Se ha lanzado una campaña concertada, respaldada abiertamente por el Partido Conservador, Reform UK, la policía y los tribunales, con el objetivo de crear una fuerza fascista de masas en Gran Bretaña, que pueda ser utilizada no solo contra inmigrantes y solicitantes de asilo, sino contra toda la clase obrera en condiciones de agudización del conflicto de clases.
Avanza bajo el paraguas político de apoyo que proporciona el gobierno laborista de Starmer con su creciente ofensiva contra los solicitantes de asilo y refugiados.
Una nueva etapa de esta campaña fue señalada la semana pasada, cuando el Tribunal Superior falló a favor del consejo de distrito de Epping Forest, controlado por el Partido Conservador, al conceder una orden judicial temporal para impedir que solicitantes de asilo sean alojados en el Hotel Bell.
Se trató de una victoria legal para la turba de derechas organizada y liderada por grupos neonazis, con la participación plena de dirigentes del Partido Conservador y de Reform UK, que mantuvieron a los 138 solicitantes de asilo en el hotel en Epping, Essex, bajo asedio durante semanas .
Tuvo el efecto buscado de alentar y legitimar la propagación de protestas similares en pueblos y ciudades de todo el Reino Unido, que ya se están llevando a cabo y que alcanzaron cifras récord este fin de semana.
El Tribunal Superior aceptó los argumentos del departamento de planificación local del consejo de que los propietarios del hotel, Somani Hotels Limited, “no informaron ni notificaron a la autoridad de planificación local” sobre el nuevo uso del hotel para alojar solicitantes de asilo varones desde abril de este año.
El mes pasado, el hotel fue blanco de protestas derechistas y racistas tras el arresto de un refugiado etíope de 41 años acusado de haber hecho proposiciones sexuales a una colegiala. El acusado ha negado los cargos y asistirá a un juicio de dos días a partir del 26 de agosto.
Neil Hudson, diputado conservador por Epping Forest, y Alex Burghart, diputado conservador por Brentwood y Ongar, exigieron el cierre del hotel que aloja a los solicitantes de asilo.
A pesar de las pruebas presentadas por los propietarios del hotel de que los solicitantes de asilo habían sido alojados allí sin ningún incidente durante varios años, el juez Mr. Justice Eyre citó varios arrestos de solicitantes de asilo para dictaminar que estaba “convencido de que el temor a delitos cometidos por quienes están alojados en el Bell es un factor relevante para considerar en el equilibrio de conveniencia que opera a favor de la concesión de una medida cautelar provisional”.
El fallo judicial tiene implicaciones terribles para los más de 32.000 solicitantes de asilo alojados en hoteles en todo el país—debido a la falta de alternativas—en el marco de la Ley de Inmigración y Asilo de 1999. El Hotel Bell, que está apelando la decisión, tiene plazo hasta el 12 de septiembre para cumplirla, y otros ayuntamientos, incluidos los controlados por el laborismo, ya han indicado que tomarán medidas similares.
La decisión de Eyre, y las campañas vinculadas a ella, son producto directo de la criminalización de los hoteles de asilo por parte del Partido Laborista. Su política oficial incluye la promesa de “detener los barcos” y poner fin a ese tipo de alojamiento antes del final de esta legislatura (en 2029). El intento de la ministra del Interior, Yvette Cooper, de desestimar el caso del consejo de Epping se planteó sobre la base de que el gobierno estaba trabajando para cerrar los hoteles que alojan solicitantes de asilo “lo más rápido posible”, como parte de un programa “ordenado”.
Los acontecimientos en el Bell Hotel han sido utilizados como trampolín de una campaña nacional de movilización de la ultraderecha contra los solicitantes de asilo, exigiendo deportaciones masivas forzadas. Están encabezadas por grupos neonazis como el Homeland Party y Britain First, junto a individuos con una larga trayectoria de pertenencia a diversas organizaciones que rinden culto a Hitler, como Eddy Butler, uno de los fundadores de la banda terrorista neonazi Combat 18.
El grupo de Facebook “Epping Says No!” es administrado por miembros del Homeland Party. El secretario de Justicia del Partido Conservador y posible futuro líder, Robert Jenrick, asistió a un mitin el 18 de agosto frente al Bell, lo que llevó al neonazi Butler a publicar una foto suya de pie justo detrás de Jenrick con el texto: “En el Bell Hotel, escoltando a Robert Jenrick”.
Pero Jenrick es solo uno más en una larga lista de figuras que respaldan el mensaje de los grupos fascistas.
Tras el fallo del Tribunal Superior, el líder de Reform UK, Nigel Farage, declaró que los 12 ayuntamientos controlados por su partido harían “todo lo que esté en su poder para seguir el ejemplo de Epping”.
