Español
Perspectiva

Un paso gigante hacia una dictadura

Trump ordena toma policial-militar de Washington D.C.

El presidente de Donald Trump habla con reporteros en el salón de prensa James Brady, junto al secretario de Defensa, Pete Hegseth, Casa Blanca, 11 de agosto de 2025 [AP Photo/Alex Brandon]

En su acción más descarada hasta el momento para crear una dictadura fascista en Estados Unidos, el presidente Donald Trump declaró un estado de emergencia en el Distrito de Columbia (D.C.), poniendo al Departamento de Policía Metropolitana bajo control federal, y movilizó a casi mil soldados de la Guardia Nacional de D.C. para patrullar la ciudad. Con el pretexto de una “ola de crímenes” en la ciudad, la última gran mentira de Trump, está poniendo a la capital de Estados Unidos bajo gobierno militar.

El lunes por la mañana, Trump firmó una orden ejecutiva que pone a la fiscala general Pam Bondi a cargo de la policía de D.C. A su vez, nombró a Terry Cole, jefe de la Administración para el Control de Drogas (DEA, todas las siglas en inglés), una unidad del Departamento de Justicia (DOJ) federal, como comandante efectivo. Trump también firmó un memorando ejecutivo que autoriza al secretario de Defensa Pete Hegseth a movilizar a 800 miembros de la Guardia Nacional. El secretario del Ejército, Daniel Driscoll, un ex-Ranger del Ejército y veterano de la guerra de Irak, estará a cargo de esas tropas.

Durante los primeros 30 días y probablemente mucho más, la capital de una supuesta democracia, con una enorme población de clase trabajadora, estará bajo el equivalente a la ley marcial. En lugar de una separación constitucional de poderes, con “controles y equilibrios”, el Congreso, la Corte Suprema y todas las demás instituciones gubernamentales pasarán a formar parte del feudo personal de Trump, un gánster político que busca abiertamente la supresión violenta de toda oposición a su gobierno.

Esta acción envía una señal política no solo a todo Estados Unidos, sino al mundo. El país que durante mucho tiempo se jactó de su papel como la primera república democrática ahora está gobernado por un aspirante a dictador, que busca una confrontación violenta con sus oponentes políticos y, sobre todo, con la clase trabajadora. Los aliados fascistas de Trump en todos los continentes se envalentonarán. Los trabajadores del mundo deben ser advertidos y prepararse políticamente de acuerdo con las dimensiones de la amenaza.

Trump anunció la toma federal de Washington en el transcurso de una conferencia de prensa de 90 minutos, que combinó diatribas fascistas y autoalabanzas interminables del presidente y nauseabundos halagos de sus secuaces. Estos incluyeron a Bondi, Hegseth, el director del FBI, Kash Patel, y la fiscala federal para el Distrito de Columbia, Jeanine Pirro, todos experimentados lamebotas de Trump en sus años en Fox News.

En un comentario particularmente ominoso, Trump dijo que Hegseth se pondría en contacto con los gobernadores estatales para proporcionar tropas de sus fuerzas de la Guardia Nacional si fuera necesario para hacer cumplir el estado de emergencia en Washington. También insinuó que podría desplegar personal militar de combate en la capital, citando el modelo de Los Ángeles, donde 500 marines estadounidenses fuertemente armados fueron estacionados en apoyo de redadas generalizadas para arrestar y deportar a trabajadores inmigrantes.

Trump pronunció una diatriba cargada de obscenidades para justificar la movilización militar-policial, declarando: “Nuestra ciudad capital ha sido superada por pandillas violentas y criminales sedientos de sangre, turbas itinerantes de jóvenes salvajes, maníacos y personas sin hogar... Nos estamos deshaciendo de los barrios marginales donde viven”. Vilipendió a las personas sin hogar repetidamente, llamándolas “muy sucias”, amenazando con que todas serían expulsadas de la ciudad a lugares no especificados y declarando: “No se les permitirá convertir nuestra capital en un páramo ante los ojos del mundo”.

