El primer ministro Sébastien Lecornu presentó ayer su renuncia al presidente Emmanuel Macron, convirtiendo a su gobierno de 26 días en el más corto desde la fundación de la Quinta República francesa en 1958.
Aunque Lecornu era impopular, cayendo al 15 por ciento en las encuestas en pocas semanas, su renuncia no refleja una revitalización, sino una crisis mortal de la democracia francesa. No puede entenderse al margen del estado de sitio impuesto en Estados Unidos, donde el gobierno de Trump envía tropas ilegalmente a ciudades importantes con autorización para usar fuerza letal. En cada país, la crisis mundial empuja a la oligarquía capitalista hacia la dictadura.
Lecornu, el quinto primer ministro de Francia en dos años, no renunció debido a diferencias políticas irreconciliables entre los partidos capitalistas rivales en la Asamblea Nacional. Estos están unidos en rechazar aumentos de impuestos para la oligarquía capitalista e imponer en su lugar la austeridad para pagar una deuda soberana insostenible de 3,4 billones de euros, aumentar el gasto militar y reforzar el aparato represivo del Estado. La oligarquía capitalista, consciente de que estas políticas enfrentan una oposición popular abrumadora, avanza hacia la instalación de un régimen de extrema derecha.
Dentro de la administración de Macron se desarrolla una amarga lucha entre quienes intentan reclutar a facciones del Nuevo Frente Popular (NFP) de Jean-Luc Mélenchon para un gobierno ultra reaccionario liderado por Macron, y aquellos dispuestos a formar directamente un gobierno con el partido neofascista Reagrupamiento Nacional (RN). Cualquiera de los dos regímenes buscaría reprimir violentamente la oposición masiva a sus políticas.
Lecornu renunció después de que el saliente ministro del Interior, Bruno Retailleau, líder del partido derechista Los Republicanos (LR) y cercano al RN, amenazara con censurar a Lecornu en la Asamblea Nacional. Retailleau atacó el nombramiento de Bruno Le Maire como ministro de Defensa, culpándolo por no resolver la crisis de la deuda con una austeridad suficientemente severa.
El año pasado, Lecornu y otro ex primer ministro de Macron, Édouard Philippe, mantuvieron conversaciones con los líderes del RN, Marine Le Pen y Jordan Bardella, sobre la formación de un gobierno del RN bajo Macron. Estos planes fueron bloqueados, sin embargo, por la victoria electoral del NFP, que terminó en primer lugar en las elecciones legislativas de julio de 2024. Ahora, los dirigentes del RN piden una nueva disolución de la Asamblea Nacional con el objetivo de fortalecer su posición y participar en el próximo gobierno.
Le Pen llamó a Macron a resolver una “crisis de gobernabilidad”, afirmando que “tiene dos caminos posibles: la renuncia o la disolución”. Agregó que el RN no exige la renuncia de Macron, pero que considera “inevitable” la disolución de la Asamblea. Su sobrina, Marion Maréchal-Le Pen, llamó a una “unión de la derecha” en las próximas elecciones.
En cuanto a Mélenchon, propuso inicialmente una reunión de todos los partidos del NFP—su propio partido populista La Francia Insumisa (LFI), el burgués Partido Socialista (PS), el estalinista Partido Comunista Francés (PCF) y los Verdes. Instó a todos a “considerar todas las posibilidades abiertas por esta situación”.
En una conferencia de prensa, llamó a destituir a Macron y reformar las instituciones de la Quinta República. Mélenchon culpó de la crisis al “callejón sin salida al que inevitablemente conduce la Quinta República cuando entran en conflicto la legitimidad de las elecciones presidenciales y legislativas”. Propuso “abordar el corazón del problema, el presidente de la República y su legitimidad”, e hizo un llamado a apoyar la moción de destitución de LFI contra Macron en la Asamblea.
Sin embargo, primero el PS, luego los Verdes y finalmente el PCF indicaron que rechazan reunirse con Mélenchon y que están dispuestos a servir como ministros “de izquierda” bajo Macron. La dirigente de los Verdes, Marine Tondelier, aplaudió la política de “unidad” de Mélenchon, pero dijo que una reunión con LFI “no ocurrirá”. Agregó que no hay dos, sino tres opciones: “la renuncia de Emmanuel Macron, una disolución del parlamento y una cohabitación” con un gobierno dirigido por PS-PCF-Verdes bajo Macron.
