A pesar del anuncio de una serie de acuerdos, en particular con la Unión Europea, Japón y Corea del Sur, además de una tregua entre Estados Unidos y China hasta noviembre, el caos provocado por los aranceles impuestos por el presidente Trump persiste e incluso se intensifica.
Una de las razones es que las medidas se están imponiendo bajo dos legislaciones distintas. El llamado arancel “recíproco” generalizado contra países, que abarca todas sus exportaciones con tasas que van del 10 a más del 40 por ciento en algunos casos, se ha impuesto bajo la Ley de Poderes Económicos Internacionales en Caso de Emergencia. Trump ha afirmado que esta ley le otorga la facultad de imponer aranceles debido a que los grandes déficits comerciales de EE.UU. constituyen una “emergencia nacional”.
En mayo, el Tribunal Internacional de Comercio dictaminó que el presidente había excedido sus competencias, ya que no existía tal emergencia.
La decisión ha sido apelada ante un tribunal federal, donde la administración argumenta que anular los aranceles provocaría una depresión similar a la de los años treinta, dejando en claro que seguirá adelante independientemente del fallo judicial.
Los aranceles sobre productos individuales, en lugar de países, se aplican bajo la Sección 232 de la Ley de Expansión Comercial de 1962, que otorga al presidente el poder de imponerlos si la importación de dichos productos representa una amenaza para la “seguridad nacional”.
A diferencia de otros acuerdos comerciales, las tratativas de Trump no incluyeron detalles, dejando su redacción a posteriori en manos de funcionarios. Las preguntas no resueltas sobre los aranceles impuestos a bienes bajo la Sección 232, los aranceles amenazados sobre microchips y productos farmacéuticos y cuál será su aplicación bajo el marco general del acuerdo han generado una gran confusión.
A esto se suma la insistencia de la administración Trump en eliminar lo que denomina “barreras no arancelarias” impuestas por la UE sobre las operaciones de las grandes empresas digitales estadounidenses.
Funcionarios de la UE han señalado que el desacuerdo sobre el lenguaje a incluir en este punto ha retrasado la publicación de una declaración conjunta tras la capitulación de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, al marco general de las demandas estadounidenses en la reunión con Trump en su campo de golf en Turnberry, Escocia, el 27 de julio.
La UE ha declarado que flexibilizar las normas de su Ley de Servicios Digitales es una línea roja. Si se realizan cambios, ello representaría una escalada significativa de la guerra económica, ya que implicaría una intervención directa de EE.UU. en las políticas económicas internas de la UE.
Sin embargo, según un funcionario estadounidense citado por el Financial Times (FT): “Seguimos abordando las barreras al comercio digital en conversaciones con nuestros socios comerciales y la UE aceptó tratarlas cuando se alcanzó nuestro acuerdo inicial.”
La mayor confusión gira en torno a los aranceles del 25 por ciento sobre automóviles impuestos bajo la Sección 232, que afectan especialmente a Alemania, Corea del Sur y Japón.
Japón y EE.UU. anunciaron un acuerdo el 25 de julio que redujo los aranceles generales al 15 por ciento. Si bien este arancel general se ha implementado, el del 25 por ciento sobre autos se mantiene. Casi un mes después del anuncio, los funcionarios japoneses aún no han visto una orden ejecutiva de Trump que indique que el 15 por ciento no se suma a los aranceles sobre autos.
El principal negociador comercial japonés, Ryosei Akazawa, afirmó el viernes pasado: “Seguimos viendo daños: la hemorragia no se ha detenido. Queremos que EE.UU. firme la orden ejecutiva lo antes posible.”
La “hemorragia” es significativa: Akazawa afirma que al menos una empresa automotriz está perdiendo 680.000 dólares por hora como consecuencia de los aranceles.
Corea del Sur ha recibido un arancel general del 15 por ciento, pero el recargo del 25 por ciento sobre automóviles sigue vigente. Los datos comerciales muestran que sus exportaciones de autos a EE.UU. cayeron casi un 17 por ciento en valor en el primer semestre del año, mientras que sus exportaciones de acero —también sujetas a medidas de la Sección 232— bajaron un 11 por ciento.
Cuando se firmó el acuerdo en Turnberry, la UE creyó que se aplicaría un techo del 15 por ciento a los autos. Pero hasta ahora no ha sido así.
La Asociación Alemana de la Industria Automotriz (VDA) está presionando por una resolución rápida, ya que sus miembros están siendo golpeados duramente.
En una declaración a Bloomberg la semana pasada, la presidenta de la VDA, Hildegard Müller, dijo: “El acuerdo entre la UE y EE.UU. aún no ha traído claridad ni mejoras para la industria automotriz alemana. Los costos incurridos ascienden a miles de millones y continúan aumentando.”
Cecilia Malmström, exnegociadora comercial principal de la UE, declaró a Bloomberg que las demoras podrían ser administrativas, pero que si no ocurre nada, habrá presión de los fabricantes de autos para que la UE tome represalias.
Un funcionario estadounidense anónimo, citado por el FT, explicó las razones del retraso.
“Las acciones que modifican cualquier tasa arancelaria, como los aranceles de la Sección 232, se tomarán una vez se finalicen las declaraciones conjuntas con los socios comerciales con los que hemos alcanzado acuerdos,” indicó el funcionario.
Pero puede pasar algún tiempo antes de que se emita una declaración final con la UE y otros.
Y luego está el tema de los aranceles de la Sección 232 que están programados para aplicarse.
Actualmente se están llevando a cabo nueve investigaciones sobre productos que la administración Trump está considerando someter a aranceles por razones de “seguridad nacional”. Entre ellos destacan los microchips, uno de los productos más importantes de la economía global actual.
La semana pasada, Trump dijo que la tasa arancelaria sobre chips sería “aproximadamente del 100 por ciento”, pero que no se aplicaría a las empresas que estén construyendo instalaciones de producción en EE.UU.
Apple parece haber obtenido una excepción tras comprometerse a aumentar sus inversiones en EE.UU. de 100.000 millones a 600.000 millones de dólares. Pero Apple depende de otros proveedores que no tienen la capacidad de trasladar sus operaciones al país.
Las grandes productoras de chips tienen dificultades para determinar qué deben hacer para obtener concesiones.
Un directivo de una empresa de microchips con capacidad de producción en EE.UU., citado por el FT, dijo: “Estamos teniendo un diálogo útil con [el Departamento de Comercio], pero ni ellos saben lo que va a pasar. Es impredecible porque Trump decide, hace política por extorsión y actúa transaccionalmente de forma improvisada”.
Mientras tanto, la tregua arancelaria con China sigue en pie —se ha extendido por tres meses hasta noviembre—, pero existen dudas sobre cuánto tiempo durará, dado que la administración Trump ha dejado claro que China es su objetivo principal.
China ha utilizado su monopolio sobre la producción de tierras raras —procesa el 90 por ciento del suministro mundial y el 94 por ciento de los imanes permanentes que utilizan tierras raras para mantener su fuerza a altas temperaturas, como las que se encuentran en motores de automóviles y aviones de combate— para contraatacar a EE.UU.
Según informó el FT la semana pasada, Beijing ha advertido a empresas extranjeras que no acumulen tierras raras, o serán excluidas del suministro.
Pese a la tregua, el suministro de tierras raras no ha regresado a los niveles registrados antes del 2 de abril, cuando Trump desató su guerra arancelaria. China exportó 3.188 toneladas de imanes permanentes en junio, más del doble que en mayo, pero un 38 por ciento menos que el año anterior.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 18 de agosto de 2025)