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El gobierno de Bayrou en Francia está al borde del colapso ante el voto de septiembre, mientras se avecinan huelgas contra la austeridad

En su conferencia de prensa del 25 de agosto, el primer ministro François Bayrou anunció que exigirá un voto de confianza en la Asamblea Nacional el 8 de septiembre sobre su presupuesto de austeridad. Según lo estipulado por el artículo 49.1 de la Constitución francesa, Bayrou debe dimitir y su gobierno colapsará si pierde dicho voto de confianza.

El programa de Bayrou, que impone recortes por 44.000 millones de euros en pensiones, sanidad, educación y el seguro de desempleo, es profundamente impopular. Además, Bayrou ha intentado justificar sus recortes sociales, más allá de la necesidad de pagar la deuda con los acreedores bancarios, apelando a una descomunal redirección de recursos hacia el ejército para prepararse para una guerra de alta intensidad. El pueblo francés rechaza esta política, y encuestas revelan que el 84 por ciento se opone al programa de Bayrou.

La maniobra de Bayrou es políticamente suicida, y su gobierno está a punto de caer justo cuando múltiples organizaciones profesionales convocan paros laborales contra sus políticas de austeridad, y las burocracias sindicales francesas llaman a una huelga nacional de un día para el 10 de septiembre.

Desde las elecciones del año pasado, el presidente Emmanuel Macron y los sucesivos gobiernos dirigidos por Michel Barnier y luego por Bayrou, sólo han contado con el apoyo de una minoría en la Asamblea. El partido Francia Insumisa (LFI) de Jean-Luc Mélenchon y el neofascista Agrupamiento Nacional (RN) ya habían llamado a derrocar al gobierno de Bayrou mediante una moción de censura.

Además, luego de las declaraciones de Bayrou, los aliados de LFI en el Nuevo Frente Popular (NFP) —el burgués Partido Socialista (PS) y sus satélites políticos, el estalinista Partido Comunista Francés (PCF) y los Verdes— cambiaron súbitamente de posición. Mientras antes emitían señales contradictorias sobre un posible apoyo al presupuesto de Bayrou, se volcaron decididamente en su contra.

El secretario general del PS, Olivier Faure, declaró al diario Le Monde: “François Bayrou ha decidido irse. En las condiciones parlamentarias actuales, sabe que no puede conseguir un voto de confianza de los partidos de oposición. Esto es una autodisolución [de su propio gobierno]. Él cree que lo hace con el aplomo de alguien que ya piensa en una nueva etapa de su vida política. Es evidentemente inconcebible que el PS pueda votar su confianza al primer ministro”.

Los secretarios generales del PCF y de los Verdes, Fabien Roussel y Marine Tondelier, también afirmaron que sus partidos votarían para derrocar a Bayrou.

El Movimiento Democrático (MoDem) de Bayrou y el PS, dos pilares históricos de la política burguesa francesa, han precipitado una gran crisis política. Sin el apoyo del PS y sus aliados, Bayrou puede aspirar, en el mejor de los casos, a obtener una minoría de 210 votos en la Asamblea de 577 escaños el 8 de septiembre. La revista Le Point calificó la rueda de prensa del lunes como “suicidio político en vivo por televisión, una operación kamikaze que dejó perplejos incluso a ciertos ministros de su propio gabinete”.

Un factor principal y probablemente decisivo ha sido el temor de la oligarquía capitalista a un movimiento explosivo de huelgas de la clase trabajadora y protestas sociales provenientes de capas de la clase media. De hecho, las asociaciones nacionales de farmacéuticos y taxistas han convocado paros laborales para el 1 y 5 de septiembre. Los trabajadores del sector eléctrico y del gas harán huelga el 2 de septiembre, y los sindicatos ferroviarios y del transporte masivo han anunciado una huelga para el 10 de septiembre.

Además, un grupo de burocracias sindicales, incluida la central estalinista Confederación General del Trabajo (CGT), Fuerza Obrera (FO) y Solidaires, han convocado una huelga nacional de un día para el 10 de septiembre, bajo el lema “Paremos Todo”.

