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“Día de la Unidad Alemana”: periódico conservador alemán arremete contra Lenin

La portada de la edición en línea del Frankfurter Allgemeine Zeitung del 3 de octubre, en el 35º aniversario de la reunificación alemana, publicó un ataque frontal contra Lenin. Bajo el título “Hay que contrarrestar el mito de que todo comenzó bien”, el vocero de la bolsa de valores de Frankfurt se quejó: “Lenin todavía no desaparece ni siquiera 35 años después de la reunificación”.

Portada de la F.A.Z. en línea en el Día de la Unidad Alemana.

Lo que siguió fue una diatriba extensa de casi 3.000 palabras en la que se difamó al líder de la Revolución de Octubre rusa como un “criminal” cuyo nombre, se afirmaba, “conduce a una estela de violencia, sangre y terror”; que encarnaba la “dictadura, violencia y asesinato” y quien “pertenece al infierno”. El texto sostenía que Lenin había establecido un “sistema de vigilancia y represión terrorista” cuya tradición había continuado el régimen del SED (Partido Socialista Unificado) en la RDA (República Democrática Alemana, Alemania Oriental). Esto se presentaba como “el verdadero rostro del comunismo”.

El artículo se apoyaba en testimonios de individuos que habían entrado en conflicto con el régimen estalinista de la RDA y que fueron perseguidos por distribuir panfletos contra el SED o intentar huir hacia el oeste.

Finalmente, se citó a la comisionada federal para las víctimas de la dictadura del SED, Evelyn Zupke, quien se quejaba de que aún permanecieran algunas estatuas de Lenin en ciertas ciudades alemanas. Afirmó que esto enviaba la señal equivocada e incluso podía fomentar impresiones positivas. Hay que “contrarrestar el mito de que todo comenzó bien”, exigió Zupke. “Muchos todavía se aferran al engaño de que estas eran básicamente buenas ideas.” Dijo que raramente se abordaba “la estela de violencia que esta ideología ha dejado en la historia de la humanidad, los millones de muertos desde 1917”.

A primera vista, más de cien años después de la muerte de Lenin, puede parecer sorprendente que el Frankfurter Allgemeine Zeitung se sienta obligado a atacar verbalmente al gran revolucionario una vez más. Desde la disolución de la RDA y la Unión Soviética hace 35 años, ha proclamado repetidamente que el socialismo fracasó y ya no tiene relevancia. Sin embargo, es evidente que los propios editores del periódico no creen en ese cuento.

Han recurrido a la desgastada propaganda anticomunista de la Guerra Fría porque temen que la perspectiva revolucionaria y marxista encarnada por Lenin y sus camaradas—sobre todo León Trotsky—pueda volver a ganar un amplio apoyo. Su odio a Lenin es una expresión de su temor a la revolución socialista.

El genio político de Lenin consistió en comprender que el estallido de la Primera Guerra Mundial—la mayor catástrofe histórica hasta entonces—representaba el colapso del capitalismo internacional, tal como lo había predicho Marx.

La guerra imperialista no fue simplemente una política arbitraria que pudiera sustituirse por otra más pacífica. Surgía inevitablemente de las leyes del capitalismo: la sustitución de la libre competencia por monopolios, la dominación del capital financiero sobre el capital industrial y la repartición total del mundo entre las potencias imperialistas, que requería una nueva división violenta. “Esta guerra, si no hay una serie de revoluciones exitosas, será pronto seguida por otras guerras”, advirtió Lenin al comenzar de la Primera Guerra Mundial.

Mientras que los dirigentes del SPD alemán y de otros partidos socialdemócratas traicionaron sus promesas contra la guerra, llamaron a defender la patria y pospusieron el socialismo indefinidamente, Lenin convocó a luchar contra los belicistas en casa y por la unidad internacional de la clase obrera. En octubre de 1917, la clase obrera rusa, bajo el liderazgo de Lenin y Trotsky, tomó el poder y puso fin a la guerra el mismo día.

La Revolución de Octubre fue un acto de liberación de una importancia internacional sin precedentes. Millones de trabajadores en todo el mundo se unieron a los partidos comunistas; los movimientos de liberación contra la opresión colonial bárbara cobraron un extraordinario impulso; en Rusia floreció la cultura a pesar de la escasez material, el analfabetismo masivo fue superado en pocos años, y después de los difíciles años de guerra, la economía creció significativamente pese al aislamiento internacional.

El intento del Frankfurter Allgemeine Zeitung de presentar la Revolución de Octubre como el origen de “dictadura, violencia y asesinato” se basa en mentiras trilladas que han sido refutadas una y otra vez. La “dictadura, violencia y asesinato” provinieron de las potencias imperialistas, que impusieron una guerra civil al joven estado obrero y se apoyaron en carniceros notoriamente conocidos, como los generales zaristas Kornílov, Denikin, Wrangel y Kolchak, famosos por sus pogromos antisemitas.

