El Gobierno mexicano anunció el martes que recibió a los primeros deportados de la Administración entrante de Trump en un “centro de atención” construido precipitadamente en Matamoros, Tamaulipas, en la frontera con Brownsville, Texas.
Durante su rueda de prensa diaria, la presidenta Claudia Sheinbaum dijo que se están colocando centros como estos en los cruces fronterizos para procesar a los migrantes que están esperando o son deportados por las primeras órdenes ejecutivas de Trump, que cerraron de inmediato el último programa disponible para solicitar asilo estadounidense en la frontera: la aplicación móvil CBP One. La Patrulla Fronteriza de los Estados Unidos ha recibido instrucciones de devolver a todos los migrantes que crucen sin documentos, negándoles el derecho a solicitar asilo, pese a estar consagrado en el derecho estadounidense e internacional.
Como parte del programa “México te abraza”, Sheinbaum dijo que los extranjeros deportados a México serán detenidos y “repatriados” a sus países de origen, donde muchos refugiados enfrentan amenazas a sus vidas por parte de pandillas y regímenes.
El Gobierno de Sheinbaum ofrecerá a los ciudadanos mexicanos deportados de Estados Unidos una tarjeta de débito con 2.000 pesos (97 dólares) para el transporte, que solo cubre aproximadamente la mitad del boleto de autobús desde Ciudad Juárez a la capital.
Las autoridades también han dicho que los deportados tendrán acceso prioritario a programas de trabajo, al seguro y asistencia social. Pero más allá de estas promesas verbales y alguna asesoría legal, el Gobierno de Sheinbaum ha descartado por completo cualquier resistencia real al desarraigo de cientos de miles y potencialmente millones de mexicanos y otros inmigrantes de sus vidas, y salarios más altos en los Estados Unidos.
Border Report describió la instalación inicial de ciudades de carpas en los centros de atención, incluido uno en Ciudad Juárez que albergará hasta 2.500 migrantes temporalmente. El carácter minúsculo, azaroso y de última hora de estas instalaciones, en medio de temperaturas casi heladas, presagia un desastre humanitario y de salud pública, cuando la Administración de Trump avanza a toda marcha y espera que México construya campos de concentración.
Sheinbaum dijo que está negociando con la Casa Blanca la reapertura de la aplicación CBP One para que los migrantes soliciten citas con funcionarios fronterizos de Estados Unidos mientras esperan en el sur de México o Centroamérica.
Los contactos oficiales comenzaron el martes con una llamada telefónica entre el secretario de Relaciones Exteriores, Juan Ramón de la Fuente, y el secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, que ya había sido confirmada por unanimidad por el Senado. Sheinbaum dijo que la llamada fue “muy cordial” y se refirió a cuestiones de seguridad y migración.
Sin embargo, lejos de obtener concesiones de Trump, las autoridades mexicanas simplemente acordaron reanudar el Programa Permanecer en México, dando luz verde ese día para que la Patrulla Fronteriza de los Estados Unidos lo activara formalmente y comenzara a enviar a los migrantes de regreso.
En estos días cruciales, mientras Trump basa abiertamente su proyecto en el Reich de Hitler en preparación para guerras neocoloniales expansionistas y el establecimiento de una dictadura fascista, comenzando con el despliegue de miles de tropas estadounidenses en la frontera en medio de amenazas de bombardear México, el servicio más importante que Sheinbaum podría proporcionar a Trump y su Gestapo migratoria sería llamar a la calma e insistir en que todo estará bien.
Y el miércoles, comenzó su conferencia de prensa declarando: “A nuestros paisanos y paisanas decirles que, primero, que no están solos; y, segundo, que también hay que guardar la calma, que hay que ver también cómo se desarrolla durante estas semanas el proceso”.
Después de subrayar que “es importante siempre tener la cabeza fría” y “evitar confrontaciones”, dijo que solo importa lo que está escrito en los decretos y no la retórica de Trump. Sin embargo, luego procedió a esbozar los primeros decretos de Trump de una manera que ignoró sus partes e implicaciones más importantes.
La declaración de Trump de una emergencia nacional en la frontera sur y el Programa Permanecer en México “no son nuevos”, dijo, y señaló que su predecesor y mentor Andrés Manuel López Obrador mantuvo una relación de respeto y cooperación cuando Trump declaró una emergencia fronteriza en febrero de 2019.
Insistió en que México mantendrá “su propia política migratoria y busca la repatriación” de los migrantes desde el punto de vista de un “Gobierno humanista”.
Pero durante la misma conferencia de prensa, se jactó de que el ejército mexicano y otras agencias se han asegurado de que, de los miles de personas que se han unido a las caravanas de migrantes del sur de México, “no ha llegado ninguna caravana [a Estados Unidos] desde que nosotros llegamos en octubre”. Los participantes de la caravana se han visto obligados a desistir o subirse a los autobuses del Gobierno para ser cruelmente enviados de regreso al sur de México. El número total de migrantes que llegan a la frontera entre Estados Unidos y México se ha reducido en un 78 por ciento, señaló.
Sheinbaum agregó que la mayor parte del mundo continuará llamando al golfo de México por su nombre, incluso si Trump lo llama el “golfo de América”, como si se tratara de una cuestión etimológica y no de controlar sus recursos y área a través de la fuerza.