La maniobra de Bayrou parece estar dirigida a atenuar la ira de la clase trabajadora y evitar que este movimiento se transforme rápidamente en una huelga general. La clase dominante se apoya aquí en los servicios de las burocracias sindicales, que no han anunciado planes para continuar la acción de huelga nacional contra Bayrou. La dirección de la principal central sindical, la Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT), vinculada al PS, se reunió anoche y no anunció ningún plan concreto de huelga. Volverán a reunirse con la CGT y otros sindicatos el 1 de septiembre.

Sin embargo, hay pocas dudas de que la decisión de Bayrou de arriesgarse al colapso de su gobierno no fue dictada exclusivamente por consideraciones nacionales.

La situación internacional y en particular la crisis política en Estados Unidos han debilitado a Macron y a Bayrou. Los intentos de Trump de negociar un acuerdo de paz entre Ucrania y Rusia, y el humillante acuerdo de la Unión Europea con los aranceles de la guerra comercial de Trump, fueron grandes reveses para Macron. Macron había llamado a las potencias de la UE a intervenir militarmente en Ucrania contra Rusia y a oponerse a los aranceles de Trump, mientras que Bayrou había justificado la austeridad argumentando que era necesaria para financiar la guerra con Rusia.

El colapso del marco que Macron y Bayrou desarrollaron para justificar las políticas fundamentales del imperialismo francés no significa, sin embargo, que dichas políticas esenciales estén cambiando. Con Francia enfrentando una deuda soberana paralizante que supera el 114 por ciento de su PIB, y desesperada por asegurar militarmente su acceso a mercados y materias primas en medio de una guerra mundial en ciernes, la burguesía pretende redoblar la austeridad, el militarismo y la represión estatal.

La dimisión de Bayrou no pondrá fin al enfrentamiento político entre la oligarquía capitalista y la clase trabajadora. Es en este contexto que puede comprenderse el contenido político no sólo del rápido giro de la élite gobernante contra Bayrou, sino también de los crecientes llamados tanto de la LFI de Mélenchon como del RN neofascista para destituir a Macron.

Anoche, en una entrevista en horario estelar en TF1, el presidente del RN, Jordan Bardella, dijo que Macron debería disolver el parlamento “o dimitir… para salir de este callejón político sin salida”. Afirmó que el RN está preparado para “el marco de una elección legislativa victoriosa o de una elección presidencial”.

Sin embargo, ha sido Mélenchon quien ha hecho la campaña más agresiva para destituir a Macron, ya sea mediante un voto parlamentario de destitución o presionando a Macron a dimitir. Mélenchon reapareció ayer en la radio France Inter para volver a plantear esta demanda.

Mélenchon elogió al derechista Bayrou, diciendo que su decisión de someterse a un voto de confianza fue “digna”. Bayrou, agregó, “no es responsable de la situación en la que se encuentra… Son los que le precedieron, con sus malas políticas económicas, su mala gestión, como Macron. Así que, si hay una persona responsable, es el presidente”. Mélenchon luego llamó a una “huelga general”, ya que “nos encontramos en una bifurcación en la historia de Francia y somos actores en esta bifurcación”. Sobre esta base, llamó a “destituir” a Macron.

La clase obrera debe ser advertida sobre las dudosas maniobras de Mélenchon. Lo más llamativo de sus declaraciones es lo que no dice. No ha repudiado los llamados del NFP a enviar tropas a Ucrania ni a un inmenso reforzamiento del aparato militar y policial del Estado francés. Además, aunque el RN actualmente supera a la LFI en las encuestas, no hace ningún llamamiento a la oposición popular contra la represión de ultraderecha, como la que Trump está lanzando actualmente contra las ciudades de Estados Unidos.

La perspectiva que ofrece Mélenchon, de huelgas dirigidas únicamente a fortalecer su posición en las maniobras parlamentarias, es una trampa política para la oposición obrera a la guerra imperialista, la austeridad, la represión estatal y atrocidades como el genocidio en Gaza.

La crisis en Francia sólo puede resolverse de forma progresista mediante la construcción de un movimiento revolucionario en la clase obrera, movilizando a los trabajadores de base de forma independiente de las burocracias sindicales ligadas al NFP de Mélenchon. Al vincular sus huelgas con las de trabajadores de toda Europa, en Estados Unidos y más allá que también están entrando en lucha, se abrirá una vía para detener el militarismo y la austeridad, arrebatando el poder político y económico de las manos de la oligarquía capitalista.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 26 de agosto de 2025)

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