Los bolcheviques también recurrieron a medidas represivas, inevitables bajo condiciones de guerra civil. Pero equiparar esas medidas coercitivas con el posterior terror estalinista es una grave falsificación histórica.

El terror de Stalin no se dirigió contra los enemigos de la revolución, sino contra sus dirigentes. El Gran Terror de finales de la década de 1930 acabó con centenares de miles de revolucionarios dedicados, incluidos casi todos los líderes bolcheviques de la época de Lenin y gran parte del mando del Ejército Rojo. Su punto culminante fue en agosto de 1940 con el asesinato de León Trotsky, quien había construido la Oposición de Izquierda en el ámbito internacional y fundado en 1938 la Cuarta Internacional para defender el legado de Lenin frente a Stalin.

Equiparar el leninismo con el estalinismo es la gran mentira histórica del siglo XX; y mientras más la refuta la investigación histórica, con mayor insistencia se repite. Sitúa a los líderes de la revolución al mismo nivel que sus sepultureros; iguala a las víctimas con sus sepultureros.

Stalin representaba a una burocracia privilegiada que se desarrolló dentro del aparato estatal y del partido en el contexto de dificultades económicas y aislamiento internacional, cuyos intereses chocaban cada vez más con los de la clase trabajadora. Obsesionada con asegurar sus propios ingresos, la burocracia se volvió más hostil a la perspectiva de una revolución socialista internacional sobre la cual se había basado la Revolución de Octubre. Internacionalmente, adoptó una política cada vez más contrarrevolucionaria que llevó a numerosas derrotas de la clase obrera.

Durante mucho tiempo, la burocracia no se atrevió a tocar las relaciones de propiedad socializadas creadas por la Revolución de Octubre. Con el inicio de la Guerra Fría, las extendió a los llamados Estados tapón de Europa del Este, cuyo control Stalin acordó con EE.UU. y el Reino Unido al final de la guerra. Pero a diferencia de la Unión Soviética, en Europa del Este no hubo una revolución proletaria. Las nacionalizaciones, que constituyeron un progreso social, fueron acompañadas por una represión contra la clase obrera.

Eventualmente fue la propia burocracia estalinista—como lo había advertido Trotsky—quien tomó la iniciativa hacia la restauración del capitalismo. Lo que no lograron los tanques de Hitler, lo culminaron Gorbachov, Yeltsin y sus sucesores. Disolvieron la Unión Soviética y saquearon la propiedad socializada. En el Este, el SED, que se rebautizó como Partido del Socialismo Democrático (PDS), desempeñó un papel activo en la introducción del capitalismo y en la integración de la RDA con Alemania Occidental.

El Comité Internacional de la Cuarta Internacional y su sección alemana, en aquel entonces llamada Liga de los Trabajadores Socialistas, fueron los únicos que advirtieron sobre las consecuencias de este desarrollo. Se opusieron a la ilusión de que la reunificación alemana traería prosperidad y democracia; y llamaron a derrocar al régimen del SED preservando la propiedad socializada.

La bancarrota de los regímenes estalinistas y su política de socialismo nacional fue el resultado de la contradicción entre el carácter mundial de la economía y el sistema de los Estados nación, que socava todos los programas reformistas nacionales, incluidos los de la socialdemocracia y los sindicatos. La misma contradicción entre la economía mundial y el Estado nación anunciaba—como advirtió el CICI en aquel tiempo—una nueva época de guerras imperialistas y feroces luchas de clases.

En el 35º aniversario de la reunificación alemana no cabe duda de que esta advertencia fue acertada. Alemania y los demás Estados de la OTAN están intensificando la guerra contra Rusia, apoyando el genocidio en Gaza y gastando billones en guerra y rearme, que planean recuperar mediante brutales ataques contra la clase obrera. La brecha entre ricos y pobres ha alcanzado proporciones históricamente sin precedentes. Las tendencias fascistas resurgen en todas partes, especialmente en Estados Unidos, donde Trump está erigiendo una dictadura autoritaria. Ante esto, crece la resistencia.

Por eso el Frankfurter Allgemeine Zeitung publicó un ataque contra Lenin en su portada en el “Día de la Unidad Alemana”, como se le llama. Los trabajadores y los jóvenes deben sacar sus propias conclusiones de esto y estudiar la historia y la perspectiva del movimiento socialista revolucionario, representado hoy por el CICI.

El World Socialist Web Site, publicado diariamente por el CICI desde hace 27 años, contiene una vasta riqueza de conferencias, artículos de fondo y análisis que abordan aspectos actuales e históricos del movimiento marxista y de la política. Estos forman la base para armar a la clase obrera para las inevitables batallas de clase que están por venir.

(Artículo originalmente publicado en inglés el 3 de octubre de 2025)

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