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El presidente de la Reserva Federal se inclina hacia un recorte de las tasas de interés

El presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, dio señales claras de que el banco central podría recortar su tasa de interés en la reunión de septiembre, al pronunciar su discurso principal en la conferencia anual de banqueros y financistas en Jackson Hole, Wyoming, el viernes pasado.

Sin embargo, el giro de Powell hacia la baja de tasas —tras mantenerlas sin cambios desde diciembre— no reducirá las exigencias del gobierno de Trump por recortes significativos, ni la presión emergente desde el interior del comité directivo de la Fed.

El presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, en rueda de prensa tras la reunión del Comité Federal de Mercado Abierto, el miércoles 20 de septiembre de 2023, en Washington. [AP Photo/Jacquelyn Martin]

Y al haber abierto una brecha, el régimen de Trump continuará su campaña, si no por la destitución de Powell (como ha agitado el propio Trump durante meses), entonces al menos para remodelar la dirección de la Fed y alinearla más con su programa, en tanto considera nombrar una sustitución cuando termine el mandato de Powell en mayo próximo.

Los pasajes clave del discurso de Powell fueron minuciosamente analizados por la prensa financiera e interpretados en su significado. Se destacaron frases como “el equilibrio de riesgos parece estar cambiando” y que, con la política monetaria en un “territorio restrictivo”, el “cambio del equilibrio de riesgos puede justificar un ajuste de nuestra postura de política”.

El mercado interpretó esto como una señal clara de que un recorte de tasas es casi seguro en la reunión del 16 y 17 de septiembre de la Fed. Pero probablemente será un recorte de solo 0,25 puntos porcentuales, o como máximo de 0,5, muy por debajo de los 3 puntos porcentuales que exige Trump.

Y si el Senado confirma su nombramiento a tiempo, Powell enfrentará por primera vez en dicha reunión a Stephen Miran, un defensor abierto —y en algunos aspectos arquitecto— de la agenda trumpista. Nombrado inicialmente para presidir el Consejo Nacional de Asesores Económicos, Miran ha sido ahora designado por Trump para ocupar provisionalmente el puesto vacante en la Junta de Gobernadores de la Fed, tras la repentina y no explicada renuncia de Adriana Kugler a principios de mes.

Trump también impulsa el despido de la gobernadora Lisa Cook por acusaciones de haber proporcionado información falsa en una solicitud hipotecaria antes de su designación en 2022.

Además de la presión de Trump, Powell enfrentó problemas económicos objetivos al estructurar su discurso. El llamado “doble mandato” bajo el cual actúa la Fed consiste en mantener la inflación cerca del 2 por ciento y, al mismo tiempo, asegurar el “máximo” empleo.

Pero, a diferencia de la inflación —que está definida numéricamente en un 2 por ciento— el “máximo empleo”, como reconoció Powell en su discurso, se define como “el nivel más alto de empleo que puede lograrse de manera sostenible en un contexto de estabilidad de precios”.

En otras palabras, la ofensiva contra la inflación mediante el aumento de las tasas de interés tiene prioridad, sin importar sus efectos sobre el mercado laboral. Esto quedó brutalmente demostrado a comienzos de los años 80. Ls tasas se elevaron hasta un 20 por ciento, lo que provocó un desempleo de más del 10 por ciento en la llamada “lucha contra la inflación” del entonces presidente de la Fed, Paul Volcker, que apuntó a aplastar el auge salarial de la clase obrera.

Pero el papel de clase esencial de la Fed debe permanecer encubierto en las declaraciones públicas, recurriendo a la ficción de que actúa en beneficio de “todos los estadounidenses” mientras intenta administrar la economía.

No obstante, eso está resultando más difícil.

Powell señaló en su discurso que los “riesgos inflacionarios se han inclinado al alza, y los riesgos para el empleo a la baja —una situación desafiante”.

Apuntó al marcado enfriamiento del mercado laboral, donde el crecimiento del empleo ha sido de apenas 35.000 puestos mensuales en los últimos tres meses, comparado con 168.000 por mes durante 2024.

El crecimiento del PIB también se ha desacelerado marcadamente y fue de solo un 1,2 por ciento durante la primera mitad del año, frente al 2,5 por ciento del año pasado.

A pesar de estas tendencias —que normalmente elevarían la tasa de desempleo—, esta se ha mantenido estable en torno al 4,2 por ciento durante el último año. Esto se debió en gran parte a lo que Powell describió como “la abrupta caída en la inmigración”, resultado de las medidas represivas del régimen de Trump contra los inmigrantes desde que asumió el poder, así como a una menor tasa de participación en el mercado laboral.

Pero sobre la base de los datos disponibles, que siempre reflejan con retraso las tendencias subyacentes, Powell indicó que podría producirse un cambio abrupto.

