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Trump adopta la limpieza étnica como política estadounidense en Gaza

Una fotografía aérea tomada por un dron, mostrando la destrucción causada por la ofensiva aérea y terrestre de Israel en Rafah, Franja de Gaza, 24 de enero de 2025 [AP Photo/Jehad Alshrafi]

El sábado, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, pidió a Israel que “limpie” Gaza de sus habitantes árabes, en un llamado abierto a la limpieza étnica. “Estamos hablando de probablemente un millón y medio de personas, y simplemente limpiamos todo eso”, dijo Trump a los periodistas en el Air Force One.

“A lo largo de los siglos, han sido muchos, muchos conflictos, ese sitio”, dijo Trump, sugiriendo que la paz en Oriente Próximo se lograría mediante la eliminación o destrucción de la población palestina.

La declaración de Trump es una adopción abierta y pública por parte del Estado estadounidense de la política real del Gobierno de Netanyahu, que es el exterminio sistemático y la expulsión de la población palestina de Gaza, como parte del esfuerzo por anexar todos los territorios palestinos y construir un “Gran Israel” en Oriente Próximo.

Mientras que la Administración de Biden financió, armó y defendió políticamente el genocidio de Israel en Gaza, que ha matado al menos a 70.000 personas, mantuvo la ficción de que estaba buscando una “solución de dos Estados”, incluyendo un país para el pueblo palestino.

En cierto sentido, Trump solo ha declarado abiertamente el contenido esencial de la política genocida del Gobierno de Biden en Gaza. Pero las palabras tienen un significado. El presidente estadounidense ha adoptado públicamente la limpieza étnica como política de Estado.

El traslado forzoso de una población es un crimen de guerra y un crimen de lesa humanidad, y la facilitación activa y consciente de Trump de la limpieza étnica de Gaza lo convierte en un criminal de guerra.

Su llamado a Israel para que “limpie” Gaza de su población árabe no fue una frase improvisada. De hecho, fue solo el último y más explícito de los múltiples llamamientos de los funcionarios de la Casa Blanca para la limpieza étnica de Palestina.

En un testimonio ante el Congreso la semana pasada, Elise Stefanik, nominada por el presidente Trump para ser la embajadora de Estados Unidos ante las Naciones Unidas, declaró que Israel tiene un “derecho bíblico” a toda Cisjordania. Esto siguió a una declaración de un funcionario de la Administración de Trump a NBC News el fin de semana pasado de que la Casa Blanca está discutiendo la reubicación del pueblo palestino de Gaza.

El abrazo abierto de Trump a la limpieza étnica en Gaza siguió al anuncio del Pentágono de que enviaría más bombas de 2.000 libras a Israel, que las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) han utilizado para demoler manzanas enteras de la ciudad. A pesar de un supuesto “alto el fuego” en Gaza y el Líbano, Israel continúa haciendo estragos en todo Oriente Próximo, matando a 22 personas en el sur del Líbano el domingo y lanzando una redada en Yenín, Cisjordania, que ha matado al menos a 16 personas.

El uso de Trump de la palabra “limpiar” para referirse a una población de seres humanos es una adopción deliberada de la fraseología del dictador alemán Adolf Hitler y su movimiento nazi, que perpetró el Holocausto de 6 millones de judíos europeos entre 1941 y 1945.

Donald Trump es, como explicó el general Mark Milley al periodista Bob Woodward, un “fascista hasta la médula”. La exesposa de Trump, Ivana Trump, le dijo a su abogado, según Vanity Fair, que el actual presidente “lee un libro de los discursos recopilados de Hitler, My New Order, que guarda en un gabinete junto a su cama”.

La propuesta de Trump de “limpiar” a todo un grupo étnico proviene directamente de los labios de Hitler. En un discurso de 1938 de la colección que Trump supuestamente tiene junto a su cama, Hitler dijo que los “valores eternos de sangre y tierra” le obligaban a “limpiar a la nación alemana, nuestra raza y nuestra cultura” del pueblo judío.

Durante el Holocausto, las áreas de las que la población judía había sido expulsada fueron declaradas J udenrein, o “limpiadas de judíos”. En este contexto, las palabras de Trump implican que la “limpieza” de los árabes de Palestina sería la “solución final” del problema palestino.

Ochenta años después de la liberación del campo de concentración de Auschwitz, el líder del Estado americano no solo ha abrazado públicamente la ideología nazi de la “higiene social” a través del asesinato en masa, sino que está facilitando su implementación.

La propuesta de Trump de “limpiar” al pueblo palestino de su hogar es un hito en la normalización de la barbarie imperialista, cuya máxima expresión histórica fue el régimen nazi.

Después de la Segunda Guerra Mundial, los defensores ideológicos del capitalismo afirmaron que los crímenes de la Alemania nazi representaban una especie de accidente histórico, que nunca se repetiría. Argumentaban que Hitler y el movimiento que dirigió representaron una desviación de la tendencia fundamental del desarrollo del capitalismo, que era hacia la democracia, la paz y un desarrollo económico global y armonioso.

Por el contrario, el revolucionario ruso León Trotsky y el movimiento trotskista explicaron que el fascismo expresaba las características más profundas y esenciales del capitalismo, que brotaban a la superficie en períodos de crisis.

Así como Hitler representó la expresión más concentrada de la barbarie desatada por las potencias imperialistas en su intento de dividir el mundo en colonias subyugadas, también Trump ejemplifica la normalización de la barbarie social llevada a cabo por el capitalismo global durante décadas.

El lanzamiento de la “guerra contra el terrorismo” por parte de la Administración de George W. Bush fue testigo de la campaña de bombardeos de “conmoción y pavor” contra Irak, los horrores de las mazmorras de Abu Ghraib y la bahía de Guantánamo y el asesinato estatal de miles de personas.

Ante la pandemia de COVID-19, las clases dominantes capitalistas abrazaron abiertamente las muertes masivas y deliberadas como “la forma en que la naturaleza lidia con las personas mayores”, en palabras del entonces primer ministro británico, Boris Johnson. La respuesta del capitalismo a la pandemia, según lo expresado por Johnson, fue “dejar que los cuerpos se apilen”.

El regreso de Trump a la Casa Blanca es el producto de la normalización capitalista de la guerra, la tortura, las anexiones y los asesinatos en masa, ya que la oligarquía, temerosa de cualquier incursión en su riqueza y privilegios, hace todo lo posible para defender su dominio de la sociedad. Trump, cuyo principal financista, Elon Musk, aplaudió su regreso al poder con un saludo nazi, está dejando en claro su intención de repetir los crímenes de la Alemania nazi.

Los predecesores de Trump en la Administración de Biden han demostrado que su apoyo al genocidio de Gaza es un componente de los esfuerzos de Washington para reorganizar Oriente Próximo en línea con la campaña para dominar Irán, Rusia y China. Trump representa un redoblamiento de estos esfuerzos, con un nivel aún mayor de brutalidad. Su referencia casual a la “limpieza” de 1,5 millones de personas es un testimonio de la gran escala de muertes y destrucción que el imperialismo estadounidense está dispuesto a desatar en su intento de reorganizar el mundo bajo su dominio.

La intensificación del genocidio en Gaza, y la guerra imperialista más amplia de la que forma parte, provocará una oposición masiva. En los últimos 15 meses, millones han participado en protestas masivas en todo el mundo en oposición al genocidio. La lucha contra el genocidio debe extenderse a una lucha más amplia contra el imperialismo y unirse a la lucha de la clase obrera por defender sus derechos sociales y económicos contra la dictadura de la oligarquía financiera y el sistema capitalista.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 26 de enero de 2024)

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