El Congreso Nacional Africano (ANC), aliado con la Alianza Democrática (DA) y un grupo de partidos de derecha en el Gobierno de Unidad Nacional (GNU) de Sudáfrica, planea terminar con el programa de Ayuda Social por Situaciones de Emergencia (SRD) en marzo de 2026. La decisión de retirar un salvavidas del que dependen millones de personas es una declaración de guerra contra la clase trabajadora.
Actualmente, esta subvención evita que 8,4 millones de personas mueran de hambre. Se estima que el 45 % de la población del país depende de las ayudas sociales o del subsidio SRD como fuente principal de ingresos. Esto incluye aproximadamente 13,2 millones de beneficiarios de la subvención por hijo y 4,3 millones de beneficiarios de la pensión para adultos mayores.
La ayuda SRD se introdujo por primera vez en mayo de 2020, en el punto más crítico de la pandemia de COVID-19. Fue una concesión arrancada a una clase dirigente aterrorizada ante la amenaza de un estallido social. Antes de la pandemia, el desempleo superaba los 12 millones y la desigualdad había alcanzado niveles récord. Las comunidades de clase trabajadora vivían en condiciones deplorables, sin acceso seguro a electricidad ni agua corriente, y afectadas por el crimen desenfrenado, la corrupción y la pobreza, especialmente entre una población predominantemente joven.
Cuando el gobierno del ANC impuso uno de los confinamientos más estrictos del mundo, aplicándolo mediante tropas y balas de goma, millones de personas quedaron privadas de todo medio de subsistencia. En cuestión de semanas, casi la mitad de los hogares se había quedado sin dinero para comprar alimentos, mientras los soldados patrullaban los barrios marginales.
El WSWS defendió de forma coherente los confinamientos como medidas de salud pública necesarias para eliminar el virus. Sin embargo, dichas medidas debían combinarse con pruebas masivas, rastreo de contactos, instalaciones de aislamiento y protección completa de los ingresos para los trabajadores.
Ante el espectro de un estallido social, el ANC decidió conceder a los trabajadores una mísera ayuda de 350 rands (20 dólares) al mes en mayo de 2020. La subvención fue concebida como una medida temporal, lo cual quedó confirmado cuando el gobierno la suspendió abruptamente en abril de 2021, solo para reintroducirla apresuradamente en agosto tras el estallido de grandes disturbios en KwaZulu-Natal y Gauteng, luego del encarcelamiento del expresidente Jacob Zuma.
'El ANC reconoció que los disturbios, que dejaron al menos 354 personas muertas y más de 5.000 detenidas, iban más allá del encarcelamiento de su exlíder y expresidente corrupto. Las causas más profundas se encontraban en el fuerte desempleo, la enorme desigualdad y una pobreza creciente, condiciones que se intensificaron con la pandemia de COVID-19.
Ahora, casi cinco años después, el mismo Estado que gasta miles de millones de dólares en el pago de su deuda afirma que no puede permitirse mantener este escaso salvavidas para millones de personas debido a la “responsabilidad fiscal”. La deuda nacional de Sudáfrica se ha disparado a más de 5,2 billones de rands (290.000 millones de dólares estadounidenses) y se proyecta que superará los 6 billones de rands (330.000 millones de dólares) para 2026. En el presupuesto 2025/26, solo se asignan 35.200 millones de rands (1.950 millones de dólares) para sostener la ayuda SRD, menos de una doceava parte del montante destinado al servicio de la deuda, que asciende a la astronómica cifra de 426.300 millones de rands (23.700 millones de dólares). Por cada rand gastado para mantener con vida a un ser humano, se pagan doce a la oligarquía financiera y a los acreedores internacionales en concepto de intereses.
Detrás de esta política están el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial. El año pasado, el FMI declaró que Sudáfrica “necesitaba llevar a cabo una ambiciosa consolidación fiscal para restaurar la sostenibilidad de sus finanzas públicas” y exigió una “consolidación duradera basada en el gasto de al menos el 3 % del PIB durante los próximos tres años.” El informe del FMI sobre Sudáfrica, junto con una revisión del Banco Mundial publicada el mismo año, dejó claro que cualquier continuación o expansión de la ayuda SRD debía ser “financiada mediante la reasignación del gasto”, es decir, recortando otros programas sociales.
El ANC obedeció. Ha congelado el valor nominal de la ayuda SRD, se ha negado a vincularla a la inflación y ha mantenido un umbral de ingresos que excluye deliberadamente a millones de personas. Mientras la Línea de Pobreza Alimentaria asciende a 796 rands (44 dólares estadounidenses), la prueba de medios sigue fijada en 624 rands (35 dólares), lo que garantiza que los más pobres entre los pobres sean declarados “demasiado ricos” para calificar. Ahora se está avanzando hacia la eliminación total de la ayuda SRD.
Las consecuencias serán catastróficas. Para millones de adultos desempleados, la ayuda SRD es la única fuente de ingresos. Su valor real ya ha caído cerca de un 20 % desde 2020, debido al aumento del costo de los alimentos, la electricidad y el transporte.
