Un informe publicado en la revista médica británica The Lancet, titulado «Más de 3 millones de años de vida perdidos en Gaza», presenta una acusación científica contra las operaciones de limpieza étnica llevadas a cabo por el ejército israelí contra los palestinos en el enclave desde el 7 de octubre de 2023.
Según el número de muertos confirmado por el Ministerio de Salud palestino, con fecha del 31 de julio de 2025, los investigadores de The Lancet —Sammy Zahran, de la Universidad Estatal de Colorado, y Ghassan Abu-Sittah, de la Universidad Americana de Beirut— calcularon que los 60.199 palestinos asesinados durante este período perdieron, en promedio, 51 años de vida cada uno, lo que equivale a más de 3 millones de años de vida perdidos.
La inmensa mayoría de estas pérdidas se produjeron entre civiles, incluyendo un estimado de un millón de años de vida perdidos entre niños menores de 15 años. Las cifras presentadas en este estudio son estremecedoras y dan testimonio de la barbarie perpetrada por el régimen israelí con el respaldo de Estados Unidos y las potencias imperialistas europeas.
El marco analítico adoptado por The Lancet deja claro que estos cálculos se basan en las muertes explícitas y registradas directamente vinculadas a las acciones militares israelíes, excluyendo a los miles de fallecidos indirectamente a través de la destrucción sistemática de infraestructura esencial, alimentos, suministros de agua, instalaciones médicas y personal sanitario.
La tesis del informe de The Lancet es inequívoca: las operaciones militares israelíes han generado una devastación social directa y cuantificable que no se refleja adecuadamente solo con el número de muertos. Al excluir las muertes indirectas resultantes de la destrucción de infraestructura e instalaciones médicas, la restricción de alimentos y agua, y la pérdida de personal médico vital, el verdadero impacto del genocidio israelí es mucho mayor que incluso las cifras estremecedoras calculadas en el estudio.
En cuanto al método estadístico, el equipo de The Lancet compiló una lista completa, sin duplicados y demográficamente exhaustiva, de los 60.199 fallecidos, incluyendo su edad y sexo. Utilizando tablas de mortalidad de la población de Gaza antes de la guerra, los investigadores estimaron, para cada muerte, el promedio de años que la persona habría vivido si su vida no se hubiera truncado.
Por ejemplo, un niño asesinado a los siete años podría haber perdido 70 años, mientras que una persona mayor perdería muchos menos años de vida. El estudio señala explícitamente que el promedio de años de vida perdidos por muerte es de 51, lo que refleja la juventud de la población de Gaza. Más de la mitad de las víctimas eran mujeres y niños.
Los investigadores señalan que sus hallazgos «solo contabilizan las muertes directas» y omiten a miles de personas fallecidas por inanición, deshidratación, enfermedades contagiosas o el colapso del sistema sanitario de Gaza; una limitación impuesta tanto por la destrucción de los registros del territorio como por la imposibilidad de contabilizar a todas las víctimas.
El desglose detallado de los hallazgos del informe por edad y sexo muestra un impacto desproporcionado en la población más joven de Gaza. Se perdieron más de un millón de años de vida entre niños menores de 15 años, y la mayoría de las personas fallecidas pertenecían a categorías que el derecho internacional jamás clasificaría como combatientes: mujeres, ancianos, bebés y niños y niñas.
Incluso al adoptar la definición amplia de «combatiente», que abarca a todos los hombres y niños de entre 15 y 44 años, los civiles constituyen la inmensa mayoría de los fallecidos, tanto en términos de años de vida perdidos como de otros grupos. Esto corrobora las afirmaciones de que los ataques fueron indiscriminados y se dirigieron sistemáticamente contra los centros de población civil, barrios, refugios, hospitales y escuelas de Gaza.
Estas cifras demuestran que las operaciones militares israelíes en Gaza constituyen un genocidio, definido como la destrucción deliberada, total o parcial, de un grupo nacional, étnico, racial o religioso. Los asesinatos en masa, las graves lesiones físicas y mentales, la imposición de condiciones de vida destinadas a aniquilar al pueblo palestino —incluido el traslado forzoso de niños de sus familias y la prevención de nacimientos— son características inequívocas del genocidio.
La pérdida de años de vida en Gaza tiene pocos precedentes en los estudios contemporáneos sobre guerras, pero los autores de The Lancet establecen comparaciones directas con investigaciones similares sobre otros conflictos globales. Por ejemplo, al calcular la pérdida de esperanza de vida, el descenso en Gaza supera ahora al de Chad y Lesoto, que anteriormente ocupaban los primeros puestos a nivel mundial.
En Chad y Lesoto, la esperanza de vida promedio es de 53 años, pero en Gaza, tras el genocidio documentado, la esperanza de vida de la población ha caído muy por debajo de esa cifra. El último desplome comparable en la esperanza de vida de una nación ocurrió a principios del siglo XX en Estados Unidos, durante la pandemia de gripe española al final de la Primera Guerra Mundial, donde la mayor tasa de mortalidad se registró entre los adultos jóvenes.
