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Aumentan los temores de una burbuja financiera por el acuerdo “circular” entre Nvidia y OpenAI

Mientras continúa el auge del mercado de valores en Estados Unidos, crecen las preocupaciones sobre que la burbuja basada en la enorme inversión en inteligencia artificial pueda estallar, en similitud con el colapso de las compañías punto-com a comienzos de siglo.

Un colapso bursátil hoy no sería simplemente una repetición de ese episodio, por significativo que haya sido, debido a que las sumas de dinero involucradas en la actualidad son mucho mayores.

Un edificio de oficinas de Nvidia en Santa Clara, California, el 31 de mayo de 2023. Jeff Chiu [AP Photo/Jeff Chiu]

Los temores de una posible debacle se han intensificado con el reciente acuerdo entre Nvidia y OpenAI.

Según el acuerdo, Nvidia invertirá hasta 100.000 millones de dólares en OpenAI para ayudarla a construir gigantescos centros de datos que utilizarán sus chips.

Este acuerdo está generando interrogantes sobre el modo en que Nvidia está realizando inversiones para financiar el auge de la IA, con el objetivo de asegurarse de que las empresas queden atadas al uso de sus chips.

Como señaló un artículo reciente de Fortune, la “enorme construcción de centros de datos” ha “contribuido a una creciente sensación de inquietud respecto a que existe una peligrosa burbuja financiera en torno a la IA, y que los ingresos y cálculos de ganancias que sustentan las valoraciones de empresas públicas y privadas en el sector simplemente no cuadran”.

El Financial Times informó que, apenas unas horas después del anuncio del acuerdo Nvidia-OpenAI, la consultora global Bain publicó un informe que sostiene que las empresas de IA tendrán que invertir 500.000 millones de dólares anuales en gasto de capital para satisfacer la demanda anticipada. Para financiar ese gasto se necesitarían 2 billones de dólares en ingresos anuales, pero el sector se quedaría corto en 800.000 millones.

La escala de las inversiones no tiene precedentes. El acuerdo Nvidia-OpenAI prevé “al menos” 10 GW de potencia de cómputo. Según la Agencia Internacional de Energía, 10 GW en centros de datos de IA consumirían tanta energía como la que consumen en un año 10 millones de hogares típicos de Estados Unidos.

Pero no hay certeza sobre cómo se recuperará semejante desembolso. El año pasado, OpenAI registró una pérdida de 5.000 millones de dólares frente a ingresos de 3.700 millones. Este año, según un informe del canal financiero CNBC en agosto, los ingresos podrían superar los 20.000 millones de dólares. Pero esto todavía no es suficiente para que la empresa tenga ganancias, y se espera que continúe registrando pérdidas.

En ese momento, el director general de OpenAI, Sam Altman, dijo a CNBC durante el lanzamiento de ChatGPT-5: “Mientras sigamos en esta trayectoria claramente distinta en la que el modelo mejora y mejora, creo que lo racional es estar dispuesto a operar con pérdidas durante un buen tiempo”.

En otras palabras, la inversión constituye una gigantesca apuesta. Además, en condiciones donde muchas empresas están invirtiendo en IA —sobre todo los gigantes tecnológicos como Meta, Google, Microsoft, Amazon y la misma Nvidia—, no todas podrán obtener los beneficios necesarios para amortizar esas inversiones.

La estrategia de Nvidia, como queda ejemplificada en su acuerdo con OpenAI, es asegurarse de que, sea cual sea el desarrollo del mercado, sus chips, las unidades de procesamiento gráfico (GPUs), estarán en el centro del desarrollo de la IA. Incluso antes de este último anuncio, ya había firmado acuerdos similares, aunque más pequeños, con otras compañías.

El convenio con OpenAI representa un salto cualitativo. Se han expresado preocupaciones de que implique un financiamiento “circular” del tipo que se desarrolló durante la burbuja punto com, lo cual condujo a pérdidas multimillonarias cuando esa burbuja estalló.