Ningún presidente estadounidense ha usado ese lenguaje para describir a la población de este país. Las palabras de Trump expresan más que la intolerancia racial y el odio de la clase trabajadora absorbida en el curso de su ascenso a través de los mundos inferiores de los bienes raíces de Manhattan, los juegos de casino, la televisión de realidad y otras estafas corporativas. Está inmerso en la visión del mundo de Adolf Hitler, su autor favorito, cuyos discursos mantenía habitualmente en su mesita de noche, según su primera esposa Ivana.

En la Alemania nazi, las personas sin hogar eran categorizadas como “asociales” y perseguidas. Los nazis los consideraban miembros improductivos de la sociedad y una carga para el Estado, en desacuerdo con su impulso por la pureza racial y la reglamentación social. En Estados Unidos, los inmigrantes, musulmanes y otras minorías se unen a los judíos en la demonología del fascismo. Pero los métodos son los mismos: combinar el odio fanático al socialismo y al marxismo, la búsqueda de chivos expiatorios racistas para disfrazar las divisiones de clase fundamentales en la sociedad y la violencia cada vez más abierta contra toda oposición social y política.

Trump quiere un Estados Unidos que sea cómodo para los súper ricos y los sectores más ricos de la clase media, hecho posible a través de la brutal opresión de clase llevada a cabo contra la clase trabajadora, mientras que la sociedad se “limpia” de las víctimas más visibles de esa guerra de clases.

El despliegue en Washington D.C. es la tercera movilización importante de fuerza militar dentro de los Estados Unidos este año: primero en la frontera entre Estados Unidos y México, luego en Los Ángeles, ahora en la capital de la nación. Y no va a ser la última. Trump y otros funcionarios enfatizaron en la conferencia de prensa de la Casa Blanca que se planeaban medidas similares para Chicago, Nueva York y otras ciudades de Estados Unidos.

Trump está utilizando el peculiar estatus legal del Distrito de Columbia, un territorio federal con autogobierno limitado y sin representación electoral en el Congreso, como pantalla para su imposición de la dictadura. Bajo la Ley de Autonomía de 1973, el presidente tiene la autoridad de tomar el control de la policía de Washington por hasta 30 días, después de lo cual el Congreso debe votar sobre cualquier continuación. Pero no existe tal límite en el uso de tropas de la Guardia Nacional, ya sea que provengan de la población del Distrito o de otros estados, ni en el uso de las fuerzas militares regulares.

Las últimas órdenes ejecutivas de Trump siguen un plan cuidadosamente elaborado. Un memorando interno del Departamento de Seguridad Nacional (DHS), obtenido por New Republic y hecho público en su edición del 2 de agosto, detalla el esfuerzo por normalizar el uso de tropas federales dentro de los Estados Unidos. Escrito por Philip Hegseth, el hermano menor del secretario de Defensa y asesor de la secretaria del DHS, Kristi Noem, “sugiere que el DHS está anticipando usar muchas veces más a los militares en centros urbanos, señalando que las operaciones al estilo de Los Ángeles pueden ser necesarias ‘en los próximos años’”.

Según la revista, una reunión del 21 de julio entre funcionarios del DHS y del Pentágono discutió una acción coordinada en “defensa de la patria”. Entre los asistentes se encontraban el secretario de Defensa, Pete Hegseth, el general Dan Caine, jefe del Estado Mayor Conjunto, y el general Gregory Guillot, comandante del NORTHCOM, que controla las fuerzas militares estadounidenses que operan en América del Norte.

Lo más notable de la situación actual es que Trump está llevando a cabo la erección paso a paso de una dictadura fascista a plena vista, en tiempo real, sin ninguna resistencia de las instituciones y organizaciones que supuestamente defienden los principios de la democracia constitucional.

El Partido Demócrata no ha hecho nada para oponerse a la dictadura de Trump. Los demócratas del Congreso emitieron solo las declaraciones más superficiales contra la toma de posesión de la capital estadounidense por parte de Trump, donde Trump ganó solo el 6,5 por ciento de los votos en noviembre de 2024. Los funcionarios locales como la alcaldesa Muriel Bowser se limitaron a quejarse de que Trump estaba distorsionando las cifras del crimen en la ciudad y no había consultado con ellos antes de declarar el estado de emergencia.