“En general”, dijo, “aunque el mercado laboral parece estar en equilibrio, es un equilibrio curioso que resulta de una marcada desaceleración tanto en la oferta como en la demanda de trabajadores. Esta situación inusual sugiere que los riesgos a la baja para el empleo están aumentando. Y si esos riesgos se materializan, pueden hacerlo rápidamente, bajo la forma de más despidos y un aumento del desempleo”.

Al mismo tiempo, a pesar del marcado enfriamiento económico, los precios siguen en alza por efectos de los aranceles impuestos por Trump.

En un comentario que probablemente despierte la ira de Trump y sus seguidores, quienes sostienen que sus políticas no son inflacionarias, Powell se vio obligado a reconocer la realidad.

“Los efectos de los aranceles sobre los precios al consumidor ahora son claramente visibles. Esperamos que esos efectos se acumulen en los próximos meses, aunque con gran incertidumbre respecto al momento y la magnitud”, afirmó.

Esto sugeriría que no deberían reducirse las tasas de interés y, por lo tanto, ante la presión —incluida la de su propia Junta de Gobernadores, donde dos miembros disintieron de la decisión de mantener las tasas en julio y donde se espera que otros se sumen—, Powell tuvo que encontrar una justificación para el recorte.

Lo hizo alegando una “base razonable” para afirmar que los efectos “serán relativamente transitorios, un cambio puntual en el nivel de precios”. Esto no significaba que ocurriría “todo de una vez”, ya que las alzas arancelarias tardan en trasladarse a lo largo de las cadenas de suministro y distribución, y la presión al alza podría alimentar una “dinámica inflacionaria más duradera”.

Y como siempre, mantuvo una mirada enfocada en la lucha de clases.

“Una posibilidad es que los trabajadores, al ver reducido su ingreso real debido al alza de precios, exijan y obtengan aumentos salariales de sus empleadores, desatando una dinámica perjudicial de salarios y precios”.

Sin embargo, dado que el mercado laboral “no está particularmente ajustado y enfrenta crecientes riesgos a la baja, ese resultado no parece probable”—al menos por ahora.

Pero si surgieran luchas salariales crecientes, entonces “pase lo que pase, no permitiremos que un aumento puntual del nivel de precios se convierta en un problema permanente”. Más adelante en el discurso agregó que “se justificaría una acción preventiva si la rigidez del mercado laboral u otros factores pusieran en riesgo la estabilidad de precios”.

En otras palabras, si los trabajadores intentan obtener aumentos salariales para compensar los aumentos de precios que ya les han golpeado —muy por encima de las cifras oficiales— y los que aún vendrán, enfrentarán medidas destinadas a aumentar el desempleo.

En su discurso, Powell intentó realizar un acto de equilibrio, y no solo entre los conflictos derivados del llamado doble mandato.

También están en juego fuerzas mayores. Por encima de todo, Powell se percibe como el defensor de la ortodoxia económica del pasado, especialmente de la independencia de la Fed frente al control político directo.

Las fuerzas que rodean a Trump buscan eliminar esa ortodoxia y subordinar cada vez más instancias independientes del Estado a su agenda. Esto se refleja en los nombramientos que ha realizado en múltiples posiciones dentro del aparato estatal.

En el ámbito económico, esto se refleja en el despido de la directora de la Oficina de Estadísticas Laborales, Erika McEntarfer, tras un informe laboral negativo a comienzos del mes, y su reemplazo por E.J. Antoni, un ferviente trumpista sin calificaciones profesionales para el cargo, quien además ha atacado verbalmente a Powell en múltiples ocasiones y busca maneras de destituirlo. En marzo pasado, en un artículo de coautoría sobre la reforma de la gobernanza de la Fed, Miran propuso que el presidente tenga la potestad de destituir al presidente de la Fed “a voluntad”.

Estas acciones han generado preocupación en ciertos sectores de la clase dominante, que advierten que las guerras económicas de Trump contra amigos y enemigos por igual, y su esfuerzo por transformar las instituciones económicas consolidadas del Estado estadounidense, están debilitando la posición global del capitalismo estadounidense.

Estas preocupaciones se resumieron en los comentarios de Norbert Michel, del llamado think tank libertario y de libre mercado Instituto Cato, al New York Times sobre la importancia global de estas instituciones:

“Estos son elementos reales del porqué la gente confía en Estados Unidos, y si empiece a desmantelarlos, comience a erosionar esa confianza. En cierto punto, deje de ser eso que infunde confianza. Se convierte simplemente en otro país del tercer mundo”, dijo.

La erupción de conflictos dentro de la propia clase dominante sobre normas históricas, que enmarcaron el discurso de Powell, es indicativa del desarrollo de grandes luchas económicas y políticas.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 25 de agosto de 2025)

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