectivas revolucionarias de Virchow hacia la salud pública encontraron un terreno fértil después de la Revolución rusa de octubre de 1917 dirigida por Vladimir Lenin y León Trotsky, que completó el derrocamiento de la autocracia zarista. Al poner fin a la Primera Guerra Mundial y destinar recursos a la transformación revolucionaria democrática y socialista del país, y al abordar así las altas tasas de mortalidad infantil y materna, el régimen bolchevique aumentó rápidamente la esperanza de vida de toda la población.
Los avances sociales que se han logrado durante el siglo pasado, incluidas numerosas campañas de vacunación masiva, grandes mejoras en las industrias de saneamiento y alimentos, agua potable y la ciencia de la salud, han llevado a duplicar la esperanza de vida en todo el mundo.
Sin embargo, después de la disolución de la Unión Soviética y especialmente en las últimas dos décadas, estas conquistas sociales ganadas con tanto esfuerzo comenzaron a ser recuperadas por la aristocracia corporativa y financiera, con una esperanza de vida para los trabajadores en constante disminución en comparación con las capas más ricas de la sociedad. La pandemia de COVID-19 ha exacerbado y arraigado estas desigualdades.
El nombramiento de RFK Jr. y la segunda Administración de Trump acelerarán rápidamente estos procesos de décadas de duración. Solo la clase obrera tiene los medios y los intereses objetivos para revertir estas trayectorias a través de la revolución socialista a escala internacional. El ataque a la salud pública es ante todo un ataque a la clase trabajadora.
En el Volumen I de El Capital, Karl Marx escribió:
Por lo tanto, el capital es imprudente con respecto a la salud o la duración de la vida del trabajador, a menos que la sociedad lo obligue. Ante el clamor por la degradación física y mental, las muertes prematuras, la tortura del trabajo excesivo, responde: ¿debería esto molestarnos si aumenta nuestras ganancias? Pero mirando las cosas en su conjunto, todo esto no depende, de hecho, de la buena o mala voluntad del capitalista individual. La libre competencia pone de manifiesto las leyes inherentes de la producción capitalista, en forma de leyes coercitivas externas que tienen poder sobre cada capitalista individual.
Las mismas fuerzas de clase y los imperativos de ganancia descritos por Marx hace más de 150 años solo se han fortalecido en el siglo XXI, a medida que el capitalismo desciende a la barbarie moderna.
La oligarquía abierta, encarnada en Trump, RFK Jr., su aliado cercano Elon Musk y toda la Administración entrante, debe ser opuesto y será opuesto por el desarrollo de un poderoso movimiento socialista en la clase obrera estadounidense e internacional.
A lo largo de la pandemia, solo el World Socialist Web Site y el Comité Internacional de la Cuarta Internacional han avanzado en una estrategia revolucionaria para detener la propagación del COVID-19 y proteger la salud y la vida de la clase trabajadora y de toda la población. En oposición a la propaganda burguesa y los esfuerzos por normalizar la pandemia, que ha producido un fatalismo paralizante entre muchos defensores anti-COVID, el WSWS ha recopilado información y publicado de forma implacable la Investigación Global de los Trabajadores sobre la Pandemia de COVID-19, como parte de nuestros esfuerzos más amplios para educar a la clase trabajadora y construir una dirección socialista.
La única política viable contra el COVID-19 es la de eliminación global, que requiere el despliegue universal de todas las medidas de salud pública disponibles y la renovación de todos los espacios públicos interiores con filtros HEPA y tecnología de luz ultravioleta Far-UVC. Estas medidas no solo detendrían la pandemia de COVID-19, sino que también sentarían las bases para eliminar la gripe, el VSR y otros patógenos que afectan innecesariamente a la humanidad, al tiempo que crearían la infraestructura de salud pública necesaria para prevenir futuras pandemias.
El WSWS y el CICI hacen de nuevo un llamado a una alianza entre los científicos de principios y la clase trabajadora, las dos fuerzas interdependientes cuya fuerza combinada es el único medio para detener la guerra capitalista contra la salud pública y la ciencia, y reconstruir la sociedad global sobre la base de la planificación económica científica.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 17 de enero de 2024)