El presidente estadounidense Trump ha dado un paso sin precedentes en su campaña para someter a la Reserva Federal de EE. UU. al control de su administración, al anunciar el lunes por la noche el despido de la gobernadora de la Fed, Lisa Cook, “con efecto inmediato”.
El anuncio se realizó a través de una carta enviada a Cook, publicada en redes sociales, en la cual Trump afirmó que tenía “motivos suficientes” para destituirla por supuestamente haber hecho declaraciones falsas en solicitudes hipotecarias sobre propiedades adquiridas en 2021, antes de acceder al puesto.
“La Ley de la Reserva Federal establece que usted puede ser removida, a mi discreción, por causa justificada”, escribió Trump.
Cook ha declarado que no renunciará y ha iniciado una acción legal. “El presidente Trump pretendió despedirme ‘por causa justificada’ cuando tal causa no existe según la ley, y él no tiene autoridad para hacerlo”, afirmó.
En una declaración emitida ayer, la Reserva Federal reafirmó su independencia y aseguró que acatará cualquier decisión judicial.
El ataque contra Cook fue iniciado la semana pasada por Bill Pulte, director de la Agencia Federal de Financiamiento de la Vivienda y un prominente operador dentro de la ofensiva de Trump contra el presidente de la Fed, Jerome Powell, por las tasas de interés. Afirmó que Cook había “falsificado documentos bancarios y registros de propiedad para obtener condiciones crediticias más favorables” y remitió el caso al Departamento de Justicia.
Su destitución se produce tras continuos ataques de Trump contra Powell, a quien ha calificado de “tonto” y “idiota” por negarse desde diciembre pasado a ceder a sus demandas de una reducción drástica de las tasas de interés, de hasta 3 puntos porcentuales, mientras explora vías legales para destituirlo.
Ahora, Trump ha abierto un nuevo frente en esta guerra, enviando ondas de choque al establishment financiero.
En palabras del Financial Times: “El golpe nocturno de Trump representa uno de los desafíos más graves para la Reserva Federal desde que se volvió independiente hace 74 años y supone una escalada asombrosa en el ataque del presidente contra el establishment económico de EE. UU.”
La destitución de Cook sigue al despido a principios de mes de la directora de la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS), Erika McEntarfer, tras acusaciones de Trump de que los datos que mostraban un debilitamiento significativo del mercado laboral habían sido “manipulados”.
Debido a los considerables obstáculos legales para despedir directamente a Powell —y al caos que eso desencadenaría en los mercados financieros— Trump ha optado por otro camino para someter a la Fed a su control.
Este se centra en cambiar la composición del Consejo de Gobernadores de siete miembros, que constituye la base de poder de Powell.
El órgano encargado de fijar las tasas de interés en la Fed es el Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC, por sus siglas en inglés). Está compuesto por siete miembros designados por el presidente y con mandato fijo, además de doce presidentes de los bancos regionales de la Fed, de los cuales solo cinco votan simultáneamente y de forma rotativa.
El verdadero poder reside en el Consejo de Gobernadores, y Trump busca colocar allí a sus partidarios. Tras la renuncia de Adriana Kugler a principios de mes, Trump anunció que Stephen Miran, actual presidente del Consejo de Asesores Económicos y uno de los arquitectos clave de su agenda económica, asumiría temporalmente el puesto vacante, a la espera de la confirmación del Senado.
Trump ya cuenta con el respaldo de dos gobernadores, Michelle Bowman y Christopher Waller, ambos designados por él durante su primer mandato y actuales candidatos para reemplazar a Powell cuando termine su mandato en mayo del próximo año. Bowman y Waller discreparon con la decisión de mantener estables las tasas en la reunión de julio de la Fed, siendo esta la primera vez desde 1993 en que dos gobernadores votan en disidencia.
El despido de Cook abre paso a un nuevo nombramiento por parte de Trump. Ya está considerando diferentes candidatos, entre ellos se encuentra avanzar a Miran de su puesto temporal, así como nombrar a David Malpass, expresidente del Banco Mundial y aliado cercano de Trump, que ha criticado a la Fed por no bajar las tasas.
