Nueve generales chinos, entre ellos He Weidong, vicepresidente de la Comisión Militar Central —el órgano rector del Ejército Popular de Liberación (EPL)— fueron expulsados del Partido Comunista Chino (PCCh) y destituidos del ejército a finales de la semana pasada.
Las expulsiones en los niveles superiores de las fuerzas armadas chinas son un indicio de la agitación no solo en el ejército, sino también dentro de la dirección del partido. El general He era el tercero en el escalafón militar después del presidente Xi Jinping, quien preside la Comisión Militar Central (CMC), y del vicepresidente general Zhang Youxia. También era miembro del Buró Político del partido, integrado por 24 miembros y subordinado solo al Comité Permanente del Politburó, compuesto por siete miembros.
No se han hecho públicos los cargos específicos presentados contra He ni contra los otros ocho generales. Al anunciar las expulsiones, el portavoz del ministerio de Defensa, Zhang Xiaogang, simplemente declaró que los nueve habían “violado gravemente la disciplina del partido y son sospechosos de cometer delitos graves relacionados con el cumplimiento de sus funciones, que involucran una cantidad extremadamente grande de dinero”.
Aunque se acusa a los generales de corrupción no especificada, un editorial del Diario del EPL del sábado pasado subrayó el carácter político de su expulsión. Afirmó que los nueve habían socavado seriamente el principio de que el ejército debe ser leal al Partido Comunista Chino.
“Han dañado seriamente la ecología política del ejército y asestado un golpe grave a los cimientos de la ideología política que forja la unidad y el avance del ejército”, declaraba el editorial.
El PCCh, que llegó al poder en 1949 con el respaldo de ejércitos predominantemente campesinos, ha dependido en gran medida del EPL no solo para enfrentar amenazas externas, sino también para aplastar la oposición interna en tiempos de crisis—en particular durante la mal llamada Revolución Cultural Proletaria de Mao Zedong en los años sesenta y las protestas y huelgas masivas de 1989 centradas en la Plaza Tiananmén de Beijing.
Las acusaciones de “deslealtad” y “el colapso total de sus creencias” como miembros del partido adquieren una importancia particular ahora que el régimen del PCCh enfrenta la aceleración de los preparativos de guerra de la administración Trump contra China, junto con una economía en desaceleración, un alto desempleo —especialmente entre los jóvenes— y crecientes tensiones sociales.
El anuncio de la expulsión de los nueve generales se produjo en vísperas del cuarto pleno del comité central del partido, encargado de discutir el próximo plan económico quinquenal mientras China enfrenta la andanada de aranceles y restricciones a las exportaciones impuestas por la administración estadounidense. Se espera que Xi se reúna cara a cara con Trump la próxima semana en Corea del Sur al margen de la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC).
Además de He, quien no ha sido visto en público desde marzo, fueron purgados el almirante Miao Hua, apartado de la CMC en junio tras haber sido puesto bajo investigación por “graves violaciones de la disciplina” en noviembre pasado. Miao había estado al frente del Departamento de Trabajo Político del EPL. También fue expulsado el subalterno de Miao, He Hongjun.
Los demás purgados también eran altos oficiales militares: Wang Xiubin, exsubdirector ejecutivo del Centro de Mando de Operaciones Conjuntas de la CMC; Lin Xiangyang, ex comandante del Comando del Teatro Este; Qin Shutong, excomisario político del ejército; Yuan Huazhi, excomisario político de la armada; Wang Houbin, excomandante de la Fuerza de Cohetes (el brazo nuclear del EPL); y Wang Chunning, excomandante de la Fuerza Policial Armada del Pueblo.
Desde que asumió el poder en 2012, el presidente Xi ha utilizado reiteradamente purgas anticorrupción a gran escala en el partido, el ejército y el aparato estatal para consolidar su control. Si bien la corrupción está ciertamente extendida en todo el régimen, incluyendo el ejército, Xi la ha utilizado como pretexto para eliminar a sus rivales de facción.
En la antesala del XX Congreso del PCCh en 2022, Xi impulsó reformas constitucionales para permitirle permanecer en el cargo más allá de los dos mandatos de cinco años que se habían convertido en norma durante las tres décadas anteriores. Al asumir un tercer mandato, Xi colocó a muchos de sus protegidos de confianza en los puestos más altos del partido, del ejército y del aparato estatal.
Como escribió el World Socialist Web Site en su momento, la promoción coreografiada de Xi en el XX Congreso como gran líder—el “núcleo” del partido—no era señal de fortaleza, sino de debilidad. En medio de una crisis creciente en todos los frentes, el régimen requería de un hombre fuerte para mantener unido al partido.
“Xi ha asumido el carácter de un líder bonapartista que se equilibra precariamente entre las luchas de facciones subterráneas que proliferan dentro del partido, en el contexto de una economía china en desaceleración, tensiones sociales profundas y una acelerada ofensiva estadounidense hacia la guerra con Beijing”, escribió el WSWS.
Tras el XX Congreso, las purgas bajo el estandarte de la “corrupción” continuaron —no tanto contra los rivales de Xi, sino contra sus propios designados. El propio general He tenía vínculos con Xi desde que ambos ocuparon cargos simultáneamente en las provincias de Fujian y Zhejiang a fines de los años noventa. En 2022, Xi pasó por alto a generales de mayor rango para colocar a He no solo como el número tres de la Comisión Militar Central, sino también en el Buró Político del PCCh.
Otros altos funcionarios designados por Xi han corrido la misma suerte. A mediados de 2023, menos de un año después de su nombramiento, el canciller Qin Gang fue destituido por motivos no especificados. También en 2023, el ministro de Defensa, el general Li Shangfu, fue investigado por cargos de corrupción. Desapareció de la escena pública y finalmente fue expulsado del partido a mediados de 2024.
En 2023, la cúpula de la Fuerza de Cohetes del EPL, que supervisa el arsenal nuclear chino, incluyendo el comandante Li Yuchao, su adjunto Liu Guangbin y el ex subcomandante Zhang Zhenzhong, fue destituida y arrestada por cargos de corrupción. Ahora, el reemplazo de Li figura entre los nueve expulsados la semana pasada.
Las fuerzas armadas chinas han sido un objetivo particular. Más de 20 altos oficiales han sido destituidos desde el inicio del tercer mandato de Xi.
Dado el carácter opaco de las maniobras internas del PCCh, las razones precisas detrás de la última purga no son claras. Las expulsiones del partido fueron confirmadas en el pleno del Comité Central celebrado esta semana y sus casos han sido remitidos a los fiscales militares para su revisión y procesamiento.
No obstante, lo mínimo que puede decirse es que la última purga pone de relieve las considerables tensiones políticas dentro del régimen chino, que enfrenta graves problemas económicos y políticos, tanto a escala externa como interna, y depende cada vez más del presidente Xi para mantener al partido cohesionado.
(Artículo originalmente publicado en inglés el 24 de octubre de 2025)