La finalización profundizará la miseria a una escala inmensa. En provincias rurales como Eastern Cape, Limpopo y KwaZulu-Natal, donde el desempleo y el subdesarrollo son más graves, la ayuda SRD circula como el único ingreso en efectivo en comunidades enteras.
El discurso del ANC sobre “reemplazar” la ayuda SRD por una subvención “vinculada al empleo” es un fraude. No hay empleos que buscar en un país donde la tasa oficial de desempleo supera el 33 % y el desempleo juvenil ha alcanzado el 62 %.
El ataque al subsidio SRD expone el carácter reaccionario del GNU encabezado por el ANC. Celebrado por los medios capitalistas como un triunfo de la “unidad nacional” y la “madurez democrática”, se ha desarrollado tal como advirtió el WSWS: el “acuerdo del ANC con la Alianza Democrática significa la intensificación de un programa de guerra de clases en el país, en interés del capital sudafricano e internacional, en condiciones en que Sudáfrica, la sociedad más desigual del mundo, es un polvorín social y político.”
Antaño aclamado como el movimiento de liberación que derrocó el apartheid, el ANC ha pasado las últimas tres décadas funcionando como el principal partido del dominio capitalista en Sudáfrica. Al asumir el poder, adoptó en 1996 el programa de Crecimiento, Empleo y Redistribución (GEAR, por sus siglas en inglés), un marco político que abrazaba los principios del libre mercado, la disciplina fiscal y las privatizaciones. El GEAR marcó una ruptura decisiva con las promesas anteriores del ANC de redistribución y sentó las bases para la profundización de la austeridad actual.
A medida que continuaba imponiendo ataques contra la clase trabajadora y supervisando niveles récord de desigualdad, el apoyo electoral del ANC se desplomó. Tras haber obtenido el 62,7 por ciento de los votos en las históricas elecciones de 1994, cayó al 57,5 por ciento en 2019 y se desplomó hasta apenas el 40,2 por ciento en 2024, su primera pérdida de la mayoría parlamentaria desde el fin del apartheid.
La alianza ANC-DA es una unión de facciones de la clase dominante para imponer la austeridad y los ataques del Estado policial contra la clase trabajadora. La DA desciende de formaciones de la era del apartheid, incluido el Partido Nacional que gobernó Sudáfrica desde 1948 hasta 1994. Al Gobierno de Unidad Nacional pronto se unieron otras fuerzas de derecha, entre ellas el etnonacionalista zulú Partido Inkatha de la Libertad (IFP), la Alianza Patriótica (PA), de carácter antiinmigrante, y el Frente de la Libertad Plus (FF+), de afrikaners blancos. Esta coalición marca la fusión de la capa burguesa negra cultivada a través de las políticas de Empoderamiento Económico Negro del ANC con la élite capitalista blanca, en una ofensiva unificada contra la clase trabajadora.
Las escisiones del ANC que actúan como oposición nominal —los Luchadores por la Libertad Económica (EFF) y el partido uMkhonto we Sizwe (MK)— se niegan a presentar cualquier oposición seria a la eliminación del subsidio SR.
No han convocado ninguna protesta, y mucho menos huelgas. Procedentes de los estratos que orbitan alrededor del ANC, sus llamamientos a expropiar el capital en manos de sudafricanos blancos buscan únicamente una porción mayor del botín, no la abolición del capitalismo. Ambos partidos están explotando la ira legítima contra la desigualdad capitalista para desviarla hacia cauces nacionalistas y chovinistas, incluidas campañas xenófobas.
En cuanto a los sindicatos, han emitido declaraciones en contra de la eliminación del subsidio SRD, pero se han negado a convocar huelgas para impedirlo. Esto a pesar de que COSATU, históricamente alineado con el ANC, aún afirma tener alrededor de 1,5 millones de miembros; SAFTU, unos 650.000; y FEDUSA y NACTU, aproximadamente 600.000 y 400.000, respectivamente. Si bien todos han denunciado el ataque del gobierno, con COSATU calificando la falta de ajuste por inflación del subsidio SRD como una “absoluta abominación”, SAFTU advirtiendo sobre “consecuencias catastróficas” y FEDUSA declarando “manos fuera de los pobres”, ninguno ha iniciado acciones de huelga a nivel nacional. Sus respuestas se limitan a presentaciones parlamentarias, marchas simbólicas y apelaciones al ANC.
El rechazo de la deuda capitalista y la defensa de los derechos más básicos, como el acceso a la alimentación, el empleo, la vivienda, la atención sanitaria y la educación, requieren una ruptura decisiva con los sindicatos y partidos que funcionan como instrumentos del dominio burgués.
La lucha por condiciones de vida dignas debe convertirse en una lucha política contra el sistema capitalista. El punto de partida es la construcción de un movimiento revolucionario de la clase trabajadora, independiente de todos los partidos capitalistas y sus aliados. Esta lucha no puede permanecer confinada a Sudáfrica. Debe unirse a los crecientes movimientos de trabajadores y masas rurales en todo el continente, en Mozambique, Kenia, Madagascar, Angola, Marruecos y más allá, como parte de una lucha internacional contra el capitalismo global.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 28 de octubre de 2025)
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