En un artículo de opinión publicado este mes en el Wall Street Journal, Malpass afirmó que Trump tenía razón en sus críticas a Powell y que una rebaja “mayor de lo esperado” en las tasas de interés, combinada con lo que él llama “cambios fundacionales” en la Fed, representarían una innovación procrecimiento importante en la política económica estadounidense.
Esos “cambios fundacionales” toman forma concreta con la destitución de Cook.
Como comentó Trump ayer: “Pronto tendremos la mayoría”. Con esto se refería a que los partidarios de Trump controlarían cuatro de los siete puestos en el Consejo de Gobernadores.
Esto abriría paso a una toma total de control del banco central. Como señaló el Wall Street Journal en un editorial, si Trump se impone, “controlará esencialmente el FOMC porque entonces podrá despedir a otros miembros de la junta, y esta podrá a su vez despedir a los presidentes de bancos regionales que integran el comité”.
Para quienes ingenuamente crean que la destitución de Cook se debe a supuestas irregularidades al solicitar un préstamo, basta con considerar el caso de Charles Kushner, padre del yerno de Trump, Jared Kushner, quien fue nombrado por Trump como embajador en Francia, uno de los cargos diplomáticos más importantes.
Kushner es un delincuente convicto y abogado inhabilitado, involucrado en evasión fiscal, contribuciones ilegales a campañas y manipulación de testigos.
La guerra de Trump contra Powell y la independencia de la Fed ha revelado profundas divisiones y conflictos dentro de la élite financiera. Sus detractores temen que, combinado con la guerra comercial contra el resto del mundo y la creciente deuda de EE. UU., el desmantelamiento de la independencia de la Fed socave la posición global de Estados Unidos y debilite al dólar.
Stephen Brown, de Capital Economics, dijo al Financial Times que era evidente que “estamos volviendo a un mundo en el que la Fed estará mucho más politizada. Eso implica una mayor incertidumbre sobre las expectativas de tasas de interés y, por extensión, tasas a largo plazo más elevadas”.
Blake Gwinn, de RBC Capital Markets, comentó: “Solo estamos a unos pocos pasos más de un cambio de paradigma total, donde el presidente defina esencialmente la política monetaria.
“Los mercados tienen que empezar a considerar seriamente las consecuencias sobre las expectativas inflacionarias a largo plazo, la volatilidad de las tasas futuras, primas de riesgo y la demanda extranjera de activos estadounidenses”.
Las agencias calificadoras aún no se han pronunciado sobre el despido de Cook, pero una nota publicada este mes por S&P Global Ratings —en la que se reafirmó la calificación AA+ de EE. UU.— ofrece una pista del posible rumbo.
En ella se señala que esa calificación podría “verse presionada si los acontecimientos políticos debilitan la solidez de las instituciones estadounidenses y la eficacia de la formulación de políticas a largo plazo o la independencia de la Reserva Federal”.
La plena significación del intento de destituir a Cook y tomar control de la Fed se extiende mucho más allá del terreno económico.
No se trata meramente de una maniobra económica, por importante que sea, sino de una parte de un impulso hacia el establecimiento de una dictadura presidencial basada en la idea de que existe una “emergencia” que requiere que el presidente asuma poderes absolutos.
Hay una “emergencia” en las ciudades que requiere gobierno militar bajo su dirección.
Los déficits comerciales constituyen una “emergencia de seguridad nacional” que exige acción presidencial en forma de aranceles generalizados, que ya se encuentran en su nivel más alto desde los catastróficos años treinta.
Y las barreras constitucionales o legales no pueden interponerse en esta “emergencia”, ya que el presidente —y solo el presidente— representa la “voluntad del pueblo”, la justificación eterna de los regímenes dictatoriales.
Los “cambios fundacionales” que se están implementando en torno a la Fed forman parte de esta agenda. No se podrá derrotar esta ofensiva a través de los tribunales o procedimientos legales, sino únicamente mediante la lucha política de la clase obrera en defensa de los derechos democráticos, una lucha que solo puede avanzar sobre la base de un programa socialista.
(Artículo originalmente publicado en inglés el 26 de agosto de 2025)