En una señal de la crisis al más alto nivel del Estado, Macron fue filmado por cámaras de televisión dando un inédito paseo solitario por el centro de París mientras intentaba decidir qué hacer. Anoche, exigió a Lecornu que permanezca en el cargo al menos hasta el miércoles para continuar las conversaciones de gobierno. El palacio presidencial del Elíseo dijo a la AFP que Macron “asumirá sus responsabilidades” si fracasan estas conversaciones y convocará nuevas elecciones legislativas.
Parece que Macron ha optado, por ahora, por un último intento de formar una coalición gubernamental basada en el PS, el PCF y los Verdes—partidos ligados a Macron—y facciones del LR. También hay una considerable oposición al último giro de Macron dentro de los partidos nominalmente pro-Macron: Édouard Philippe apareció hoy en televisión matutina para pedir la renuncia de Macron y la convocatoria de nuevas elecciones presidenciales y legislativas.
Varios de los partidos implicados señalan, sin embargo, que intentarán llegar a un acuerdo con Macron. Retailleau ha declarado que “no está en la oposición”, indicando su predisposición a respaldar tal pacto. Hoy, el partido Verde anunció que organizará conversaciones “incluyendo a LFI, con Clémentine Autain y representantes de François Ruffin”, para una posible cohabitación con Macron.
Tales reuniones exponen la bancarrota del NFP de Mélenchon. LFI construyó el NFP con partidos desacreditados del gobierno capitalista como el PS. Luego, alegando que sólo una alianza con Macron podía evitar que el RN llegara al poder, Mélenchon respaldó a los candidatos de Macron en las elecciones legislativas de 2024. Desempeñó un papel central en la formación del gobierno que ahora colapsa, rehusándose sistemáticamente a hacer un llamado a movilizar a los 8 millones de personas que votaron por él en las elecciones presidenciales de 2022.
La clase obrera no puede basar su política en los cálculos de partidos tan en bancarrota. Con su propuesta de recortes de austeridad por 100.000 millones de euros, el RN ha dejado claro que, si la clase dominante le confía el poder, instaurará una política de empobrecimiento masivo que requerirá una dictadura fascista. Un gobierno liderado por el PS bajo Macron, con o sin la participación de LFI, también gobernará contra el pueblo mediante la represión violenta.
La última vez que el PS estuvo en el poder, bajo François Hollande entre 2012 y 2017, gobernó mediante un estado de emergencia que suspendió los derechos democráticos y reprimió brutalmente las protestas masivas contra su reforma laboral. Esta ley, finalmente impuesta en su totalidad por Macron, sentó las bases para su actual serie de recortes a las pensiones. Aunque pronuncie algunas frases sobre gravar a los ricos, un gobierno liderado por el PS impondría el diktat de los bancos, que respondieron a la caída de Lecornu intensificando la especulación contra la deuda francesa.
El Parti de l’égalité socialiste (Partido Socialista por la Igualdad) reitera su llamado a preparar en la clase obrera una huelga general para derrocar a Macron. Con la erupción de protestas masivas en toda Europa y el mundo contra el genocidio en Gaza, y Trump lanzando una guerra contra el pueblo estadounidense, se avecinan explosivas luchas internacionales. El régimen de Macron debe ser derrocado mediante una ofensiva internacional de la clase obrera, no a través de intrigas reaccionarias de camarillas de políticos capitalistas. La solución a la crisis de la deuda debe ser la expropiación de la oligarquía capitalista por la clase obrera.
Como explicó el Partido de la Igualdad Socialista en su declaración tras la caída del predecesor de Lecornu, “¿Qué camino debe tomar la clase obrera tras la caída del gobierno francés?”,
Se presentan dos alternativas claras. O bien la oligarquía capitalista construye una dictadura fascista para aplastar a la clase obrera, o bien la clase obrera libra una lucha revolucionaria sobre un programa socialista para expropiar a los oligarcas. Esto requiere romper el corsé de las burocracias sindicales y construir auténticas organizaciones de base dedicadas a llevar adelante la lucha de clases.
La Alianza Internacional Obrera de Comités de Base (AIO-CB) llama a transferir el poder de las burocracias sindicales a los trabajadores en todas las fábricas y lugares de trabajo. Estas nuevas formas de organización de clases, que unan a los trabajadores de Francia y de toda Europa, son necesarias para organizar la resistencia y derrotar el programa de fascismo, genocidio y guerra de la oligarquía financiero-corporativa.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 7 de octubre de 2025)