El enfoque de The Lancet, que se centra en los años potenciales de vida perdidos en lugar del número de muertes, pone de relieve el impacto desproporcionadamente intenso de la violencia en las poblaciones más jóvenes. En comparación con otras guerras, como las de Siria o Yemen, estudios anteriores hallaron reducciones en la esperanza de vida de hasta una década o algo más, pero nunca una reducción a la mitad de las perspectivas de vida de la población como en Gaza.
Las implicaciones de estos hallazgos han sido ampliamente debatidas entre organizaciones de derechos humanos, medios de comunicación y portavoces. Un representante de The Lancet afirmó: “Esta cuantificación de los años de vida perdidos eleva el debate más allá del número de muertos; es una acusación contra el ataque deliberado que atenta contra el futuro de toda una población”.
Organizaciones de derechos humanos como CAIR han declarado que el estudio “demuestra la intención genocida del régimen sionista y sus cómplices en Estados Unidos y Europa”, así como la complicidad internacional en los continuos ataques, perpetrados durante el actual “alto el fuego”, que resultan en un promedio de 10 palestinos muertos al día.
Algunos comentarios señalan que estas estadísticas confirman que la matanza masiva no es incidental ni colateral, sino sistemática, coordinada y con la intención de aniquilar el futuro de todo un pueblo. El análisis de The Lancet ha cambiado el enfoque de la revisión de los sucesos en Gaza, pasando de las cifras de víctimas a “la aniquilación empírica de décadas de potencial humano”.
The Lancet es una de las revistas médicas más prestigiosas del mundo, fundada en 1823. Tradicionalmente, su enfoque editorial y de investigación se ha centrado en cuestiones vitales de salud global: epidemias, políticas sanitarias, bajas médicas relacionadas con la guerra y la intersección entre la violencia y la salud pública.
En las últimas décadas, The Lancet se ha convertido en un referente para importantes estudios sobre crisis sanitarias en Irak, Siria, Yemen y otras zonas de conflicto, especializándose en síntesis cuantitativas de mortalidad y morbilidad en condiciones de guerra y privación. La revista es reconocida no solo por su rigor científico, sino también por su disposición a publicar investigaciones relevantes para el derecho internacional y por cuestionar la versión oficial de los gobiernos.
Anteriormente, The Lancet publicó hallazgos que argumentaban que la cifra oficial de muertos en Gaza probablemente está subestimada en al menos un 40 %. Este subregistro se debe a la destrucción sistemática de los hospitales y clínicas de Gaza, instituciones responsables tanto del tratamiento de los heridos como del registro y la certificación de las defunciones.
A principios de 2025, un estudio de The Lancet estimó que más de 10.000 personas estaban desaparecidas o sepultadas bajo edificios derrumbados, y que la cifra real de palestinos muertos podría acercarse o superar los 100.000. Además, estudios previos han destacado la catastrófica caída de la esperanza de vida, calculada en casi 35 años durante los primeros 12 meses del conflicto, lo que prácticamente redujo a la mitad la cifra anterior a la guerra, de unos 75 años, para los habitantes de Gaza.
Una población que, antes del genocidio, se acercaba a niveles de vida similares a los de las sociedades vecinas de Oriente Medio, ahora se enfrenta a perspectivas peores que las de cualquier otro país del mundo.
La metodología de The Lancet se basa en estos análisis previos, utilizando datos contrastados del Ministerio de Salud de Gaza y de los registros de refugiados de las Naciones Unidas para corregir posibles dobles conteos y discrepancias demográficas. De este modo, el estudio logra una visión conservadora pero completa del número directo de muertos, lo que otorga autoridad al informe frente a los intentos de Israel por minimizar la magnitud y el impacto de las muertes palestinas.
El informe de The Lancet representa un avance significativo en la documentación del verdadero costo de la guerra genocida de Israel, que no puede reducirse a cifras de bajas ni explicarse fácilmente por la “niebla de la guerra”. Al calcular futuros perdidos y décadas no vividas, el informe constituye una prueba irrefutable de un crimen de guerra de la magnitud del perpetrado por los nazis en la Segunda Guerra Mundial.
La información contenida en este análisis sin duda desempeñará un papel importante en el futuro enjuiciamiento de los criminales responsables del genocidio, como el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, el exministro de Defensa israelí Yoav Gallant, el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa de Israel Eyal Zamir, así como el expresidente estadounidense Biden, el actual presidente Trump y sus respectivos gabinetes y funcionarios de inteligencia militar.
El caso expuesto por The Lancet demuestra que, mientras multitudes de personas en todo el mundo participaban en protestas y exigían el fin del genocidio en Gaza durante los últimos dos años, estos líderes continuaron con la matanza masiva y la destrucción de una población civil indefensa.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 3 de noviembre de 2025)
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