El contenido de la crítica del Partido Demócrata fue afirmar que las acciones de Trump fueron una “distracción”, un intento de “cambiar de tema” de los fracasos económicos, los ataques sociales y los innumerables escándalos de su segundo mandato. Hablan como si ignoraran el hecho de que sus propios miembros del Congreso van a trabajar en oficinas patrulladas por soldados y policías dirigidos por Trump, el mismo presidente que el 6 de enero de 2021 envió a una turba armada a atacar el Capitolio.

El líder demócrata del Senado, Chuck Schumer, y otros demócratas del Senado han propuesto una respuesta que incluye bloquear la legislación republicana, desafíos legales, lo que significa aceptar como máxima autoridad a una Corte Suprema repleta de fascistas, un tercio de ellos elegidos por Trump, así como discursos en audiencias de comités legislativos y protestas públicas. En otras palabras, estarán impotentemente paralizados mientras la democracia estadounidense está siendo sistemáticamente destruida.

Cuando los roles se invirtieron y el presidente demócrata Joe Biden ocupó el cargo con estrechas mayorías demócratas en la Cámara de Representantes y el Senado, la minoría republicana pudo bloquear cualquier medida significativa para aliviar la profundización de la crisis social. Los demócratas solo tenían una prioridad por la que estaban dispuestos a luchar: instigar, continuar y escalar la guerra entre Estados Unidos y la OTAN con Rusia en Ucrania.

Con un republicano en la Casa Blanca y mayorías republicanas igualmente estrechas en la Cámara de Representantes y el Senado, Trump promulga su programa completo con impunidad. Ha impulsado recortes masivos de impuestos para los ricos en el Congreso, pagados en parte por $1 billón en recortes sociales, al tiempo que emitió una avalancha sin precedentes de órdenes ejecutivas para encerrar a los inmigrantes, despedir a los trabajadores federales y destruir programas sociales en educación, salud y la protección del medio ambiente.

En cuanto a los sindicatos, que todavía agrupan nominalmente a más de 14 millones de trabajadores, sus líderes no moverán un dedo. En los primeros días del movimiento obrero, una de las funciones de los sindicatos era defender los derechos democráticos de sus miembros, incluido su derecho a la huelga, a organizarse independientemente de los patrones y a oponerse a los ataques policiales-militares. Los sindicatos de hoy son incapaces de tal acción, habiéndose transformado en instrumentos pagados de la patronal, una fuerza de policía industrial en todo menos en el nombre.

Mientras los demócratas y los sindicatos corren y se esconden (o buscan acomodarse al aspirante a dictador), la clase trabajadora está en curso de colisión con la Administración DE Trump. Las provocaciones de los matones de ICE en Los Ángeles y otras ciudades ya han provocado una respuesta hostil. La escalada de ataques a los derechos democráticos, los servicios públicos y los niveles de vida de los trabajadores hacen inevitable una explosión política. El fascista en la Casa Blanca lo siente, de ahí sus arrebatos incontrolables denunciando el socialismo y la “izquierda”.

El Partido Socialista por la Igualdad advierte que la clase trabajadora no puede confiar en ninguna de las instituciones carcomidas del capitalismo estadounidense. Los trabajadores deben preparar una acción industrial bien organizada para oponerse a las medidas dictatoriales de Trump. Esto significa UNA huelga en la industria, el transporte y por parte de los propios trabajadores públicos. El primer paso en una campaña de este tipo es establecer comités de base en fábricas, almacenes, oficinas y otros lugares de trabajo, independientemente de los sindicatos falsos controlados por las corporaciones y el Partido Demócrata.

La defensa de los derechos democráticos requiere la creación de un nuevo poder político, basado en un programa socialista anticapitalista. Esto está vinculado con el establecimiento de organizaciones independientes de lucha de la clase trabajadora y la construcción de un movimiento político independiente de masas de la clase trabajadora. Hacemos un llamamiento a todos aquellos que estén de acuerdo con la perspectiva para que se unan al Partido Socialista por la Igualdad y se unan a la lucha contra la dictadura.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 12 de agosto de 2025)

Loading