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Estibadores en Génova y Livorno bloquean envío de armas israelíes, mientras protestas masivas denuncian el genocidio en Gaza

Estibadores en Génova bloquean el envío de armas a Israel. [Photo: Unione Sindacale di Base]

En una muestra de valentía y solidaridad internacional, estibadores del puerto de Génova, en Italia, bloquearon el pasado sábado la carga de mercancía con destino a Israel a bordo del Zim Virginia. El enorme buque portacontenedores es operado por la gigante naviera israelí ZIM Integrated Shipping Services.

Esta acción, realizada en medio de una de las mayores manifestaciones contra el genocidio que se recuerden en Italia, es una señal de que la clase trabajadora puede y debe ser movilizada como fuerza central contra el genocidio y la dictadura.

Más de 25.000 personas, según estimaciones policiales, y muchas más según los organizadores, inundaron las calles de Génova el sábado por la tarde en apoyo a la Flotilla Global Sumud, exigiendo la apertura de corredores humanitarios hacia Gaza, el fin de los envíos de armas a Israel y el cese inmediato del genocidio. La marcha, que comenzó frente a la sede de Music for Peace, la ONG que coordina la misión de la flotilla, adquirió rápidamente un carácter explosivo.

Corrió la noticia entre la multitud de que un barco perteneciente a ZIM, la naviera nacional de Israel, se preparaba para cargar 10 contenedores clasificados como mercancía peligrosa—presuntamente explosivos—tan solo unas horas antes de una asamblea internacional de la Coordinación de Puertos Contra la Guerra, que había llamado a un embargo a la naviera israelí.

En respuesta inmediata, alrededor de mil manifestantes se desprendieron de la marcha principal para apoyar al Collettivo Autonomo Lavoratori Portuali (CALP), el Colectivo Autónomo de Trabajadores Portuarios. Los estibadores de CALP declararon una huelga espontánea, negándose a cargar o descargar el barco de ZIM. Frente a la presión creciente de trabajadores y manifestantes, las autoridades policiales se vieron obligadas a detener la operación de carga e impedir la salida del buque.

El ejemplo se propagó rápidamente. El martes, los estibadores del puerto de Livorno iniciaron una huelga para negarse a atender al Zim Virginia, actuando en solidaridad con Gaza y rechazando toda complicidad con el esfuerzo bélico israelí. “A pesar de la presión de la dirección, los trabajadores están determinados a no descargar el barco”, declaró otro colectivo autónomo de estibadores. “Sabemos que habrá contenedores con armas de la OTAN. Debemos mantener una presencia constante y asegurar que los trabajadores no estén aislados”.

ZIM, una empresa que cotiza en la Bolsa de Nueva York, está profundamente entrelazada con el aparato militar y estratégico del estado israelí. Controlada en un 26 por ciento por el multimillonario israelí Idan Ofer, la compañía está legalmente obligada a mantener una junta directiva mayoritariamente israelí, un presidente israelí y una parte de su flota reservada para uso estatal en tiempos de emergencia.

Los lazos políticos de Ofer se extienden a través del Atlántico: ha donado al Partido Conservador británico, ha formado parte del Consejo de Relaciones Exteriores y de los consejos asesores de la Escuela Kennedy de Harvard, y ha sido vinculado con operaciones encubiertas israelíes. Él y su esposa renunciaron al consejo ejecutivo de la Universidad de Harvard en protesta por lo que consideraron una respuesta tibia o insensible de la universidad frente al ataque de Hamas a Israel.

Una investigación de MintPress reveló que embarcaciones de la familia Ofer han transportado comandos israelíes para misiones de asesinato, incluidos los homicidios del líder de Hamas Mahmoud al-Mabhouh en Dubái y del funcionario de la OLP Khalil al-Wazir en Túnez. El envío de armas a bordo de buques de ZIM es una pieza clave en la campaña genocida de Israel.

La oposición masiva crece en Italia

La resistencia de los estibadores de Génova se produce tras las manifestaciones masivas del 22 de septiembre, cuando decenas de miles de trabajadores y jóvenes salieron a las calles en más de 75 ciudades bajo la consigna “Bloqueemos Todo”. Forma parte de una ola más amplia de resistencia que se extiende por los puertos de toda Europa. Demuestra el enorme poder potencial de la clase trabajadora para frenar la maquinaria de guerra. Pero también expone las vulnerabilidades de estas luchas en su forma actual.

Figuras como la alcaldesa de centroizquierda de Génova, Silvia Salis, y el arzobispo Marco Tasca han subido al escenario en los mítines, envolviéndose en el lenguaje de la paz y contra el genocidio, mientras trabajan para canalizar el movimiento hacia apelaciones morales inofensivas. Dan a entender que las protestas son aceptables mientras se mantengan subordinadas al Estado y no cuestionen el orden capitalista que alimenta el genocidio.