La líder del Partido Conservador, Kemi Badenoch, escribió a los 26 dirigentes de los municipios que su partido controla diciendo: “Les respaldamos para tomar medidas similares…”
En un bar cercano, junto a algunos de los asediantes del Bell Hotel, Badenoch les instó a ayudar a definir la política del partido sobre inmigración. Sugirió utilizar campamentos de detención similares a los “hospitales móviles Nightingale”, construidos en los primeros meses de la pandemia de COVID, para albergar a los solicitantes de asilo.
El sábado, la principal demanda de los fascistas recibió tratamiento de portada en el Times, que dio a conocer la nueva política de Farage para la “deportación masiva” de “cientos de miles” de solicitantes de asilo. En una entrevista anexa, Farage dijo que un gobierno de Reform UK organizaría cinco vuelos de deportación por día. Para hacerlo posible, reportó el Times, se prevé “el arresto de solicitantes de asilo al llegar, su detención automática y deportación forzada, sin derecho a apelación, a países como Afganistán y Eritrea”. Su plan “sacaría a Gran Bretaña del Convenio Europeo de Derechos Humanos y derogaría la Convención de la ONU contra la Tortura y otros acuerdos internacionales”.
Los mismos fascistas que organizan manifestaciones frente a alojamientos de solicitantes de asilo han lanzado ahora una campaña paralela llamada “Raising the Colours”, que consiste en colocar ilegalmente miles de banderas de la cruz de San Jorge de Inglaterra y del Reino Unido en farolas. Han desfigurado pasos peatonales y rotondas con símbolos nacionalistas. Estas acciones se han dirigido especialmente a barrios con alta población musulmana, sin que se haya tomado ninguna medida contra los responsables y con varios ayuntamientos declarando su apoyo a la campaña de las banderas.
El 21 de agosto, Jenrick publicó en X una foto suya colocando una bandera del Reino Unido en una farola, con las palabras: “Mientras los ayuntamientos que odian a Gran Bretaña bajan nuestras banderas, nosotros las izamos. Debemos ser un solo país, bajo la bandera de la Unión”.

En su obra seminal ¿A dónde va Gran Bretaña? (1925), León Trotsky predijo que si finalmente surgía un movimiento fascista en Gran Bretaña, no sería principalmente por los esfuerzos de la escoria que conforma los grupos de ultraderecha, sino como resultado del “desarrollo de tendencias fascistas en el ala derecha de los conservadores”. Farage se afilió al Partido Conservador en 1978, dejándolo en 1992 para fundar los predecesores de Reform UK (el Partido por la Independencia del Reino Unido y el Partido del Brexit).
Como anticipó la aparición del New Party de Oswald Mosley como una escisión del Partido Laborista en 1930, que se convirtió en la Unión Británica de Fascistas en 1932, las tendencias fascistoides también emergerán del actual Partido Laborista.
Cada giro a la derecha por parte de los principales partidos se justifica con el argumento de que es lo necesario para recuperar un electorado que ahora respalda a Farage, quien lidera a ambos partidos y mantiene una ventaja de 10 puntos sobre el laborismo.
Esto confirma que combatir el ascenso de la ultraderecha no es posible simplemente organizando contraprotestas, como plantean Stand Up to Racism y sus defensores de la pseudoizquierda como el Socialist Workers Party. Significa romper y librar una lucha política contra el gobierno laborista, sus representantes locales y sus aliados en la burocracia sindical—cuyas traiciones han permitido que los fascistas canalicen el descontento social contra los migrantes y cuyas propias políticas racistas y antimigratorias crean el terreno fértil para que los solicitantes de asilo—sean el chivo expiatorio de todos los males sociales que produce el capitalismo.
Farage y los nazis dependen del ambiente político ponzoñoso en el que tanto laboristas como conservadores exigen el fin de la “inmigración masiva” y respaldan el cierre de los “hoteles de asilo”.
Stand Up to Racism, y el grupo relacionado Unite Against Fascism, son campañas dirigidas por varios burócratas sindicales, “izquierdistas” del laborismo y miembros de grupos de la pseudoizquierda. Promueven presentar demandas a los “diputados y líderes sindicales” para que actúen contra la ultraderecha y el racismo, y se oponen a críticas que, según ellos, podrían alejar a la burocracia y perjudicar su respaldo simbólico.
Como señaló el WSWS, “Estar aliados con ellos impide toda lucha por unificar a todos los trabajadores, británicos y migrantes, en una lucha contra el sistema capitalista de ganancias, que es la raíz del nacionalismo y la xenofobia”.
Para derrotar la amenaza del fascismo, la clase obrera debe adoptar un programa socialista, que incluya la defensa de inmigrantes y solicitantes de asilo. Solo con base en la denuncia y oposición a las políticas derechistas, belicistas y proausteridad de todos los partidos principales puede surgir un movimiento de la clase obrera que defienda a los migrantes como parte de una lucha más amplia por el derecho de todos los trabajadores a empleos dignos, vivienda, salarios y servicios sociales.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 25 de agosto de 2025)
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