En virtud del acuerdo, Nvidia alquilará sus GPUs a OpenAI en lugar de vendérselas directamente. Esto significa que OpenAI no tendrá que soportar la carga de la rápida depreciación de los chips a medida que surjan versiones más potentes.

Según el artículo de Fortune, esto quiere decir que Nvidia deberá asumir finalmente los costos de depreciación. “Además”, continúa el artículo, “Nvidia también asumirá el riesgo de quedarse con un inventario de GPUs que nadie quiere si la demanda de cargas de trabajo de IA no corresponde con las optimistas proyecciones del director general Jensen Huang”.

Los acuerdos de Nvidia se asemejan mucho a los que emprendieron los fabricantes de equipos de telecomunicaciones hace 25 años. Empresas como Nortel, Lucent y Cisco prestaron dinero a compañías de telecomunicaciones. Pero la burbuja estalló porque el suministro de equipos superó la demanda y las compañías tecnológicas perdieron hasta el 90 por ciento de su valor en la década siguiente.

En un comentario a Fortune, Jay Goldberg, analista de Seaport Global, señaló que los acuerdos de Nvidia tenían un tufo a financiamiento circular y eran sintomáticos de un comportamiento “propio de una burbuja”.

Stacy Rasgon, analista de Bernstein Research, escribió en una nota dirigida a inversionistas que el acuerdo entre Nvidia y OpenAI “sin duda alimenta las preocupaciones sobre su carácter ‘circular’”. Señaló que, si bien aún falta mucho para una crisis, la distancia entre la situación actual y un estallido se está acortando.

También hay una dimensión macroeconómica en la circularidad. Según cálculos del economista de Harvard Jason Furman, citados por el FT, la inversión en equipos de procesamiento y software representa alrededor del 4 por ciento del PIB y fue responsable del 92 por ciento del crecimiento durante la primera mitad del año.

La inversión en IA y otras tecnologías, acompañada por un auge bursátil, se está llevando a cabo bajo el argumento de que la economía está “fuerte”. Pero fuera de esa inversión, el crecimiento es prácticamente nulo.

Esta situación quedó resaltada por un informe publicado ayer por la firma ADP, especializada en nóminas, que señaló que el empleo en el sector privado de EE.UU. cayó en 32.000 puestos el mes pasado, la mayor caída en dos años y medio, cuando los economistas esperaban un incremento de 50.000.

El acuerdo Nvidia-OpenAI debe analizarse dentro del marco de la especulación desenfrenada alimentada por dinero barato que ha impulsado el ascenso de Wall Street desde la crisis financiera mundial de 2008. El índice S&P 500 ronda los 6.688 puntos. En su punto más bajo tras la crisis, en marzo de 2009, era de 666.

Esto representa un aumento de 100 veces desde entonces, lo que pone en evidencia la creciente desconexión entre el mercado bursátil y la economía real subyacente de la que depende en última instancia. En el mismo período, el PIB estadounidense ha pasado de 14,48 billones de dólares en 2009 a 30,5 billones en la actualidad, es decir, apenas un poco más del doble.

Además, el auge bursátil se ha concentrado cada vez más en los gigantes tecnológicos —los llamados Siete Magníficos. En conjunto, Alphabet (Google), Amazon, Apple, Meta (Facebook), Microsoft, Nvidia y Tesla representan alrededor del 37 por ciento de la capitalización del S&P 500, el porcentaje más alto registrado, con Nvidia desempeñando el papel principal.

Desde octubre de 2022, cuando comenzó el auge bursátil impulsado por la IA, las acciones de Nvidia se han disparado un 1.350 por ciento. El desarrollo de la IA tiene el potencial de brindar un impulso masivo a la productividad del trabajo humano y al progreso de la civilización. Pero su explotación dentro del marco de las relaciones sociales y económicas capitalistas, basadas en el lucro privado, está sembrando las semillas de una gran crisis financiera que, como reveló la experiencia de 2008, tendrá consecuencias económicas y sociales devastadoras.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 1 de octubre de 2025)

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