Además, Trump simplemente solicitó “estudiar a quienes llamarán organizaciones terroristas”, agregó, refiriéndose a la designación del Gobierno de los Estados Unidos de los cárteles mexicanos como terroristas y a las amenazas de operaciones militares en México. Sheinbaum dijo, “vamos a buscar la coordinación en materia de seguridad… ellos en su territorio, nosotros en el nuestro”.
Sobre el comercio, desestimando las amenazas de Trump de aranceles devastadores del 25 por ciento sobre Canadá y México el 1 de febrero, Sheinbaum dijo que “lo que están diciendo es que continúe el tratado comercial”, incluso si solicitan conversaciones sobre su revisión.
Concluyó aplaudiendo el voto de confianza en su Administración expresado por el principal grupo patronal mexicano, el Consejo Coordinador Empresarial (CCE), ya que “muestra que hay unidad de la gran mayoría de los mexicanos”.
En consecuencia, la Comisión Permanente del Congreso, donde la coalición oficialista liderada por el partido Morena de Sheinbaum tiene supermayorías en ambas cámaras, aprobó una resolución que llama a la “unidad nacional” para enfrentar los decretos de Trump y defender la “soberanía”. Todos los demás partidos votaron a favor de la resolución, excepto el Partido Acción Nacional (PAN) de derecha.
El oligárquico Partido Revolucionario Institucional (PRI) ha aprovechado la oportunidad para desempolvar absurdamente su pasado fervor nacionalista. Su legislador Néstor Castillo declaró que pone “la patria antes que el partido” y que “Estados Unidos no es todo América”.
¿De qué se trata toda la bravuconería nacionalista, uno podría preguntarse, si el Gobierno mexicano espera a un Trump amistoso y respetuoso? La respuesta es que el Gobierno de Morena y la élite gobernante que representa están respondiendo, sobre todo, al temor de que la agenda fascista de Trump y su propia complicidad provoquen una radicalización masiva entre los trabajadores y jóvenes mexicanos.
Esta complicidad, sin embargo, no solo se debe a cobardía ante las amenazas abiertas de la potencia imperialista vecina del norte. Hay intereses de clase lucrativos en juego, que fueron resumidos por Sheinbaum durante su discurso de 100 días el 12 de enero. Pidió a Trump que mantenga el acuerdo de libre comercio entre Estados Unidos, México y Canadá como “la única opción para enfrentar con éxito la competencia que significa el avance económico y comercial de países asiáticos”, refiriéndose implícitamente a China.
Continuó: “Nuestra propuesta, incluso, ha sido no solo América del Norte, sino también buscar en lo sucesivo la integración económica y comercial de todo el Continente Americano, convirtiéndolo en la región más poderosa del mundo, sin exclusiones… Por eso, estoy convencida que la relación entre México y Estados Unidos será buena…”.
Durante su primer mandato, Trump también amenazó a México con aranceles para obligarlo a colaborar en cuestiones de comercio y migración, y el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) cedió en todo, sobre todo al crear una Guardia Nacional militarizada cuya principal tarea ha sido hostigar, detener y aterrorizar a los migrantes, incluidos varios tiroteos mortales. En abril de 2020, cuando la pandemia de COVID-19 estaba causando estragos, Washington amenazó a México con grandes desinversiones a menos que López Obrador ordenara la reapertura de los lugares de trabajo que abastecen a la industria estadounidense, lo que hizo de inmediato.
Bajo AMLO, México se aseguró su lugar como el principal socio comercial de Estados Unidos y el mayor receptor de inversiones de “ nearshoring ”, ya que se alentó a las empresas a trasladar la producción de Asia en preparación para la guerra contra China. La riqueza de los cinco multimillonarios más ricos de México creció un 227 por ciento, incluido un salto del 944 por ciento para la fortuna de German Larrea, propietario del Grupo México y aliado cercano de AMLO.
La clase dominante mexicana se ve a sí misma como un socio menor del imperialismo estadounidense y canadiense en la construcción de la Fortaleza de América del Norte. Los círculos gobernantes en México prefieren fríamente que Trump priorice la confrontación con China y la política colonial agresiva en las Américas comparado a la obsesión del Partido Demócrata con la guerra contra Rusia, lo que explica por qué AMLO apoyó efectivamente el intento de golpe de Trump a fines de 2020 al negarse a reconocer la abrumadora victoria de Biden hasta el último momento posible.
Cuando Trump habla de la “edad de oro” de Estados Unidos, los multimillonarios mexicanos abren sus bolsillos esperando atrapar algunas de las monedas.
Además, también hay una larga historia de colaboración del Gobierno mexicano con campañas de deportación masiva de los Estados Unidos, siendo el caso más famoso la “Operación Espalda Mojada” de 1954, cuando camiones cargados de deportados mexicanos fueron rápidamente recogidos en la frontera y enviados a áreas de México que necesitaban mano de obra barata. Indudablemente están en juego cálculos similares hoy en día.
Exactamente seis años antes de las primeras deportaciones de Trump a Matamoros, el 22 de enero de 2019, miles de trabajadores de maquiladoras mexicanas marcharon a ese puerto de entrada para llamar a los trabajadores estadounidenses a “despertarse” y unirse a la huelga más grande en América del Norte en dos décadas contra las mismas corporaciones transnacionales. El poder potencial de un movimiento político unificado de trabajadores en toda la región, que controlan las palancas de las industrias más avanzadas del mundo, eclipsa cualquier fuerza militar y régimen fascista. La tarea fundamental hoy es desarrollar la dirección revolucionaria, socialista e internacionalista necesaria para lograrlo.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 23 de enero de 2024)