El aparato sindical está haciendo todo lo posible para limitar el alcance y la fuerza de las protestas y redirigir a los trabajadores hacia apelaciones inútiles a los partidos capitalistas. Sara Capaldini, dirigente del sindicato de base USB, elogió el ejemplo de Génova como un mensaje “al gobierno para que bloquee todo e imponga un embargo total de mercancías a Israel”. [Énfasis añadido]

USB se está dirigiendo aquí al gobierno fascistizante de Giorgia Meloni, el más derechista de Italia desde la caída de Mussolini (uno de los partidos de la coalición incluye incluso a la bisnieta del dictador), como si tuviera algún interés en oponerse a la guerra o en apoyar la resistencia masiva desde la clase trabajadora. En realidad, está llevando a cabo medidas históricas de austeridad para rearmar al imperialismo italiano.

Mientras tanto, Israel ha buscado etiquetar a la Flotilla Global Sumud como una operación terrorista, alegando un “vínculo directo entre la flotilla y Hamas” y presentando cartas, fotos y nombres como supuestas pruebas. Esto forma parte de una campaña más amplia para criminalizar la ayuda humanitaria y desacreditar la solidaridad internacional con Gaza.

La respuesta de Meloni a la Flotilla Global Sumud, que ahora se acerca a Gaza bajo la amenaza de una intervención militar israelí directa, subraya esta realidad. “La flotilla debe detenerse o pondrá en riesgo la paz”, declaró. Argumentó que los intentos de romper el bloqueo “darían un pretexto para impedir la paz”.

Esta grotesca inversión de la realidad desvía la culpa del genocidio de sus perpetradores hacia quienes intentan entregar alimentos y medicinas a una población sitiada. La armada israelí, incluida su unidad de comandos de élite Shayetet 13, se estaría preparando para abordar, apoderarse o incluso hundir los barcos de la flotilla—actos de piratería y crímenes de guerra abiertamente tolerados por los gobiernos imperialistas. La propia marina italiana ha buscado socavar la misión al ofrecer una “salida segura” a los activistas dispuestos a abandonar el esfuerzo, un acto que los organizadores denunciaron con razón como sabotaje.

Mientras tanto, las potencias europeas observan en silencio cómo las fuerzas israelíes intensifican su campaña. A principios de este mes, las embarcaciones de la flotilla fueron atacadas dos veces en aguas de Túnez con dispositivos incendiarios y operaciones de interferencia con drones, en una flagrante violación del derecho internacional.

De la resistencia aislada al movimiento internacional

El bloqueo del Zim Virginia es un paso inicial encomiable. Pero debe seguirse de acciones de solidaridad por parte de estibadores en toda Europa y el mundo. ZIM y otras navieras simplemente redirigirán su carga a otros puertos, a menos que las acciones de los trabajadores portuarios se coordinen internacionalmente y cuenten con el respaldo de una movilización más amplia de la clase trabajadora.

Lo que se necesita con urgencia es la formación de comités independientes de base en cada puerto, lugar de trabajo e industria—comités que rompan de forma decisiva con las burocracias sindicales procapitalistas y con la política nacionalista de la “izquierda” oficial. Estos comités deben coordinar sus acciones más allá de las fronteras y sectores, preparando el terreno para una huelga general contra la guerra.

Dicha huelga no puede ser una simple protesta de uno o dos días, sino el primer paso hacia la confrontación con el propio sistema capitalista que está llevando al mundo al abismo. La masacre en Gaza continuará, no importa cuántos barcos se bloqueen o cuántas manifestaciones se realicen, hasta que un poderoso movimiento de masas de la clase trabajadora se enfrente a la oligarquía empresarial cuyos intereses están detrás de la guerra imperialista.

La Alianza Internacional Obrera de Comités de Base (AIO-CB) provee el marco para esa lucha. Busca unir a los trabajadores de todo el mundo en una ofensiva coordinada contra la guerra, el fascismo y el orden capitalista. El coraje demostrado por los estibadores de Génova y sus compañeros en Livorno demuestra que ese potencial existe. Pero sin claridad política, dirección revolucionaria y organización, ese potencial se desperdiciará.

El bloqueo del Zim Virginia es una chispa. Que se convierta en una conflagración capaz de detener el genocidio depende de si los trabajadores en todas partes reconocen sus intereses comunes, se unen más allá de las fronteras y toman la lucha en sus propias manos.

(Artículo originalmente publicado en inglés el 30 de octubre de 2025)

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